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PROTOPÍA

 

EL PRINCIPIO DE ECONOMÍA INTERNA

 

El principio de economía interna dice que cualquier grupo arbitrario de individuos puede hacer uso de las propiedades sinérgicas de la economía, y crear riqueza sin tener relación alguna con el resto de las personas del planeta y en cantidad arbitraria. Dedicaré un poco más de trabajo a hablar de este principio, ya que como expondré, el principio de economía interna es precisamente el fundamento, no solo de las sociedades que existen, sino de la posibilidad de que aparezcan más y se organicen como les venga en gana, es decir, de que haya alguna clase de esperanza utópica no relacionada con revoluciones, dramas políticos, y conversiones globales de todas las conciencias humanas. Casi diría que este principio es el núcleo mismo de toda demostración posible de que hacer utopía tiene sentido, es útil y productivo en este o en cualquier otro momento arbitrario de la Historia. Pero más fundamental todavía, es el principio necesario para demostrar que toda comunidad de individuos elegidos arbitrariamente tiene posibilidades de separarse del resto para vivir conforme a sus ideas, piensen lo que piensen los demás; lo cual, evidentemente, es muy importante en relación a lo que hablamos. La mayoría de las personas creen que el dinero tiene alguna propiedad física o algo así. Algunos creen que quien posee dinero posee capacidad económica y quien no, no. Algunos creen que el dinero representa a toda la riqueza que existe. Algunos creen que el dinero, y las cosas que lo representan, sigue leyes específicas que determinan el destino de las personas.

Nada de esto es cierto. Las personas son influidas por el dinero en la misma medida y por la misma causa que las personas que creen en el vudú son influidas por el vudú. Veamos por qué. El principio de economía interna se puede comprobar fácilmente a poco que pensemos que, después de todo, el mundo entero no es más que una comunidad cerrada. Por consiguiente, la riqueza creada por la comunidad global es necesariamente producto de una economía cerrada. Cualquier país autárquico es una economía cerrada. Cualquier tribu aislada es una economía cerrada. Cualquier cultura más o menos aislada, como la china, lo es.

A lo largo de la historia han existido culturas con economías potentes que no tenían una gran población para los cánones actuales, tales como la del Imperio Romano, Egipto o Persia.

¿Por qué, entonces, se preguntarán, los países cerrados por bloqueos internacionales sufren terribles carencias? ¿Por qué esas pequeñas tribus viven, para nuestros cánones, en la miseria?. Para entender la respuesta a esta pregunta, y entender un poco mejor el principio de economía interna es necesario hacer una pequeña reflexión sobre qué es en realidad la economía. De otra manera no se podrá entender porqué digo que es mentira que las carencias de un país tengan que ver con su falta de comercio externo, o que es mentira que la riqueza de una comunidad sea proporcional, en general, a su tamaño. En el apartado anterior hacía referencia al hecho evidente de que nuestro planeta ofrece oportunidades de supervivencia en cualquier territorio arbitrario suficientemente grande, tal como unos pocos kilómetros cuadrados, a veces incluso menos. La extensión del territorio dominado por una comunidad, pues, no tiene mucho que ver con sus oportunidades de supervivencia. Sin embargo, es cierto que las necesidades del hombre son diversas, y satisfacerlas exige a menudo alguna forma de proceso de los materiales presentados por la naturaleza. Incluso si uno forma una economía de uno solo, sobrevivir le supondrá, como poco, realizar una recolección de frutos, una selección de los mismos y una mínima adecuación de un lugar donde refugiarse. Hoy día, el principio de la especialización del trabajo es conocido por todos, y ha sido experimentado por todos. Consiste simplemente en que cuando alguien se dedica a hacer menos cosas, las hace más rápido y mejor. Si tomamos a dos personas, cada una de las cuales tiene que hacer, para su supervivencia, dos trabajos A y B, si en lugar de hacer cada una de ellas el A y el B que necesitan, uno de ellos hace los dos A y otro de ellos hace los dos B, entonces ambos cubrirán sus dos necesidades con menos esfuerzo y con un producto de más calidad. Evidentemente, con solo dos participantes la cosa no desarrolla un potencial muy espectacular, pero cuando una persona hace un tipo de trabajo muy específico para una gran cantidad de otras, la cosa llega a ser muy interesante.

