La Banca Española en México

ECONOMÍA DE MÉXICO
México ha experimentado durante el siglo XX una profunda internacionalización de su economía. En un período muy breve ha pasado del viejo modelo de sustitución de importaciones, caracterizado por una política de carácter proteccionista y regulador, a un modelo exportador de bienes manufacturados.

Pese a que la consecuencia lógica de una apertura es el fortalecimiento del sector exportador, el balance ha sido muy desigual. La economía mexicana arrastra viejos fallos estructurales, como son la falta de un proyecto industrial, tecnológico y social insertado en esta nueva realidad mundial. La ausencia de una estrategia a largo plazo, que implique un esfuerzo sostenido y conjunto del Estado y el sector privado, ha supuesto que la internacionalización haya aumentado los márgenes de crecimiento, pero también la declinación de la economía mexicana. Los ciclos de desarrollo ofrecen una espectacular evolución de las variables macroeconómicas. Estas tendencias alcistas, sin embargo, son rápidamente frenadas por profundas recesiones, de las cuales la economía mexicana se recupera de manera igualmente rápida al estar tan vinculada a la economía de EE.UU.

Los beneficios de la apertura en México han recaído precisamente en los sectores más modernos, que eran aquellos que tenían contacto con los mercados internacionales antes de la internacionalización. La ausencia de una política de exportaciones, ha impedido el efecto modernizador en vastos sectores de la manufactura, quedando la economía mexicana sujeta a los vaivenes de la coyuntura. Esta falta tan destacada es más apreciable para el caso de pequeñas y medianas empresas, donde el sector exportador ha tenido muy poco arrastre, dada la necesidad de incentivos a estas empresas para el despuegue hacia nuevos mercados. Toda esta situación se observa en que el crecimiento de las exportaciones es más destacado en aquellos años siguientes a una crisis de la economía y su correspondiente devaluación, lo que explica la existencia de fallos que inhiben la expansión del sector exportador.

El fruto más visible de la vocación internacional mexicana lo reflejan los acuerdos alcanzados. Participa en el Tratado de Libre Comercio con la Unión Europea (TLCUEM), primer mercado comercial en el mundo. Igualmente, tiene celebrados tratados de libre comercio con Chile (desde 1992), con Canadá y Estados Unidos a través del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN, 1994), más conocido con las siglas en inglés NAFTA (North America Free Trade Agreement), con Colombia y Venezuela (1994), Costa Rica (1994), Bolivia (1995), Nicaragua (1997) e Israel (2000). México es miembro de la Asociación Latinoamericana de Integración (ALADI), mediante el que se otorgan preferencias arancelarias para ciertos productos entre los países integrantes (Argentina, Bolivia, Brasil, Colombia, Chile, Ecuador, México, Paraguay, Uruguay y Venezuela). Finalmente, cabe mencionar el progreso dado a las negociaciones para la creación del Área de Libre Comercio de las Américas (ALCA), y que supondrá la constitución de la mayor zona de libre comercio del mundo, con un mercado de casi ochocientos millones de personas.

Junto a la internacionalización de la economía, el rasgo más destacado en la progresión mexicana de finales del siglo XX es la evolución de su sistema financiero. Hasta los años setenta, la estrategia básica en los movimientos financieros mundiales era el reciclaje de los dólares obtenidos por venta de petróleo (los llamados petrodólares) en las economías de América Latina, entre ellas México, y otros países. Desde entonces y hasta la década de los noventa, la movilización de los recursos financieros internacionales se dirigió principalmente hacia la búsqueda de ganancias en los llamados mercados emergentes.

En los años noventa, una serie de factores llevaron a un fuerte endeudamiento externo del sector privado mexicano. Por parte del Estado, se llevó a cabo una política de reducción del papel del Gobierno, como parte de una estrategia destina a reducir la emigración de capitales fuera del país, pero ello obligó a buscar recursos al exterior. En segundo lugar, el clima de desregulación del mercado nacional mexicano, y la compras por nuevos grupos privados de bancos nacionales, aceleró la necesidad de nuevos recursos para sanear las finanzas. Tales recursos eran buscados en el exterior, dado la existencia de un tipo de cambio relativamente fijo hasta mediados de la década, y el elevado coste del dinero en el mercado interno durante los noventa. En tercer lugar, el mencionado fenómeno de apertura al exterior, tanto regional como internacional, llevó también a la necesidad de un mayor financiamiento externo, para enfrentarse a una nueva competencia internacional. Finalmente, como cuarto factor del mayor endeudamiento, encontramos que los vencimientos para el pago de estos capitales están asociados con la renovación del poder ejecutivo. Ello significa que ha existido y existe una asociación clara entre el sistema político y los niveles crecientes de endeudamiento.

