Dargenis La Rosa Torres*
Universidad Politécnica Salesiana. Quito. Ecuador
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Resumen.
  En las últimas décadas se ha emprendido en América  Latina políticas en aras de fomentar las pequeñas y medianas empresas y mejorar la competitividad de los sistemas productivos de la  región, teniendo en cuenta la importancia de la creación de ventajas  competitivas que permitan elevar su competitividad en los mercados  internacionales, partiendo de que si bien las ventajas comparativas son  importantes en este proceso, ellas de por sí solas no bastan para el logro de  ese fin. Analizando el actual contexto de una economía mundial globalizada, y  como ésta no siempre se presenta ventajosamente para estas economías, así como  la necesidad de políticas gubernamentales que fomenten y propicien la  competitividad de las empresas y de la región como bloque económico.   
  Abstrat.
  In recent decades it has undertaken in Latin policies  America in order to promote small and medium enterprises and improve the  competitiveness of the productive systems of the region, taking into account  the importance of creating competitive advantages to increase their  competitiveness in international markets, assuming that although the  comparative advantages are important in this process, they in themselves are  not enough to achieve that end. Analyzing the current context of a globalized  world economy, and as this is not always the need for government policies that  encourage and foster the competitiveness of enterprises and the region as an  economic bloc is advantageously for these economies, as well.
Para citar este artículo puede utilizar el siguiente formato: 
Dargenis La Rosa Torres (2016): “El Paradigma Competitivo una mirada a Latinoamérica”, Revista Observatorio de la Economía Latinoamericana, Latinoamérica, (diciembre 2016). En línea: http://www.eumed.net/cursecon/ecolat/la/16/competitividad.html
Introducción.
   La acelerada evolución económica en la mayoría  de los países de América Latina que se inició en la década de los 80 de pasado  siglo ha dejado en evidencia que, ni la apertura de los mercados internos de  nuestros países, ni la desregulación económica, así como la liberalización y  privatización han alcanzado para garantizar la competitividad internacional de  nuestras empresas, que dé al traste con enaltecer la producción y la  competitividad en nuestra región, y un crecimiento y desarrollo económico  dominante. La brevedad posible 
   Es de vital importante tener en cuenta  las modalidades de esquemas institucionales y por lo tanto las maneras y  estilos de gestión pública que han adoptado los gobiernos de América Latina  para favorecer políticas que incidan en el desarrollo productivo y que respalden  una adecuada y creciente evolución de los sistemas locales y regionales de  empresas que generen un ambiente de mayor competitividad. 
   En este sentido y con distintas  intensidades, a partir de la última década del siglo pasado, se emprendió en los  diferentes países de América Latina un rumbo de corte territorial en cuanto a sus  políticas de desarrollo productivo y de protección y fomento a las pequeñas  empresas, y que fuera más relacionado con los objetivos de crear y mejorar las  capacidades competitivas de los sistemas productivos de la región. La  productividad que se fomenta y se introduce con un marcado aspecto regional  tiene por lo general varias ventajas, en primer lugar, de contar con una  orientación más cercana a la demanda de las empresas, lo cual se manifiesta en  una mayor cercanía a los “clientes”. En segundo lugar, puede ser dirigido hacia  sistemas locales de empresas, más que hacia empresas individuales, lo que crea  positivos beneficios de afluencia de empresas, permite además estimular los  procesos y técnicas de adiestramiento mediante interacción, y favorece, por lo  tanto, la innovación en las actividades económicas.
  Desarrollo.
   Autores como M. Porter y, P. Drucker) coinciden en que  tanto los países como las empresas que han logrado resultados exitosos en el  comercio mundial son los que han diseñado y puesto en ejecución estrategias  competitivas. Coinciden también en que el término competitividad supone un  escenario internacional de referencia.
