La banca española en Brasil

ECONOMÍA DE BRASIL
Durante el siglo XX, Brasil ha pasado de ser un país eminentemente agrícola, muy dependiente de sus exportaciones de café, a tener una industria extensa y diversificada. No obstante iniciado el siglo XXI, el sector primario en Brasil sigue teniendo una importancia fundamental, gracias a que mantiene una importante riqueza de recursos naturales, lo que le otorga una ventaja comparativa frente a otras economías.

El proceso de industrialización en Brasil se inicia hacia 1930, mediante una política basada en la sustitución de importaciones y en la intervención del Estado. Esta política tuvo como consecuencia un rápido crecimiento de la economía pero, en el lado negativo, una desigual concentración espacial de recursos y población.

Tras una etapa de crecimiento acelerado, Brasil sufre dos crisis importantes, en 1973 y en el trienio 1981-1983. En 1994, y después de varios intentos, se pone en marcha, impulsado por el entonces Ministro de Hacienda, Fernando Henrique Cardoso, el Plan Real. Se trataba de una estrategia basada en políticas de contención, importantes rebajas arancelarias, y la creación de una nueva moneda, el Real, que inicialmente cotizaba a la par con el dólar bajo un régimen de tipo de cambio fijo. El Plan Real, si bien permitió la disminución de las tasas de inflación (de un 2.500% en 1993 a un 2,48% en 1998), no tuvo efectos significativos sobre el crecimiento. Es más, el problema del desempleo siguió latente, y en cuanto a la reducción de la pobreza y de las desigualdades sociales, hubo diferentes opiniones.

En el año 2000, la economía brasileña experimentó un crecimiento significativo, recuperación motivada fundamentalmente por el dinamismo de las exportaciones y el fuerte crecimiento en la oferta de crédito. Igualmente, la demanda interna se aceleró, gracias al empuje de la inversión y el consumo privado. Ello permitió alcanzar unas tasas de crecimiento superiores al 4%.

La UE fue en el 2000 el primer socio comercial de Brasil, representando el 25% de las ventas de este país, por delante de los países del Mercosur, con un 14%, y de Estados Unidos en particular. Ello se debió, de manera esencial, a la ganancia de competitividad derivada de la devaluación del año anterior (1999).

En cuanto a la política fiscal desarrollada durante el 2000, se consiguió reducir el déficit público de un 10% del PIB, registrado en 1999, a un 4,6% en el 2000. Las dos explicaciones básicas de esta reducción fueron el aumento del superávit primario (hasta un 3,6% del PIB), y los menores pagos de intereses, gracias a la disminución de tipos, del 19% a principios del 2000 hasta un 15,75% a finales.

Respecto al año 2001, se produjeron una sucesión de choques negativos, tanto en la oferta como en la demanda agregada, que frustraron las expectativas favorables de la economía producidas durante el año anterior. Estos choques redujeron el ritmo de crecimiento, ampliaron el desequilibrio de las cuentas públicas, contrajeron los flujos de capitales externos y aumentaron la volatilidad en el mercado de cambio.

La tasa de variación del PIB fue de apenas un 1,7%, frente al casi 4,5% alcanzado en el 2000. La inflación se aceleró, superando la meta del 6% fijada por el Banco Central. El déficit público se incrementó de un 4,5% a un 8% en el 2001. El financiamiento externo se contrajo, con una caída del 34% en el ingreso neto de capitales autónomos, y la dinámica de la inversión extranjera directa en el país se redujo igualmente.

Los acontecimientos del 11-S y el deterioro en el cuadro argentino recudrecieron aún más las variables económicas brasileñas durante el 2001. El tipo de cambio, tras los atentados terroristas, sufrió un incremento adicional de un 10%, ascendiendo el aumento acumulado durante el año al 44%. El Banco Central, con el objetivo de frenar las alzas en los tipos de interés, vendió casi 10 miles de millones de dólares en títulos indizados a la variación cambiaria, lo cual suscitó un severo impacto sobre la situación fiscal. Sin embargo, ello no impidió el incremento en los tipos nominales, lo cual explica el aumento en el déficit nominal. Al crecimiento de los intereses afectó también la devaluación acontecida durante el 2001, dado que una parte muy importante de la deuda pública estaba denominada en moneda extranjera. En consecuencia de todo ello, el déficit de la deuda pública neta respecto al PIB llegó a alcanzar el 54,8%.

Dentro de este complejo cuadro macroeconómico, la evolución de la actividad, analizada a nivel sectorial, fue muy diversa. El dinamismo agropecuario (5,5% de crecimiento medido durante el 2001), contrasta con el estancamiento de la industria manufacturera, quedando los servicios en una posición intermedia (2,8%). Dentro de las manufacturas, la producción de bienes de capital aumentó casi en un 13%, mientras que las restantes producciones se debatían entre el estancamiento o incluso retrocedían (-1,8% en bienes de consumo duraderos).