Toda esa dependencia monetaria externa explica un rasgo clave para entender la economía mexicana del último tercio del siglo XX, como es la elevada cuantía de recursos que salen del país para el pago a los capitales extranjeros. Atendiendo a las cifras, durante el período comprendido entre 1970-2000 se pagaron unos 350.000 millones de dólares, de los cuales casi la mitad se concentraron en la década de los noventa. Dentro de los componentes de esa deuda, mientras que el principal (o deuda propiamente dicha), ha crecido linealmente, el pago de la misma (o su amortización), lo ha hecho geométricamente.

Estas abruptas salidas de capital han provocado grandes quebrantos en las finanzas mexicanas, reduciendo el volumen de reservas internacionales, y preparan el terreno para nuevos ciclos de endeudamiento. La economía mexicana se encuentra dentro de una línea donde, por un lado, se introducen enormes cantidades de recursos externos, pero que, por el otro, ve salir mayores cantidades hacia los mercados foráneos de capital.

De todas maneras, junto a Chile es el país más estable del continente. Si bien, comparativamente, México cuenta con distorsiones económicas menos graves que las sufridas por sus vecinos, aunque tiene por delante un largo camino hacia la seguridad jurídica y el crecimiento sostenido, hacia la creación de riqueza y la reducción de las abismales desigualdades sociales. Durante el 2001, el PIB se contrajo un 0,3% y el 2002 cerrará previsiblemente con un aumento del 1-1,2%.

Los riesgos a que está sujeto el escenario base, delineado para el 2002 y 2003, son sustancialmente mayores que los anteriores ejercicios, pues el limitado incremento del comercio mundial y las tensiones políticas internas, que obstaculizan la aprobación parlamentaria de las reformas estructurales, entre ellas la apertura del sector eléctrico, que reduzcan la dependencia de los ingresos petroleros, junto a la próximaa reforma fiscal para el año 2003, permitirá fortalecer su economía interna y potenciar considerablemente sus finanzas públicas. En consecuencia los riesgos apuntados, de concretarse disminuirían el flujo de inversiones e induciría a una mayor inflación y volatilidad en las tasas de interés. A diferencia de otras economía, la argentina entre ellas, México aplicó un tipo de cambio flexible que le permite un mayor margen de maniobra en su política monetaria. Y entre otras divergencias de método, México se diferencia con Brasil, según datos oficiales, en que su deuda, aun siendo elevada, representa el 36% del PIB y la brasileña supera el 60%. Las reservas mexicanas en divisas superan los 40.000 millones de dólares y las disponibilidades son, por tanto, otras, pese a una deuda externa de 74.285 millones de dólares, cuya servidumbre se llevará este año cerca de 3.000 millones.

LA BANCA ESPAÑOLA EN MÉXICO
México experimentó cambios de gran alcance en sus sistema bancario durante el 2000, logrando las entidades españolas participaciones importantes en la banca mexicana. Esto fue también posible gracias a las profundas transformaciones sufridas por este país, en particular, los efectos de la crisis financiera de 1994 y los cambios regulatorios que la siguieron fueron fundamentales para crear las condiciones que posibilitaron esta penetración de la banca extranjera.

Tras la crisis, los bancos mexicanos se encontraron con que no podían recuperar gran parte de su cartera de créditos y esto supuso un alza de las tasas de interés. La gravedad de la situación obligó a las autoridades a intervenir algunas entidades con problemas y a introducir cambios regulatorios, con el objetivo de permitir la capitalización del sector con participación extranjera. En la primera etapa, a partir de 1995, las operaciones se realizaban sobre bancos pequeños y medianos muy descapitalizados. En esta fase, que se prolongó hasta 1998, entraron al mercado mexicano el BBV, Banco Santander y el BCH.