   La competitividad la podemos relacionar a una capacidad  de liderazgo que permite atender segmentos cambiantes y cada vez más exigentes  del mercado mundial. Definitivamente un prerrequisito para llegar a ser  competitivo es tener ventajas comparativas, pero éstas dentro de los estudios  económicos contemporáneos se hallan en un término mucho más antiguo en  comparación con las competitivas y de ahí la importancia de dejar claro lo que  distingue a cada uno de estos términos.
   Para  precisar acerca de la “ ventaja comparativa” acudiremos a su autor el  economista británico David Ricardo quien argumentara que a un país le conviene  especializarse en la producción de aquellos productos en los que tenga menos  desventajas, y como en base a ello, tanto el comercio exterior como los precios  dentro del mercado internacional de un producto se establecen de acuerdo a los  costos de trabajo dentro de las fronteras de cada país, en esencia podemos decir  que un país posee ventajas comparativas cuando el costo de producir un  determinado bien, comparándolo con el costo de otros bienes que hayan sido  producidos en ese mismo país sean menores. 
   E.  Porter en su obra "Ventaja competitiva. Creación y sostenimiento de un desempeño  superior" hace una definición de "ventaja competitiva" como la  utilidad que una empresa es capaz de generar para sus clientes y esto en tal  sentido se puede traducir en precios de producción más bajos. Dicha utilidad se  define como la cantidad que los clientes están dispuestos a pagar por los  productos de una empresa, o sea el valor, siempre y cuando este  "valor" sea superior a los costes de producción, se dice que el  producto es competitivo.
Pero no todos los que poseen ventajas comparativas logran  alcanzar posiciones de liderazgo competitivo. Hasta la última década del siglo  pasado se diferenciaban las ventajas comparativas naturales (ejemplo, los  yacimientos de minerales con que cuentan los países de la región) de las  ventajas comparativas dinámicas (que implica desarrollar proyectos para que  esos metales puedan extraerse y poderlos llevar a los mercados de destino).  Pero, al hablar de ventajas competitivas es necesario añadir un elemento  adjunto: no basta tener los menores costos sino también de ser dominantes para  un determinado mercado en el mundo. 
   En  la economía moderna se van dando cada vez más pasos hacia dejar de competir  sobre la base de ventajas comparativas y competir sobre ventajas competitivas  que resulten de productos únicos, incrementando la competitividad pero en base  a especialización de la fuerza de trabajo y de procesos de producción que se  sustenten en las nuevas tecnologías en constante desarrollo y que aumenten la  eficiencia de dichos procesos. Las economías van dejando a un lado la  dependencia de mano de obra barata y de recursos naturales y se va comenzando a  potenciar la optimización de los recursos creando productos y generando  servicios de mayor calidad, con una alta calidad y competitividad dentro de los  mercados internacionales, no obstante como señalábamos anteriormente estos dos  términos no son independientes, sino por el contrario están unidos el uno con  el otro, pues las ventajas competitivas se edifican sobre las comparativas. De  ahí la importancia del aprovechamiento de las oportunidades que en este sentido   pueden brindar los gobiernos, el Ecuador  con productos como cacao, banano, petróleo entre otros afianzados en el cambio  de la matriz productiva que impulsará definitivamente la industria ecuatoriana  generando nuevas alternativas de mercado y rompiendo con ese viejo paradigma. 
   Definitivamente el paradigma competitivo ha eliminado a  los antiguos paradigmas basados en la abundancia de recursos naturales o en la  abundancia de mano de obra local. Hoy la competitividad se hace; nadie nace  siendo competitivo. 
Competitividad,  globalización y el papel de las empresas.
   En  realidad la globalización en muchos de los casos no se presenta para los países  de la región como una matriz de oportunidades, amenazas, fortalezas y  debilidades en toda su magnitud, sino que por lo general ocurre todo lo inverso,  y esto sucede porque sus fortalezas y oportunidades expresan la lógica y a las  necesidades del capital y profundizan las amenazas y debilidades que por  razones históricas ya tienen los países de la región. 
