La teoría del crecimiento económico, sus causas y sus crisis

En el sistema económico en que vivimos, el modo de producción capitalista que emergiera desde la época feudal y se consolidara en su fase industrial a partir del siglo XVII, la producción de bienes y servicios ha sido creciente en el largo plazo y motivada por la búsqueda de beneficio de los empresarios, quienes producen mercaderías a partir de otras mercaderías (materias primas, maquinarias y fuerza de trabajo) que luego comercializan

El sistema económico se estructura sobre la base de una clase trabajadora que vende su fuerza de trabajo, a  cambio de un salario, a un pequeño grupo de la sociedad propietario de los medios para producir. Este pequeño grupo se apropia bajo la forma de beneficio o utilidades del excedente generado por el trabajo de aquellos a quienes contrata,  dicho excedente es la diferencia entre el valor de lo que el trabajador produce y el salario que se le paga.

Sin embargo los excedentes que se crean no son para el único provecho del empresario individual: debe compartir buena parte del excedente con aquellos que le facilitan o posibilitan la realización del proceso de producción, su posterior comercialización y la retención de parte de los excedentes resultantes. El excedente se reparte con otros empresarios locales o extranjeros (de los sectores financieros y comerciales) y se consume socialmente (para el mantenimiento y reproducción del orden social) y personalmente (con proporciones variables de productos suntuarios.) El consumo personal agregado de una economía se completa con el que realizan los trabajadores, a partir de sus salarios, para subsistir.

A su vez los beneficios que obtiene el empresario están enmarcados por dos límites: por un lado el que impone la competencia entre las empresas (nacionales e internacionales según el grado de apertura de la economía) que tienden a disminuir los precios de venta reales (exceptuadas momentáneas situaciones de monopolio o de algún grado de poder de mercado que todo empresario busca),  por el otro el que dicta que hay un mínimo salario a pagar a los trabajadores, básicamente dado por la necesidad de su mantenimiento y reproducción con las calificaciones y capacidades que las técnicas de producción en uso demandan y con los usos y costumbres que una sociedad dada en un momento histórico determinado tiene.

El crecimiento económico surge de la aplicación de los beneficios obtenidos a nuevas inversiones en compra de maquinarias, materias primas y fuerza de trabajo, repitiendo en forma incrementada el proceso de producción en su sector o incursionando en otros sectores que aparecen como más rentables en ese momento. De  aquí se deducen dos condiciones necesarias para el crecimiento económico y positivamente correlacionadas con él: la existencia de excedentes en la economía y de sectores en donde invertir. En otras palabras rentabilidad y oportunidades de inversión productiva.

Una característica fundamental del sistema económico en que vivimos es la continua ampliación del alcance de su funcionamiento: por una parte expande la producción de bienes y servicios, la cantidad y variedad de los mismos, en las zonas donde el capitalismo ya está insertado mientras que por otra, continuamente incorpora nuevas zonas de economías atrasadas a su pujante sistema económico. Históricamente se puede hablar con propiedad de crecimiento económico cuando el sistema feudal deja lugar a la nueva economía capitalista.

Sin embargo este crecimiento no es lineal ni continuado, repetidamente a escala mundial y nacional ( a veces simultáneamente y otras asincrónicamente, según el país) la economía atraviesa por períodos donde la producción de bienes se estanca o aún decrece, donde la desocupación se incrementa, la pobreza se extiende, la quiebra de empresas se generaliza, el crédito se detiene y hasta las instituciones tambalean. Nos estamos refiriendo aquí a las crisis profundas del sistema, que ocurren en períodos más largos  que aquellas debidas a ajustes de inventarios e inversión para compensar demandas, ofertas y capacidades.

El hilo conductor del crecimiento es la búsqueda de los empresarios de incrementar sus beneficios y más específicamente su tasa de ganancia. La misma motivación,  la búsqueda de ganancias mediante la mecanización en un sistema desordenado y sin coordinación de sus unidades económicas, es el que inevitablemente lleva a períodos de crisis que alternan con las etapas de crecimiento.

Cuando la economía crece el empresario incorpora progresivamente nuevas técnicas de producción que implican mayor inversión y menos trabajo actual, con la finalidad de bajar sus costos para obtener mayores ganancias y para competir. Pero en la medida que la técnica se difunde entre los empresarios del ramo, los precios de venta tienden a disminuir al adecuarse al valor reducido que ahora los produce. Además la acumulación de por sí implica mayores inversiones en medios de producción, maquinarias y materia primas. En cada rama industrial y en la economía, no necesariamente al unísono pero sí tendencialmente, la tasa de beneficio tiende a disminuir aún en, y debido a, períodos de rápida acumulación.

