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La Inversión Extranjera Directa (IED)
y la crisis económica cubana



Leandro Venacio

CAPÍTULO III

Las Transformaciones en los 90. Las IED como la vía más probable para hacer frente a la crisis

3.11 - Conclusión

Tal vez sea conveniente comenzar recordando que, entre 1961 y 1989, Cuba se vio colocada en virtud de su historia, de su Revolución y del contexto internacional, en una situación peculiar, es decir, encontró cierto abrigo en la relaciones económicas preferenciales con la Unión Soviética y con el desaparecido CAME.

Este abrigo fue, podemos decir, un abrigo efectivo que, por supuesto, tuvo una base interna sin la cual nada hubiera sido posible. La base interna fue la cohesión de los cubanos en defensa de la Revolución.

Recordemos que no obstante las relaciones económicas preferenciales con la URSS y con el CAME, países con los cuales se desarrollaba aproximadamente el 85 % del comercio exterior cubano, y una vez desaparecida la URSS y los regímenes, hizo que Cuba enfrentara de una manera no fácil, el derrumbe de sus relaciones económicas preferenciales y el enfrentamiento de la posterior crisis.

A pesar de ello, la decisión cubana, aún perdiendo aquel abrigo o refugio que había tenido frente al bloqueo norteamericano, fue resistir. Por ello las acciones que se tomaron en aquel momento se orientaron a reducir la probabilidad de ocurrencia de una posible agresión militar a gran escala por parte de Estados Unidos contra Cuba, o la búsqueda de la destrucción interna del sistema cubano por asfixia económica ante la paralización casi total de los suministros que recibía la Isla.

Las claves estratégicas - íntimamente relacionadas - eran lograr detener la “caída en picada” de la economía e iniciar un proceso de recuperación económica; adecuar la vida económica y social cubana a las nuevas condiciones, facilitando un proceso de apertura en que no se perdiera el control político de ese proceso, sin prescindir, a la vez, de los objetivos básicos que habían inspirado el modelo cubano hasta el momento y, finalmente, movilizar la solidaridad internacional en torno al proyecto cubano.

A partir de estos objetivos, como hemos visto a lo largo de esta tesis, la vía más efectiva para Cuba en estos años, para captar en el menor plazo posible los recursos que se limitaron a niveles mínimos, preservar la esencia del modelo social, obtener recursos financieros y por ende tecnología capaz de mejorar en forma competitiva el tejido industrial, reactivar la economía y enfrentar la realidad de la economía mundial e insertarse en ella, ha sido la promoción y liberalización de la inversión extranjera directa.

El gobierno cubano entendió que, con una economía abierta y en un contexto internacional marcado por la pérdida de sus antiguos socios y el recrudecimiento del embargo, la única forma de acceder a tecnología, mercados y capitales, era la de abrirse al mundo. La necesidad de salir de la penuria económica le arrastró a la diversificación de sus relaciones comerciales y a la búsqueda de inversores extranjeros.

Así, el mayor impulso estuvo dirigido a realizar una apertura externa, que permitiera captar en el menor plazo posible, los recursos importados que se limitaron a niveles mínimos. Esta apertura económica, fue decisiva para reactivar la economía y enfrentar la realidad de la economía mundial e insertarse en ella.

La atracción de IED, es el “móvil” para lograr los objetivos principales antes planteados, lo cuales no se cumplen sólo con la idea o la propuesta de atraer este tipo de inversiones; éstas se dan a través de la toma de un conjunto de decisiones y medidas para “preparar el campo” pertinente para que estas IED ingresen a Cuba, permitan el crecimiento económico y ayuden a lograr el cometido en política exterior e interna.

A partir de tener claro el objetivo principal y el móvil para lograr este objetivo, Cuba enfrenta un proceso de transformaciones y reestructuración económica que se concreta en un sinnúmero de medidas de política económica instrumentadas en el período, medidas a las cuáles nos referimos durante este trabajo, las mismas posibilitaron lograr el cometido de atraer las IED, y a partir de allí lograr mantenerse en pie, resistir ante el bloqueo norteamericano, mantener los logros sociales de la Revolución y comenzar un claro aunque pausado crecimiento económico.

