¿Leyes de la historia?

 

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Alfonso Klauer

LAS GRANDES OLAS DE LA HISTORIA

Desde una perspectiva que por un momento resultó harto novedosa, Toffler expuso su teoría de que la humanidad actualmente está en el tránsito entre la Segunda Ola –en lenta agonía– y la Tercera Ola –en franco proceso de expansión–. No nos resultan muy “útiles”, sin embargo, las proyecciones que pueden hacerse a partir de las tesis de Toffler –quizá las mejores y más importantes preguntas se le quedaron en el tintero–.

En relación con la historia de la humanidad, con preguntas distintas a las que se hiciera Toffler, puede llegarse a respuestas diferentes, que, además, tienen un valor proyectivo que –como veremos más adelante–, resulta cualitativamente muy valioso. ¿Cuáles han sido –nos preguntamos– las grandes civilizaciones de Occidente? O, como las denominaremos en adelante, ¿cuáles han sido las grandes olas de la civilización occidental?


De la Primera a la Octava Ola

Para Occidente por lo menos, la civilización humana habría atravesado hasta ahora por Nueve Grandes Olas. Los centros de las mismas aparecen en el Gráfico Nº 2. Pero el conjunto de las nueve, en orden alfabético, es el siguiente:

– Creta – Grecia
– Egipto – Inglaterra
– España – Mesopotamia
– Estados Unidos – Roma
– Francia



De manera deliberada, para así dar énfasis a nuestro razonamiento, las hemos listado alfabéticamente –y no pues en el orden cronológico al que estamos acostumbrados–. Así, entonces, hay lugar a que nos preguntemos, ¿han brotado los centros de las distintas olas, uno aquí y otro allá, sin orden ni concierto, arbitraria y erráticamente, en el tiempo y en el espacio? O, si no fue así, ¿por qué entonces se dio la secuencia tal y como se la conoce y no de otro modo?

Una y otra interrogante son válidas tras leerse esas versiones de la Historia que, presentando secuencialmente la evolución de historia de Occidente, no explican en modo alguno por qué se dio esa secuencia y no otra? ¿Era ésa, acaso, la única secuencia posible? ¿Por qué? ¿No hubo posibilidades de que se diera una progresión distinta? ¿Por qué? Y, por último, ¿podría hablarse de una “secuencia natural”, esto es, de una en la que la voluntad de los hombres y gobernantes de todos y cada uno de los pueblos involucrados estuviera realmente ausente, y se dio pues “lo que, necesaria e inevitablemente, tenía que darse”?

¿El encadenamiento de los centros de las distintas olas, de la primera a la última civilización, constituye una progresión continua, donde cada núcleo tiene estrechísima relación con el anterior y, por consiguiente, cada una de las olas se explicaría a partir de la que la precedió? ¿Puede desentrañarse acaso una explicación que, a modo de oculto hilo conductor, enlace todos los centros de las olas de civilización y, en consecuencia, nos permita vislumbrar entonces claramente el próximo, es decir el centro de esa ola que aún no conocemos?

Circunscribiéndonos por un momento a las seis primeras que se dieron en la historia de Occidente, ellas bien pudieron presentársenos –cronológica y espacialmente–, en el orden que muestra el Gráfico Nº 3.



Esto es, y aun cuando ello no ocurrió así, bien pudo ser la secuencia: 1º Francia, 2º Mesopotamia, 3º Roma, 4º Egipto, 5º Grecia y 6º Creta. Pero, ¿pudo acaso darse la secuencia que hemos presentado? O, en su defecto, ¿por qué la progresión no fue esa? O, en todo caso, ¿qué impidió o qué no permitió que se diera esa secuencia? ¿Hubo acaso condiciones objetivas:

a) que, para el caso de la secuencia propuesta, impidieron que Francia (o cualquier otro que no fuera Mesopotamia) fuera el centro de la primera ola;
b) que imposibilitaron que se experimentara tremendos saltos geográficos como los que se insinúa entre 1 y 2, o entre 2 y 3; y, en definitiva;
c) que imposibilitaban que se diera cualquier otra variante de la secuencia que ha registrado la Historia?

No se nos ha ofrecido respuesta a esas interrogantes, que, sin embargo, resulta importantísimo contestar, a fin de tener una visión más certera de la historia; a fin de desentrañar leyes que aún permanecen ocultas. No obstante, y como veremos, todas y cada una de esas interrogantes parece tener una respuesta.

Como se sabe, y tal como mostramos en el Gráfico Nº 4, la progresión de las grandes civilizaciones de Occidente ha sido pues:

1ª – Mesopotamia
2ª – Egipto
3ª – Creta
4ª – Grecia
5ª – Roma
6ª – Francia
7ª – España
8ª – Inglaterra
9ª – Estados Unidos



Entre tanto, la siguiente, es decir la que será la 10ª Ola de la historia de Occidente, sigue siendo un enigma. Porque, con los abundantísimos pero en su mayoría anecdóticos e irrelevantes elementos que ofrecen los textos de Historia, es virtualmente imposible preverlo. Así, no deja de sorprender que la Economía, sin apelar pues en una línea a la profusa pero inútil información que a estos respectos aún hoy provee la Historia, estaría haciendo un pronóstico altamente verosímil; lo que por cierto no significa que dentro del marco de esa ciencia tenga base científica, en tanto que los fundamentos en los que se basa, eventualmente podrían apenas constituir la excepción a una regla que, por lo demás, no ha sido explicitada en la Teoría Económica.

 

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