CONVERGENCIA E INTEGRACIÓN ECONÓMICA

Si bien la noción de convergencia incluye una serie de análisis que pueden afectar el camino del crecimiento en los distintos países (regiones) la cuestión de fondo que nos ocupa en este capítulo tiene que ver con la influencia que tiene la integración económica sobre la noción de convergencia.

En términos generales, la teoría de la integración económica considera la formación de un gran mercado común como un proceso que va unido de manera indisoluble con el crecimiento económico. Si este proceso tiende a profundizarse a través de la integración monetaria y política, su vinculación con el crecimiento económico se relaciona directamente con la idea de convergencia económica entre los países y las regiones.

Sin embargo, el proceso de integración implica algunos problemas: en primer lugar, debe considerarse el impacto diferencial de los procesos de integración sobre los sectores económicos y sobre las distintas regiones. En segundo lugar, la integración necesita de un esfuerzo considerable de armonización de las instituciones y de las políticas. Problemas que posiblemente pueden posponer uno de los objetivos esenciales del proceso de integración: aumentar el nivel de vida de los ciudadanos miembros del bloque y mejorar, a través de los procesos de cohesión social, las disparidades existentes en los niveles de vida de la población.

Es esto último lo que creemos que aún falta por preguntarse en el proceso de constitución del ALCA es: ¿el ALCA va a generar un proceso de convergencia económica entre los países?, ¿existe un mecanismo de compensación para aquellas regiones que se vean perjudicadas por el proceso de integración? Al fin y al cabo la constitución de un área de libre comercio sólo tiene sentido en la medida que apoye los procesos de convergencia, y por tanto de mejora en el bienestar social.

Un buen ejemplo para entender la relación entre convergencia e integración es el caso de la Unión Europea (UE). En este sentido, es necesario preguntarse (y lo mismo debería incorporarse a la discusión del ALCA): ¿la integración económica permite, a través de sus mecanismos internos, que los países más atrasados alcancen a los países más adelantados, y que la dispersión de la renta per cápita en el bloque tienda a reducirse con el paso del tiempo? (en definitiva, si se cumple la convergencia sigma y beta).

Analizando la experiencia de crecimiento (medida a través de la renta per cápita con precios y tipos de cambio constantes) de 12 países que conformaban la Comunidad Europea (CE) durante el período 19501990, Walz (1999)96, utilizando los datos de Summers y Heston, establece que existe un claro período de b convergencia entre los países, pero la regresión muestra que a partir de 1970 esta convergencia es cada vez menos significativa. La misma muestra ampliada para todos los países de la OCDE arroja resultados similares, con la cual no existe estabilidad del coeficiente de convergencia.

El estudio intenta estimar el impacto de la integración sobre la velocidad de convergencia introduciendo una variable dummy (pertenecer o no a la CE). Los resultados, como se puede observar en la tabla 1, rechazan la hipótesis de que la integración fomenta la convergencia, pues a medida que el proceso avanza el valor de b disminuye. Estos resultados tienen implicaciones muy importantes para la política de integración, ya que si las diferencias de ingresos entre los países miembros crecen será mayor el esfuerzo de transferencias a realizar a medida que se profundice en el proceso de integración. Por otra parte, la ampliación de la CE a los países más pobres debería analizarse con cierta precaución, por lo menos desde el punto de vista de la convergencia económica.

Otra perspectiva que se debe incluir, es el impacto de la integración económica sobre las distintas regiones. En el caso de la Unión Europea las disparidades regionales son un tema de constante debate. De las estimaciones que se puedan obtener sobre los procesos de convergencia (absoluta o condicional) o divergencia regional depende una parte muy importante de la política comunitaria.

