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Aproximación al concepto del Derecho desde la perspectiva triádica: Descripción de su estructura, su dinámica y su finalidad

Sebastiao Batista
 

Segunda Parte - Desarrollo del marco teórico

10 Niveles de manifestación del fenómeno jurídico

10.1 Nivel de la intuición, de la razón y de la voluntad

En innumerables campos de conocimiento, incluso en el campo del Derecho, desde lo célebre “pienso, luego existo”19, se ha consagrado el entendimiento que los sustratos de la conciencia residen en el pensar, como también que la existencia se define por tener conciencia del pensar. Con estos fundamentos se ha estructurado gran parte de las ciencias modernas. Sin embargo, innumerables voces se han levantado en contra de esta percepción, especialmente amparadas en las investigaciones llevadas a cabo en el campo de las neurociencias20. En la argumentación contraria, se resalta que, en primer lugar, viene la existencia, y luego el pensamiento, ya que no se puede pensar sin existir; o, por otro lado, sólo se piensa en la medida en que existe21. Con esto, se quiere decir que, no sólo el pensamiento, sino también otros procesos, que operan fuera del entendimiento, quizás tan o más complejos que el edificio de la razón, dan soporte a la conciencia y a la existencia.

 

Así, en primer lugar, se debe entender el pensamiento como procesos de raciocinio y decisión que resultan de las estructuras y operaciones del ser, de las que forman parte las emociones22. Por otro lado, además de la función genérica de producir comportamientos enfocados a la supervivencia, ante las situaciones inductoras, esas estructuras cumplen también la función de promover reacciones específicas y adecuadas a la regulación del organismo, en sus funciones internas y también en sus funciones de relaciones sociales y con el medio ambiente. En el caso de interacción con los procesos de razonamiento y entendimiento, permiten que se conozcan los sentimientos, y así, gracias a su intermediación, se reflejan en el pensamiento, medio eficaz de producción y estructuración del conocimiento. A su vez, la conciencia comienza con el poder del cerebro de representar una historia sobre la vida que late incesantemente en un organismo, cuyos estados internos se alteran continuamente por los encuentros con objetos o eventos en su medio o bien por pensamientos y ajustes internos del proceso de la vida, y por fin resulta del conocimiento sobre los sentimientos con respecto a las imágenes - visual, auditiva, táctil, visceral - registradas en la mente que cuentan las historias propias de cada uno23.

 

En la órbita de la personalidad, ocurren diversos procesos inherentes al conocimiento y a la conciencia, por medio de los cuales el sujeto ejerce innumerables actitudes, de naturaleza activa o pasiva, en torno al objeto que crea o aprehende. Entre tales procesos, se encuentra el de representación del orden de la materia que compone el objeto en la mente, que de hecho sucede en el plano del tiempo y del espacio, es decir, en el plano de la factosfera, donde la materia (o energía) está en movimiento. Por tanto, el orden de la materia y su movimiento, es decir, el propio objeto en la realidad, se revelan en la conciencia del sujeto por medio de su lógica, su razón y su verdad, factores que se reflejan a través de imágenes internas. Estos procesos ora son conscientes ora son inconscientes. De todos modos, con relación al Derecho, estas fuerzas elementales, en potencia, que se desarrollan en la mente, de cierta manera ordenadas y que constituyen el gran depósito del saber,  desembocan en la experiencia jurídica, ordenando y disponiendo de los factores sociales según una cosmovisión dada para que se cumplan sus fines.

 

Los procesos de conocimiento y de conciencia tienen como punto de partida la intuición, en el sentido de que el objeto se da a la sensibilidad para aprehensión inmediata de todo dato de la experiencia. En este caso, la intuición es la puerta por la que se presenta el fenómeno a la sensibilidad o al entendimiento; se trata de la capacidad para las sensaciones o para recibir las representaciones del fenómeno según las condiciones a priori del conocimiento. Es, pues, la capacidad para las sensaciones, punto inicial o primera referencia para el conocimiento, que también se denomina, en este caso, de intuición sensible o empírica. Se encuentra en el dominio de las sensaciones y antecede a las emociones y sentimientos que subyacen a los actos y relaciones del sujeto de las situaciones jurídicas.