La diferencia entre el trabajo que costaría a cada uno por su lado conseguir satisfacer sus necesidades con unos bienes dados, y el que realmente desarrolla para conseguirlos, es la cantidad que se identifica con la riqueza de la comunidad compuesta por ambos. Cuando el número de participantes aumenta, las personas, teóricamente, podrían llegar a satisfacer sus necesidades con un esfuerzo próximo a cero, o bien, a sobresatisfacerlas, es decir, a satisfacer necesidades que no tienen. Cuando se plantea la especialización del trabajo, se plantean una serie de preguntas que nunca se hacen, pero que están ahí: ¿adonde va a parar la riqueza comunitaria, el diferencial de esfuerzo que teóricamente se ahorra con la especialización? ¿se puede asegurar que llega igualmente a un individuo y otro? ¿se puede asegurar que las necesidades de ambos son realmente cubiertas totalmente? ¿se puede asegurar que ambos participantes ganan con el trato hecho para especializarse? Por supuesto, nada de esto se puede asegurar. La forma en que el beneficio obtenido de la especialización se reparte o se pierde deja de ser solo una cuestión económica, y empieza a ser una cuestión política.

El principio de economía interna dice que CUALQUIER comunidad formada arbitrariamente tiene capacidad de crear riqueza sin relacionarse con nadie más. ¿Por qué?. Porque todas las personas que, tomadas al azar, forman una comunidad, PUEDEN especializarse. Hago hincapié en la palabra pueden, porque lo interesante no es que las personas estén previamente especializadas a la hora de formar una comunidad, sino que pueden llegar a especializarse DENTRO de la comunidad, obteniéndose el mismo efecto. Sin embargo, de todos modos, una gran parte de la humanidad está previamente especializada en un trabajo, que realiza en el seno de alguna comunidad. Esa especialización previa es útil a cualquier nueva comunidad formada arbitrariamente.

Hace falta, sin embargo, invocar otro principio para entender todo el potencial del principio que nos ocupa. Este principio auxiliar dice que toda persona puede formar parte, simultáneamente, de varias comunidades. Formar parte de una comunidad, salvo que legalmente esté prohibido, no impide que se pase a formar parte de otra, en el seno de la cual se organice la especialización del trabajo necesario para cubrir más fácilmente las necesidades que no se cubren suficientemente en la otra. Puede parecer de perogrullo, pero este es un principio importantísimo al que seguiremos volviendo durante todo el libro. Sea cual sea la comunidad a la que un hombre pertenezca, en realidad pertenece a varias al mismo tiempo, y nada le puede impedir que forme parte de una más. Nada puede impedir que esa otra comunidad cubra mejor sus necesidades que aquellas a las que en principio pertenecía. Nada puede impedir, por tanto, que como subconjunto de una comunidad cualquiera, se organice una comunidad que satisfaga aquellas necesidades de sus componentes que la otra no satisface. De hecho, nada puede impedir que las personas abandonen su relación con una comunidad cuando encuentran mejor satisfacción de sus necesidades en otra. La realidad es que normalmente las comunidades nuevas cubren necesidades descuidadas por otras, y las personas llegan a pertenecer simultáneamente a varias. Pero la especialización del trabajo puede llegar tan lejos, si se necesita, en el seno de una nueva comunidad, como para cubrir TODAS las necesidades de la persona. Lo bueno del principio de economía interna es que no establece que las personas que forman una comunidad tengan que romper sus relaciones de pertenencia a otras comunidades, sino que PUEDEN hacerlo. Lo que significa que a menudo las personas pueden plantearse formar comunidades nuevas solo para cubrir aquellas necesidades que las comunidades a las que pertenecen cubren de forma insatisfactoria, o simplemente, para cubrirlas en mayor cantidad. Pondré algunos ejemplos de cómo actúa el principio de economía interna, para asentar un poco más la idea.