TABLA XIII. CONVERGENCIA ENTRE 12 PAÍSES DE LA CE, 1950-1990
PeríodoßR2Probabilidad
(F-Standard.)
1950-19901,65 (3,69)0.70.0004
1950-19752,55 (4,49)0.780.00009
1960-19901,50 (4,47)0.740.0002
1970-19900,77 (1,59)0.150.11
1975-1990-0,03 0.001 (-0,07)0.95 
Todos los países
1950-19701,47 (7,56)0.63 
1950-19702,06 (5,42)0.65 
1970-19900,71 (1,66)0.10 
1980-1990-0,38 (-0,57)0.001 
Todos los países (Dummy)
1950-19702,18 (4,45)0.65 
1970-19801,78 (2,80)0.32 
1975-1990-0,22 (-0,55)0.01 
Fuente: Walz, U. (1999)

Varios trabajos han probado la existencia de un proceso de convergencia (catch-up) en las regiones europeas durante el período 50-70, aunque existen serios problemas estadísticos aún por resolver y muchos resultados tienen que ver con el tipo de datos utilizados, con la selección de la muestra97.

Walz intenta medir la disparidad regional considerando el período 1980-1995 y teniendo en cuenta los datos estadísticos de la UE y la división de las regiones en dos submuestras: N1 y N2 (incluyen 71 y183 regiones respectivamente). El proceso fue el siguiente: en primer lugar se estimó la ecuación de convergencia para las dos submuestras, en segundo lugar se introdujeron dummies de países y otras variables estructurales, en tercer lugar se dividieron las respectivas muestras en regiones del norte y del sur de Europa y se repitió el procedimiento de estimación. Los resultados fueron los siguientes: a) Los coeficientes de convergencia eran pocos significativos y sólo para N2 se obtenía un valor de b igual al 1%. B) Al agregar las dummies de países (se intentaba incluir las diferencias en los niveles de ingreso en el estado estacionario de cada país), los resultados eran menos satisfactorios desde el punto de vista de la convergencia. C) En el tercer paso se introdujeron más variables explicativas que intentaban recoger las diferencias en las estructuras industriales, pero otra vez los resultados eran muy similares.

Nuevamente, estos resultados ponían en tela de juicio que los procesos de integración ayudan a disminuir las disparidades regionales: justamente en el período de mayor profundidad de la integración los coeficientes de convergencias son muy poco alentadores, ya que ni siquiera se cumple con la regla del 2% propuesta por Sala i Martín. Por último, se volvió a realizar el ejercicio dividiendo la submuestras en lo que eran las regiones del Norte y del Sur. Con estos cambios los resultados fueron muy diferentes: a) el valor del coeficiente b depende del nivel de desagregación regional. B) El proceso de convergencia es mucho mayor en las regiones del Sur que en las del Norte y esto es más evidente en la N2 que en N1, pero en el mejor de los casos el coeficiente no supera el 1%.

De esta forma, dejar de lado los efectos que el crecimiento económico produce sobre las regiones y los países, puede ser una buena explicación de porqué el impacto de las políticas de integración regional sobre el bienestar ha sido escaso. Quizás el esfuerzo por entender en qué se diferencian las regiones, y cuán lejos están de su estado estacionario, resulta urgente para definir hasta qué punto la hipótesis de Krugman respecto a que la integración profundiza las diferencias en la especialización regional se cumple.

Cuando trasladamos el análisis a la zona de influencia del ALCA no queda más remedio que fijarse en el comportamiento de los países de América Latina y EEUU y en este sentido, nos encontramos con los siguientes resultados. En el Gráfico XII (Elías, 2001)98 se presenta la conducta de la convergencia tipo sigma (utilizando el coeficiente de variación a través de los países durante el período 60-94). La línea más alta incluye 7 países de América Latina (AL-7: Argentina, Brasil, Chiles, Colombia, México, Perú y Venezuela) y Estados Unidos (el cual es utilizado también como país de referencia). La línea de más abajo incluye solamente los AL-7. Puede verse que mientras esta última muestra algún grado de convergencia (o sea entre los países latinoamericanos), la primera registra divergencia (los AL-7 alejándose en promedio cada vez más de los Estados Unidos), lo cual podría indicar que los procesos de integración (sub-regional) en marcha ayudan a la convergencia intra-re-gional, mientras que a la hora de analizar la vinculación con EEUU la cuestión es más dudosa ya que las diferencias se incrementan.