Y en la medida que la tasa se reduce cada vez es menos conveniente reinvertir en la producción: llega un momento en que dadas las pocas posibilidades de obtener un retorno para la inversión el dinero se retiene en colocaciones bancarias o crece la inversión financiera especulativa que es ahora más rentable o se envía el capital al exterior en busca de mayor rentabilidad o seguridad, por lo que desaparece la inversión productiva. La caída de la demanda de inversión repercute en la demanda de bienes de consumo. El empresario comienza a producir menos y por tanto contrata menos mano de obra, compra menos materia prima y no actualiza sus técnicas de producción, todo lo que lleva a un aumento de la desocupación.

La disminución de la demanda, la de inversión y la de consumo, provoca la pérdida de rentabilidad de otras empresas que no estaban inicialmente afectadas por la crisis, se produce una caída de los precios y de los volúmenes comercializados que disminuye los beneficios de estas industrias y aumentan la gravedad de la crisis. Adicionalmente el sistema de créditos es minado por la alta exposición al riesgo que se produce, contrayéndose y amplificando la crisis. El sistema monetario estalla incrementando el caos económico y social.

Si la economía en cuestión es la de un país importante en los mercados mundiales, la caída de su demanda aparejará un efecto recesivo sobre otros países que verán disminuir sus volúmenes y precios de exportación.

Los efectos (y la duración) de la crisis son variados pero todos ellos restituyen rentabilidad a los negocios, lo que conduce a un nuevo período de crecimiento: en el período de crisis los empresarios no invierten, por lo que disminuye el capital constante debido a la depreciación y mejora la rentabilidad, dando lugar a la posibilidad de nueva inversión. La nueva demanda de inversión  provoca la suba de la tasa de rentabilidad en otros sectores industriales. Quiebran los empresarios menos competitivos, provocando la destrucción y venta de capital constante. La desaparición de estos empresarios deja cuota de mercado para los que continúan, que ven aumentada su escala y como consecuencia, su rentabilidad. Disminuye el salario real aumentando la rentabilidad de los empresarios, producto del aumento de la desocupación y de políticas específicas de los gobiernos. El marco institucional cambia: se intentan cambios en la estructura económica, en la apertura comercial y financiera, etc. En tanto el Estado redistribuye sus ingresos favoreciendo al capital privado, los empresarios cambian su forma de hacer negocios hacia maneras más eficientes o cambian de ramas industriales hacia las más prometedoras en la nueva situación, etc. Nuevas técnicas de producción surgen de las crisis y técnicas de punta que se venían desarrollando con anterioridad a la crisis pero que no se habían incorporado a los procesos productivos por los costos de conversión o por razones institucionales, encuentran ahora su oportunidad al haberse desgastado buena parte de las maquinarias existentes y al haber cambiado el marco institucional.

Los empresarios que sobreviven a la crisis y otros nuevos que se incorporen desde el exterior comienzan un nuevo período de expansión, motivado por la recuperada rentabilidad a que lleva los cambios descriptos. La fase expansiva impulsa el crecimiento de la economía en la medida de que el circuito de producción se repite y se amplia constantemente, lo que implica mayor inversión, más trabajo y más consumo, a la vez que la búsqueda de una mayor ganancia implica cambios de técnicas que conllevan inversión y aumentan la productividad, creando así con el paso del tiempo las condiciones para una nueva crisis.

Tanto en los períodos de crecimiento como en los de crisis, el Estado juega un rol fundamental en soportar o retomar según el caso, el proceso de acumulación de capital.

 La intervención del Estado ha crecido a lo largo de la historia del capitalismo por la necesidad de favorecer la reproducción de un sistema cada vez más complejo. Así al papel sustancial del Estado de asegurar la obtención de los beneficios por las empresas, permitiendo la acumulación de capital por parte de unas pocas personas (en comparación a la gran masa trabajadora) y el conservarlo privadamente con tranquilidad, se ha agregado el asegurar las condiciones para que exista un crecimiento económico suficiente para lograr la reproducción ampliada del capital.

La internalización del capital, la competencia creciente por los mercados internacionales debido a las necesidades de reproducción constante del capital, el creciente costo de investigación, desarrollo y adopción de nuevas tecnologías, las grandes obras de infraestructura, la competencia internacional y la necesidad de expandir los mercados, la creciente escasez de recursos estratégicos, la incrementada complejidad de preparación de la fuerza de trabajo explican la complejidad del sistema que hace necesaria un rol cada vez más activo del Estado. Y en la actualidad, la expansión del comercio internacional, los flujos financieros y las inversiones extranjeras directas, de la mano de las estrategias empresariales de las mutinacionales productivas, comerciales y finacieras ha supuesto una pérdida de funcionalidad del Estado como regulador del proceso de acumulación y un desarrollo de estructuras y organismos internacionales, aún más aliadas a los intereses capitalistas dominantes.

