Formación de capital y ciclos económicos
Una introducción al análisis macroeconómico

Adrián Osvaldo Ravier
 

Un caso empírico: La Argentina de 1991-1995 y 1996-2001

En los últimos treinta años la Argentina no ha logrado obtener una tasa de crecimiento de su PIB positiva durante cinco años consecutivos. Esto no deja dudas de la importancia de aplicar los conocimientos expuestos previamente a un caso empírico como lo es el argentino, en la década 1991-2001. Intentaremos argumentar que en dicho período, la Argentina ha experimentado dos ciclos económicos con las características expuestas por la ABCT. Por un lado, aquel que comienza en 1991 con el Plan de Convertibilidad y que termina en 1995 con el “efecto tequila”. Y por otro aquel que comienza en el período post-tequila cuando los organismos internacionales de crédito se disponen a financiar al gobierno argentino y que llega a su desenlace con la devaluación de 2001 y el fin de la denominada convertibilidad. Al respecto el gráfico Nº 15 puede mostrarnos ambos ciclos económicos.

Gráfico Nº 15 – Evolución del PIB – Ciclos Económicos

 

Cabe aclarar que lo que se intenta es ver como la ABCT encaja o se ilustra con la historia de los hechos económicos del período en estudio. Se trata de estudiar si el análisis teórico realizado proporciona o no  un esquema interpretativo adecuado de los fenómenos de auge y recesión que se han experimentado y aún se siguen experimentando en la historia económica argentina.

Esta aclaración, deliberadamente busca diferenciar al método de la Escuela Austriaca de la Escuela Positivista (defendido entre otros, por economistas como Milton Friedman según se ha comentado), dado que consideramos que la evidencia empírica no basta, por sí sola, para confirmar una teoría científica en el campo de la economía. En términos popperianos, la contrastación empírica no permite falsar, confirmar, verificar o demostrar su validez.[1]

A su vez, debemos remarcar que la experiencia del mundo social es siempre una experiencia de tipo histórico, es decir, referida a hechos complejos en los que intervienen un sinnúmero de variables que no cabe observar directamente, sino que tan sólo cabe interpretar a la luz de una teoría previa. Además, tanto los hechos, con su infinita complejidad, como la estructura específica de los mismos, varía de unas situaciones a otras, de manera que, aunque pueda considerarse que las fuerzas típicas subyacentes de más trascendencia son las mismas, sin embargo su especificidad histórica varía mucho de un caso particular a otro. Según que la teoría del ciclo sea una u otra, la selección e interpretación de los hechos históricos será también distinta, por lo que adquiere una extraordinaria relevancia el establecimiento previo, por otros procedimientos metodológicos que no sean los positivistas, de teorías correctas que permitan interpretar la realidad de manera adecuada. No existe, por tanto, una evidencia histórica incontrovertible, ni mucho menos que permita confirmar o no si una teoría es cierta o falsa. Por eso, hemos de ser prudentes y humildes en cuanto a nuestras esperanzas de corroborar empíricamente una teoría. Como máximo, hemos de conformarnos con elaborar una teoría lógicamente coherente, tan libre como sea posible de vicios lógicos en la correspondiente concatenación de razonamientos analíticos y que se fundamente en los principios esenciales del humano actuar (subjetivismo).

Con esta teoría a nuestra disposición, el siguiente paso será comprobar hasta qué punto la misma encaja o no en los hechos históricos, y nos permite interpretar de una manera más general, ajustada y correcta que con otras teorías alternativas lo que viene sucediendo en la realidad.