Es habitual que personas que comparten un determinado conjunto de ideas religiosas se separen de la comunidad en que han nacido y comiencen a vivir juntas y a evitar relacionarse con el resto. Cuando lo hacen, forman una comunidad religiosa. En cuanto se constituye, en el seno de la comunidad se realiza una organización del trabajo, normalmente una especialización, relacionada o no con la especialización previa de sus miembros, y en muy poco tiempo, la nueva comunidad religiosa satisface más o menos totalmente las necesidades de las personas que la integran. Por ejemplo, los amys.

A menudo, las comunidades religiosas son también un buen ejemplo de pertenencia paralela a una comunidad. Por ejemplo, los testigos de Jehová, sin que medie dinero, intercambian servicios entre sí, a menudo altamente especializados, tales como la enseñanza de habilidades culturales y tecnológicas, los cuidados de enfermos y niños, el alojamiento de viajeros, la construcción de viviendas, o su reforma. También organizan trabajos comunitarios en los que participan todos los miembros realizando alguna tarea en la que están previamente especializados o en la que se les especializa con el trabajo, o para los que no requieren mucha especialización. Así es como construyen a muy bajo precio, por ejemplo, sus famosos salones del reino, los lugares donde habitualmente se congregan. Los testigos de Jehová ejemplifican perfectamente otra importante cualidad de las economías internas: que una comunidad económica no está necesariamente ligada a un territorio geográfico determinado. Lo único que necesita una comunidad es que esté organizada. No tiene porque estar "junta". Las circunstancias especiales definen a menudo comunidades con una gran cantidad de potencial de economía interna. Así, por ejemplo, la práctica totalidad del trabajo, salvo la obtención de alimentos, que requieren los soldados, se realiza dentro del ejército mismo. Es habitual que el ejército organice sus líneas de transporte, sus bibliotecas, sus centros de enseñanza, sus hospitales, sus comedores, sus colonias de viviendas, etc.

Puesto que una comunidad económica no tiene por qué estar junta, ni corresponder a ningún conjunto definido de otra, y ni siquiera tiene porqué satisfacer todas las necesidades de los individuos que la forman, ¿cómo definimos pues, una comunidad económica, y para qué sirve?. Pues una comunidad económica es simplemente un conjunto de personas que intercambian entre sí bienes y servicios realizados a partir de una especialización de trabajo. Sirve, siempre, para aumentar el previo acceso de las personas a los bienes y servicios que en su seno se generan. Qué se produzca en el seno de una comunidad es cuestión enteramente de los deseos de las personas que la forman. Lo fundamental que hay que entender del principio de economía interna es que ninguna comunidad tiene, por muy grande o poderosa que parezca, la exclusiva del potencial económico. Si una comunidad maltrata económicamente a una serie de individuos, tales individuos pueden organizar entre sí una comunidad económica, en el seno de la cual se especializan en trabajos determinados, formando una estructura de trabajo que realice el trabajo necesario para satisfacer sus necesidades. NO es necesario que la nueva sociedad satisfaga TODAS las necesidades. Solo aquellas que son desatendidas por la comunidad a la que previamente pertenecen.

Ahora bien, ¿en base a qué se realiza una división del trabajo y su correspondiente especialización?. Eso también es una cuestión en parte política, no solo económica. En primer lugar, una comunidad debe plantearse un objetivo determinado. Algunas personas quieren vivir de una manera y otras de otra. Eso marca diferencias de criterio importantes sobre las necesidades que en realidad deben ser cubiertas, que se deben traducir en una segmentación del trabajo diferente. Por ejemplo, personas que den una gran importancia a la educación y la medicina, formarán comunidades con un perfil de especialización de trabajo diferente a las comunidades formadas por personas que le dan más importancia al arte, la arquitectura y la ingeniería.

Cómo se llegará al perfil idóneo de especialización del trabajo para un conjunto dado arbitrario de personas, se tratará más adelante. Por ahora, lo único que me interesa es dejar claro en qué se fundamentan no solo todas las comunidades económicas que en el mundo son, sino todas las subcomunidades y comunidades pequeñas, espontáneas y más o menos autárquicas que en el mundo son o han sido. Seguro que se está preguntando qué pasa con los recursos, con la materia prima. Puede parecer muy bonito que podamos organizarnos el trabajo, pero el trabajo necesita materias primas, y de ellas no hemos dicho nada.