   Si  bien es cierto que la globalización es un fenómeno esencialmente económico y  financiero, es también política, social, cultural y comunicacional, que afecta  a todos las esferas de la sociedad, y es que este fenómeno desde la perspectiva  de la comunicación tenemos que decirse que, los modelos de interacción social y  las maneras más dinámicas de información que se están promoviendo de manera muy  progresiva para crear nuevos fundamentos en cuanto a identificación política y  cultural.
   Y  es que por un lado la globalización de la economía mundial debe ser comprendida  como un momento cualitativamente diferenciado y particular en el proceso de  internacionalización de las relaciones capitalistas de producción. Y por el  otro lado la globalización es también un proyecto que ha sido conscientemente orientado  y que se ha manifestado mediante la doctrinas que hoy es el neoliberalismo.
   Frecuentemente  al abordar el desarrollo del proceso de globalización se hace abstracción de  las relaciones sociales de producción en que se desenvuelven y sólo se analiza  desde el punto de vista del impacto del desarrollo tecnológico. Esto coadyuva a  sustituir los conceptos de internacionalización del capital como proceso y en  consecuencia quedan en un segundo plano las relaciones de explotación de que es  portador el capital monopolista transnacional.  
   La internacionalización del capital en los últimos años  ha ido acompañada de cambios significativos en base a las nuevas tecnologías y  plantea nuevos retos en cuanto a la competitividad internacional de las  empresas y las economías nacionales y en tal sentido la política pública  desempeña un papel trascendental en el éxito  competitivo, de ahí la importancia de enfatizar aquellas medidas que desde los  gobiernos se puedan fomentar y den al traste con la construcción de ventajas  competitivas y en igual sentido implementar estrategias competitivas en  aquellos sectores específicos en los cuales  cada  país puede competir a partir de la  participación de sus pequeñas y medianas empresas en el comercio internacional,  como lo ilustra la  experiencia del  crecimiento de la economía china que contradice la apreciación de algunos  expertos de la CEPAL cuando sostienen la imposibilidad de desarrollar  competitivamente la economía de un país a partir de la pequeña y mediana  empresa. Si la región logra concentrar esas pequeñas y medianas empresas  altamente especializadas a través de organismos regionales y aprovechando las  economías de escala y las ventajas que en términos de costo estas empresas  podrían obtener gracias a la expansión, podemos alcanzar niveles óptimos de  competitividad e ir avanzando hacia niveles mejorando infraestructuras y áreas  de innovación junta a una mejor fuerza de trabajo más educada y preparada,  medidas estructurales que mejoren el entorno de los negocios, el ir adoptando estas  medidas paulatinamente coadyuvarían a aumentar la capacidad competitiva de la  región mediante la diversificación de la economía sustentada en producciones  con mayor valor añadido.    
   Una estrategia competitiva tiene su sustento en políticas  que resuelven permanente el incremento de la productividad del trabajo,  respaldadas en aumentos de la eficiencia y la calidad así como en base a  precios más bajos que los de la competencia  como explicábamos anteriormente, o en productos  o servicios diferenciados, y en éste caso, la diferenciación puede basarse en  diferentes aspectos tales como: marca, ubicación geográfica, tecnología,  servicio, oportunidad de entrega entre otros, también es posible hacer ventajas  competitivas a partir de la diferenciación: poder en el producto, la  segmentación de mercados: poder en el cliente, cadena de valor: poder en la  industria y tecnología: poder en la categoría.
   Existen en los diferentes países y sectores económicos  una serie de ejemplos de liderazgo competitivo. Lo interesante es que países de  tamaño económico mediano o pequeño como los de la región pueden también aspirar  a lograr un liderazgo competitivo para determinados segmentos del mercado mundial.  No sólo son capaces de triunfar aquellas empresas de alcance global, sino que  hay muchas otras empresas pequeñas y medianas que pueden convertirse en líderes  para una parte del mercado. También es ineludible buscar el liderazgo no sólo  en la producción del bien o servicio final; también debemos aspirar a ser los  líderes competitivos de productos o servicios intermedios.
