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EL FUTURO, DE LA ESPERANZA
Alejandro A. Tagliavini

Un ejemplo: El llamado 'Tráfico de drogas'

Ya que estudiamos a las 'organizaciones' de principio violento, su 'justicia' y sus fuerzas de 'seguridad', a modo de ejemplo estudiemos, ahora con alguna profundidad, un caso de mucha actualidad para ver, en los hechos, como funciona la corrupción.

Lo primero que llama poderosamente la atención es que, aun cuando está por demás probado que el alcohol produce más muertes (por lo menos en los Estados Unidos) que la cocaína, la heroína y la marihuana(1), aun así, poco se ocupan los Estados coercitivos de esta droga líquida, pero mucho de las otras. ¿Será casualidad?

Vamos a ver. El juego en el que estamos inmersos hoy en día, en que algunas drogas están 'prohibidas' (entre comillas porque, en rigor de verdad, como veremos, no lo están), se desarrolla, más o menos (y sin con esto involucrar a todos los funcionarios estatales, que, seguramente, los habrá inocentes), de la siguiente manera. El Estado racionalista impone coercitivamente la 'prohibición' de la producción, tráfico y venta de algunas drogas, pero no prohíbe, de hecho, el consumo. Con lo cual, lo que realmente hace es otorgarle el monopolio a los traficantes que ya existen, dejando libertad para el uso, porque lo que le importa es que haya consumidores pero no competidores. De modo que, sin lugar a dudas, puede decirse que existe, en general, libertad para el monopolio de la droga, a pesar de la interesada propaganda masiva que pretende que creamos lo contrario.

Hay que ser francamente ingenuo para creer que, el Estado artificial, con los recursos que posee, el número de hombres en sus fuerzas de 'seguridad', la cantidad de armamento, el equipamiento de alta tecnología como radares, escuchas telefónicas, aviones, helicópteros y demás, no puede encontrar a los traficantes que abastecen a cualquier simple ciudadano que, normalmente, sólo cuenta con un reproductor portátil de discos compactos como todo equipamiento.

La policía del Estado coercitivo hace 'cumplir' las leyes, es decir, evita que cualquier traficante entre en el mercado. Salvo, claro está, por los que ya existen y que le pagan a las fuerzas de 'seguridad', no sólo para no ser molestados, sino para que evite la competencia. Los traficantes, de este modo, se ven beneficiados con el monopolio, de manera que pueden vender muy caro. Y este excedente lo utilizan para pagar al legislador, de modo que les mantenga el monopolio, al policía, para que evite la entrada de competidores, y al juez para que sancione a la competencia.

Los espectaculares procedimientos policiales, que cada tanto se realizan, en donde caen traficantes y se decomisa droga, no son más que espectáculos montados a los fines de mantener a la opinión pública adormecida. Y sólo son castigados los traficantes intrusos, es decir, los que están fuera del sistema convenido con el legislador, juez y policía. No es casual que, muchas veces (algunos investigadores serios afirman que siempre), gran parte de la droga secuestrada en estos procedimientos, vuelva al mercado a través del circuito autorizado por los funcionarios del Estado coercitivo.

Está probado que la publicidad estatal, supuestamente antidroga, es, en realidad, propaganda subliminal a favor del consumo (ya hemos visto que, desde un punto de vista metafísico, el mal, en cuanto tal, no existe y, consecuentemente, la propaganda negativa 'lo crea'). En las sociedades sanas, en donde el consumo de droga es bajo, no se la menciona. ¿Por qué?. Porque está probado que la mención de algo induce al subconsciente, cuando no al consciente, a su favor, aun cuando se lo mencione negativamente(2). Y, sobretodo, si el que lo menciona negativamente es alguien con el desprestigio que tienen los Estados actualmente. La verdadera publicidad contra la droga es la propuesta de alternativas que la excluyan, sin mencionarla ni siquiera indirectamente. Porque su mención, aunque sea indirecta, claramente es propaganda.

De modo que, el Estado coercitivo, primero la publicita y da libertad para aumentar el consumo. Luego la 'prohíbe' para mantener el monopolio de sus asociados (está por demás probada la participación de funcionarios estatales, legisladores, jueces y/o policías en prácticamente todas, sino todas, las bandas de traficantes), con el que realizan grandes fortunas. Y, finalmente, persiguen y castigan severamente a quienes pretendan traficar por fuera del circuito establecido. Es importante notar que la droga no es cara de por sí, sino por el monopolio que ejercen los delincuentes. De donde, de terminarse con esta reserva de mercado, lo que ocurriría, en forma inmediata, sería la desaparición de muchas plantaciones y traficantes y propagandistas, por la sencilla razón de que dejaría de ser un negocio tan rentable.

