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¿Por qué los ricos son más ricos en los países pobres?


José María Franquet Bernis

 

 

La ya lejana experiencia de Bretton Woods

 

 

Desde la gran depresión y el hundimiento financiero del año 1929, Norteamérica apostaba por un mundo económico con los siguientes rasgos: mercados abiertos, monedas convertibles, estabilidad en los tipos de cambio, facilidad para los movimientos de capital, cooperación internacional y primacía de la iniciativa privada. En 1944, antes de que acabara la segunda gran guerra, se firmaron en Bretton Woods, los acuerdos que daban vida al Fondo Monetario Internacional (FMI) y al Banco Mundial. Sobre el FMI, que debía ocuparse de la cooperación internacional, descansaría todo un sistema de cambios fijos basados en los siguientes compromisos:

 

-Todas las monedas debían ser convertibles y mantener, a través del oro, una paridad fija con el dólar, con un margen del +/- 1%.

-Podría haber reajustes de paridades en caso de desequilibrio fundamental de la balanza de pagos.

-Para cubrir desequilibrios no fundamentales de la balanza de pagos, el FMI pondría a disposición de los países unos recursos a cambio de cumplir ciertas condiciones.

 

Este sistema de cambios fijos descansaba sobre una condición fundamental: la estabilidad del dólar (un dólar estable significa un equilibrio continuado en la balanza norteamericana) y una doble asimetría; ésta suponía que los países con superávit no tendrían la obligación de corregir su desequilibrio expandiendo así su crecimiento y, por otro lado, que Norteamérica no se vería obligada al ajuste en caso de desequilibrio, pues al tratarse del país de moneda-reserva, sus desequilibrios se financiarían con su propia moneda.

El sistema requería, no obstante, la estabilidad de su moneda clave, el dólar. La obligación de sostener los cambios implicaba, para los diferentes bancos centrales, la perentoriedad de mantener un nivel suficiente de reservas. La asimetría en el ajuste exterior atacaba la estabilidad del billete verde.

El sistema de Bretton Woods reflejaba la idea de una armonía de intereses entre todos los países y de la posibilidad de maximizar la renta mundial mediante la liberalización de los flujos de comercio y pagos y la pronta convertibilidad de las monedas, con independencia de las políticas económicas seguidas por los distintos países.

Un rasgo importante fue el papel asignado al FMI. En primer lugar, los países miembros contribuían a los recursos del Fondo mediante una cuota, desembolsando un 25% en oro y el resto en moneda; en segundo lugar, los préstamos eran concedidos a los países con desequilibrios no fundamentales de la balanza de pagos, a cambio de cumplir toda una serie de condiciones; tercero, en el caso de producirse desequilibrios fundamentales, los países podían devaluar la moneda. De hecho, el FMI reflejaba más los temores y fantasmas del pasado que las necesidades del presente.

El sistema así concebido, sin embargo, presentaba algunas debilidades que pasamos a enumerar: 1) La confianza internacional en el valor de la moneda (dilema de Triffin) o incapacidad del sistema para dar solución conjunta al problema de liquidez (crecimiento adecuado de las reservas) y al de confianza (mantenimiento de la relación dólar-oro pactada). El dilema de Triffin anticiparía que el resultado final sería que cuando los pasivos exteriores norteamericanos se hubiesen hecho demasiado abundantes, los bancos centrales de los demás países empezarían a convertir los dólares en oro al precio fijo de 35 $ la onza, lo que al reducir las reservas de oro norteamericanas minaría los fundamentos del propio sistema y lo haría saltar en pedazos. 2) El problema del ajuste, que tenía una triple raíz, a saber: a) la resistencia de los países a practicar las políticas necesarias para mantener la cotización exterior de una moneda, b) la asimetría entre los países excedentarios y los deficitarios y c) la asimetría entre el país con moneda-reserva y el resto de los países. 3) El exceso de dólares minaba la confianza en una moneda y disparaba su conversión en oro.

Como consecuencia de la puesta en marcha del Sistema, se fueron presentando sucesivamente diversas “turbulencias”. El primer sobresalto tuvo lugar en el año 1960, en forma de compras especulativas de oro a partir de marcos alemanes adquiridos con dólares. También aquellos años fueron testigos de las crisis sucesivas de la libra esterlina, debida a la sobrevaloración decidida por el Gobierno Británico de la época. En 1967 se desencadenó una tormenta especulativa contra el dólar, seguida de compras masivas de oro. En 1968 y 1969, las principales tensiones se dirigen hacia el franco y el marco. Hacia finales de 1970, va a producirse una venta masiva de dólares contra monedas europeas, lo que llevó a la consecuencia de dejar flotar el marco, a la que siguieron otras monedas. Las condiciones anunciadoras de la ruptura del sistema se habían, pues, producido.

Posteriormente, tiene lugar la quiebra del Mecanismo de paridades fijas. En agosto de 1971, el gobierno del presidente Nixon adopta tres medidas que anuncian la desaparición del sistema, a saber: 1) suspende la convertibilidad oro o divisas del dólar, 2) impone un arancel adicional del 10% sobre las mercancías importadas, 3) reduce un 10% su ayuda exterior. El romperse el nexo de unión existente entre dólar y oro, el sistema se rompe y se produce la flotación de las demás monedas ligadas entre sí por su valor en oro. En 1973, el Grupo de los Diez decide la flotación generalizada de las monedas, que se consagra en 1976 en Jamaica cuando acontece la primera gran crisis del petróleo y los movimientos de capital ya no dejan volver al sistema de paridades fijas.

Desde 1976, se sustituye el sistema por un no-sistema. Los países miembros podrán: 1) mantener fijo el valor de su moneda, 2) establecer un régimen cooperativo para un conjunto de monedas, y 3) elegir cualquier otro régimen cambiario posible. Los países de la CEE crearon, a partir de 1979, una zona de estabilidad monetaria, el Sistema Monetario Europeo (SME), que implica la relación fija de las monedas entre sí y su flotación respecto al dólar; este sistema quedó transformado en 1993, al ampliarse las bandas de fluctuación de la “serpiente monetaria”. La actuación del FMI, en fin, ha quedado limitada a la tarea de supervisión: revisa las economías de los diferentes países y sus tipos de cambio y además efectúa periódicamente una serie de recomendaciones que resultan más o menos atendidas por los respectivos gobiernos nacionales.


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