   Un entorno macroeconómico estable es una condición  necesaria pero no suficiente para lograr el éxito competitivo. La estabilidad  macroeconómica, el mantenimiento de las reglas de juego ayudan a generar  confianza y un clima adecuado para las inversiones y, en general, para la  adecuada y oportuna toma de decisiones. Sin embargo, se requiere asimismo un  entorno competitivo en el que muchos son los que deben participar para  conseguirlo, sobre todo en el ámbito territorial, cada vez se hace más  necesario e importante crear instrumentos y políticas públicas de gestión que  vayan encaminadas a estimular e impulsar el aprovechamiento y explotación de  los recursos locales  para promover  nuevas condiciones de desarrollo basados en las potencialidades de las  economías de cada uno de los territorios complementadas en  indispensables políticas nacionales de  desarrollo.
   Hoy más que nunca se hace necesario innovar en los  sistemas locales de empresas para hacerlos más competitivos frente a la  hegemonía de las transnacionales, y por lo tanto esto demanda planes de  desarrollo desde el punto de vista de la organización social, proyectos de  desarrollo sustentados en consentimiento de las partes y que interpreten a  todos los actores territoriales que puedan compartir un enfoque común en cuanto  a las áreas estratégicas las cuales tendrían que impulsar. Nuestra región  cuenta con un particular contorno productivo y de servicios, en el cual muchas  de sus mejores ventajas se encuentran relacionadas a recursos minerales, la  acuicultura y el turismo, entre otros, por lo tanto en estas áreas toda  política que se proponga hacia la modernización del sistema empresarial debería  tener muy en cuenta toda la componenda productiva local y regional. Por lo  tanto esto puede y debe ser abordado definitivamente mediante una visión nacional  desde el centro de cada país pero además regional a través de los organismos  regionales de integración. Esto no se puede traducir de ninguna manera desde el  punto de vista estratégico y por supuesto de asignación eficiente y eficaz de  los recursos, en que se pueda o se tenga que atender a todas las empresas de la  región, porque necesariamente algunas de ellas deberán desaparecer acorde a la  propia dinámica de los mercados.
  Políticas  gubernamentales que propicien la competitividad (factores).
   Se requiere de gobiernos que apoyen la competitividad con  políticas concretas y con creación de infraestructura, los gobiernos deben asumir  nuevos retos al crear y mejorar capacidades competitivas que hagan evolucionar  los sistemas productivos locales, porque si bien son las empresas las que  luchan en los mercados, esa capacidad de lucha y de competitividad se pudiera  robustecer si el medio facilitara esta dinámica. 
   La lógica horizontal, congruente con la idea de  construcción social de los territorios y, más específicamente, con la idea de construir  territorios innovadores y competitivo;  a  diferencia de la vertical que está más orientada a  la lógica de las empresas transnacionales que  pueden segmentar sus procesos productivos para comercializar espacialmente sus  producciones, lo cual promueve el privilegio  de criterios de selectividad territorial mediante la valorización de un número  reducido de territorios dotados de una serie de   elementos estratégicos para la expansión y competitividad de sus empresas. 
   Si tenemos en cuenta esto podemos afirmar entonces que la  creación de ventajas competitivas tiene una representación acentuadamente  local, y en tal sentido la estructura económica nacional se puede expresar en  torno a cadenas productivas locales que favorezcan el progreso e impulso de la  competitividad de las pequeñas y medianas empresas.
   Sin dejar de enfatizar el marcado significado que tienen  en ésta nueva sociedad del conocimiento y la información, las capacidades de  innovación y aprendizaje que por supuesto están presentes en la localidad y que  podrían y deberían explotarse más.
