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Aproximación al concepto del Derecho desde la perspectiva triádica: Descripción de su estructura, su dinámica y su finalidad

Sebastiao Batista
 

Segunda Parte - Desarrollo del marco teórico

 

4 El paradigma triádico en varios campos de la cultura

 

La investigación de algún aspecto de la realidad o de alguna cosa ejerce sobre el hombre atracciones diversas, sobre todo, le permite la satisfacción de  conocer su estructura, su funcionamiento y su fin; además, le permite también la comprobación de principios o creencias sobre las que asientan su carácter de utilidad ante las necesidades humanas, su conexión con otros niveles de la coordinación de los sistemas que componen la realidad u otros factores de diferentes naturalezas relacionados con el tiempo, espacio o personajes. De todos modos, el conocimiento de cualquier aspecto de la realidad no se restringe al montaje de un rompecabezas que se agota en la composición de la estructura objeto del desafío, sino que plantea necesariamente conocer el juego interno de sus elementos y el juego del cual participa externamente. En este sentido, una investigación no trata de un montaje o desmontaje fortuito de las piezas de una parte de la realidad, tampoco de un encadenamiento de factores diversos de lo que está a su alrededor, sino de actitudes en consonancia con un conjunto de factores y principios que permiten la ordenación de los múltiples sectores vitales en el sistema dado1.

 

En la sociedad, la compleja red de relaciones que se forma en torno al ser humano se compone de innumerables subsistemas, los cuales realizan las más variadas funciones en el menester de cumplir sus fines en diversos niveles. De tal modo, el ser humano en la sociedad es, a la vez, un individuo, una persona, un profesional, un padre (un hijo, o un pariente cualquiera), o bien un creyente o ateo, un sujeto de derechos y deberes, una autoridad, etc. Según, desde la perspectiva con la que se mire, se perciben diferentes sistemas de los que el ser humano forma parte, que a su vez componen otros más.

 

Como individuo, el ser humano es un organismo biológico, es decir, un conjunto de moléculas ordenadas en una estructura compleja en la que se producen acciones y reacciones fisiológicas, emocionales y racionales, además de interacciones en grupos, comunidades, sociedades, etnias, ecosistemas, biosfera, etc. Como persona, se constituye de un complejo de relaciones sociales.  Así, por ejemplo, ocurre en la familia, donde las personas ejercen variados papeles, como los de hijo, hermano, parientes en variados grados, marido o mujer, padre o madre, etc. Ocurre también en las relaciones de naturaleza económica, como las de productor, usuario o intermediario de bienes y servicios en todos los subsistemas sociales, o en los subsistemas de producción, de finanzas, de comercio, de ocio, etc. En síntesis, esto ocurre en todos los subsistemas sociales, sean relacionados con la manutención, supervivencia y patrimonio, o con subsistemas de otra naturaleza2.

 

Por otra parte, ya en una esfera de actuación más amplia, en las relaciones comunitarias, la persona se dirige a las actividades de ocio, de religión y de ciudadanía, en las que se dan las relaciones asociativas, de grupo, conocidas como clubes, partidos, empresas, instituciones, religiones, dentro de los cuales se dan los frentes, las corrientes, los subgrupos que interactúan y tienen que convivir con la comunidad institucional, regional o nacional. También con una mayor complejidad y un escenario más amplio, como las provincias o naciones, las personas ejercen funciones de liderazgo y control sobre la actuación de los niveles más simples, a ejemplo de las funciones de las autoridades civiles, militares y religiosas. Y más allá de los niveles nacionales empiezan las relaciones internacionales, por medio de representaciones, formando las comunidades económicas, militares o culturales.

