EL PROGRAMA NACIONAL DE SOLIDARIDAD

 

 

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  Fundamento Ideológico del Programa Nacional de Solidaridad

 

Para muchos el PRONASOL se nutrió “a nivel operativo, entre otras corrientes, de algunos elementos de la filosofía de Mao Tse Tung (aunque también se habló –equivocadamente- de que seguía las recetas del Banco Mundial)”[1]. Otros como el gobernador de Aguascalientes en ese entonces, Otto Granados, decía que se apoyaba en los principios originales de la Revolución Mexicana –para distinguirlos de la recreación historiográfica y la oficial de la Revolución–. Lo cierto es que el gobierno mexicano fundamentó ideológicamente el PRONASOL en lo que se llamaron el liberalismo social, que tenía como objetivos primordiales la soberanía, la democracia y la justicia social. En una entrevista el mismo Salinas de Gortari asumió “si somos pragmáticos, pero tenemos valores, tenemos principios, tenemos una filosofía en la vida que es la de servir a la gente, la de predicar con el trabajo, la de abrazar la libertad y la justicia, nosotros en México le llamamos liberalismo social”[2].

 

Durante la administración de Salinas de Gortari se consideró necesario esclarecer el origen del liberalismo social[3] en la historia de México y su lugar en el debate internacional. Para ese fin en 1993 Luis Donaldo Colosio organizó un seminario sobre el tema libertad y justicia en las sociedades modernas, donde especialistas vincularon ese liberalismo social a la historia del país, encontrándole sus raíces en el liberalismo mexicano del siglo XIX y XX “como una manifestación de problemas inmediatos; con una visión revolucionaria; como una convicción; como una doctrina; finalmente y en nuestro tiempo como un ideario y programa”[4].

 

A través de la historia de México puede decirse que buena parte de las ideas liberales circularon durante el período anterior a la independencia en lo que Rafael Moreno llamó la ilustración mexicana y se esparcieron como aroma ideológico, las cuales ayudaron a romper el vínculo colonial. El liberalismo nace con la nación mexicana y ésta surge con él. En esa evolución histórica el liberalismo mexicano se transformó a diferencia del liberalismo europeo[5] separando los principios espirituales y políticos[6] de los principios económicos[7] y sociales, debido a que “Sus luchas tuvieron siempre bases populares, agrarias; la demanda de igual consideración de todos sus habitantes; el rechazo de los monopolios, la secularización de la sociedad y la supremacía del poder civil; la propuesta federal detrás de las regiones y sobre todo la convicción nacional frente a la amenaza de las pretensiones extranjeras”[8]. En la parte económica con relación al librecambismo “Juan Bautista Say aconseja la supresión gradual de las prohibiciones y contradice a Smith, en cuanto reconoce la conveniencia de que los gobiernos auxilien la producción y considera que los principios clásicos no son aplicables en condiciones distintas a las que privan en Inglaterra cuando la teoría apareció”[9]. Por eso Vicente Guerrero desde la presidencia postula “la ampliación de la industria agrícola y manufacturera y señala que “la aplicación bastarda de principios económicos liberales” y la extensión dada al comercio extranjero agravaron o produjeron la crisis mexicana”[10].  De acuerdo con Reyes Heroles, el liberalismo mexicano y por ende el liberalismo social tuvo dos influencias doctrinarias. Por un lado una estrictamente liberal y por otro, socialista. A su vez esta influencia liberal se dividió en dos partes. Una clásica donde los orígenes de la sociedad civil tienen que ver con la propiedad privada que es anterior al pacto social y por ende este último debe detenerse ante este derecho. La segunda donde se retoma a Jean Jaques Rousseau quien vio los derechos naturales surgiendo del contrato social y por consiguiente, sujetos a la sociedad y susceptibles de regulación social.