 

Por otra parte, en el sentido del proceso de elaboración del conocimiento, la intuición no es simplemente medio con el cual se aprehenden imágenes de los objetos o relaciones entre sus contenidos sensibles o intelectuales, sino medio con el que se procesa la información de forma oculta, fuera de la conciencia. Se trata, pues, de la intuición que se suele denominar espiritual, o material, con la que se aprehende y procesa de modo inmediato e inconsciente la información sobre la realidad material o los últimos principios que fundamentan el conocimiento. Esa prescinde del raciocinio, se procesa independiente del pensamiento lógico y analítico o de la voluntad, siendo que el conocimiento, cuando sale a la luz, ya presenta una estructura lógica adecuada a la toma de decisiones o la aplicación según su finalidad24. Está restringida a los dominios del sentir y del ser. Para Hessen, se pueden distinguir tres categorías de intuición: una racional, otra emocional y otra inherente a la voluntad. Así, la primera tiene como canal de expresión la razón;  la segunda, el sentimiento; y la tercera, la voluntad. En los tres casos hay una aprehensión inmediata del objeto25, que luego se lleva a la conciencia. En síntesis, es la capacidad para elaborar el conocimiento o conceptos sintéticos, o para la toma de decisiones, mientras opere fuera de la conciencia.

 

Por otra parte, la razón se revela como la facultad para crear o conocer el orden y el funcionamiento de las cosas. Opera en el plano de la conciencia y se constituye de los mecanismos inherentes al raciocinio. Sin éstos, no se puede tener el conocimiento científico, que es el conocimiento sobre la estructura y funcionamiento de las cosas, es decir, el conocimiento sobre el orden de la materia que las constituye y su movimiento hacia su fin. Con respecto a las cosas producto de la creación del hombre, las que se crean a partir de un concepto, la razón las proyecta estableciendo el orden de los factores que las constituyen y su modo de funcionamiento. En este sentido, desde la razón, los conceptos, teorías, doctrinas, leyes, ordenamientos jurídicos, etc., se proyectan a través de un orden lógico de sus factores constituyentes y, con el funcionamiento propio de cada parte y del todo, se llega al fin al que se destina. Con relación al Derecho, en sentido amplio, por medio de la razón se proyecta el orden de los factores sociales y su funcionamiento, y se establecen mecanismos de control con el objetivo de garantizar el funcionamiento y la consecución de su fin.

 

Por medio de la razón se llega al entendimiento, conocimiento sobre  determinado objeto que da cuenta de su estructura y funcionamiento. Con base en el entendimiento, se producen teorías y leyes para explicar determinados aspectos o todo el objeto, o bien para explicar toda la realidad. El conocimiento puede ser innato o adquirido por la experiencia. Los innatos se basan en representaciones dispositivas existentes en el hipotálamo, en el tronco cerebral y en el sistema límbico. Son especialmente dirigidos a los comandos biológicos de regulación (control del metabolismo, impulsos e instintos) necesarios para la supervivencia, y no siempre se representan a través de imágenes en la mente. Los adquiridos se basan en las representaciones dispositivas sobre los registros de imagen que se puede evocar y utilizar para el movimiento, el raciocinio, el planeamiento y la creatividad; o bien algunos de estos componen reglas y estrategias con las que se manejan las imágenes. El conocimiento nuevo se adquiere por medio de las modificaciones continuas de esas representaciones dispositivas26. Por medio de la razón, capacidad para disparar esas representaciones dispositivas, se permite un tratamiento con carácter metodológico, coherencia lógico-formal, naturaleza especulativa y objetividad con relación al conocimiento. Así, la razón se constituye de los mecanismos responsables de la capacidad crítica, analítica, discursiva, y además, ella misma es el fundamento para el desarrollo de los métodos científicos. Se realiza en los dominios del pensar y del saber.

 

Por otro lado, con respecto a la voluntad, para que se ejerza y se elija libremente una opción adecuada por medio de una decisión consciente, que dé fundamento a la práctica, al sujeto le corresponde establecer con antelación alguna estrategia lógica en la que apoye el raciocinio (que a su vez tiene apoyo en la atención y en la memoria); es decir, al sujeto le corresponde desarrollar la voluntad inconscientemente con base en los marcadores-somáticos provenientes de los sentimientos, que se generan a partir de las emociones secundarias, que fueron vinculados, por el aprendizaje, a resultados futuros previstos de determinados escenarios. En realidad, estos marcadores ayudan al proceso de decisión, dando destaque a algunas opciones, especialmente a las adversas, para descartarlas rápidamente de los análisis subsecuentes del proceso. Si no fuera esto, el sujeto que supuestamente toma la decisión se vería en medio de una infinidad de cálculos sobre las ganancias y pérdidas, adecuación e inadecuación, etc., pertinentes a cada opción de las innumerables que suelen envolver una decisión27. Por otra parte, decidir bien es elegir una respuesta que sea ventajosa para un determinado sistema u orden de factores, de modo directo o indirecto, en términos de su supervivencia y de la calidad de la misma. Esto implica también decidir de forma expedita, especialmente con relación al factor tiempo28. En ese caso, por los caminos puramente racionales, habría innumerables - y algunos insuperables - problemas para la toma de decisiones, como por ejemplo excesivo tiempo, o limitación de  memoria y de atención para los innumerables escenarios o consecuencias inherentes a cada opción, o el gran número de opciones29