Además, tampoco hemos demostrado que las personas sean capaces de organizarse espontáneamente pese a que pudieran hacerlo. Seguro que piensa que normalmente es necesario alguien que organice, y que quien organiza, organiza para sí, no en beneficio de nadie. Hablaremos de ello más adelante.

¿Entonces dice el principio de economía interna que cualquier conjunto de personas puede generar cualquier cantidad arbitraria de riqueza?. Exactamente eso es lo que dice. No existe en el mundo riqueza de ninguna clase que no provenga de la especialización del trabajo, y la especialización del trabajo es posible en cualquier conjunto de personas de cualquier procedencia y condición previa. Esta es la demostración formal de que cualquier conjunto puede generar riqueza, pero hace falta algo más para demostrar la parte del principio que dice "en cantidad arbitraria". MAcaso la globalización del mundo no es un intento de especializar más y más, con el fin de obtener más y más beneficio de la especialización?. Pudiera parecer que si la riqueza proviene de la especialización, y la especialización es un potencial del tamaño de una comunidad, cuanto más grande sea una comunidad, mayor será su potencial de especialización, y por tanto, mayor la riqueza por individuo que puede producir. Y lo que es peor, según esto, no existe medio alguno por el que una comunidad pequeña pueda tener, no solo un potencial arbitrariamente grande, sino ni siquiera tan grande como el de una comunidad mayor.

De hecho, suponiendo que haya recibido educación sobre la naturaleza de la economía, esta será la doctrina que haya recibido. La demostración de que esta idea es falsa es un poco más sutil, pero perfectamente clara.

Para empezar, no es cierto en general que las comunidades más grandes especialicen más el trabajo. Para darse cuenta de ello, solo tiene que pensar en que para cualquier tipo de trabajo dado, en cualquier comunidad más o menos grande existen MUCHAS, muchísimas personas que hacen EXACTAMENTE la misma clase de trabajo. En una gran ciudad existen cientos de tenderos, miles de policías, cientos de profesores, miles de albañiles, cientos de médicos, y así sucesivamente. A su vez, en una gran ciudad, cada profesión tiene especialistas, pero siempre existen muchos especialistas de la misma especialidad. Por ejemplo, en el mundo existen miles de dermatólogos, oncólogos, oftalmólogos. Está claro que en una gran comunidad existe una REDUNDANCIA de especialización. En realidad, eso tiende a ocurrir en cualquier comunidad, por lo que, dejadas a su libre albedrío, las comunidades tienden efectivamente a tener una mayor especialización cuanto más grandes son, pero esto no es NECESARIO. No digo que una comunidad de dos personas pueda especializar tanto el trabajo como una de seis mil millones. Esto sería exagerar. Pero seguramente, una comunidad de solo diez mil individuos puede especializarse tanto como una de seis mil millones. Echen la cuenta.

El grado de especialización de trabajo que alcanza una comunidad no es, pues, proporcional a su tamaño. Hay otros múltiples factores que influyen en ese grado, y que pueden tener el mismo o mayor efecto.

Hablaremos de ellos.

En segundo lugar, tampoco está demostrado que toda especialización sea productiva. De hecho, está demostrado que algunas no lo son. Cuantas más personas entran a producir un bien determinado final, sea de la naturaleza que sea, más tiende el bien a resultar más lento de producir, y de peor calidad final. Es lo que se conoce como el principio de que muchos cocineros estropean el guiso. Los ejemplos más contundentes de este principio se encuentran en la comparación entre la producción de los artesanos y las industrias. Todas las cosas caras de nuestro mundo se producen artesanalmente, lo que quiere decir que unas pocas personas hacen todo el trabajo (a veces con ayuda de máquinas, eso sí). Por ejemplo, los coches supercaros, los satélites, los instrumentos musicales caros... Naturalmente, en el mundo existen muy pocos artesanos, y naturalmente, por tanto, la producción artesanal es pequeña. Ahora bien, si todas las personas que forman parte de grandes cadenas de producción (clones las unas de las otras, tal como decíamos en el párrafo anterior) fueran artesanos dedicados a producir la misma clase de cosa que las cadenas en que están integrados, la producción artesanal del mundo sería mucho más elevada, y sin duda alguna, de bastante calidad. Si les interesa, durante el siglo XIX pueden encontrar mucha literatura argumentando cómo el modo de producción industrial no solo no genera más riqueza, sino que simplemente genera bienes de peor calidad.