 

Todo ese edificio social se construye a través de relaciones, efectivas o ideales, y tiene por cimientos los organismos individuales que desde la base de la estructura se agrega o se disgrega, formando distintos organismos sociales denominados grupos, empresas o instituciones en diversos niveles, por convergencia de intereses o competencia. Las relaciones se dan entre personas, grupos y países, en sus diversos niveles de jerarquía, en torno a objetos que se clasificarán más adelante como satisfactorios de necesidades de supervivencia, reproducción y convivencia3. Sobre estos objetos, las personas, grupos o naciones tienen intereses, que a su vez resultan del valor que tengan para cada persona o grupo de las mismas que estén involucradas. Si alguien tiene interés por un objeto, satisfactorio de necesidades, entonces éste tener un valor “x”. Así, el valor es la otra cara del interés, y funciona como punto de encuentro o de conflicto en las relaciones. Mejor dicho, la determinación o la cuantificación (“valoración” y precio) de tal valor es el origen del conflicto o cooperación. Del encuentro resulta la solidaridad, que es la cooperación y el interés común de dos o más personas para que se produzca determinado resultado. En ese caso, el objeto de interés común tiene un valor social para los interesados, y por él se asocian y cooperan. Por el contrario, también hay en el medio social intereses que se cruzan o chocan, de los que resultan valores diferentes, y en razón de los cuales las personas o grupos se convierten en conflictivos o incompatibles en las relaciones. Según la perspectiva de un individuo, de un grupo o de un país, según los principios y creencias que adopten, y principalmente según el poder de imposición o coerción de uno sobre el otro, son enormes las diferencias de valoración sobre un mismo objeto. Por las diferencias de valoración se miden los intereses de los que valoran, además de los conflictos y de los enfrentamientos que de ahí resultan en el orden social.

 

Las relaciones, según se ha visto, reflejan las conductas de cooperación y competencia en torno a los intereses y valores de los satisfactorios, plasmados en la malla social, y de ese modo se convierten en patrón de convivencia y luego en normas de etiqueta, técnicas, morales, etc., especialmente en normas jurídicas. Así pues, el conjunto de los principios teóricos, experiencias, creencias y fe (cosmovisión o suposición de cómo funciona el mundo) determina los intereses y valores de las personas y grupos, y estos  determinan las relaciones sociales, que constituyen la estructura de la sociedad nacional e internacional. Por otra parte, para darle solidez y regulación a una estructura social dada, parte del conjunto de principios, experiencias, creencias y fe se transforma en sistema jurídico4, que a su vez funciona como uno de los pilares de la estructura social, con sus cánones y mecanismos de control de las relaciones sociales.

 

De hecho, el sistema jurídico consiste en un subsistema del sistema-total de una sociedad, y tiene función determinada. Para la teoría sistémica, el todo es una red de sistemas que forman un único gran ecosistema, en que cada elemento contiene las características del todo y viceversa, como en un holograma, que es el principio de la clonación. Por eso, al analizar cualquiera de sus partes es necesario aclarar previamente si se toma algo como un sistema-total o como un subsistema del mismo (sistema parcial); lo cual permite que un subsistema sea tomado como un sistema-total, y que, a su vez, tenga subsistemas, etc. Por tanto, en una visión de contexto o interdisciplinar, el Derecho es un subsistema de la sociedad; sin embargo, en una visión específica, intradisciplinaria, el Derecho es un sistema-total con sus subsistemas, cada cual con sus factores o partes componentes5. Para que funcionen adecuadamente y cumplan su fin, sus subsistemas y partes componentes necesitan estar en un orden específico, que es el orden que caracteriza el Derecho como un sistema racional, justo y eficaz, según los principios que le dan sustentación. Frente a esto, y considerando la racionalidad, la justicia y la eficacia como funciones esenciales que dan existencia a su estructura, cumple estudiarlo y ordenar sus partes en torno a esa estructura triádica.

 

En la ordenación de los múltiples, el tres es la expresión más simple y más favorecida para la identificación, diferenciación y relación simultánea de las unidades y pluralidades, puesto que sus movimientos e interacciones suceden, por un lado, competitivas, y por otro, cooperativas o neutrales. Para realizarla hay que tener en cuenta además del carácter objetivo, espacio-temporal, de sus factores constitutivos, también el carácter subjetivo de quien las practica, como se puede constatar en varios campos de la experiencia humana.