GRÁFICO XII. CONVERGENCIA EN EL PRODUCTO PER CÁPITA (COEFICIENTE DE VARIACIÓN). AL-7 Y AL-7 Y ESTADOS UNIDOS

De todas formas, el estudio de Elías profundiza en el análisis de las variables e identifica ciertas diferencias a la hora de desagregar la conducta del insumo total, que es el agregado de los insumos trabajo y capital, y de la productividad que es el relativo del producto con respecto al insumo total. En los países AL-7 puede notarse una fuerte convergencia en el insumo total y divergencia en la productividad (ocurriendo convergencia en el primer sub-período). Cuando se incluye Estados Unidos el insumo total muestra una muy pequeña convergencia.

Como conclusión se puede decir que, analizando la realidad de América Latina, se produce un proceso de convergencia en el producto per cápita en el período 1960-75, pero no más adelante. Los AL-7 y Estados Unidos presentan divergencia en toda la serie; es decir, la convergencia se da entre los AL-7, habiendo divergencia de ellos con respecto a Estados Unidos. Por último, hay que matizar que la convergencia del producto per cápita entre los AL-7 se debe básicamente a la convergencia en el insumo total y no a la productividad, y dicha convergencia en insumo total se debió a la convergencia fuerte en el insumo trabajo que compensó la divergencia en el insumo capital.

Todo lo anterior tiene la intención de introducir en el marco del ALCA algunos aspectos del análisis económico que deben complementarse con los aspectos políticos-administrativos y de coyuntura. En definitiva, el proceso de negociación no sólo debe tener un éxito en cuanto a la constitución formal a la hora de establecer un área de libre comercio en América, sino ser capaz de demostrar que fomentará un proceso de convergencia real entre los países y las regiones, especialmente de los países de América Latina con EEUU y Canadá; de otra forma el proceso puede estar destinado al fracaso en términos de mejora del bienestar.

RECUADRO VII. MÁS ALLÁ DE LAS FRONTERAS: EL NUEVO REGIONALISMO EN AMÉRICA LATINA

Desde la independencia, la integración regional ha surgido repetidas veces de una forma u otra en las agendas de los países de América Latina y el Caribe. Las iniciativas han variado en sus objetivos: desde ambiciosas uniones políticas hasta simples acuerdos de libre comercio de bienes. Sin embargo, aunque los esfuerzos para «unirnos» con los vecinos parecen ser una característica definitoria de nuestra historia, la meta nos ha sido esquiva. Una y otra vez, las iniciativas regionales han fracasado a causa de factores tales como conflictos políticos y militares, la distribución desigual de los beneficios entre los socios, un diseño e implementación inadecuados, la inestabilidad y las crisis macroeconómicas, o los obstáculos de la naturaleza.

Después del decepcionante desempeño de las primeras iniciativas de integración económica de posguerra, el casi colapso del comercio regional durante la crisis de los ochenta y el paso a una estrategia de desarrollo basada en la economía de mercado, la integración económica regional parecía haberse convertido en una reliquia del pasado. No obstante, para sorpresa de muchos, las propuestas de integración regional reaparecieron en los noventa, en formas nuevas y más robustas.

El regionalismo de los noventa surgió como un componente integral del proceso de reforma estructural en América Latina y el Caribe, como complemento y refuerzo de las políticas de modernización seguidas unilateralmente, o adoptadas como parte de la participación de la región en la liberalización multilateral a partir de la Ronda Uruguay. Las reformas estructurales han cambiado la cara de la política de desarrollo y las iniciativas regionales diseñadas para apoyarla. En realidad, la integración regional de los noventa se ha diferenciado de un modo tan drástico de la primera experiencia de posguerra, que algunos analistas han acuñado la expresión «nuevo regionalismo» para referirse a ella.