A estas alturas de la Historia, sin embargo, ya nadie duda de que el modo industrial de producción es más eficiente en general, para una calidad dada.

Lo que seguramente ignora casi todo el mundo es que la DIFERENCIA NO ES tanta. Se da mucha publicidad al principio de los costes fijos, que viene a decir algo así como que lo que se produce en grandes series sale mucho más barato. Esto no es verdad. Ni siquiera es un principio de interés entre los economistas profesionales. Solo es un principio muy divulgado y mal divulgado. La rentabilidad de la producción aumenta con la serie solo hasta el punto en que más producción implica nuevas inversiones, nivel en el que los costes fijos de la inversión vuelven a pesar mucho. En resumen, existe proporcionalidad entre la producción y la rentabilidad, en escalones. Se da como un intervalo de rentabilidad entre el máximo y el mínimo de la producción posible de una maquinaria productiva, pero no puede ir más allá.

A gran escala, es una pura tontería de ley. A gran escala, que de un miserable proyecto de software, por ejemplo, participen cientos de individuos, solo conduce a que el proyecto no se concrete nunca, o sea de baja calidad si sale. En resumen, no solo las grandes comunidades tienen importantes redundancias de especialización, sino que generan especializaciones innecesarias e incluso inconvenientes. ¿Por qué se produce este efecto?. Se produce porque el potencial final de una especialización tiende a un valor dado para una tarea dada, mientras que la especialización misma genera un coste añadido de COORDINACION. Hay un punto en que la coordinación de las personas que participan de un proyecto es más costosa que lo que se gana dividiendo el trabajo. Cualquier ejecutivo sabe esto. Lo sorprendente es que se pase por alto este hecho a la hora de justificar la conveniencia de las grandes comunidades sobre las pequeñas, en el nivel político.

En tercer lugar, la riqueza de una comunidad no depende solamente de la cantidad de trabajo que produce (en el sentido de trabajo que ahorra gracias a la especialización), sino, muy fundamentalmente, de la CALIDAD del trabajo que realiza, y por tanto, de la duración efectiva de los bienes que se derivan de ese trabajo. La noción de que las comunidades necesitan de forma permanente un flujo de bienes determinados es en sí misma absurda.

Una comunidad que no crece no necesita seguir construyendo viviendas, solo reponer aquellas que no valen, y eso significa que la cantidad de viviendas por año que necesita construir solo depende de lo que duren las que están hechas. Si las viviendas duran en buenas condiciones trescientos años, en lugar de treinta, entonces la cantidad de viviendas que se necesita construir se divide entre diez. Dividir por diez la cantidad de trabajo necesario para construir una vivienda es casi imposible a base de especialización de trabajo en el momento en que nos hallamos. Sin embargo, conseguir una duración más prolongada es mucho más fácil. No hace falta que les diga que la duración prolongada de los bienes no es precisamente el objetivo de nuestra actual civilización.

En quinto lugar, los bienes básicos de los que habla el primer principio, arquitectura, alimentación, textil, mobiliario, y defensa, son HOY día muy poco especializados. Muchos otros, tales como la educación, la gestión, el transporte, la informática, la medicina...TAMPOCO lo son.

Conviene que se medite suficientemente el hecho de que las cosas de las que dependemos en mayor medida las hacen precisamente personas poco "especializadas" laboralmente, o en grupos reducidos de personas, de principio a fin.