El comienzo de una segunda etapa más profunda en este proceso se inicia en enero de 1999, cuando se eliminan definitivamente las restricciones que persistían para la participación de capital extranjero en la banca. No obstante, fue en el año 2000 cuando tanto BBVA como SCH, consolidados tras sus respectivas fusiones, aumentaron notablemente su presencia en la banca mexicana con importantes operaciones.

La primera de estas megaoperaciones comenzó a gestarse a fines de 1999, cuando el Instituto de Protección del Ahorro Bancario (IPAB) inició la venta del Grupo Serfin, tras haberse hecho previamente con el control de las acciones debido a la delicada situación financiera que la institución presentaba. El 100% de las acciones del Grupo Serfin fueron adjudicadas en mayo del 2000, al SCH por 1.560 millones de dólares.

Un mes más tarde, en junio de 2000, se concretó la segunda gran operación, cuando Bancomer aceptó una propuesta del BBVA para fusionarse. El montante global de esta operación alcanzó los 2.470 millones de dolares. El Grupo Bancomer, por su parte, había acordado recientemente la compra del Banco Promex por 209 millones de dólares, sumando los activos de este banco a la fusión. La institución resultante, el grupo financiero BBVA Bancomer, pasó a ser el líder del mercado mexicano, con unos activos totales equivalentes a más de una cuarta parte del total del sistema bancario41. Desde que el banco español se hizo con su control en el verano de 2000, BBVA Bancomer ha duplicado su valor bursátil. Tras esta evolución, el primer banco mexicano por activos también ha pasado a ser el primero latinoamericano por capitalización bursátil, seguido por el brasileño Itaú. En abril de 2002, el Gobierno mexicano autorizó al BBVA la adquisición de hasta el 65% de su filial Bancomer, mediante la licitación del 12,07% de las acciones de este último que aún poseía el Gobierno mexicano. Se trata de una operación clara y transparente, como han recalcado sus dos órganos supervisores: la Comisión Nacional Bancaria y de Valores de México y el Banco de España.

La situación de las dos grandes instituciones españolas tras estas importantes adquisiciones es dispar. El BBVA comenzó su asociación con Bancomer de manera agresiva, proponiendo duplicar las utilidades en los próximos tres años con un intenso programa de racionalización de activos y de expansión en el área de pensiones y comercio electrónico. Además, se ha planteado una fuerte estrategia de expansión al mercado hispano de Estados Unidos, negocio del cual espera obtener el 15% de sus utilidades totales. BBVA Bancomer, se sitúa como el grupo financiero líder en México, ocupando el primer puesto del ránking en todos los segmentos de negocio, con participaciones de mercado cercanas al 30%, más de 9 millones de clientes y una red comercial de 2.346 oficinas. Como datos complementarios, hay que decir que el margen financiero se incrementó más de un 12%, los ingresos totales lo hicieron en porcentaje superior al 30% y el beneficio neto obtenido en México (con la aportación de Bancomer sólo desde su incorporación a los estados consolidados del grupo) asciende a 117.5 millones de dólares.

Por lo que respecta al SCH, está realizando un intenso trabajo de recuperación de imagen de Serfin, institución que resultó muy desprestigiada tras la crisis. Además, se ha marcado una estrategia de expansión de sucursales, personal y productos. SCH se sitúa en el tercer grupo financiero mexicano, aunque a cierta distancia de los dos grandes líderes del sector, Banamex-Citibank y BBVA Bancomer. SCH presenta cuotas del 13% en depósitos, 10% en fondos de inversión, 8,8% en fondos de pensiones y 9,9% en créditos.

Recientemente, y para reforzar su presencia en el mercado mexicano, SCH compró a BCP la participación del 13,3% que dicho banco portugués tenía en el capital del banco mexicano Bital; la operación, que representa un capital del 8,276%, permite a SCH controlar el 30% de los derechos de voto de Bital. Si bien esta compra no supone más peso en la gestión, ya que para ello el banco español tendría que negociar un aumento de su participación con el grupo Prime. Esta adquisición supone para Santander un empujón definitivo a la hora de acercarse a BBVA Bancomer y Banamex-Citibank. Bital resulta muy complementario con Serfin y Santander Mexicano, ya que tiene una red de sucursales muy extendidas por todo el país.