 

En el seminario se precisaron cinco formas a través de  la historia en las que el liberalismo social se expresó en el país, coincidiendo cada una de estas expresiones del liberalismo con alguna de las grandes transformaciones mundiales de la era moderna. La primera expresión de éste se dio en la década de 1830 a 1840 con los jacobinos mexicanos y las pugnas entre “las relaciones Estado-Iglesia, las formas de organización política y las expresiones nacionalistas o intervencionistas de intelectuales, de militares y de políticos”[11]. De acuerdo con Salinas de Gortari los postulados de este primer liberalismo fueron sintetizados en la Constitución de 1857 en los artículos 40 donde “Todo hombre es libre para abrazar la profesión,  industria ó trabajo que le acomode, siendo útil y honesto, y para aprovecharse de sus productos. Ni uno ni otro se le podrá impedir, sino por sentencia judicial cuando ataque los derechos de tercero, ó por resolucion gubernativa, dictada en los términos que marque la ley, cuando ofenda los de la sociedad” y 50 donde “Nadie puede ser obligado á prestar trabajos personales, sin la justa retribución y sin su pleno consentimiento. La ley no puede autorizar ningun contrato que tenga por objeto la pérdida ó el irrevocable sacrificio de la libertad del hombre, ya sea por causa de trabajo, de educación, ó de voto religioso. Tampoco puede autorizar convenios en que el hombre pacte su proscripcion ó destierro,”[12] siendo uno de sus más grandes defensores Ponciano Arriaga.

 

Los grandes temas hasta ese momento del siglo XIX mexicano eran el control del poder más que la participación en él y la grandeza de la patria a través de la ciencia, la industria y el trabajo, pero nunca la devoción. Empero ya en 1880 los liberales terminan postulando la “cuestión social” como asunto de estado y con ésto provocaron la primera gran confusión entre lo estatal y lo social.

De ese siglo el gobierno tomó como ejemplo a la figura de Benito Juárez, quien simbolizó la República por su pasión a la soberanía, la propuesta de cambio y su tenacidad.

 

La segunda etapa del liberalismo social se inicio entre 1900 y 1910 con el acontecimiento armado más importante de la historia contemporánea de México: La Revolución Mexicana. En esta época el liberalismo inicialmente combinó dos proyectos: el primero alrededor de la propuesta liberal de Ponciano Arriaga, que en San Luis Potosí y a través del Partido Liberal  planteó la reforma agraria, libertad, igualdad, fraternidad y democracia. El segundo que giró en torno a  Ricardo Flores Magón y su Partido Liberal Mexicano que planteó  el anarquismo comunista, sustentado en la vida moderna del republicanismo democrático, que proponía la libertad individual en organizaciones voluntarias de iguales.

 

Finalmente la Constitución recogió la propuesta de igualdad y libertad para comprometerla con lo social y plasmarla el Congreso Constituyente en Querétaro en 1917. La nueva carta magna del país dotó a los gobiernos posrevolucionarios de “la conducción del desarrollo y de los recursos de la nación; hizo los reclamos de la Revolución por la tierra, el trabajo y la educación un programa de futuro.”[13]

 

De la Revolución Mexicana el gobierno rescató a Emiliano Zapata –a quien más admira Salinas–, quien simbolizó la justicia por la lucha para lograr que la iniciativa y reivindicaciones se dejaran en la organización popular, en los pueblos y en las comunidades. Planteaba que serían éstas las que diseñarían y ejecutarían las decisiones en su beneficio, luchaba por los valores comunitarios y sociales y transmitía por generaciones valores sencillos y profundos como eran el respeto a la  familia, la responsabilidad comunitaria y el compromiso con la soberanía de la nación.

 

Juntas las figuras de Juárez y Zapata simbolizaron la nación y el pueblo.

