febrero 2005

ISSN 16968360

Conrado Aguilar Cruz
Naturaleza del cambio tecnológico y el crecimiento económico













 



Nuevas propuestas teóricas sobre el cambio técnico

 

Ante la existencia de un comercio mundial cada vez más intenso, las diferencias tecnológicas entre los países y entre las empresas, y la presencia de los procesos de liberalización comercial hacen que la teoría convencional del comercio internacional comience a reconocer la presencia de fuerzas perturbadoras y desequilibrios significativos e incorpora en sus análisis, por ejemplo, el papel de la inversión extranjera directa, la tecnología, estructura industrial, la política industrial, tecnológica y comercial de los países participantes del comercio. Fajnzylber (1991), Borja (1993), Unger y Saldaña (1994), Lefebvre, (1993), CEPAL, 1992)[1].

Al respecto, el pensamiento estructuralista contemporáneo, en una perspectiva de mediano y largo plazo, la competitividad consiste en la capacidad que tiene un país para sostener y expandir su participación en los mercados internacionales, y elevar simultáneamente el nivel de vida de su población. Situación que exige el incremento de la productividad, y por ende, la incorporación del progreso técnico. En cuanto a las diferencias en la inserción internacional obedecen en gran medida a factores de carácter estructural y al uso que cada país hace de los instrumentos específicos de política económica e industrial (Fajnzylber, 1988).

Para los estructuralistas la competitividad tiene dos distintas acepciones:

Aquella que hace abstracción de la sustentabilidad ambiental y del progreso técnico, es la que denominan “competitividad espúrea”; se basa en recursos naturales depredados y en salarios que caen. Se presenta en un marco de una caída del gasto en investigación y desarrollo tecnológico, de la inversión y el ingreso per capita. En tanto que la “competitividad auténtica” se basa en la incorporación y difusión de progreso técnico y cautela en el aprovechamiento de los recursos naturales, bajo un esquema de “sustentabilidad ambiental” (CEPAL/ONUDI 1992:13).

En este sentido:

se vienen intentando explicaciones que tomen en cuenta las diferencias en las economías, en las estrategias económicas y en los sistemas políticos (...) por ejemplo, se dice que la absorción de fluctuaciones externas transitorias y especulativas, en actividades o sectores estratégicos, deben ser evaluados permanentemente; se afirma que no siempre las fluctuaciones o cambios externos deben ser absorbidos abruptamente por la economía nacional, es decir, que la gradualidad debe ser una forma de comportamiento.  La absorción de impactos externos y la gradualidad en la apertura es especialmente observable en los cambios tecnológicos que desplazan recursos de difícil reubicación y lleva, como se observa en ocasiones, a reconversiones industriales en sectores de países desarrollados. Solleiro, et al. (1997: 23)

Parte de la discusión gira sobre los efectos que tiene en la economía la creciente movilidad de capitales, para unos, es beneficiosa siempre y cuando el país receptor desarrolle políticas de adecuación para sus empresas exportadoras; para otros, el desarrollo tecnológico y las alianzas estratégicas entre empresas seguirán siendo favorables sólo a las empresas transnacionales, toda vez que la innovación tecnológica es generada desde fuera de los países receptores.

En general, se reconoce la existencia de ventajas surgidas de la liberalización, en un contexto de competencia imperfecta, como por ejemplo, el mayor acceso a un mercado de consumidores domésticos con productos en los cuales el precio internacional es inferior al nacional; acceso a una mayor variedad de diseños de los distintos productos y efectos sobre la productividad, entre otros. Sin embargo, son ventajas que no se logran en forma automática por lo que requiere que se armonice con la políticas tecnológicas e industriales, es decir, que éstas no sean pasivas.

Las propuestas de esta nueva teoría no están asociadas a la justificación del proteccionismo que en América Latina se ensayó en el periodo de sustitución de importaciones, y que ahora todo mundo critica, pero tampoco son un aval de las recomendaciones de la teoría convencional, que propone políticas económicas pasivas, ni la política de neutralidad de incentivos (Solleiro, 1997)

En tal sentido, se recomienda un cierto grado de selectividad y de activismo, incluyendo protección a ciertos sectores y subsidios a las exportaciones en otros; lo anterior debe permitir establecer vínculos entre empresas y gobierno, para definir prioridades comerciales, industriales y tecnológicas como bien lo ilustran los casos del sudeste asiático (Ibid., citando a Amsden 1986, 1989 y Tsiang 1985).


 

[1] Comisión Económica para América Latina