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PROTOPÍA

 

PRINCIPIO DE SEPARACIÓN DE PODERES

 

Seguro que ha oído hablar de este principio, porque durante muchos años fue estandarte de algunas renovaciones políticas. El principio de separación de poderes establece que quien legisla, ejecuta y juzga han de ser personas diferentes. Es importante que quien juzga no sea quien ejecute, porque quien ejecuta ostenta el poder, y la única forma de que el poder no se desmande es que las personas que tienen el poder y hacen que la ley se aplique sobre el resto de las personas, no sean tampoco inmunes a la ley, y puedan ser juzgados respecto a ella. Es importante que quien hace la ley no sea ninguno de ellos dos, porque es la única forma de que las leyes respondan a las necesidades de la comunidad, y no a las necesidades del poder ejecutivo, lo que convertiría la política en una mera patochada, un simple yo hago lo que me place porque soy el amo.

Es una lástima, pero hoy parece que nadie hace caso de este concepto.

Las altas jerarquías judiciales son elegidas a dedo por el poder ejecutivo, el poder ejecutivo prepara las leyes que deben ser impuestas, y quienes las dan validez como leyes pertenecen a los mismos colectivos que forman el poder ejecutivo. Es más, semejante desfachatez filosófica se hace constitucional. Una auténtica lástima.

La verdad es que esa idílica separación no sirve de mucho en el momento que la ley se hace sin que responda a un espíritu, justamente, de justicia. Hasta hoy, las leyes se han hecho al antojo de los legisladores, y no han sufrido limitación alguna. De modo que a menudo las leyes se han hecho de tal manera que no juzgan a los poderes ejecutivos, ni a los legislativos, y a menudo tampoco a los judiciales.

De manera que en realidad da lo mismo si el poder ejecutivo coincide o no con el judicial, porque la ley ya ha legislado que da igual lo que haga el poder ejecutivo.

Da igual que el poder legislativo coincida o no con el ejecutivo, si la ley se hace de tal manera que solo beneficia al poder ejecutivo. El principio de separación de poderes se hace con el espíritu de que las personas que los tienen no hagan de su capa un sayo y hagan lo que les parezca, ya que al menos exige que se pongan de acuerdo. La realidad es que suelen ponerse de acuerdo en fastidiar a quien les interese y dejar a quien no, de manera que la separación de poderes, en ausencia de otros principios que hagan de la legislación algo lógico, o moderen los métodos del ejecutivo, o responsabilicen a los jueces de sus juicios, no vale de gran cosa.

Sin embargo, en una utopía donde otras condiciones necesarias se cumplan, la separación de poderes volvería a ser necesaria.  


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