 

Primer Ciclo: 1991-1995

 

En el gobierno de Raúl Alfonsín (1983-1989) pueden detectarse hechos históricos que ilustran la ABCT. Por supuesto no es el objetivo que aquí se busca alcanzar, pero sí se puede argumentar que la hiperinflación de fines de los ´80 y principios de los ´90 marcaban una última fase de un nuevo ciclo económico, luego de enormes distorsiones al proceso de mercado. En dicho período se liquidaban proyectos de inversión erróneos a través de quiebras y suspensiones de pago, existía un pesimismo generalizado, aumentaba la morosidad bancaria, existía una importante contracción crediticia, los trabajadores ocupados pertenecían a las etapas más próximas al consumo, se consumía el capital y se acortaba la estructura productiva, se producía un ritmo menor de bienes y servicios de consumo, los precios de los bienes de consumo crecían aún más y en consecuencia, la renta nacional y los salarios disminuían en términos reales.

Producido el reajuste, quedaba en manos del nuevo Presidente Carlos Saúl Menem, emprender el camino de la recuperación creando las condiciones que permitieran aumentar el ahorro voluntario, o bien comenzar nuevamente una expansión crediticia que llevara a la Argentina a un nuevo período de crecimiento de corto plazo, e insostenible en el tiempo.

En 1991, ya habiendo asumido el Ministro de Economía Domingo Cavallo, Argentina impulsa lo que se llamó el Plan de convertibilidad. Dicho Plan buscaba alcanzar estabilidad en la moneda atando el peso (la moneda local) con el dólar (una moneda fuerte), a una paridad 1 a 1. Lo que permitía dicha “convertibilidad” era atar de manos al Banco Central para impedir que éste emitiera dinero sin respaldo. La Ley Nº 23928 determinaba que la base monetaria expresada en dólares estuviera plenamente respaldada con reservas líquidas, esto es divisas, en forma de billetes, depósitos en cuenta corriente, colocaciones a la vista y colocaciones a plazo.

El punto fundamental que nos permite afirmar que en la Argentina de 1991-2001 hubo hechos consistentes con la ABCT es que en términos de dicha teoría, cada dólar que recibiera el BCRA a través de endeudamiento del sector público sería visto como una expansión crediticia exógena al mercado, que según se ha explicado es la causa del ciclo económico. Cada dólar que recibiera el BCRA por otra vía sería visto como una expansión endógena al mercado.[2]

Recordemos que el Plan de Convertibilidad se dio en un contexto en que la Argentina emprendía acuerdos con el  MERCOSUR, que permitieron terminar con un aislamiento total y reinsertarla en el mundo, más aún luego de la quita de capital de deuda que representó el Plan Brady, sumado a las importantes privatizaciones de servicios públicos[3]. La baja tasa de interés que determinaba la política monetaria de los Estados Unidos terminaban de redondear un contexto sumamente favorable para que la Argentina pudiera reemplazar el ausente ahorro privado local, por ahorro privado extranjero, lo cual a su turno implicaría un crecimiento sostenido importante, en la medida que el gobierno lograra asegurar reglas de juego claras, crear instituciones fuertes y garantizar la seguridad jurídica.

Pero como buen “peronista” el nuevo Presidente decide expandir el gasto público no sólo hasta donde la mayor recaudación tributaria se lo permitía (luego de llevar la tasa del impuesto al consumo -IVA- de un 15 % a un 21 %) sino aún más arriba, provocando un importante y creciente déficit fiscal y financiándolo con endeudamiento[4]. Si vemos el gráfico 16 veremos que la Balanza de Pagos en el período en cuestión indica en la cuenta Servicios Públicos no Financieros, un total de US$ 940 millones para 1992, US$ 7074 millones para 1993 y US$ 4058 millones para 1994.

Gráfico 16 – Balanza de Pagos – Endeudamiento Público

Simultáneamente podemos observar en el gráfico Nro 17 el aumento que esto implicó en las reservas del BCRA.