 

La tercera etapa del liberalismo ha sido ubicada  en la década de los treinta. Su figura principal fue Francisco J. Mújica, un miembro del gabinete del presidente Lázaro Cárdenas y un luchador social. Para Mújica la función del estado era la de promover la organización de grandes corporaciones del trabajo y capital. Para esto, planteó una sociedad de comunidades formadas por ciudadanos libres, educados, productivos, congregados para vivir en paz, con divinidad y armonía y en órganos institucionalizados a través del estado.  Esta época era la del cambio de nombre del Partido de la Revolución Mexicana (PRM) al Partido Nacional Revolucionario (PNR), de la nacionalización de la industria petrolera –el 18 de marzo de 1938–, la del nacimiento de Petróleos Mexicanos (PEMEX), del apoyo popular al gobierno, de movilizaciones proletarias frente a patrones y autoridades y la del surgimiento de la familia revolucionaria como árbitro único de la vida política, económica y social del país.

 

La cuarta etapa del liberalismo social mexicano se dio en la década de los cincuenta, encabezada por Jesús Reyes Heroles con la publicación de su obra el liberalismo mexicano, publicada por primera vez en 1957 donde se expresaba como una doctrina para la acción del estado en la sociedad. Esa doctrina postuló la responsabilidad del estado en la solución de los problemas sociales, además de que el estado promoviera el equilibrio entre los distintos sectores sociales a través de la conciliación obligatoria.

 

Así en el horizonte político de la historia de México habían evolucionado tres personajes que tenían acomodo en las instituciones: primero, la persona, luego el individuo y, por último, el ciudadano. Con la irrupción de este último comienza a surgir un liberalismo avanzado que el gobierno ha dado en llamar “liberalismo para la democracia”, por que no se cifra en las prerrogativas del individuo, si no en las potestades del conjunto.

 

Finalmente Salinas de Gortari “La mañana del miércoles 4 de marzo de 1992 asistí a un acto político para conmemorar el LXIII aniversario de la fundación del PRI…. En una amplia exposición propuse al liberalismo social como la vía para promover las transformaciones sociales en el país”[14]. Planteó una modernización nacionalista, democrática y popular. “Será una modernización nacionalista, porque reafirma los valores fundamentales que nos dan identidad como mexicanos; porque abre una nueva etapa al proyecto de la Revolución, porque tiene el propósito explícito de asegurar nuestra soberanía e independencia y la defensa de nuestros intereses nacionales. Será democrática, porque la llevaremos a cabo de manera concertada, mediante la participación corresponsable de los ciudadanos, grupos, organizaciones, partidos y sectores;…y será una modernización popular, porque tendrá un claro sentido social: elevar el bienestar de nuestros compatriotas.”[15]

 

Con el objetivo de alcanzar estas reformas el gobierno insistió en precisar la diferencia entre estado y sociedad y establecer con claridad cómo fortalecer los principios de soberanía, justicia, libertad y democracia del liberalismo social mexicano y diferenciarlo de las propuestas ideológicas del estatismo absorbente –que no terminaba de declinar– y del neoliberalismo posesivo –que poca vigencia tendría al nacer– por no responder al proyecto de reforma de la Revolución.

 

1.      La soberanía el gobierno la dividió en la nacional y la popular que eran caras de una misma moneda. El fortalecimiento de la primera lo buscó a través de una mayor interrelación económica, sin permitir la integración política. Buscó también diversificar las relaciones internacionales para una mayor fortaleza política y la fortaleza económica interna derivó de la activa participación en las regiones que concentran la dinámica del crecimiento mundial. Mientras el fortalecimiento de la segunda se dio por medio de la legitimación del Estado ante los mexicanos. Mexicanos considerados como el pueblo, es decir, los desposeídos, para quienes el liberalismo haría justicia social.

 

2.      El Estado lo buscó fortalecer a través de comprometerse con la satisfacción de las necesidades básicas de la población, con la justicia social, trabajando siempre en régimen de derecho, manteniendo la estricta vigencia de los derechos humanos y protector del medio ambiente. La intervención del Estado en la economía era mediante la regulación de los mercados para evitar el monopolio, disminuir su tamaño para no suplir la iniciativa y la decisión de las familias, respetando los derechos laborales y la autonomía de los sindicatos.