El nuevo regionalismo aparece como resultado de condiciones más favorables en diferentes frentes. La mayor apertura externa y el mayor énfasis en el mercado han generado nuevas oportunidades de comercio e inversión con el mundo y han brindado incentivos para adoptar nuevos enfoques regionales en las relaciones comerciales. La mejor gestión macroeconómica ha hecho que nuestras economías sean más resistentes. La democracia ha fomentado la participación social, pacificado las fronteras y aumentado la disposición a cooperar e integrarse con otros países, incluyendo las democracias industrializadas del norte que también, cada vez más, están buscando socios regionales en el sur. Mientras tanto, el lanzamiento en Doha de nuevas negociaciones de la OMC es una indicación de que las iniciativas regionales estarán acompañadas de reglas muntilaterales más firmes. En este nuevo escenario, la integración regional puede crear un ambiente que permita profundizar las reformas de liberalización, alentando la transformación productiva y fortaleciendo la cooperación, lo que puede generar de forma más rápida beneficios netos para todos.

Durante la década de los noventa, la integración regional ha progresado en varios frentes., El acceso de bienes en los mercados subregionales se ha liberalizado sustancialmente. La cooperación funcional en áreas como la infraestructura regional, la seguridad y la protección de la democracia no tiene precedentes históricos. Más aún, la integración regional y la cooperación económica con países industrializados del norte .algo políticamente inconcebible hace apenas 15 años. están ahora avanzando en múltiples frentes que abarcan los principales mercados regionales del mundo.

Sin embargo, quedan aún muchos desafíos. Las iniciativas paralelas para profundizar la integración en las subregiones, ampliar su alcance para incluir la integración con países industrializados y vincular esto con las sinergias potenciales de las negociaciones multilaterales en Ginebra plantean importantes cuestiones estratégicas para nuestros países y sus potenciales socios industrializados. Aquellos acuerdos subregionales que cuenten con el liderazgo político y la relevancia económica necesarios deberían redoblar los esfuerzos para avanzar en sus objetivos de mercado común; o en ausencia de estas condiciones considerar alternativas más limitadas pero también valiosas, como preservar y perfeccionar las áreas de libre comercio. Al mismo tiempo, la región debería explotar plenamente las nuevas oportunidades para apoyar la reforma estructural y el desarrollo, integrándose con las regiones industrializadas más importantes, así como con el mundo entero bajo el paraguas de la Agenda de Desarrollo de Doha. En la búsqueda de estas metas, los países tienen que tener en cuenta la creciente demanda de participación de la sociedad civil, y desarrollar mecanismos para asegurar que los frutos del regionalismo y de la globalización sean distribuidos de un modo más equitativo. Mientras tanto, los países industrializados tienen la responsabilidad de brindar acceso al mercado o sectores sumamente protegidos donde la región tiene una ventaja comparativa, facilitar acuerdos sostenibles apoyando el fortalecimiento de la capacidad institucional en áreas relacionadas con el comercio y otorgar especial atención a los problemas específicos de las economías pequeñas en la liberalización regional y multilateral.

Enrique V. Iglesias

Fuente: Progreso Económico y Social en América Latina. Informe 2002. BID.

96 Walz, U. Dynamics of regional Integration, 1999, Ed. Physica Verlag.
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97 Para un análisis detallado de los resultados véase: Cuadrado Roura, J. R. Convergencia regional en la Unión Europea, 1999. Trabajo presentado en el Seminario de Integración Económica y Convergencia. Buenos Aires, 1999.
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98 En Mancha, T y Sotelsek, D., Convergencia Económica e Integración: la experiencia económica en Europa y América Latina, 2001, Ed. Pirámide. Cap. 3.
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