En sexto lugar, en todo caso hay un factor enormemente más trascendente para la capacidad de producción de una comunidad de cualquier tamaño que lo especializado del trabajo de las personas, y es la tecnología. A medida que incrementamos el nivel tecnológico de una comunidad, las máquinas realizan más trabajo en sustitución de las personas, por lo que las personas pueden emplear más tiempo en especializarse en el trabajo que queda, o bien, sencillamente, podrían dedicarse a disfrutar del ahorro de trabajo que les da. Sin embargo, eso significa que en una comunidad dada, el aumento de tecnología debería permitirles a sus individuos disfrutar de más riqueza, mientras que parece que ocurre todo lo contrario. Explicaremos porqué más tarde. De momento, quedémonos con que se mire como se mire, emplear maquinaria produce exactamente el mismo efecto que la especialización. De modo que políticamente se nos vende la idea de que mayores comunidades generan más beneficios de la especialización. En cambio, no nos venden la idea de que la maquinaria genera riqueza, porque es demasiado descarado que no es así en general. Sí es verdad, por otro lado, que nos venden la necesidad de una enorme cantidad de maquinaria para sostener nuestro modo de vida. Pero meditémoslo un momento. La maquinaria ahorra trabajo, o bien genera más riqueza. En su mayor parte, nuestra comunidad no nos ahorra trabajo, sino que nos ofrece más riqueza.

Curiosamente, dicha riqueza es en su mayor parte maquinaria que nos ahorra trabajo, el mismo trabajo que nos podríamos haber ahorrado directamente. ¿No hay algo que falla aquí?

No quiero entrar a discutir la lógica de nuestro modo de vida. Personalmente, soy un chiflado de las máquinas, y disfruto viéndolas trabajar simplemente porque me gustan, como me gustan los cuadros de Dalí, y las pirámides de Egipto. No digo que sea posible vivir sin máquinas, que evidentemente lo es, ni que debamos descartarlas (lo que me produciría un gran fastidio), sino que debemos determinar más fríamente qué pretendemos de ellas.

En resumen, una comunidad arbitrariamente pequeña tiene abiertas las vías de la especialización estrictamente necesaria, la optimización de ésta, la calidad y durabilidad de los bienes producidos, y la tecnología, para incrementar tanto como quiera la riqueza que produce, sin necesidad de crecer para explotar un miserable diferencial de especialización por encima de la que es estrictamente necesaria. En realidad, hubiera bastado con cualquier vía para demostrar ésto, pero como se ve, hay muchas más de una.

Mas ahora podemos desmarcarnos un poco de la visión económica tradicional, mantenida hasta aquí, para ahondar un poco más en ciertos aspectos.

¿Cómo se mide la riqueza?. Si quiere poner en apuros a cualquier economista, aunque sea un premio Nobel, hágale esta pregunta. Los especialistas no se ponen de acuerdo ni siquiera en cómo medir el valor real de una miserable empresa, cuanto más en medir la riqueza de un país, por ejemplo.

Hay toda clase de dificultades en ese propósito. El potencial futuro, más bien imponderable, por ejemplo, forma parte de la riqueza. Un perfil de ofertas suficientemente amplio, por ejemplo, es una medida de riqueza, pese a que es inmedible. Por ejemplo, un país con una gran cantidad de armas, con buenas fuentes de petróleo y enormes industrias, como Rusia, se convierte en pobre en cuanto falla la coordinación y escasea el alimento y el suministro final de energía. Pero ¿cómo se mide eso?. La mayoría dejamos en manos de los sesudos economistas el establecer un baremo y que nos den un número. Lo que hacen es establecer un gran número de ellos y volvernos locos con cifras. Pero desengañémonos. Hay ciertos imponderables en la riqueza que son completamente inmedibles. Algunos países tienen un buen suministro de alimentos de calidad, casas acogedoras, un buen sistema sanitario y una gran cultura, pero quizá carecen de automóviles grandes, autopistas rápidas, grandes centros comerciales...¿Son más ricos o más pobres?. La riqueza no se mide, es así de simple. Se puede medir cosa por cosa, y establecer pruebas comparativas de calidad para cada uno de los bienes que se producen, e incluso establecer criterios arbitrarios de ponderación de factores como distribución, precio, etc. Pero no hay forma de combinar todas esas medidas en una única medida, ni siquiera en un conjunto pequeño de ellas. En conjunto, la medición de la riqueza de una comunidad tiene tanto sentido como decidir si una novela es genial o un tostón inaguantable en base al número de páginas que tiene. Por consiguiente, una comunidad, a fin de cuentas, puede generar tanta riqueza como cualquier otra, aunque sea mucho más pequeña.