Es así que, no es casual que el Estado violento prefiera ocuparse de estas drogas y olvidarse del alcohol. Efectivamente, en su momento, en los Estados Unidos con la 'ley seca', intentó el monopolio de estas bebidas. Esto dio lugar a la aparición (o, al menos, a la consolidación) de la famosa 'mafia' que se encargaba de la parte 'sucia' del negocio, que compartían con el Estado. Es importante que, este monopolio, se refiera a una droga, por la simple razón de que ésta produce adicción y, en consecuencia, los adictos pagarán cualquier precio que los únicos vendedores autorizados decidan imponerles. Pero, el monopolio del alcohol fracasó, por la sencilla razón de que es de muy fácil producción casera, es decir, que le resultaba muy difícil controlar la competencia. De modo que, se olvidó de esta droga, y creó el monopolio de otras, que son más difíciles o imposibles de manejar sin su consentimiento.

En definitiva, no se trata de liberar territorio para el monopolio de la droga(3), que es lo que buscan las organizaciones violentas, sino todo lo contrario. Se trata de, empezando por respetar el orden natural, negar la violencia (que muy hipócritamente dice 'prohibir' la droga) que sostiene al actual monopolio, dando lugar a una sociedad sana que pueda controlar efectivamente a todas las drogas dañinas (incluidas el alcohol y el tabaco) y, por qué no, llegar a eliminarlas o, al menos, conseguir su minimización en el consumo.


(1) Según el Consejo Nacional Sobre Alcoholismo de los EE.UU., durante 1985 se registraron solamente 3.562 casos de muerte por el uso de alguna droga ilegal. Aun suponiendo que miles de muertes más, no reportadas, estuvieron relacionadas, de una forma u otra, aunque sea de modo indirecto, con el abuso de drogas ilícitas, se puede concluir que la cantidad total de marihuana, cocaína y heroína que daña a la salud, es sólo una pequeña parte de la que afectan el tabaco y el alcohol. Efectivamente, durante ese mismo año murieron alrededor de 200.000 personas por abuso de alcohol y alrededor de 320.000 por abuso de tabaco.