 

Con relación al procesamiento de la voluntad, según Crick30, en primer lugar se supone que el cerebro se ocupa de hacer planes para acciones futuras, sin que necesariamente las realice. Por otro lado, aunque se pueda tener conciencia de los planes o de las decisiones que se toman, no es posible tenerla respecto a las operaciones que se procesan en el cerebro, puesto que  dependen de la estructura de la parte que las procesa y de informaciones recibidas de otras partes. Así, la decisión de actuar según un plan u otro, o bien la conciencia del plan elegido, está sujeta a las mismas limitaciones, dado que sólo se puede recuperar inmediatamente lo que se ha decidido, pero no las operaciones que han conducido al plan o a la decisión. Así, se creerá poseer voluntad o libre albedrío al que pueda personificar su comportamiento, procediendo a la recuperación de las imágenes de sus planes de acción y de sus decisiones. Con fundamento en estas imágenes, podrá intentar explicarse a sí mismo la causa de su elección, aunque no la tenga siempre clara, por cuanto la desconoce o apenas tiene indicios de algunos de sus factores componentes. Cuando el sujeto puede explicarla, se entiende que tiene conciencia de su elección, por lo tanto la eligió por medio de la voluntad.

 

Así, la voluntad consiste en la facultad del ser sensible de actuar conscientemente según un plan racional; es decir, la capacidad motriz, fundada en la razón y en la sensibilidad.  Más aún, con estas características, la voluntad es lo que fundamenta al ser dotado de libertad. Resulta de su capacidad de actuar conforme a principios de razón y de sentimientos. Consiste en la formulación práctica de la razón y de la sensibilidad con vistas a determinado fin. En síntesis, constituye la facultad de creación y acción inherente al hombre libre.


 

19 Descartes, R. El Discurso del Método, Barcelona 199, Edicomunicación S.A., p. 74.

20 Damásio, A. O mistério da consciência - Do corpo e das emoções ao conhecimento de si, São Paulo 2000, Companhia das Letras, p. 279;

Crick, F. La Búsqueda Científica del Alma, Madrid 2000, Debate, p. 17/19.

21 Para Ortega y Gasset, “el dato radical del Universo no es simplemente: el pensamiento existe o yo pensante existo -sino que si existe el pensamiento existen, ipso facto, yo que pienso y el mundo en que pienso- y existe el uno con el otro, sin posible separación. Pero ni yo soy un ser substancial ni el mundo tampoco -sino que ambos somos en activa correlación: yo soy el que ve el mundo y el mundo es lo visto por mí. Yo soy para el mundo y el mundo es para mí. Si no hay cosas que ver, pensar e imaginar, yo no vería, pensaría o imaginaria - es decir, yo no sería” (Ortega y Gasset, J. ¿Qué es filosofía?, en “Obras completas”, vol. VII, Revista de Occidente, Madrid 1966-69, p.401-402).

22 Damásio, A. O mistério da consciência - Do corpo e das emoções ao conhecimento de si, São Paulo 2000, Companhia das Letras, p. 62;

Damásio, A. O erro de Descartes - Emoção, razão e o cérebro humano, São Paulo 1996, Companhia das Letras, p. 279.

23 Damásio, A. O mistério da consciência - Do corpo e das emoções ao conhecimento de si, São Paulo 2000, Companhia das Letras,  ps. 46,51.

24 Damásio, A. O erro de Descartes - Emoção, razão e o cérebro humano, São Paulo 1996, Companhia das Letras, p. 220.

25 Hessen, J. Teoria do Conhecimento, Coimbra 1987, Arménio Amado Editora, p. 123.

26 Damásio, A. O erro de Descartes - Emoção, razão e o cérebro humano, São Paulo 1996, Companhia das Letras, p. 133.

 

27 Damásio, A. O erro de Descartes - Emoção, razão e o cérebro humano, o.c., p. 206.

28 Damásio, A. O erro de Descartes - Emoção, razão e o cérebro humano, São Paulo 1996, Companhia das Letras, p. 201.

29 Damásio, A. O erro de Descartes - Emoção, razão e o cérebro humano, o.c., p. 206.

30 Crick, F. La Búsqueda Científica del Alma, Madrid 2000, Debate, p. 332.


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