   Preciso recalcar el significado que tiene la  asociatividad en cuanto a competitividad se refiere, y en tal sentido hoy  nuestras pequeñas y medianas empresas, que por cierto juegan un papel  preponderante dentro el aparato económico productivo de nuestros países están  en la necesidad de mejorar la forma en que compiten, hoy tienen ante sí el  ingente desafío de alcanzar un rendimiento permanente y sostenido con altos  niveles de rentabilidad y competitividad que  les permita lograr una adecuada  sostenibilidad en su ejercicio durante un prolongado tiempo. Y por supuesto  este resultado tendrá que ser logrado en un contexto que es cada vez más  globalizado como ya explicábamos, y donde la lucha por las ventas, por captar  mercados, y la   competencia entre empresas de diferentes  países forma parte del quehacer diario.
   En nuestra región las pequeñas  y medianas empresas juegan un papel preponderante no solo porque forman la  mayoría de las empresas, sino por el porcentaje elevado de empleo que de ellas  dependen, y del nivel de producción total de bienes y servicios dentro de las  economías. Por lo tanto todo esfuerzo para mejorar la competitividad de la  estructura productiva de la región, demanda irreparablemente, el apoyo a las  pequeñas y medianas empresas.
  La asociatividad entre pequeñas y medianas empresas.
   La asociatividad como estrategia responde a la  imposibilidad de las empresas de ser completamente independientes a la hora de  alcanzar sus objetivos, a pesar del tamaño y los recursos que puedan acumular.  Uno de los principales motores que impulsan a las empresas a acoger este tipo  de estrategia es la necesidad constante de contar con mayores recursos a los  que puedan acceder individualmente 
   Y en este sentido la asociatividad pudiera ser uno de los  mecanismos de colaboración entre las pequeñas y medianas empresas que coadyuvan  al fortalecimiento de éstas y de sus ventajas competitivas. 
   Debemos de entender la asociatividad como un mecanismo de  cooperación mutua entre PyMEs, en el que cada empresa asociada decide  voluntariamente ser parte de un esfuerzo conjunto con los otros participantes y  de esta forma, alcanzar un objetivo común, manteniendo su independencia  jurídica y autonomía gerencial (Rosales, R., 1997).
   Definitivamente el colaborar y articular esfuerzos entre  PYMES podría ser una herramientas eficaz en el logro de mayor competitividad, y  en estos momentos más que nunca existe un amplio consenso de que la  competitividad de las economías a nivel global dependen cada vez mas de que las  redes de PYMES sean cada vez más participativas, y que sean desde el punto de  vista cooperativo muy eficientes
   La cooperación y la articulación de esfuerzos entre PyMEs  contribuyen eficazmente a solucionar restricciones de mercado y según Puyana,  D. (2004), existe un consenso cada vez mayor de que la competitividad global de  las economías depende más de la posibilidad de que la red de PyMEs sea  interactiva y cooperativamente eficiente.
   Esta es una elección factible y realizable para que las  PyMEs apliquen mecanismos de colaboración y participación recíproca, así como  de acción conjunta que contribuyen a la mejora de la posición competitiva de  las empresas en el mercado, que les permita adquirir una estructura más  consistente y competitiva. El trabajo conjunto entre las PyMEs podría permitirles  tener acceso con mayor facilidad a servicios especializados de tecnología, de  compra de insumos, de comercialización, de financiamiento, etc., y por supuesto  esto facilita el surgimiento de economías de escala que permitan tener acceso a  mercados globales con productos diferenciados y acceder a aquellos insumos  estratégicos a los cuales estas empresas no podrían tener acceso de manera  individual.
   Las empresas son actores que pugnan directamente en los  mercados entonces son ellas las que crean y conservan las ventajas competitivas  que son el método a través del cual las mismas tratan de precisar e implantar  como competir en un sector, las empresas pueden lograr ventajas competitivas al  pensar nuevas maneras de llevar a cabo su trabajo y utilizar nuevos  procedimientos, utilizar nuevo insumos y tecnologías, unido a una tejido de  actividades interrelacionadas mediante un sistema interdependiente como cadenas  de valor.
Referencia Bibliográfica:
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