(2) "La definición tradicional de la publicidad la describe como una comunicación de un auspiciante identificado a través de un medio impersonal pagado", Lawrence Fisher, 'Industrial Marketing', Business Books Limited, London 1969, p. 170. "Hay que señalar que, hasta que aquél (el consumidor) llega a ser consciente de una oportunidad, ésta, en un sentido real, no existe para el consumidor. Así, pues, la tarea de hacer que el consumidor 'capte' la oportunidad se convierte en parte integrante de la tarea de conseguir que dicha oportunidad esté disponible", Israel M. Kirzner, 'Competencia y Empresarialidad', Unión Editorial, Madrid 1998, pié de p. 164. Apenas aparecida la televisión, en los Estados Unidos, podían verse propagandas negativas. Por ejemplo, una fábrica de automóviles que señalaba las ventajas de su modelo con respecto a otro de la competencia, al que calificaban de malo comparado con el propio. Hoy este tipo de propaganda, prácticamente, ha desaparecido. La razón de esto es que, los publicitarios, encontraron que, este tipo de avisos negativos, solían tener el efecto contrario. Es decir, la gente, por naturaleza, suele desconfiar de los negativos, los desconfiados, y, en cambio, suele ser compasiva con los agredidos. Entre los políticos suele ser muy popular un dicho atribuido a Salvador Dalí: "Espero que me mencionen, aunque sea bien". Porque manejan muy bien el hecho de que, la falta de propaganda, los convierte en 'no existentes' frente a la opinión pública que, de este modo, jamás los tendrá en cuenta. "Los más destacados profesionales norteamericanos, como Robert Abelson, profesor de psicología y ciencias políticas en Yale, Donald Kinder de la Universidad de Michigan y Susan Fiske de la Universidad de Massachusetts, coinciden en que el principal factor que decide el voto es el sentimiento. Lo que resulta coherente... dado que la publicidad masiva influye casi exclusivamente en los sentimientos... De cualquier manera no deben confundirse los sentimientos sanos y válidos con un sentimentalismo barato... Esto no significa que los principios no sean importantes, lo son, pero en realidad son más importantes..." los sentimientos, Alejandro A. Tagliavini, 'Cómo decide la gente', La Prensa, Buenos Aires, 29 de marzo de 1989, p. 9. "... Van Gordon Sauter, en aquel entonces jefe de la división noticias de la CBS, aseguraba que los noticieros de las cadenas de televisión inevitablemente terminaban fijando la agenda de las aspiraciones nacionales de aprensión, júbilo y propósitos, aseveración conocida como 'la hipótesis de fijar la agenda'. Esta hipótesis sostiene básicamente que los espectadores imitan la televisión, es decir que si a lo largo de un período la mayor parte de los reportajes son dedicados a un tema en particular como, por ejemplo, el tráfico de drogas, y si entonces, días después y fuera del contexto de la televisión, se le pregunta a la gente cuál es el principal problema que enfrenta el país, contestará: el tráfico de drogas. En definitiva, los espectadores atribuyen importancia a lo que ven en proporción al tiempo en que lo ven. Pero a su vez la televisión busca el 'rating', y es aquí donde Shanto Iyengar y Donald Kinder, ...en su libro 'News That Matter. Television and American Opinion', se preguntan: ¿expresa la realidad la televisión o expresa la televisión la realidad? Es decir quién es primero: ¿la realidad o la televisión? ...pero probablemente la respuesta sea, justamente, la duda, y quizá sea en esta duda en donde reside el arte de manejar este medio de comunicación ...la evidencia muestra a un público con una memoria limitada a las noticias del último mes y una vulnerabilidad recurrente a las de hoy. La gente no toma en cuenta todo lo que sabe y sí considera lo que le viene a la memoria, aquellos fragmentos de la memoria... que le son accesibles en forma instantánea", Alejandro A. Tagliavini, 'El poder de la prensa', diario La Prensa, Buenos Aires, 17 de mayo de 1989, p. 9. Me parece que queda claro, pues, la peligrosidad de la propaganda masiva 'negativa' (o lo importante que resulta cuando se quieren conseguir adeptos para aquello que se menciona 'negativamente'). Personalmente, poco tiempo atrás, pude observar un hecho por demás sintomático. Un gobierno realizó una campaña televisiva, supuestamente, contra la droga. El aviso en cuestión, terminaba diciendo "Drogas, ¿Para qué?". La respuesta de los niños fue inmediata, solían repetir en la escuela: "Colegio, ¿Para qué?", es decir, consciente o inconscientemente, comparaban la idea del colegio con la que la propaganda en cuestión transmitía sobre la droga. Lo más preocupante del caso es que, en mi opinión, en la comparación, ganaba la droga. Una cosa muy diferente es el relato 'objetivo' de un hecho puntual, por ejemplo, que un médico, que goza de prestigio entre los oyentes, informe que una persona particular murió por sobredosis de cocaína, cuando se le pregunta por las causas del deceso. Porque, en este caso, el médico no está intentando hacer propaganda barata, es decir, 'informando acerca de la existencia de la droga e intentando influenciar la decisión (supuestamente negativa) de potenciales consumidores', sino que simplemente está, profesionalmente, relatando las causas y efectos. Lo que en realidad sucede es que la verdadera y sana publicidad no es más que una información (con la carga de sentimientos que esto supone), lo más 'objetiva' posible, acerca de las ventajas de determinado producto, y nunca un intento por sobrepasar el libre albedrío del consumidor. Porque, en este caso, en defensa propia, de su naturaleza, de su libre albedrío, reaccionará (de modo espontáneo) negativamente. Su razonamiento subconsciente será el siguiente: "Si esta institución intenta burlar mi libre albedrío que es parte de mi más pura esencia, ¿por qué he de confiar en sus productos y propaganda?, por el contrario, debo defenderme de ellos".

(3) Como se podrá ver, mi planteo final no consiste en 'legalizar' la droga, porque, eventualmente, ésta podría estar prohibida, por la verdadera autoridad (moral), dentro del Estado no coercitivo o dentro de los ámbitos privados en que se dividiría la sociedad. Más aún, creo que proponer la 'legalización' significaría, en alguna medida, desorientar al público. Sin embargo, para un estudio serio del tema, ver 'Evidencias para su legalización', E. A. Nadelmann, Facetas no. 85, USIA, Washington DC 3/89.

 


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