 

Gráfico Nº 17 – Reservas Líquidas del BCRA

 

El cuadro 18 muestra la evolución de los agregados monetarios entre 1991 y 2003. Los mismos a su vez se grafican a continuación por agregado monetario (Gráficos 19, 20, 21 y 22). En resumen, estos gráficos representan el enorme volumen de la expansión crediticia exógena al mercado producida en el período en estudio.[5]

Cuadro Nº 18 – Agregados Monetarios en millones de dólares
Gráfico Nº 19 – Base Monetaria – M0
Gráfico Nº 20 – M1* = M0 + Depósitos en Cuenta Corriente
Gráfico Nº 21 – M2* = M1* + Depósitos en Caja de Ahorro
Gráfico Nº 22 – M3* = M2* + Depósitos en Plazo Fijo

El boom de esta manera pudo haber sido sostenible considerando el contexto mundial favorable, pero la Argentina decidió tomar otro camino.

Hacia fines de 1994 el contexto mundial cambia. Estados Unidos decide aumentar la tasa de interés provocando un giro de los capitales desde Latino América hacia Norteamérica y países como México, Brasil y Argentina rápidamente comienzan a evidenciar las dificultades de cumplir con sus compromisos internacionales. México cae en default y el riesgo país para los países emergentes se va a las nubes. Esto puede observarse en el Gráfico Nº 23.

Gráfico Nº 23 – Riesgo País

 Fuente: Consultora Perspectivas. Desde 1991 a 1994 se toman datos mensuales. Desde 1995 a 2001 se toman datos diarios.

Argentina ya no puede financiar el mayor gasto con deuda por el enorme costo que implica, y termina accediendo a utilizar las reservas del BCRA para evitar el colapso de la Convertibilidad. El gráfico Nº 17 muestra como caen las reservas líquidas durante 1995. A su vez, si observamos el cuadro Nº 18 y el gráfico Nº 19 notamos que la Base Monetaria disminuye en dicho año, así como los agregados monetarios M2* y M3*. La Base Monetaria por ejemplo pasa de 4720 millones de  dólares en 1991 a 10390 millones de dólares en 1994. En 1995, este monto disminuye a 10277 millones de dólares. En otras palabras, luego de duplicarse la base monetaria en tan solo 4 años, la expansión crediticia se detuvo en 1995 y hasta cayó.

Al no poder sostener la expansión crediticia exógena al mercado, aparece la inevitable recesión. El desempleo supera el 18%, nuevamente se liquidaban proyectos de inversión erróneos a través de quiebras y suspensiones de pago, reaparece el pesimismo generalizado, aumenta la morosidad bancaria, se renueva la contracción crediticia, se consume el capital y se acorta la estructura productiva, se produce un ritmo menor de bienes y servicios de consumo, los precios de los bienes de consumo crecen aún más y en consecuencia, nuevamente, la renta nacional y los salarios disminuyen en términos reales.

 

Segundo Ciclo: 1995-2001

 

Luego del siempre doloroso reajuste, una vez más la Argentina tiene la oportunidad de emprender el camino correcto. Pero no. Aprovechando los fondos que organismos internacionales de crédito ofrecían, la Argentina vuelve a expandir exógenamente el crédito, pero esta vez a un ritmo mucho mayor: según observamos en el gráfico Nº 16 el gobierno toma US$ 9032 millones en 1996, US$ 8125 millones en 1997 , US$ 9343 millones en 1998, US$ 10839 millones en 1999 y US$ 8531 millones en el año 2000, sobre lo cual obtenemos un promedio de US$ 9174 millones para cinco años consecutivos.

En 1996, 1997 y 1998 la Argentina consigue su objetivo de corto plazo de mayor crecimiento –gráfico Nº 15- y empleo. Sube la bolsa, se alarga artificialmente la estructura productiva y suben los salarios de los trabajadores. Pero la devaluación de Brasil de 1998 y la crisis asiática de 1999, acompañada por un gasto público siempre excesivo y creciente detienen el ciclo expansivo. Puede observarse en el gráfico Nº 23 el pico que alcanza el Riesgo País con la crisis asiática. Extrañamente el endeudamiento no cesa por la confianza inusual de los organismos internacionales sobre la economía argentina, lo  cual alarga la recesión (la más larga de la historia argentina –1998, 1999, 2000, 2001 y principios de 2002 según se observa en el gráfico Nº 15) y permite que el reajuste sea más lento, pero menos abrupto.