 

En el campo del lenguaje, en la percepción de Cassirer, hay indicios de que la conciencia del número se desarrolló primero no tanto en la coexistencia y existencia aislada materiales de los objetos o procesos, como también en la separación del “yo” y del “tú”. Más que esto, existe ahí una interrelación entre la conciencia del número y lo enumerado6. Cuando un sujeto habla, él dice de un “yo” para un “tu”, a propósito de un “él”. Basta hablar, para ponerse en juego este sistema e, entonces, establecerse instantáneamente un ordenamiento del discurso7. En este ámbito, la determinación numérica no parte de la diferenciación de cosas sino de personas, razón por la que el número no aparece como un principio racional universalmente válido, como un proceso ilimitadamente continuo, sino que se circunscribe desde un principio a un determinado ámbito cuyos límites están definidos no sólo por la intuición objetiva sino definidos con mayor claridad y precisión por la subjetividad pura del sentimiento. En estos límites se conjugan y se separan el “yo” el “tú”, y el “él”, la tríada que establece el carácter de distinción y delimitación de las esferas personales. Más allá del tres impera la pluralidad indeterminada, la mera colectividad, cuyos elementos pueden irse agregando al “yo”, al “tú” y al “él”; si no se agregaran, de la heterogeneidad se pasa a la homogeneidad; de la representación de un contenido particular el número se convierte en miembro de una serie8.

 

Por otra parte, en las relaciones personales, la segunda y la tercera personas no son la mera repetición de la unidad, sino cualitativamente “otras” personas con relación a la primera, además son tres posiciones diferentes en el espacio tridimensional, es decir, en el palco de la vida. De modo que, el “yo” más el “tú”, y/o el “él”, no son simplemente dos o tres personas, como si fueran cosas indistintas, sino que revelan una nueva persona9, el “nosotros”, un grupo con sus tres lados, tres ángulos, tres roles de un mismo juego, teatro, discurso o acción de supervivencia, reproducción y convivencia. Así pues, mientras que en el plural de cosas se considera la simple suma de números que representan elementos similares, en el plural de personas no se opera tal suma, sino que genera un plural inclusivo y exclusivo que preserva la peculiaridad y especificidad de las unidades10.

 

De hecho, el lenguaje compone un sistema de relaciones en el que el plural preserva la personalidad, que se califica y se estructura en torno a los atributos físicos, morales e intelectuales de cada individuo. Por otra parte, en cuanto al individuo, él existe en función de sus relaciones - acción y reacción -, que son constitutivas de su identidad en su medio social. Cada uno es una referencia en un universo de relaciones, que se puede ordenar a partir del tres. El “yo” implica la existencia de un “tú”, que mientras existe implica la existencia de un “él/ella”. El “yo” implica una relación inmediata con el “tú” y una relación mediata con el “él/ella”. El “yo-tú” o el “yo-él” implican también un “nosotros”, que manteniendo las identidades individuales constituyen nuevas y distintas referencias y también nuevas unidades en nuevas relaciones como en “nosotros-tú-él”, “nosotros-vosotros-él”, “nosotros-vosotros-ellos”, “yo-vosotros-ellos”, etc., formando cadenas de relaciones triádicas. También, acerca de las relaciones entre el sujeto y el objeto, según los distintos grados de acercamiento o alejamiento entre unos y otros, en muchas lenguas, suele existir un demostrativo que designa lo que se encuentra cercano a la persona que habla; otro designa lo que se encuentra en el campo perceptivo de la persona interpelada, o bien igualmente lejano del que habla y del interpelado; y un tercero para un objeto que no está presente. Así, la realidad objetiva y la determinación de los objetos se estructuran: en los pronombres demostrativos posesivos (mi, tu, su), en los adverbios temporales (antes, ahora, después) o espaciales (aquí, ahí, allí), etc.11 Es, pues, una estructura universal que refleja las relaciones personales y objetivas, en sus variaciones de género, número y naturaleza, que viene expresada en la gran mayoría de los idiomas de los que se tiene noticia.