En el presente trabajo se analizan diversos elementos de política del Estado que influyen sobre el crecimiento y la acumulación de capital. Como el crecimiento económico se logra cuando existen beneficios y se reinvierten, las políticas que tiendan a aumentar el ahorro y la inversión y a disminuir el consumo social favorecerán la reproducción ampliada de la producción. En ese sentido las políticas macroeconómicas son claves para lograr el crecimiento productivo, las políticas sectoriales pueden ser bien intencionadas pero inoperantes en un marco inadecuado de política económica general. Las políticas monetarias, cambiarias y fiscales deben ser congruentes con el objetivo de crecimiento económico.

Asegurar la libre competencia, eliminando monopolios y oligopolios que se apropian de excedentes superiores a los que generan con sus productos y servicios por medio de precios que no reflejan el valor de sus prestaciones, es una tarea del Estado que encuentra graves dificultades para realizarla dado el poder con que cuentan estas grandes empresas, muchas veces extranjeras. Ya hemos comentado la positiva correlación entre estructura del mercado competitiva y crecimiento económico,  a resultas de que la competencia refuerza la motivación del empresario para investigar y/o adoptar nuevas técnicas, invirtiendo en maquinarias y capacitación.

La forma en que el Estado conduce los procesos de apertura comercial es clave para el crecimiento en el largo plazo. Políticas exitosas requieren de análisis estructurales de la competencia internacional y los mercados mundiales. Desde este punto de vista, la tasa de cambio es de crítica importancia, ya que la tasa de cambio traslada los costos y precios locales a la arena internacional. Además el otro factor que incide en los costos unitarios absolutos, y por tanto en la competitividad, es la productividad que depende crucialmente del avance tecnológico de las empresas y de la modernización de la infraestructura física, social y política.

Un rol del Estado que es muy fuerte en los países desarrollados e igualmente débil en los países en desarrollo es su contribución al progreso técnico y por tanto al aumento de los excedentes (beneficios) a través de un incremento de la productividad de la fuerza de trabajo o por el desarrollo de productos con mayor valor agregado. Son de gran importancia para el crecimiento económico las políticas públicas destinadas a desarrollar las capacidades de aprendizaje necesarias para la imitación de tecnologías y la disminución de la brecha tecnológica en los países en desarrollo y para ensanchar las nuevas fronteras tecnológicas en los países desarrollados. La creación y coordinación de un sistema nacional de ciencia y tecnología se vuelve un instrumento para crear condiciones de competitividad en el sistema económico, coordinando las instituciones con las estrategias de las empresas para fomentar el aprendizaje tecnológico.

En la medida que la productividad obtenida por el progreso técnico es la fuente de excedentes que permite aumentar la reinversión y el consumo a la vez, el Estado es clave para lograr el crecimiento económico con mejor calidad de vida, aunque esto no elimine las fuertes desigualdades que el sistema capitalista conlleva

Los factores anteriores no agotan las variables que tienen influencia sobre el crecimiento económico y sobre las que el Estado tiene un control directo o indirecto, completo o parcial. Es interesante como línea de investigación el describir la influencia de otros factores con un análisis basado en el enfoque clásico, esto es, basado en las preguntas que desvelaron a muchos economistas ¿cómo se genera la riqueza?¿cómo se distribuye?.

Complementariamente otra línea de investigación es el estudio de la influencia de las políticas monetarias y fiscales, las que juntas constituyen el medio por el cual los gobiernos de las economías modernas intentan manejar sus economías, con las severas limitaciones que el proceso económico capitalista impone, desde la perspectiva de cómo influyen sobre la generación de excedentes y sobre su reinversión con la tasa de beneficio como hilo conductor.

En otra línea muy distinta quedan pendientes de un mayor análisis las transferencias de excedentes entre países o más precisamente entre las clases sociales de diferentes países. Y es que ya desde los tiempos de los economistas clásicos las cuestiones económicas y políticas presentadas como de estrategia nacional, respondían a los grupos dominantes en cada país. Someramente y a pie de página se han tratado algunos elementos de esta transferencia de excedentes: sin embargo las tendencias de la globalización actuales, disminuyendo el poder de los Estados y aún obligándolos a competir entre sí por la alocación de inversiones, obligan a explorar en mayor profundidad el papel de las transnacionales en la economía capitalista como agentes de este proceso. Las estrategias de estas empresas, posibilitadas por la fragmentación de los proceso productivos y comerciales, contribuyen decisivamente a modificar la división internacional del trabajo a la vez que reproducen la situación de desarrollo desigual en que se encuentran las economías de los países desarrollados y los países subdesarrollados.

El listado anterior no implica un completo detalle de las posibilidades que ofrece el tema, pero sí da cuenta de algunas inquietudes que tiene el economista clásico en su versión actual.