PRÓLOGO

En el actual contexto de la integración de Europa con América Latina, podemos afirmar con toda propiedad que España es el vaso comunicante más efectivo para acercar a ambas regiones, desarrollar redes comerciales que incrementen las exportaciones, promover inversiones directas a largo plazo y sentar las bases de una integración económica real donde ambas partes ganen. De hecho, antes de 1986 .año en que se produjo el ingreso formal de España y Portugal a la Unión Europea. era casi inexistente la relación birregional, pero paulatinamente los países ibéricos han ido impulsando los objetivos integracionistas, promoviendo oportunidades y construyendo una fructífera relación mutua.

Hoy existe un diálogo interregional fluido y provechoso especialmente en lo político y cultural, desarrollado a través de diversos foros de los que han emanado consensos respecto a valores compartidos por Europa y América Latina, entre los que destaca la estructuración de una economía mundial que promueva la sostenibilidad y la equidad. De especial importancia en este sentido es el apoyo que la UE le ha brindado a los procesos democráticos y de reformas económicas de la región, así como las dos cumbres de Jefes de Estado y de Gobierno entre los países de la Unión Europea, América Latina y el Caribe, efectuadas en 1999 y 2002.

En el plano comercial, este diálogo se ha concretado tanto a nivel bilateral .a través de los convenios suscritos con Chile y México. como subregional con el Grupo de Río, la Comunidad Andina, Centroamérica y MERCOSUR que es el principal socio regional de la UE en términos de volumen de comercio e inversión. Sin embargo, aun cuando el comercio entre ambas regiones se ha duplicado en la última década y Europa es nuestro segundo socio comercial, si tomamos en cuenta la gran apertura en materia de reducción de aranceles y de tratamiento a la inversión extranjera por parte de América Latina, encontramos que en el plano económico y comercial todavía existen numerosas asimetrías en las relaciones europeo-latinoamericanas.

En este sentido, sería beneficioso profundizar en la convergencia de esta dinámica birregional y, aún más, en un sistema internacional cimentado en normativas innovadoras que conduzcan a una real liberación del comercio mundial y a una inserción más equitativa de los países latinoamericanos en el proceso de globalización.

Siendo América Latina una región en la que existen diferencias en cuanto al desarrollo y singularidades propias de cada país, obviamente no debe ser objeto de un trato uniforme e inflexible; tampoco está aún preparada para una integración tan estructurada como la que representa la Unión Europea, con más de cuarenta años de colaboración tan estrecha que ha permitido la supresión de once monedas nacionales. Sin embargo, desde fines de la década de los ochenta y particularmente en los noventa, los países Latinoamericanos han asumido un proceso de reformas estructurales en las economías que sigue un patrón común, donde se acepta que la estabilidad macroeconómica es condición necesaria .aunque no suficiente. para alcanzar el desarrollo sostenible. Con nuevas metas y roles diferentes en los ámbitos público y privado y en el desempeño del mercado, se han logrado importantes avances que han contribuido al fortalecimiento de la institucionalidad democrática y de la gobernabilidad.

Pero no podemos desconocer que en América Latina persisten problemas centrales como la vulnerabilidad de la región a los impactos externos desfavorables, la dependencia de exportaciones basadas en materias primas, un difícil acceso a los mercados internacionales, desempleo, altos niveles de pobreza e inequidad distributiva. Además, ante los actuales desafíos que plantean la globalización y el nuevo orden económico mundial, la región no está marchando a la par con el progreso tecnológico, ni con los avances que otras regiones del planeta exhiben a nivel de comunicaciones y conocimiento. Por tanto, uno de los retos que debe enfrentar actualmente es mejorar su posición competitiva, dar un salto cualitativo hacia procesos productivos enmarcados en una cultura de innovación permanente y apoyada en políticas de competitividad sistémica, al tiempo de brindar mayor respaldo al buen funcionamiento de la iniciativa privada mediante reformas económicas de tercera generación y el fomento del ahorro interno.

Todos estos temas están siendo promovidos por la CAF .organismo multilateral integrado actualmente por catorce países iberoamericanos y dos caribeños., pues la institución está apoyando plenamente los esfuerzos de sus países socios por rediseñar sus agendas en el marco de un modelo de desarrollo económicamente eficiente, socialmente equitativo y ambientalmente sostenible.

Dado el reciente ingreso de España al capital accionario de nuestra institución, creo que este país .destacado vocero de la integración europea. puede profundizar aún más su dinámica presencia en la región aprovechando las ventajas competitivas que ofrece la CAE como principal fuente de financiamiento multilateral para los países andinos. Entre las mismas destacan su identidad genuinamente latinoamericana, la atención que otorga tanto al sector público como privado, los innovativos instrumentos financieros que ofrece a sus clientes, el hecho de contar con la confianza de los gobiernos accionistas, su relevante acción catalítica para atraer recursos competitivos hacia la región y ser el principal promotor de la integración regional, especialmente a través del desarrollo de la infraestructura física y logística sostenibles.

Como veremos en este libro, las inversiones españolas en América Latina han crecido exponencialmente en los últimos años, en gran parte por su activa participación en los procesos de privatización puestos en marcha en los noventa. Destaca el que estas inversiones no han sido especulativas sino más bien se han orientado al largo plazo, así como el hecho de dirigirse al sector financiero o hacia grandes empresas de infraestructura y servicios esenciales, con énfasis en telecomunicaciones y energía. Sin embargo, aún faltan muchos campos por explorar que incluyen sectores igualmente atractivos y de grandes potencialidades, como es el caso de la pequeña y mediana empresa.

Los temas planteados en la presente edición, gracias al esfuerzo de Ramón Casilda Béjar, constituyen una importante herramienta tanto para banqueros y empresarios españoles interesados en invertir en América Latina como para especialistas que precisen de una pragmática herramienta de trabajo. Avaladas por cifras provenientes de una exhaustiva investigación, sus páginas comprenden aspectos cruciales para la región iberoamericana, como el análisis de la inversión extranjera directa y la exploración de los factores que influencian las decisiones de inversión de las empresas foráneas, aunados a elementos prácticos como la marca país, la apertura arancelaria o los nuevos escenarios de integración .ALCA. que se visualizan en Latinoamérica.

De este modo, el lector podrá situarse en un contexto cuantitativo realista pero también motivador que, espero, contribuya a estrechar vínculos e impulsar una cooperación más dinámica entre ambas regiones, en donde España continúe ejerciendo su liderazgo y puente entre Europa y América Latina. Con su ingreso en la CAF, desde febrero de 2002, suscribiendo el 3,5 por ciento del capital de esta institución, España se convierte en el primer socio extraregional al suscribir 100 millones de dólares de capital de garantía, fortaleciendo de esta manera la presencia y el compromiso español con las Instituciones Financieras de la región andina.

Esta decisión robustece la posición española en la zona donde es el segundo inversor mundial, permitiendo una mayor participación en proyectos de integración, y desarrollo económico y social, que posibilitan además de la creación de vínculos comerciales y empresariales, un mayor bienestar y acercamiento cultural.

Enrique García
Presidente Ejecutivo
Corporación Andina de Fomento (CAF)