¿Depende la riqueza del trabajo?. Estamos demasiado acostumbrados a pensar que todo requiere trabajo. Hasta respirar. Sin embargo, hay cosas que no dependen de nuestro trabajo. La biodiversidad, la limpieza del agua, la armonía social, la belleza o fealdad de las obras construidas...no dependen del trabajo. Mayormente dependen de dejar en paz las cosas y no presionarlas. Y sin embargo, en cierto sentido, SON riqueza, ya que uno daría dinero por ellas....si es que hubiera alguien que se las ofreciera... En realidad, con esto queremos decir que dejemos de pensar en el trabajo como la transformación de la naturaleza, la manipulación de la información o el vasallaje. Pensemos en el trabajo como en "esfuerzo". A veces, cuesta más "esfuerzo" no hacer que hacer. A veces, es el esfuerzo de tomar una decisión. A veces, el esfuerzo de comprender. Cualquier esfuerzo crea riqueza. No riqueza voluble, etérea o indecidible. Sino riqueza por la que alguien PAGARIA, como por la paz.

Resumamos: Cualquier conjunto de personas tienen capacidad para crear riqueza de cualquier clase, incluida la que habitualmente entendemos por tal, en cualquier medida (con tiempo suficiente), para lo cual solo tienen que ponerse a intercambiar entre ellos el producto de un trabajo especializado cuyo fin sea satisfacerse mutuamente necesidades de índole económica. Es mentira que se necesiten cantidades ingentes de la moneda oficial de las comunidades a las que previamente pertenecen. Es mentira que los grandes grupos lo tengan más fácil para ser más ricos. Es mentira que las pequeñas comunidades necesiten nada de las grandes. Y es mentira que las pequeñas comunidades no puedan relacionarse, si les conviene, con las grandes. ¿Por qué, entonces, los países bloqueados sufren carencias?. En realidad es muy sencillo: porque su organización interna no está preparada para producir suficientes bienes de una cierta clase. ¿Por qué, entonces, el tercer mundo sufre carencias?. Porque no hay iniciativas de economía interna, y las que hay son abortadas por los intereses del gran círculo de la economía global. ¿Estoy diciendo que en todas las partes del mundo existe suficiente petróleo, suficiente agua, suficiente humus orgánico, suficiente hierro, suficiente uranio?. Lo que digo es que está por demostrar que en cualquier parte del mundo haga falta más que lo que hay en esa parte. Quizá en algunas partes no haya mucho acero, pero las casas de madera también pueden ser lujosas. Quizá en algunas partes no hay petróleo para hacer ropas de nylon (nylon, por otra parte, que se puede obtener de otras maneras), pero se puede producir mucha seda barata. ¿Podrían entonces los beréberes producir ordenadores de calidad?. Respuesta: ¿Acaso cree que en Taiwán hay más silicio que en el Sáhara?.

¿Qué sacamos en claro del principio de economía interna acerca de nuestra discusión sobre las utopías?.

Entiendo que dos cosas fundamentales:

Primera. Si todo el mundo tuviera suficientemente claro lo simple que es poner en marcha comunidades económicas, y apañárselas pobres con pobres, sin tener en cuenta para nada las fortunas establecidas, entonces los ricos no podrían presionar tanto a los pobres, los pobres no tendrían porqué seguir siéndolo tanto, no tendrían que pelearse entre ellos por las migajas de la caridad de los ricos, y en suma, habría muchas menos diferencias sociales y geográficas, sin necesidad de ningún ulterior movimiento político, social o religioso.

Segunda. Ningún conjunto de personas que compartan una visión de la clase de mundo que desean se puede escudar en su pobreza para no materializarlo por ellos mismos.

Los siguientes principios ayudarán a entender con qué dificultades, en cambio, sí que se topará cualquier comunidad, que no tienen que ver más que en parte con lo económico.  


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