¿Buscas otro libro?
Buscalo aquí:
Amazon Logo





 

 

Pulse aquí para acceder al índice general del libro.

Pulse aquí para bajarse el libro completo en formato DOC (110 páginas, 1Mb)

¿Por qué los ricos son más ricos en los países pobres?


José María Franquet Bernis

 

 

La tasa Tobin. ¿Una incipiente solución para el futuro?

 

Las críticas de los monetaristas o neocuantitativistas

Es obvio reconocer que, en general, las tesis de Tobin nunca resultaron del agrado de los grandes economistas monetaristas exponentes de la Escuela neocuantitativista de Chicago (Friedman, Knight, Viner, Simons, Klein, Schwartz, Stigler y Wallis), ni tampoco recíprocamente. En concreto, un artículo de Milton Friedman publicado en el Washington Post (“Impuestos, dinero y estabilización”), hace más de treinta años, arremete contra Tobin y otros partidarios del aumento impositivo que, según Friedman, “escriben como si los cambios tributarios tuvieran una repercusión clara y previsible sobre la Economía, como si pudieran afirmar con confianza, de antemano, qué efectos tendrán -sobre la renta nacional, sobre el empleo y sobre los precios- los susodichos cambios de los impuestos”. Esas consideraciones friedmanianas también podrían aplicarse a los efectos de la tasa Tobin sobre el comercio internacional. A la inversa, Tobin, en su artículo Barry’s Economic Crusade, publicado en Octubre de 1964 en The New Republic [1] batió todas las marcas de ironía y dureza, mostrando cómo la crítica acerada no constituía un privilegio exclusivo de la Escuela de Chicago. La experiencia tampoco se reveló consoladora para el propio Friedman, quien pudo percibir la enorme brecha que separa la Economía de la Política y lo difícil que resulta exponer y matizar las propias ideas cuando la pasión y el enfrentamiento substituyen a la paciente investigación realizada en un laboratorio o en un ambiente estrictamente académico.

Un importante factor político que ha orientado la propuesta de Friedman es la de negar el servicio de la política monetaria para el sostenimiento del equilibrio de la balanza de pagos. Ya se ha indicado anteriormente como una de las causas que habrían animado el auge de la política fiscal, el hecho de que dentro del cuadro del comercio exterior en la actualidad, gobernado por tipos fijos de cambio y movimientos intensos y especulativos de capital a corto plazo, la política monetaria podía ver comprometido el éxito de su gestión estabilizadora. La solución de las incidencias del equilibrio de la balanza de pagos, por otra parte, demandaba medidas peculiares de política monetaria. De esta forma, si la política monetaria atendía a este frente externo se obstaculizaba o impedía su servicio al propósito de estabilizar la economía en el interior, labor que debería desempeñar necesariamente la política fiscal. Si nos negamos a utilizar la política fiscal no quedaría alternativa estabilizadora alguna, dada la obligada entrega de la política monetaria al mantenimiento del equilibrio exterior.

            Este aparente dilema lo zanja Friedman con su habitual radicalismo. ¿Qué significa, para los Estados Unidos, el comercio exterior?: el 5 por 100, aproximadamente, de su actividad económica interna. ¿A qué equivale el que la política monetaria asegure el equilibrio exterior y sostenga los tipos de cambio fijos?: a adaptar la política monetaria interna a las decisiones que adopten las autoridades monetarias del resto del mundo. Subordinar al 5 por 100 -que es a lo que equivale el comercio exterior- el 95 por 100 restante y adaptarse a la voluntad política de los demás países, no vale la pena e incluso resulta insensato. Solución: que el equilibrio exterior se alcance mediante los ajustes correspondientes del tipo de cambio, dejando que éstos fluctúen a merced de las condiciones variables de su oferta y demanda. En otros términos: si los pagos en el exterior de los Estados Unidos excediesen de los ingresos procedentes de sus exportaciones y de otras fuentes (transferencias, movimientos de entrada de capital) no se tomaría medida alguna de política monetaria interior, se dejaría simplemente que el valor del dólar bajase en los mercados internacionales de divisas, como ocurriría, pues, la oferta de dólares realizada para pagos en el exterior, excedería de la demanda que los importadores extranjeros hacían de dólares para comprar bienes y servicios americanos o enviar sus capitales a Estados Unidos. Con ello, se volvería a tener un mecanismo de ajuste automático que enlaza con los más rancios conceptos de la política económica ortodoxa, pues esa baja del dólar tendería a estimular las exportaciones americanas, al tiempo que reduciría las importaciones y las salidas de capital, con lo que se alcanzaría un nuevo equilibrio exterior gracias a los vaivenes del tipo de cambio. Esta propuesta liberaría de la pesada carga de estabilizar la balanza de pagos a la política monetaria, ganándola para la importante causa de la estabilidad interna.

            Si las valoraciones anteriores de Friedman se admiten, tendríamos una política monetaria basada en normas y no discrecional, una política que no debería adaptar sus decisiones a la marcha de la coyuntura por ser incapaz de actuar con diligencia y oportunidad y, que, finalmente, no debería atender al mantenimiento del equilibrio de la balanza de pagos, tarea que se encomendaría a los tipos de cambio fluctuantes.

 


 

[1] Vide J. TOBIN, National Economic Policy. Ed.: Yale University Press, 1966.


Google
 
Web eumed.net

  Volver al índice de ¿Por qué los ricos son más ricos en los países pobres?

Volver a "Libros Gratis de Economía"

Volver a la "Enciclopedia y Biblioteca de Economía EMVI"