7.3 LA OFERTA DE TIERRA
Al analizar la oferta de los factores productivos se observa que sus características determinan dos tipos de ingresos para sus propietarios: los ingresos de transferencia y la llamada renta ricardiana o renta económica pura.
La oferta de un factor productivo depende entre otras cosas del uso alternativo que se le pueda dar. Para conseguir que un factor se dedique a un uso productivo concreto habrá que pagar por él al menos una cantidad igual a la que percibiría con cualquier otra dedicación. Esa cantidad es llamada ingreso de transferencia. Esta idea la hemos conocido ya con el nombre de coste de oportunidad; en efecto, los ingresos de transferencia son iguales a los costes de oportunidad.
Supongamos, por ejemplo, que el precio del trigo empieza a subir de forma sostenida en relación con otros productos agrícolas. Algunas tierras que resultaban más rentables dedicadas a otros cultivos empezarán a destinarse ahora al trigo. Cuanto más suba el precio de éste más tierras se destinarán a su cultivo. Se llaman tierras marginales las que producen el mismo rendimiento destinadas al trigo o a cualquier otro producto, intramarginales las que son más rentables si se dedican al trigo y extramarginales las que resultan más rentables con otra dedicación y no interesa dedicar al trigo por que su coste de oportunidad resultaría demasiado alto.
Como el ingreso de transferencia es igual al coste de oportunidad, la renta que se pague por las tierras marginales será exactamente ese ingreso de transferencia. Las tierras intramarginales, en cambio, estarán produciendo un rendimiento mayor que las marginales. Cuanto mayor sea el rendimiento que produzca una tierra destinada al trigo en comparación con el que produciría destinada al más rentable de los empleos alternativos, mayor parte de su renta tendrá que ser considerada renta económica pura. Fue el economista clásico David Ricardo, a comienzos del siglo XIX, el que llamó la atención sobre la existencia de la renta económica pura (precisamente por una subida en el precio del trigo); se la llama también, en su honor, renta ricardiana.
Ricardo consideraba que ese fenómeno era exclusivo de la tierra. Actualmente se ha demostrado que la renta ricardiana puede aparecer en cualquier factor no producible, es decir, no sólo en la tierra sino también en el trabajo. La proporción en que la retribución de un factor se divide entre ingresos de transferencia y renta ricardiana depende de la elasticidad de la oferta. Las tierras destinadas al trigo ofrecen en realidad muy poca renta ricardiana ya que hay muchas tierras destinadas a otros cereales, con características similares a las requeridas para el trigo, y cualquier pequeña subida en el precio de éste provoca un sensible aumento en la oferta de tierra: su elasticidad es muy alta. La oferta de suelo urbano, en cambio, es muy rígida. Muchos organismos administraciones públicas, grandes bancos, prestigiosos abogados necesitan tener delegaciones en el centro de las ciudades. Pero la oferta de solares en el centro es muy rígida ya que no se pueden fabricar por encargo. El rendimiento de estos solares en un uso alternativo (plantando aguacates, por ejemplo) sería mucho más bajo. Por tanto los altos alquileres en el centro están compuestos principalmente por renta ricardiana.
Lo mismo ocurre al analizar las diferentes profesiones. La formación profesional de un camarero es relativamente fácil y rápida. Si se necesitan más camareros por que llegue el verano, por ejemplo es suficiente una pequeña subida de sus salarios para que un gran número de personas procedentes de otros oficios peones de la construcción, estudiantes de Derecho se ofrezcan a las empresas de hostelería; en un par de horas habrán aprendido lo suficiente como para trabajar y rendir. Su renta ricardiana es muy baja, prácticamente nula. En cambio un abogado sagaz y experto no se improvisa, es el resultado de largos años de formación y experiencia, por lo que su remuneración estará formada en gran parte por renta ricardiana. Aún más evidente es el caso de las grandes sopranos: no se pueden fabricar por encargo; su oferta, resultado de una afortunada combinación genética y largos años de educación, es absolutamente rígida; su rendimiento en otro empleo sería bajo. Su "caché" está formado casi exclusivamente por renta ricardiana.
Los economistas clásicos consideraban que la oferta de tierra era absolutamente rígida ya que el mundo "no crece". Sin embargo, en la práctica, la oferta de tierra puede variar mucho. La FAO ha calculado que actualmente se está dedicando a la producción agrícola sólo la tercera parte de las tierras cultivables en el mundo. Contrariamente a las pesimistas previsiones de Malthus, la fertilidad de la tierra no ha parado de crecer gracias a los avances en la industria química de fertilizantes y plaguicidas y en la tecnología de las explotaciones. En la CEE se han tomado una serie de medidas con la finalidad de reducir la superficie dedicada al cultivo; a pesar de ello la producción agrícola sigue creciendo a un ritmo excesivo. Es por esto que actualmente se considera que no hay diferencias entre el factor tierra y el factor capital.