Esto habría otorgado tiempo para que la Argentina haga reformas importantes y  urgentes y acompañe de alguna manera el endeudamiento que utilizaba de sostén. Pero por más que se habló de déficit cero, un potencial ingreso al ALCA y sobre una posible reforma de la Ley de Coparticipación de impuestos[6], éstas nunca aparecieron y tuvieron su desenlace hacia fines de 2001 cuando el gobierno transitorio decide devaluar la moneda, cortando absolutamente la expansión crediticia exógena que ya disminuía desde 1999 con la huída de depósitos (Si observamos el gráfico Nº 17 podemos ver la caída en las reservas líquidas. A su vez si observamos la evolución de -M3*- en el gráfico Nº 22, vemos como primero bajó la tasa de expansión del crédito para luego pasar a ser negativa en el año 2000).

Nuevamente, el no poder mantener la expansión crediticia exógena al mercado termina originando una depresión que significó para los argentinos la recesión más larga de su historia y seguramente la más profunda si consideramos que su PIB cayó más de un 11 % en tan solo un año. A esto siguió la confiscación de depósitos, la destrucción de todos los contratos vigentes, un fuerte cambio en las reglas de juego, un nuevo no a la seguridad jurídica, la tasa de desempleo superó el 20 % y aquellos argentinos que vivían por debajo de la línea de la pobreza superaron el 50 % de la población.

En otros términos, nuevamente se liquidaron proyectos de inversión erróneos a través de quiebras y suspensiones de pago, se extendió un nuevo pesimismo generalizado, aumentó la morosidad bancaria hasta renegociar todos los contratos, se dio una fuerte contracción crediticia, se acortó la estructura productiva, se produjo un ritmo menor de bienes y servicios de consumo, los precios de los bienes de consumo crecieron aún más y en consecuencia, la renta nacional y los salarios disminuyeron en términos reales. Resultado: nuevamente mayor pobreza.

Como vemos los hechos encajan con la ABCT. No podemos sin embargo argumentar que dicha teoría es confirmada o verificada, pero al menos podemos afirmar que dicha teoría nos proporciona un esquema interpretativo adecuado de los fenómenos de auge y recesión que se han experimentado en el período en estudio.


 

[1] Para profundizar en la Epistemología Popperiana se recomienda al lector la lectura del libro de Gabriel Zanotti (1993), “Popper: búsqueda con esperanza”.

[2] Jesús Huertas de Soto (1998, p.321-323) nos ilustra en contra del argumento de que la expansión crediticia exógena al mercado sea destinada al consumo en lugar de la inversión lo cual a su turno modificaría absolutamente nuestro análisis: “Podemos ahora dilucidar qué modificaciones, en su caso, hemos de efectuar en nuestro análisis si, como ocurre en las economías modernas, una parte importante de la expansión crediticia que inician los bancos sin respaldo de ahorro voluntario se materializa en forma de créditos al consumo. Este análisis tiene gran interés teórico y práctico, pues en ocasiones se ha argumentado que, en la medida en que la expansión crediticia inicialmente recaiga sobre el consumo y no sobre la inversión, no tendrían por qué desencadenarse los efectos económicos recesivos que hemos analizado. Sin embargo, esta opinión es errónea por las razones que vamos a exponer en este apartado. (...) En primer lugar, hemos de constatar que la mayor parte del crédito al consumo se concede por los bancos a las economías domésticas para financiar la compra de bienes de consumo duradero. Ya hemos establecido más arriba que los bienes de consumo duradero no son sino verdaderos bienes de capital que permiten la prestación de servicios directos de consumo a lo largo de un periodo muy dilatado de tiempo. Por eso, la concesión de créditos para la financiación de bienes de consumo duradero, desde el punto de vista económico, es indistinguible de la concesión directa de créditos a las etapas más alejadas del consumo e intensivas en capital. En efecto, una mayor facilidad en la concesión crediticia y una disminución de los tipos de interés producirán, entre otros efectos, un aumento en la cantidad, calidad y duración de los denominados «bienes de consumo duradero» que, simultáneamente, exigirá un ensanchamiento y alargamiento de las etapas productivas implicadas y, en particular, de las más alejadas del consumo. (...) En todo caso, la expansión crediticia siempre produce los mismos efectos de mala inversión generalizada en la estructura productiva, bien sea por vía de un alargamiento artificial de la misma (en el caso de la expansión que afecta directamente a las etapas más intensivas en capital o a la financiación de bienes de consumo duradero), o bien sea produciendo un acortamiento de la estructura productiva existente (en el caso de la expansión crediticia que directamente financie el consumo de bienes no duraderos).”

