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PROTOPÍA

 

PRINCIPIO DE PROPORCIONALIDAD DE LA PENA A LA INSENSIBILIDAD

 

El mundo ofrece muchos espectáculos lamentables y patéticos. Es un espectáculo lamentable contemplar la destrucción de los parajes naturales sin que se haga reparación alguna de ello, y los responsables sigan como si tal cosa. Es un espectáculo lamentable la persecución de las minorías. Es un espectáculo lamentable que se inicien guerras para beneficio de oligarcas. Pero la vida diaria nos ofrece el lamentable espectáculo de cómo los potentados pisotean la vida cívica ya que les importa un rábano cualquier castigo que se les pueda imponer.

Si hay algo tonto, pero tonto de verdad, en una ley, es que imponga castigos económicos de importe definido. Como cuando se establece que saltarse un stop está penado con "entre veinte y cien mil pesetas", por ejemplo, o que piratear películas de video puede ser penado con multas de "hasta diez millones de pesetas". O sea, tonto de verdad.

Realmente hay cosas en la ley que pueden ser más o menos ineficaces, más o menos incorrectas desde un punto de vista lógico, o más o menos encubiertamente erróneas. Pero que una ley establezca un patrón de castigo económico es soberanamente estúpido, y de una mala uva inverosímil. Una ley con patrón de castigo económico es como que dijera "los pobres no podéis hacer esto". ¿Qué puede importarle a un potentado que conduce un Ferrari que le pongan una multa de 20.000 ptas por saltarse un límite de velocidad, si ha gastado más dinero en la gasolina del trayecto?. ¿Qué le importa a uno que le multen con 100.000 ptas por conducir borracho, si gana tres veces eso todos los días?.

Está claro que si uno tiene dinero, puede conducir borracho, a la velocidad que le de la gana, piratear todas las cintas de video que le parezca, aparcar donde le plazca, poner la música a todo volumen hasta la hora que le apetezca, difamar a quien quiera, contaminar lo que le venga bien, envenenar los alimentos que le convenga, quemar el monte que le moleste, etc, etc.

Creo que es evidente a cualquiera con sentido común que las multas irrisorias no estimulan precisamente a cumplir la ley. Lo malo es que las multas de cualquier índole siempre le resultan irrisorias a alguien.

A veces, en relación al delito, son irrisorias hasta para uno tirando a pobre, cuanto más para aquellos que ganan tanto que no saben ni cuánto es.

Ahora bien, esas mismas multas, que tampoco está muy claro si paga alguien más que los pobres que no se enteran como funciona la justicia, pueden resultar monstruosas para un pobre. Como también resulta evidente.

Por lo tanto, parece que no debería permitirse que una ley tenga esa forma de penar las cosas, que establece castigos demasiado fuertes para unos e irrisorios para otros. Sobre todo, porque son irrisorios para algunos. El tipo de personas que, efectivamente, no están por encima de la ley, sino que, por decirlo de otra forma, son inmunes. No es que no reciban su castigo, es que son insensibles a él. No se puede esperar seriamente que las personas con cierto nivel económico cumplan la ley si es irrisoria para ellos. Y no se puede esperar que el que las personas se acostumbren a saltarse la ley redunde en beneficio de la comunidad. No se puede esperar que la ley tenga eficacia alguna, y no se puede esperar que si la ley es ineficaz, la comunidad camine con buen paso. Tampoco se puede esperar que los pobres estén conformes con la ley, ni se puede esperar que le tengan ningún respeto ni aprecio.

Si los poderosos no hacen caso de la ley, los que les ven se sentirán tentados de no hacerla caso tampoco. Si unos no respetan la ley porque no les incumbe, y otros porque no encuentran ninguna justicia en ella, si nadie respeta la ley, si nadie cree en ella, si todo el mundo se autoconvence de que la ley es solo el látigo de los esclavos...¿podemos esperar que la ley cumpla su función de evitar la ineficacia funcional de la comunidad?. ¿Podemos esperar que cumpla ninguna función?.

Seamos serios, por favor.

Seamos magnánimos. Pongamos que antes los castigos se medían en unidades de latigazos. Pongamos que alguien, con buen juicio, pensó que el látigo era demasiado salvaje y era mejor utilizar castigos dinerarios.

Pero aún así, debió pensar que si los latigazos duelen lo mismo a esclavos que a reyes, las monedas evidentemente no. Cuando la ley se establece en estos términos, se siente la tentación de definir la justicia como el látigo de los esclavos, y la libertad como la condición que permite servir a muchos señores al mismo tiempo. Al menos los esclavos tenían pocos señores. Seamos serios, insisto.

Creo que no hay que defender mucho la propuesta de que las leyes solo puedan establecer castigos proporcionales a la renta de cada uno, cuando establecen castigos económicos. Si la ley fuera lógica, y como veremos más adelante, exigiera la reparación de los daños, aun así los poderosos tendrían más fácil reparar los daños que produjeran que los pobres. No les demos más excusas para reírse de la comunidad. Si saltarse un stop le puede costar a uno el sueldo de un mes, que tarda un año en ahorrar, entonces uno que gana cien millones al año, debe pagar ochenta millones (es sabido que quien gana mucho, lo tiene todo pagado, y puede prescindir mucho más de sus ingresos). En todo caso, como mínimo, ha de costarle diez. Uno no debería tener más derecho a saltarse un stop y arriesgar las vidas de sus acompañantes o de los otros usuarios de la carretera, porque gane más que otro, ni porque tenga trabajo mientras que otro esté en paro. Si es que pretendemos que la gente respete las normas de circulación, y lo pretendemos en serio. De todas formas, hemos hablado de insensibilidad. La cárcel, por ejemplo, tampoco es igual de dolorosa para quien tiene medios de vida y fortunas con las que asegurar la buena vida de su familia, que para la madre pobre que deja a su hijo al cargo de la beneficiencia (por llamarla de alguna manera más bien irónica) cuando entra en prisión. No es lo mismo quedarse un año sin carnet de conducir para un niñato que ni siquiera debería tener coche, que para una persona que conduce a diario para sacar adelante a su familia. No es lo mismo ni es igual, que dice el dicho.

La totalidad de las leyes relativas a la circulación, la piratería, el medio ambiente, la corrupción política, la responsabilidad civil de los profesionales, la deontología comercial, la salud pública, los reglamentos de seguridad e higiene en el trabajo, los medios de comunicación, el fraude, y las relaciones laborales, son de este absurdo estilo.

Léanse esas leyes y luego me lo cuentan.

Así nos va.  


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