Observando la evolución económica del 2001, cabe destacar el estallido a finales de abril de una grave crisis energética, motivada por una fuerte sequía. Ello afectó profundamente al país, dado que más de un 90% de su oferta es de origen hidroeléctrico. La referida crisis exigió la implantación, por el Gobierno de Cardoso, de un plan de racionamiento de energía de hasta un 20%. Las consecuencias fueron especialmente graves para las industrias intensivas en el uso de la electricidad, y más aún aquellas situadas en las regiones sudeste y noreste del país, donde la insuficiencia en los niveles de lluvia fue mayor.

En materia de transacciones económicas, el 2001 fue un año de problemas en el acceso al financiamiento externo, dentro de un marco internacional deteriorado. Las restricciones de acceso al crédito fueron acompañadas de una reducción en las inversiones extranjeras directas, las cuales sufrieron un importante retroceso durante gran parte del año. No obstante, Brasil fue durante el 2001 el tercer país en desarrollo en recepción de IED, sólo superado por China y México. En línea con la tendencia iniciada a comienzos de la década de los noventa, el sector servicios continuó siendo el principal receptor.

El año 2002 significa para Brasil regresar a la senda del crecimiento, presentado un desempeño económico que le acerca a los valores observados durante el 2000. La estabilidad de sus políticas monetaria y fiscal ha llevado a un espectacular incremento de los impuestos recaudados (un 20% más que en el 2001), y a una destacada divergencia de su spread (o riesgo-país) con relación a Argentina. Ello evidencia que los temores a un contagio de la crisis en el país austral durante el 2001 no se hicieron realidad, pese a la fuerte caída que se produjo de las exportaciones brasileñas a Argentina durante el 2001 (1.000 millones de dólares menos que en el 2000). En definitiva, la percepción de solvencia del gobierno brasileño para pagar su deuda del 2002, ha frenado los efectos del contagio por la quiebra de la convertibilidad de su país vecino Argentina.

Como aspecto negativo durante el 2002, sigue presentando unos valores de riesgo-país demasiado elevados. La evolución de esta variable es crucial para el buen desempeño macroeconómico de cualquier país, dado que refleja el coste de endeudamiento del Gobierno, situación ésta que puede provocar fenómenos imprevistos. A pesar de todas estas incertidumbres, el déficit en cuenta corriente se situaba en 27.000 millones de dólares y presenta una paulatina disminución durante el 2002, lo cual es positivo, pues rebaja las necesidades de financiación, y al mismo tiempo contribuye a la estabilización del tipo de cambio. También incide favorablemente, el superávit comercial, que se espera sea de 9.500 millones de dólares, y que para las condiciones de inestabilidad es alentador, siendo la proyección para el 2003 de 15.000 millones.

Sin embargo es preciso destacar que la evolución del Real ha sido negativa, devaluándose en lo que va de año (octubre 2002) un 40%, llegando a cambiarse cuatro reales por dólar.

Todas esta variables, más las altas incertidumbres directamente derivadas de las elecciones generales de octubre, producen efectos negativos que los mercados financieros penalizan haciendo subir hasta cotas no conocidas el riesgo país.

No obstante, y pese a tratarse de un año electoral, la calificadora de riesgos Moody´s ha elevado la perspectiva de la deuda pública brasileña de estable a positiva (junio 2002). Ello demuestra que, con independencia del candidato que triunfe, existen sólidas perspectivas de que no se entorpecerá el proceso de reformas estructurales que el gobierno viene llevando a cabo39.

LA BANCA ESPAÑOLA EN BRASIL
Brasil culminó el año 2000 con una operación de dimensiones no conocidas en su sistema financiero. En la subasta celebrada en noviembre de 2000, SCH adquirió el 33% del capital social del Banco do Estado de Sao Paulo (Banespa) pagando en efectivo de 3.990 millones de dólares, obteniendo así el 60% de las acciones con derecho a voto. El proceso que terminó con esta subasta comenzó en mayo de 2000, con el anuncio de la privatización y sufrió reiterados retrasos debido a problemas de transparencia detectados por las autoridades regulatorias y a acciones judiciales de los sindicatos.

SCH ganó la licitación con una oferta muy agresiva, que triplicó la segunda opción y superaba en cinco veces el valor contable de las acciones. Para la materialización de la operación, el banco español contó con el apoyo financiero de su socio estratégico, Royal Bank of Scotland, que suscribió acciones del SCH por valor de 400 millones de dólares. Esta adquisición, inicio de una estrategia más sólida de penetración en el mercado brasileño por parte del SCH, se complementó en diciembre de 2000 con una oferta pública de compra sobre la totalidad del capital de Banespa en manos de accionistas minoritarios.