Las experiencias en los distintos sectores analizados, nos permiten afirmar que el proceso de inversión extranjera ha sido exitoso, porque logró consolidar y cumplir el objetivo para el cual se destinó: ser la vía más expeditiva para hacer frente a la crisis económica durante los 90, al adquirir tecnologías o capacidades gerenciales, lograr un avance industrial en aquellas ramas donde su presencia ha sido marcada, y de esta manera cuidar los importantes logros de la Revolución, lo que deberá servir de guía para avanzar en el desarrollo de otros sectores o ramas de mayor dinamismo en el comercio mundial.

Aunque se mantiene el férreo bloqueo impuesto por los Estados Unidos, y en torno a ello, la Unión Europea, Canadá y la mayoría de los países de América Latina y el Caribe han buscado el equilibrio en contra de la política norteamericana hacia Cuba, especialmente en las consecuencias desastrosas de las leyes Torricelli (1992) y Helms-Burton (1996), Cuba ha sabido disuadir exitosamente la posibilidad de invasión de Estados Unidos, y que otros poderes constituyan un equilibrio en contra de las políticas norteamericanas hacia Cuba.

El Ministerio para la Inversión Extranjera ha afirmado que a fines del 2002 existían en Cuba 412 asociaciones económicas internacionales. El 50% del capital involucrado provenía de la Unión Europea. 336 de esas asociaciones operan en la Isla y 76 en el extranjero. España, Canadá, Italia y Francia son los cuatro primeros países con empresas de este tipo en Cuba. Existen también 211 contratos de producción cooperada y 12 convenios de administración Productiva.

Por otra parte, las medidas adoptadas en Cuba a lo largo de la década del 90 han creado una serie de desigualdades sociales que han contribuido a una estratificación social, las que resultan de la posibilidad de desarrollar un trabajo por cuenta propia por el que se cobra un precio de mercado que difícilmente, o sólo con grandes sacrificios, pueden pagar los asalariados del país; o las que se derivan de la posibilidad de obtener remesas de divisas procedentes de sus familias en el exterior, lo cual les permite hacer uso del circuito de circulación de las mismas, bien en las redes comerciales estatales de “recuperación de divisas” o bien en el mercado negro. Esta situación ha conducido a una inversión de la pirámide social, en cuya cúspide de niveles de ingresos se colocan hoy en día, no las personas más preparadas o que realizan una labor de mayor importancia para la sociedad sino aquellos que, beneficiados por normas de liberalización discriminatorias pueden desarrollar actividades que les resultan altamente lucrativas en condiciones de un mercado profundamente deprimido.

Según Sahadeo Basdeo, “…desafortunadamente con el resurgimiento del mini capitalismo cubano resurgió también el racismo. Empezaron a aparecer chistes contra los negros-africanos, algunos de los cuales, los más jóvenes, se los ve deambular por las calles. Otros comercializan cigarrillos en el mercado negro, y algunas de las mujeres ejercen la prostitución. En los niveles administrativos de hoteles y la industria del turismo los blancos predominan, así como también, en otros sectores de la nueva economía. Este racismo parece ser producto de recientes cambios económicos del gobierno cubano y es poco probable que desaparezcan.”

Finalmente, podemos decir que la atracción de IED, producto de las medidas tomadas y ya nombradas, permitieron resistir la dura crisis que enfrentó Cuba a comienzos de la década del 90.

También, queda claro, que Cuba sigue siendo muy vulnerable ante los cambios “globalizadores” que se suceden en el mundo. Sobre todo en estos últimos tres años, donde la tasa de crecimiento ha decrecido simultáneamente ante las consecuencias negativas derivadas de los sucesos del 11 de septiembre en los Estados Unidos, las cuales provocaron la caída de los ingresos externos en varias actividades económicas fundamentales; las pérdidas cuantiosas que generaron a la economía situaciones meteorológicas excepcionales como el huracán Michelle, y el paso de los huracanes Isidore y Lili; el desarrollo de condiciones recesivas en la economía norteamericana; así como el tener que enfrentar el pago de volúmenes importantes de adeudos acumulados a corto plazo y finalmente la Guerra en Irak.

Para hacer frente a dichos cambios, el gobierno cubano, deberá resolver los retos que se le presentan reactivando la dinámica de crecimiento. Para ello resulta indispensable para esos propósitos fortalecer las fuentes que han propiciado ese crecimiento en los últimos años: la inversión extranjera directa, el turismo, y el mercado interno en divisas.


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