 

Por otra parte, como expresión de la suprema estética, ritmo, armonía y adaptación en la naturaleza, se destaca la relación de tres términos en la composición de la divina proporción, así denominada por el monje Fra Lucca Paccioli di Borgo, en su tratado De Divina Proportione, que fue ilustrado por Leonardo da Vinci. También denominada, por Euclides, como  sección áurea o media y extrema razón”, la divina proporción se obtiene por la combinación o relación de tres términos. Así, en la sección áurea o divina proporción, “la razón entre la suma de dos magnitudes consideradas y una de ellas - la mayor - es igual a la razón entre ésta y la otra - la menor. En las relaciones de proporción entre las partes del cuerpo humano se encuentra esta razón, como también en la distribución de las ramas, de las hojas, de la exposición a la luz, de la disposición espacio-temporal de las plantas o la disposición de los pétalos en la flor”12. Para demostrarlo en las plantas, Fibonacci construyó una secuencia numérica que tiende hacia las proporciones de la sección áurea13.

 

 Para su representación triádica en las ciencias sociales y humanas se usa la curva o campana de Gauss, subdividiendo en dos el segmento menor o el mayor, para destacar las tres partes que componen el juego dialéctico14.

Los tres lados de un cuerpo social se complementan, se internecesitan, se Interestimulan en el proceso de supervivencia, reproducción y convivencia, lo cual hace que el todo se mantenga dinámico, en crecimiento. Por el forcejeo que se da entre las partes la distribución puede variar desde lo mejor o lo proporcional que es el punto de oro, hasta lo peor o la desproporción, hacia la explosión del sistema15.

 

Religiones, ciencia, revoluciones, filosofías políticas, ideologías, sistemas jurídicos son expresiones e interpretaciones del juego unitriádico y, a su vez, son también propuestas para controlarlo, ponerlo dentro de los límites de la proporcionalidad económico-política y restarle el carácter de dolor, violento y devorador. La ilustración anterior muestra el centro, dominio o eje de la proporcionalidad - 62% por 38% - y también las gradaciones de distanciamiento del mismo, es decir, de la desproporcionalidad. Con esto se descubre que las correspondencias no suelen ser simétricas.

 

Por otra parte, además de la función estética, cumple destacar también la adecuación de la estructura al estado de movimiento y adaptación de un objeto, de un mecanismo o de un animal a su fin, que responde a esas proporciones. En este sentido, por ejemplo, las relaciones entre las partes en condiciones estáticas (economía de peso, de volumen, establecimiento de perfil óptimo que da la sección de resistencia o de equilibrio de las fuerzas de corte o de flexión) o dinámicas (ligereza, solidez de conexiones, mínimo de pérdida de energías, sección óptima en cuanto a la resistencia del aire o del agua, etc.) de los animales, pájaros, peces, etc., que tienden a la “divina proporción”, satisfacen perfectamente sus necesidades mecánicas, desde el punto de vista de la distribución de peso, perfil de mayor resistencia, estabilidad estática o dinámica, así como proporcionan sensación de armonía en su medio normal16.

 

Además, también se sabe que desde tiempos inmemoriales el cuerpo humano representa un modelo del juego y encadenamiento de proporciones en las relaciones entre las partes y el conjunto, por lo que ha sido usado como patrón para la composición de los trazados en la arquitectura. El canon de las proporciones humanas se rige por el número de la sección áurea. En este sentido, afirma Bayard: “es importante destacar que, con el compás, el útil del Señor, se halla la extraordinaria proporción que es el número áureo. De este modo, se puede crear una gran variedad de formas que guardan siempre una gran armonía, sumamente estética, puesto que en realidad reflejan las grandes leyes naturales, tanto las de la tierra como las del cosmos. Al establecer las proporciones a partir de composiciones geométricas, los constructores honran la estética visual, a la que nuestra mirada está acostumbrada por la observación de la naturaleza o del cuerpo humano17.

 

En lo referente a los dioses, la formulación clásica de la trinidad egipcia, además de otras tríadas, como Amón/Mut/Khonsu y Osiris/Isis/Horus, se ha encontrado expresada en el himno a Amón de Leiden, a finales del siglo XIV a.C.:

       “Tres son todos los dioses: Amón, Re y Ptah, no hay ninguno que sea su igual.