La operación tuvo algunas características novedosas respecto a operaciones anteriores del banco en la región. Por una parte, la participación en la privatización de Banespa, constituye la única adjudicación de una entidad financiera local realizada a través de este mecanismo por parte del SCH, que tradicionalmente había penetrado en la región a través de fusiones y adquisiciones privadas, continuando la estrategia que había mantenido anteriormente el Banco Santander. Esta operación, ratifica el interés por los mercados más grandes de la región. El principal interés, en el caso de Brasil, está en su gran tamaño (casi cuatro veces el mercado español), que supone un 40% del negocio bancario de América Latina y tiene un alto potencial de crecimiento; en el año 2000, sólo el 50% de la población mayor de 18 años tenía cuenta corriente (frente al 95% existente en España) y existían 19.400 habitantes por sucursal, por los 1.100 de España.

Además, el sistema financiero brasileño posee características interesantes dado el gran tamaño de sus instituciones, sus extensas redes de distribución, sus operaciones relativamente diversificadas dentro del negocio de la banca privada, una alta rentabilidad y elevadas tasas de capitalización. Así, el fortalecimiento del SCH en Brasil (que tan sólo mantenía presencia a través del Banco Santander de Brasil desde 1997) forma parte de su estrategia de crear valor para los accionistas manteniendo en todos sus bancos niveles elevados de fortaleza patrimonial y liquidez. Esta compra le ha convertido en la tercera entidad financiera privada del país, con 30.000 millones de dólares en activos, 6.700 millones de dólares en depósitos, 3.125 en inversión crediticia y 3.820 en fondos administrados, a la vez que le permite consolidar su destacada posición regional.

La fuerte expansión del grupo Santander le ha generado unos fondos de comercio (diferencia entre el precio que ha pagado y el valor patrimonial de la empresa que compra) por importe de 9.869 millones de euros (1,64 billones de pesetas), de los que 2.360 millones corresponden a la compra del banco brasileño Banespa. La legislación española obliga a amortizar con cargo a la cuenta de resultados estos fondos. Se da la circunstancia de que en EE.UU., desde enero del 2002, las empresas no deben amortizar fondos de comercio generados en compras mientras no haya pérdida real40.

La positiva evolución de Banco Santander Brasil, junto a la incorporación de los resultados de Meridional y los de Banespa (2000), determinan que la cuenta de resultados del país ofrezca incrementos del 45,4% en el margen de explotación y del 239,8% en el beneficio neto atribuido, que se sitúa en 240 millones de dólares. Los objetivos a medio plazo de la entidad en Banespa serán obtener un beneficio neto de 800 millones de dólares en 2003, el crecimiento de los depósitos a través de una gestión activa de productos tradicionales y otros nuevos, junto con una mejora de la eficiencia.

Respecto al BBVA Brasil (antiguo Excel Económico), ha duplicado sobradamente en tan solo seis meses su cuota en el mercado de los depósitos bancarios del gigante latinoamericano. La filial brasileña del BBVA pasó de un 0.7% del total de los depósitos al cierre de 2000, al 1.8% a finales del primer semestre del año 2001. La evolución del BBVA Brasil en sus tres años de vida está resultando bastante espectacular. Así por ejemplo, la base de clientes ha crecido en este período un 53%. De septiembre de 2000 al mismo del 2001, el crédito a particulares ha aumentado casi un 78%, los depósitos un 49% y las comisiones un 22%. El único e importante desencuentro del BBVA Brasil ha sido el descenso de la rentabilidad: en 1999 fue del 28.5%, el 9.3% un año más tarde y hasta junio 2001 descendió hasta el 3.7% anual.

La posición del grupo en Brasil es la menos «brillante» del continente ya que, al cierre del 2000, ocupaba el duodécimo puesto del ranking tanto por créditos como por depósitos.

Por otra parte, cabe destacar la notable recuperación de la actividad crediticia, logrando un crecimiento del 143% en este ámbito, la evolución de los recursos gestionados, cuyo crecimiento ha sido superior al 40% en el año y el mayor número de oficinas totales elevado a 410, tras la apertura de 200 nuevas sucursales.

Además, el intenso crecimiento del negocio de BBVA Brasil se ha traducido en un aumento del margen financiero del 34%; sin embargo, el beneficio neto de 27 millones de dólares, ha descendido respecto al ejercicio anterior a causa de los elevados ingresos obtenidos en 1999 por el proceso de devaluación del real.


39 Para más detalle véase: Ramón Casilda Béjar, Brasil y la Nueva Arquitectura Financiera Internacional. Revista Económica Exterior, nº 22, Madrid, octubre 2002.
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40 Si pagan 1.000 por una empresa, y el valor patrimonial de la misma es 500, no tienen que provisionar 500 más con cargo a resultados, mientras la situación real de la compañía no se deteriore de manera que sus activos valgan menos de los 1.000 pagados.
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