[3] En otra oportunidad hemos realizado junto a la Fundación Atlas 1853 un estudio sobre la privatización de los servicios públicos en la argentina, más precisamente para el caso de las telecomunicaciones, el servicio eléctrico, el agua potable y los desagües cloacales. Allí se concluye que las reformas fueron muy positivas aunque quedaron pendientes reformas en materia de apertura y competencia. Véase Adrián O. Ravier (2003).

[4] Sobre el endeudamiento argentino se recomienda la lectura del trabajo “Deuda Pública Externa: su origen, desarrollo, default y reestructuración” realizado por el autor de este trabajo para la Fundación Atlas 1853. Allí se sostiene: “La deuda pública externa ha sido, es y será por muchos años más una pesada carga para la política económica de nuestro país. La causa, podemos encontrarla en que nuestros gobernantes no pudieron, no quisieron o no supieron hallar una solución de fondo para la irremediable irresponsabilidad fiscal, a veces financiada con emisión monetaria, otras con nuevos tributos y/o mayores alícuotas, otras con el ingreso que generó el proceso de privatizaciones y cuando se pudo, con mayor endeudamiento.”

[5] En un artículo publicado por el Mises Institute titulado “Argentina´s Paper-Money Mire” de Grant M. Nulle encontramos una primera explicación del ciclo argentino en este sentido: Thanks to the financial chicanery of central and fractional reserve banking, Argentina´s money suply burgeoned at an average annual rate of 60 % between 1991 and 1994. Notwithstanding Mexico´s tequila crisis in 1994 and 1995, which prompted Argentina to post negative GDP growth in the alter year and nearly scotched the convertibility law, M1 money growth was still positive at 5 % in 1995 and increased by 15 % and 20 % in 1996 and 1997, respectively. By 1998 the accretion of money in the economy had taken it´s toll, excacerbated by neighboring Brazil`s-Argentina´s largest trading partner currency devaluation. Foreign capital infusions petered out as a hopelessly overvalued exchange rate, brought about by rising domestic prices and Argentine authorities devaluation to the one to one, peso-dollar peg appeared unshakeable. The heady boom of the 1990s, where GDP growth averaged 4.5 % between 1990 and 1997, turned to bust as the Argentine economy lunched into recession”.

[6] Martín Krause y Adrian Ravier realizaron un trabajo titulado “Correspondencia Fiscal, Federalismo y Competencia, la solución al problema fiscal argentino”, en donde se plantean reformas concretas sobre el régimen de coparticipación de impuestos buscando un federalismo real y una mayor correspondencia entre quienes incurren en el costo político de cobrar los impuestos y quienes incurren en el beneficio político de gastarlos. Una versión resumida de dicho trabajo se haya en el artículo que lleva el mismo nombre y que fuera publicado en el sitio de la Fundación Atlas 1853 y en el Diario El Territorio de Posadas.


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