 

3.      La justicia social la intentó fortalecer a través de la organización de los grupos más desposeídos en programas como el de Solidaridad y la democracia industrial para obtener mayores beneficios y por la participación de la sociedad civil como eran movimientos sociales y políticos, organizaciones estudiantiles, religiosas y civiles. Este nuevo tipo de participación por un lado, se salía del esquema tradicional seguido por el estado mexicano para llevar a cabo la política social, mientras que por el otro, intentó ocasionar que comenzara a romperse el régimen clientelar que la nomenkaltura –en palabras de Salinas– ejercía desde el gobierno y el PRI sobre grupos populares.

4.      Las libertades trató de robustecerlas a través de recuperar el valor moral del individuo y lo combinó con el valor moral de la comunidad.

 

5.      La democracia la replanteó en términos de la estructura jurídica y régimen político que obligaba al estado al respeto del voto, corresponsablemente con los partidos y los ciudadanos[16]. Creyó también  que era un sistema de vida fundado en el constante mejoramiento económico, social y cultural del pueblo, con un estado responsable que no ignorara la voluntad de los individuos.

 

6.      En la educación buscó promover un sistema educativo nacional con libertad para educar, con responsabilidades más amplias en los estados, en las regiones, así como con contenidos educativos actualizados, acordes a la historia y fortaleza de la nación. Con apego al artículo 30 constitucional.

 

7.      Los indígenas buscó apoyarlos afirmando la composición pluricultural de México, sustentándola originalmente en sus pueblos indígenas, mediante la protección de la ley y la lucha contra la desigualdad que sufrían.

 

8.      El fortalecimiento de la alimentación, vivienda, la salud y la calidad de vida lo buscó al comprometer al estado plenamente, con corresponsabilidad de la sociedad.

 

9.      El fortalecimiento de la ideología del Partido: el nacionalismo moderno, descansó en todo aquello que vino a fortalecer al país, se sustentó en el artículo 3ro constitucional, fracción II, incisos B y C, donde “sin hostilidades ni exclusivismos, se procediera a la defensa de nuestra independencia política, el aseguramiento de nuestra independencia económica y el fortalecimiento de nuestra cultura. También demandaba respetar la dignidad de las personas y de la familia, así como alentar el interés general por la nación”.[17]

 

De acuerdo con Salinas de Gortari el nuevo liberalismo social avanzó hacia una meta esencial: liberalizar las fuerzas sociales del control del estado. “Fue a partir de dicho ideario que mi gobierno procedió a la reforma del Estado, la negociación de acuerdos comerciales, la reforma del campo y la educativa, la defensa de los derechos humanos y de las libertades religiosas, la privatización y la desregulación. Asimismo, como parte esencial del proyecto contenido en ese ideario, el gobierno promovió iniciativas sociales independientes, sobre todo a través del programa de Solidaridad”[18].

 

Finalmente a diferencia del liberalismo mexicano decimonónico, en el liberalismo social del presidente Salinas –de acuerdo con uno de los detractores del gobierno durante esa época– “¿Dónde quedó lo social del liberalismo social? La noción de caridad (tomando este vocablo como la actitud socioreligiosa frente a la situación de los infortunados) que ha desplazado a la noción de lo social se expresa a través del llamado Programa Nacional de Solidaridad”. Es más “El neoliberalismo aplicado por el Estado mexicano es producto de las presiones internacionales provenientes de los centros de poder financiero y es por ello antinacional. Por lo efectos sociales lacerantes que provoca junto a los procesos de desnacionalización, su aplicación implica el endurecimiento del poder político y por ello la restricción de libertades democráticas”[19].


