Diccionario de economía política

de Borísov, Zhamin y Makárova

 

IMPERIALISMO: es el capitalismo en su fase superior y última de desarrollo; es el capitalismo en descomposición, agonizante, umbral de la revolución socialista. La peculiaridad distintiva fundamental del imperialismo respeto al período preimperialista del capitalismo estriba en que el gran capital monopolista domina en las esferas económica, política e ideológica. De ahí que el imperialismo se denomine también capitalismo monopolista. Lenin fue el primero en someter a un análisis científico multilateral el imperialismo y en determinar sus rasgos económicos principales. Son estos: 1. La concentración de la producción y del capital ha llegado a un punto tan alto de desarrollo, que ha hecho surgir los monopolios, los cuales desempeñan un papel decisivo en la vida económica. 2. La fusión del capital bancario con el industrial, sobre cuya base surgen el capital y la oligarquía financieros. 3. La exportación de capitales, a diferencia de la de mercancías, adquiere singular importancia. 4. La formación de agrupaciones monopolistas internacionales de capitalistas, que se reparten el mundo. 5. La culminación del reparto territorial del mundo entre las potencias capitalistas más importantes. El imperialismo no abroga los fundamentos del régimen burgués, como afirman machaconamente los defensores del capitalismo. Bajo el imperialismo se conservan las bases generales del modo capitalista de producción. Como antes, la propiedad de los medios de producción fundamentales sigue en manos de un pequeño puñado de capitalistas o de sus agrupaciones. Como antes, los trabajadores son objeto de explotación. El estímulo principal de la producción capitalista continúa siendo el afán de ganancias. La economía de los países capitalistas se desarrolla en las condiciones de la anarquía de la producción y de la lucha competitiva, bajo el influjo de leyes económicas espontáneas. La ley económica básica del capitalismo, la ley de la plusvalía -ley económica fundamental del capitalismo sigue actuando también bajo el imperialismo. La sustitución de la libre competencia por el dominio de los monopolios hace que las agrupaciones de capitalistas (cártels, sindicatos, trusts, consorcios), concentrando en sus manos gran parte de la producción y venta de las mercancías y aplastando a sus competidores, puedan obtener una elevada ganancia monopolista (ver), de magnitud sensiblemente mayor que la ganancia media. Después de analizar profundamente la esencia del imperialismo, Lenin llegó a la conclusión de que era posible la victoria de la revolución socialista en algunos países capitalistas e incluso en uno solo, y en este caso el desarrollo del proceso revolucionario en el mundo se produciría de modo que otros países se irían desgajando del sistema imperialista. El curso posterior de la historia ha confirmado esta previsión de Lenin. La contradicción fundamental del imperialismo sigue siendo la del trabajo con el capital, cada vez más acerba dado que el capital monopolista va aumentando la explotación y la opresión de las masas trabajadoras. En su insaciable avidez de elevadas ganancias, los monopolios saquean y oprimen no sólo a la clase obrera, sino, además, a los campesinos trabajadores, a amplios sectores de la intelectualidad, a la pequeña burguesía y a una parte de la burguesía media. Es singularmente pesado el yugo que se impone a los pueblos de las colonias y de los países dependientes; un profundo antagonismo separa los estados imperialistas de los países que han conquistado su independencia nacional, de los pueblos que luchan por su liberación. En el transcurso del movimiento de liberación nacional, los cimientos del imperialismo se resquebrajan cada vez más, sus fuerzas menguan (ver Desintegración del sistema colonial. Dado que en la época imperialista se acentúa la desigualdad del desarrollo de los países capitalistas (ver Ley de la desigualdad del desarrollo económico político de los países capitalistas en el período del imperialismo), se agudizan las contradicciones entre las propias potencias imperialistas en la lucha por la obtención de elevadas ganancias monopolistas. Todas estas contradicciones del imperialismo contemporáneo conducen a la formación de un torrente único democrático general que une a la clase obrera, a los campesinos, a la pequeña burguesía, a la intelectualidad y a importantes capas de la burguesía media nacional en un frente de lucha antimonopolista contra el yugo imperialista. El factor decisivo que debilita al imperialismo en el periodo de la crisis general del capitalismo (ver) estriba en el rápido crecimiento del sistema socialista mundial. Ello hace que el sistema imperialista mundial se encuentre desgarrado por hondas e incisivas contradicciones que corroen y destruyen al régimen capitalista, provocan su seria debilitación y, finalmente, su hundimiento. El capital monopolista, para conservar y en cierto modo apuntalar las resquebrajadas bases del imperialismo, para mantenerse en emulación frente al poderío, cada día mayor, del sistema socialista mundial, une su fuerza con la del Estado burgués. En esto consiste la esencia, el contenido fundamental del capitalismo monopolista de Estado (ver), que adquiere vasto desarrollo en la fase actual del capitalismo. El objetivo de esta unión estriba en asegurar a los grandes monopolios beneficios extraordinariamente elevados, en aplastar el movimiento obrero y la lucha de liberación nacional, en conservar y fortalecer los pilares del régimen capitalista, en intentar la destrucción del régimen socialista y el sistema socialista mundial en desencadenar guerras de rapiña. Sin embargo la experiencia histórica muestra que el capitalismo monopolista de Estado, en vez de reforzar el sistema capitalista -como esperan la burguesía y sus defensores-, acentúa más aun las contradicciones del capitalismo, lo socava de raíz. Consolidado el régimen socialista gracias a la victoria de las revoluciones socialistas en varios países de Europa y Asia, derribado el colonialismo por la lucha de liberación nacional de los pueblos de las colonias y de los países dependientes, ha cobrado un poderoso impulso el movimiento progresivo de las masas populares en los países capitalistas, ha surgido la posibilidad real de poner coto a las fuerzas del imperialismo tendientes a desencadenar una nueva guerra en el mundo. Liquidado el dominio exclusivo del imperialismo, la guerra ha dejado de ser una fatalidad inevitable. Ahora bien, el imperialismo no cederá sin lucha el camino al régimen nuevo, socialista. Intentará por todos los medios, incluido el de la agresión, establecer el dominio del capitalismo en todo el orbe. "Mientras exista el imperialismo -se dice en el programa del P.C.U.S.-, la humanidad no podrá sentirse tranquila respecto a su futuro". Mas actualmente las fuerzas del progreso, de la democracia y del socialismo superan a las fuerzas del imperialismo, se fortalecen y crecen sin cesar. El imperialismo ha puesto en pie contra sí mismo no sólo a las clases trabajadoras, sino, además, a todas las fuerzas principales de la sociedad burguesa. Y en definitiva esto es lo que decidirá el destino del imperialismo.


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