El individualismo metodológico



Uno de los puntales básicos sobre los que se apoya la construcción del pensamiento económico es el individualismo metodológico. Todos y cada uno de los seres humanos estamos adoptando continuamente decisiones, es decir, eligiendo entre las alternativas disponibles.  Elegir significa sencillamente asignar un valor diferente a cada una de las alternativas posibles. Los economistas partimos del supuesto de que el individuo humano actúa racionalmente, es decir, elige la alternativa a la que asigna más valor.

Por ejemplo, si tenemos que elegir entre ir al cine o a la discoteca, haremos primero una estimación de la satisfacción que vamos a obtener en uno u otro sitio y elegiremos el sitio al que hayamos asignado un mayor valor.  De forma similar decidiremos si tomar después cerveza o naranjada.

También decidiremos, asignando un valor a las alternativas existentes, si invertimos nuestros ahorros en bolsa, en bonos del Tesoro Público o si los dejamos en una cuenta bancaria. El mismo método utilizaremos para decidir si damos una limosna a este mendigo o si no lo hacemos, si contribuimos a una ONG solidaria con nuestro trabajo, o con más o menos dinero, o si no lo hacemos. El mismo método utilizamos para elegir si estudiamos Economía o Derecho. O si estudiamos o trabajamos. O si respetamos las leyes o las violamos.

En resumen elegir es siempre asignar valores diferentes y establecer un orden de prioridades a las diversas formas de usar el dinero y el tiempo de que disponemos.

La valoración la hace el individuo en función de la información que tiene sobre sus circunstancias, pero en muchas ocasiones no es consciente del proceso de decisión. Incluso puede creer que no ha elegido. Por ejemplo alguien puede afirmar: "Yo no puedo elegir estudiar porque soy pobre y tengo que ponerme a trabajar". En realidad sí está eligiendo entre esas dos alternativas, pero en sus circunstancias particulares el coste y el valor de estudiar y trabajar son tan diferentes que no hay ningún momento de duda.

Se utiliza frecuentemente la expresión homo economicus para hacer referencia al modelo abstracto de individuo humano racional que se utiliza en la teoría económica. La visión del homo economicus ha evolucionado y varía mucho de una corriente de pensamiento a otra. Hay visiones muy simplistas, según las cuales la única forma en la que el homo economicus asigna valores a las alternativas es mediante la consideración egoísta de las satisfacciones y utilidades que pueda obtener y sean cuantificables en términos monetarios. En la actualidad todos los economistas de cualquier corriente o escuela tienen una visión más sofisticada del homo economicus en la que caben los comportamientos altruístas.

Hay decisiones que son adoptadas por un grupo social: un comité, o un parlamento, o una asamblea. Pero en esos casos la decisión social adoptada por el grupo será consecuencia de las decisiones que hayan adoptado cada uno de los individuos que la componen. Esta afirmación es válida incluso en el caso de una situación dictatorial. Es posible que, aparentemente, un grupo social elija según la escala de preferencias de un dictador y en contra de las opiniones de la mayoría de los componentes del grupo, pero incluso en ese caso la acción del grupo será consecuencia de las decisiones de cada uno de los miembros entre someterse o rebelarse.

Éste razonamiento se opone por tanto a la afirmación de que un grupo social (la clase obrera, la patria, el colegio médico) tiene unos intereses u objetivos determinados. Los intereses son de los individuos, no del grupo. Cuando un individuo se ve obligado a elegir entre susintereses individuales y los intereses del grupo a que pertenece, en realidad está eligiendo entre sus intereses y los intereses de otros miembros de su grupo, sean estos otros la mayoría, o los más fuertes, o los que tienen más capacidad de controlar la información disponible y convencer.

Las corrientes de pensamiento económico más liberales, partidarias de la mayor libertad de mercado y opuestas a la intervención del Estado, están fundamentadas en un individualismo metodológico extremo. Consideran estos que la situación social óptima se consigue cuando los individuos tienen más libertad para elegir.