El aumento en la participación del Santander Central Hispano en el banco mexicano Bital hasta el 30% está lejos de ser un movimiento peligroso para el BBVA Bancomer como líder bancario del país. Por el contrario, precisamente la compra del 15% que ha realizado el SCH por 85 millones de dólares tiene una consideración positiva, ya que supone la «consolidación de Bital» pues «realmente hacía falta capitalizarlo», y esto es bueno para México y bueno para el sistema bancario.

En el año 2000, el Grupo Santander Mexicano (sin Serfin) ha enfocado su gestión hacia el desarrollo y fidelización de su base de clientela y la diversificación de sus negocios. El margen de explotación se ha incrementado en un 20,7% en relación a 1999 y su beneficio neto atribuido se ha situado en 134 millones de dólares, con un aumento del 164%. Este crecimiento ha estado favorecido por el incremento de la participación del Grupo desde un 83,9% a un 98,6% a lo largo de 2000. Por su parte, Serfin ha obtenido un beneficio neto atribuido de 100 millones de dólares que ha consolidado en el SCH. En el 2001 Santander obtuvo en México un beneficio de 583,4 millones de euros, de los que 360,7 correspondieron a Serfin y 222,7 a Santander Mexicano. El grupo ha especializado sus filiales: Serfin se dedica sobre todo a banca minorista y Santander Mexicano a banca universal, aunque se han integrado áreas como banca corporativa, tesorería, renta variable, gestión de fondos y seguros.

En la siguiente Tabla XXIII aparecen recogidos los cinco líderes de la banca mexicana, con datos actualizados a diciembre de 2001.

TABLA XXIII.LOS LÍDERES DE LA BANCA MEXICANA 2001
 ActivosCréditosDepósitosSucursalesEmpleados
Banamex-Citibank25,9824,4925,381.56029.000
BBVA Bancomer25,5427,5125,731.80327.934
Serfin-Santander14,3614,1214,8292511.078
Bital7,56,637,761.35914.917
Banorte6,008,566,214628,497
Scotiabank4,895,225,143616.317
Fuente: CNBV.

En este contexto, las instituciones nacionales, medianas y pequeñas, que no establezcan alianzas entre ellas o con bancos trasnacionales seguramente tenderán a ser absorbidas y habría que ver, además, el papel que desempeñan algunas entidades extranjeras, en particular, los bancos estadounidenses, cuya presencia, con excepción de la reciente incorporación del histórico Citibank, es aún reducida, teniendo en cuenta su proximidad geográfica y los estrechos vínculos entre las dos economías generados por el Tratado de Libre Comercio (TLC).

Una consideración importarte para el sistema bancario es que, a corto plazo, la aportación de capital vinculada a la IED ha traído importantes beneficios. En el caso de Bancomer, el montante derivado de la fusión con BBVA permitirá a la entidad cumplir con las normas de suficiencia de capital. Más complicado en el corto plazo, sin embargo, se observa el panorama del crédito en el país. Si bien, la mayor competencia ha dado argumentos para que se liberalice y reactive levemente el crédito de consumo. El crédito a los sectores productivos ha seguido estancado, y las tasas de interés siguen siendo muy altas, situación que tras los atentados del 11 de septiembre, por la incertidumbre internacional, pero muy especialmente por el enfriamiento de la economía americana, no ayuda a mejorar esta situación42.

Por último, habría que señalar que las autoridades invirtieron casi 100.000 millones de dólares para sanear el sector bancario durante la segunda mitad de los noventa (la mayor crisis bancaria latinoamericana del siglo XX), logrando el equilibrio financiero. Realizadas las privatizaciones, el sector se «enfrenta al mercado» para demostrar que es capaz de servir a las necesidades de financiamiento de los sectores productivos del país, expandiendo los volúmenes de crédito, y reduciendo las tasas de interés a niveles más cercanos al coste de captación de los mismos. Si esto no sucediese, habrá una legítima preocupación respecto a los beneficios para el país de la reciente inversión extranjera en la banca.


41 Posteriormente con la llegada de Citibank pasó al segundo puesto como grupo financiero. Véase Punto II, Apartado 7. Citibank en México. Retorno de un líder.
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42 En principio según diversos estudios, la recuperación de la economía americana, tras los ataques terroristas del 11-S será rápida. Las previsiones más realistas de crecimiento del PIB para el 2002 hablan de valores en torno al 1%-1,2%.
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