Razones de la elección de América Latina como principal destino inversor español

Las razones de por qué América Latina como centro casi exclusivo de los flujos de capital español, son muy variadas, y unas y otras están frecuentemente ligadas. En su conjunto, lograron que, durante la década de los noventa (especialmente en su segunda mitad), los países emergentes de América latina se configurasen como un excelente destino para los capitales españoles, ayudado por un clima económico internacional favorable, y sin olvidar la ventaja competitiva derivada de una comunidad cultural compartida.

Uno de los grandes determinantes de la opción estratégica latinoamericana, y que no ha perdido fuerza en ninguno de estos años, es su calificativo como región emergente. El potencial de fuerte desarrollo poblacional es una solución al embudo demográfico que sufre nuestro país13. Al enorme crecimiento poblacional previsto en América Latina hay que añadir el también aumento de los stocks de capital y de productividad totales, cuyos índices, actualmente en niveles muy bajos, permiten grandes mejoras. La posibilidad de concluir exitosamente reformas estructurales futuras, es, indudablemente, un incentivo inversor muy destacado, así como las posibilidades generales de crecimiento14, pese a la desigualdad, también creciente, del mismo.

Existen otros factores que han perdido fuerza como motivos de atracción de capitales, pero que en su momento contribuyeron a la salida de flujos españoles hacia la región. Entre estos determinantes coyunturales cabe resaltar, por encima de todos, el cambio de políticas en las economías domésticas durante los años noventa. Ejemplo paradigmático de estos cambios fue Argentina, que merece ser analizado con minuciosidad (Parte I, Punto VI), dado que fue una de las principales afluencias de capital extranjero durante los noventa.

Argentina fue el país en ir más lejos a la hora de aplicar políticas habituales en el resto de países latinoamericanos durante esos años15, y especialmente en la reducción del papel del Estado en el ámbito productivo y de provisión de servicios. Junto a la privatización de empresas, principalmente las del sector servicios, y dentro de un marco de políticas de liberalización comercial y financiera, se llevó a cabo la desregulación de mercados estratégicos y la implantación de planes de incentivos para la localización nacional. Ello favoreció la llegada de capitales extranjeros, especialmente españoles, que aprovecharon la compra de empresas a precios bajos, con rentabilidades crecientes e importantes márgenes para el desarrollo de su tamaño empresarial, lo cual favoreció la constitución de posiciones muy fuertes para nuestras empresas en muy poco tiempo, y con ello la posibilidad de una fácil defensa ante ofertas públicas de adquisición hostiles.

En síntesis, algunas economías latinoamericanas, y especialmente la argentina, se convirtieron, de una forma veloz, en las más transnacionalizadas del mundo, gracias a medidas de corte liberalizador, y dentro de condicionantes políticos y económicos estables. Las empresas españolas fueron agentes más dinámicos no sólo a la hora de su volumen de inversión, sino también para la reestructuración de las economías domésticas, dada su necesidad de apoyo mutuo.

A la política de privatizaciones le siguió, desde aproximadamente 1995, el auge de las fusiones y adquisiciones de empresas. Una vez que las empresas estatales habían pasado a manos privadas, las compañías españolas se decantaron principalmente por la compra de empresas para materializar sus inversiones en el exterior16. En una u otra fase, se observa que las empresas españolas optan mayoritariamente por explotar sus negocios conservando la propiedad de los mismos.

Como tercer motivo impulsor, y el primero si atendemos a un orden cronológico de la inversión, nos encontramos con razones cuyo origen está en las propias empresas que inician su apertura comercial. Pese a que se trataba de un hecho sin precedentes, y por lo tanto de difícil estimación, es evidente que la internacionalización de nuestras empresas no hubiera sido posible si éstas no contaran con activos, tanto tangibles como intangibles, capaces de ser explotados de forma notable fuera de los mercados nacionales.