 

[1] Véase JUÁREZ, Víctor Manuel, “Pronasol: Salida a la Presión Social y a la Inconformidad Política, en Época, No 113, 2 de agosto de 1993.

[2] Véase el video Carlos Salinas de Gortari: el hombre que quiso ser rey, México, 1998.

[3] La acuñación del término liberalismo social se le dio a mediados del siglo XX por el político mexicano Jesús Reyes Heroles, quien en su obra nos dice que ese liberalismo sui generis del siglo XIX buscaba conjugar la libertad con la justicia social. Véase REYES HEROLES, Jesús, El liberalismo mexicano III. Integración de las ideas, México, 1974.

[4]  Véase SALINAS DE GORTARI, Carlos, México un paso difícil a la modernidad, México, 2002.

[5] En Europa el liberalismo surge como una respuesta de la burguesía industrial a las monarquías absolutas y se caracterizó de acuerdo con Jaime Bautista por tener relación con la libertad  individual y la limitación de las funciones del estado, pero al poner en práctica estos derechos, resulta que el liberalismo se mostró más  eficaz e ingenioso para ejercitarlos en defensa de la propiedad, y no para proteger y amparar bajo su beneficio al que  poseía nada más para vender su fuerza de trabajo.  Incluso la burguesía industrial deseaba la libertad de empresa pero a condición de que el estado estrangulase a las fuerzas sociales que le eran antagónicas y elevase las barreras arancelarias lo más alto posible. Véase  BAUTISTA ROMERO, Jaime, “México: ¿liberalismo social o neoliberalismo?” en Problemas del Desarrollo, Vol. 26, No. 103, Octubre- Diciembre de 1995.

[6] Este liberalismo se caracterizó por la igualdad ante la ley, antiautoritarismo, antidogmatismo y descentralización,  defiende la división de poderes, la vigencia de la democracia formal y representativa, el juego de los partidos políticos, la tolerancia y el pluralismo, así como la presencia de una opinión pública atenta y vigilante a lo que el estado realiza.

[7] Este liberalismo se caracterizó por la libertad absoluta del mercado, ausencia de restricciones institucionales y la inexistencia de monopolios que como resultado darían una sociedad más justa.

[8] Véase  SALINAS DE GORTARI, Carlos, “El liberalismo social: Nuestro camino”, en SALINAS DE GORTARI, Carlos y otros, El liberalismo social I,  México, 1992.

[9] Véase REYES HEROLES, Jesús, en Ibíd.

[10] Véase en Ibíd.

[11] Véase VALADÉS, Diego, “Historia del liberalismo social mexicano: del siglo XIX al Constituyente de Querétaro”, en SALINAS DE GORTARI, Carlos y otros, El liberalismo social I,  México, 1992.

[12] Véase TENA RAMÍREZ, Felipe, en Ibíd.

[13] Véase SALINAS DE GORTARI, Carlos, “El liberalismo social: Nuestro camino”, en SALINAS DE GORTARI, Carlos y otros, El liberalismo social I,  México, 1992.

[14] Véase SALINAS DE GORTARI, Carlos, México un paso difícil a la modernidad, México, 2002.

[15] Véase “El discurso de toma de posesión de Carlos Salinas de Gortari”, en Ibíd.

[16] En la declaración de principios del PRI –que es el partido que estuvo en el poder en  México  por más de 70 años– en el punto 5 dice “La democracia y la justicia social constituyen nuestra fuerza histórica y nuestra razón de ser”, algo que estuvo en la mayoría de las ocasiones lejos de cumplir como en la elección presidencial de Carlos Salinas, el 6 de julio de 1988. Véase Declaración de Principios del PRI http://www.pri.org.mx

[17] Véase SALINAS DE GORTARI, Carlos, México un paso difícil a la modernidad, México, 2002.

[18] Véase SALINAS DE GORTARI, Carlos, en Ibíd.

[19] Véase  BAUTISTA ROMERO, Jaime, en Ibíd.

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