Y en esa capacidad de salida al exterior hay que señalar razones macroeconómicas locales, y como hemos señalado, especialmente la propia liberalización de nuestra economía, la cual facilitó la posibilidad de una presencia internacional. Muchas veces se olvida el importante papel de los logros macroeconómicos de los años noventa; los procesos de liberalización de numerosos sectores productivos en los países latinoamericanos no bastaban para atraer la inversión, sino que era necesario además contar con sólidas empresas multinacionales, muchas de las cuales habían operado durante largos años en España al abrigo de las competencia extranjera, y por lo tanto buenas conocedoras del knowhow ante situaciones de apertura en sectores como telecomunicaciones y energía.

Otro determinante, también de origen local, lo encontramos en el alto grado de maduración de sectores españoles tales como el financiero17 o el de las telecomunicaciones. Este factor coyuntural, en el sentido de que, al comienzo de la fase inversora, ésta perseguía en los mercados exteriores un recurso de carácter complementario, cuando las ventas no se comportaban adecuadamente en el mercado nacional. Sin embargo, y desde finales de los noventa, la razón determinante está en la necesidad de un gran tamaño empresarial como garantía de la supervivencia en mercados cada vez más competitivos. El mercado exterior no es una válvula de escape, sino una estructura necesaria para la vigencia empresarial dentro y fuera de las fronteras.

En quinto lugar, y como en toda inversión internacional, la posibilidad de construir estructuras empresariales diversificadas geográficamente suponen un fuerte atractivo para la salida al exterior de los capitales. Pero en el caso latinoamericano esta capacidad de atracción es aún mayor, gracias a que a la diversificación geográfica se añade la diversificación cíclica18. Desde 1985, y durante toda la década de los noventa, los ciclos económicos de América Latina y España han estado negativamente correlacionados.

Finalmente, y no menos importante, son todos los elementos que hacen de América Latina una comunidad cultural próxima, y muchas veces compartida, con la española. La existencia de lazos culturales y lingüísticos comunes facilita una enorme ventaja competitiva, ya que permite la transferencia de conocimientos y la implantación de plataformas tecnológicas comunes de manera rápida y eficiente.


13 Mientras que en España el crecimiento poblacional estimado hasta el año 2050 es de 800.000 personas, para la población latinoamericana se calcula un aumento, hasta ese mismo año, de 200.000.000 de personas.
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14 La estimación de crecimiento del PIB real (en %) en el año 2003 para la zona de la Unión Europea es de sólo el 1,7%, mientras que para los siete países más destacados de América Latina (México, Chile, Perú, Argentina, Brasil, Colombia y Venezuela) es de 2,5%. (Fuente: Servicio de Estudios BBVA).
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15 Carlos S. Menem, Presidente del Gobierno Argentino (1989-1999) permitió el libre acceso del capital extranjero a la totalidad de las actividades económicas, incluidos los servicios públicos y las actividades extractivas.
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16 Según la Secretaría de Estado de Comercio del Ministerio de Economía Español, el capital invertido desde mediados hasta finales de la década se concentró en la compra de empresas; pero a finales de la década, muy especialmente desde 1999, nuestras empresas buscan como objetivo el fortalecimiento de sus posiciones en el extranjero, optando para ello por las ampliaciones de capital en la filiales exteriores. Así, en el año 2000 se observa un cambio de tendencia, y el capital invertido en ampliaciones de la cifra de capital, un 56% del total, supera por primera vez al montante inversor destinado a la compra de empresas.
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17 Actualmente, el grado de bancarización español se encuentra entre el 95% y 98%, mientras que en América Latina se sitúa entre el 30 y 35%, lo que da idea de su gran margen de crecimiento económico potencial. El coste aproximado de un punto porcentual de cuota de mercado bancario en el año 2000 fue de 2.550 millones de euros, frente a 825 de Brasil o 450 de México (Fuente: Servicio de Estudios BBVA).
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18 Ante situaciones de crisis en América Latina, los inversores de estos países buscan como activos refugio los títulos de Deuda Pública norteamericana, y es de sobra conocido el efecto de empuje o retroceso que, sobre las economías de la Unión Europea, tiene la estounidense.
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