       Oculto está su nombre como Amón, como Re es percibido, su cuerpo es Ptah.

       Sus ciudades en la tierra permanecen para siempre: Tebas, Heliópolis y Menfis,

       Hasta el final de los tiempos (estrofa 300, IV, 21 s.)”18.

 

Enseña Hornung que esta tríada Amón-Re-Ptah también se puede encontrar en otros lugares y por cierto, no sólo en la época Ramésida (así Otto, p. 268), sino ya bajo Tutankhamón (1347-1338 a.C.), el sucesor de Akhenatón19.

 

Hermes, iniciador de Egipto en las doctrinas sagradas, nombre genérico como Manú o Buda, designa a la vez un hombre, una casta y un dios. Como hombre, es el primero, el gran iniciador de Egipto; como casta, el sacerdote depositario de las tradiciones ocultas; como dios, el planeta Mercurio, asimilado con su esfera a una categoría de espíritus, de iniciadores divinos. ”Los griegos, discípulos de los egipcios, lo llamaron Hermes Trismegisto, o tres veces grande, porque era considerado rey, legislador y sacerdote. Tipifica una época en que el sacerdocio, la magistratura y la realeza se encontraban reunidos en un solo cuerpo gobernante20.

 

En su iniciación, Hermes conoció la inteligencia divina que contiene en potencia todas las cosas y encierra los modelos de todos los seres. En su visión “el profeta del templo comentaba el texto sagrado. Explicaba que la doctrina del Verbo-Luz representa la divinidad en el estado estático de su equilibrio perfecto. Demostraba su triple naturaleza, que es a la vez inteligencia, fuerza y materia; espíritu, alma y cuerpo; luz, verbo y vida; la esencia, la manifestación y la sustancia son tres términos que se implican recíprocamente. Su unión constituye el principio divino e intelectual por excelencia, la ley de la unidad ternaria, que desde arriba hasta abajo domina la creación21.

También en las iniciaciones pitagóricas se enseñaba que “el mundo es triple. Porque como el hombre se compone de tres elementos distintos pero fundidos uno en otro, el cuerpo, el alma y el espíritu, de la misma manera el universo está dividido en tres esferas concéntricas: el mundo natural, el mundo humano y el mundo divino. La Tríada, o ley del ternario es, pues, la ley constitutiva de las cosas y la verdadera clave de la vida. Se la vuelve a encontrar en todos los diversos grados de la escala de la vida, desde la constitución de la célula orgánica a través de la constitución fisiológica del cuerpo animal, del funcionamiento del sistema sanguíneo y del sistema  cerebroespinal, hasta la constitución hiperpsíquica del  hombre, la del universo y la de Dios22.

 

Para los Celtas, el número tres tenía extrema importancia. Algunos de sus dioses y diosas tenían tres cabezas. Sus héroes solían aparecer tres veces en la misma aventura con nombres y características diferentes. Los druidas enseñaban por medio de tríadas - versos de tres afirmaciones o frases23. También en la doctrina brahmánica, la idea del unitriádico se revela de la siguiente manera: “Aquel que crea sin cesar los mundos es triple. Es Brahma, el Padre; es Maya, la Madre; es Vichnú, el Hijo; Esencia, Sustancia y Vida. Cada uno encierra a los otros dos y los tres son uno en lo Inefable” - Doctrina Brahmánica. UPANISHADS24.

 

Sin embargo, más que reflejo de la contemplación de las divinidades, las tríadas de los dioses de la antigüedad revelan proyecciones o recurrencias de concepciones del mundo y de la sociedad en torno a las funciones de administración de lo sagrado, de la guerra y de la política. En el plano social, efectivo o ideal, estas concepciones produjeron el reparto de los hombres en las clases de los sacerdotes, guerreros y productores (estos últimos según la economía del momento), con sus subdivisiones, y políticos. Así, cada nivel de la jerarquía de cada una de las tres clases comportaba representación en el plano de la teología, a través de un dios trino como su patrón. De manera que cada nivel de la jerarquía articulaba triple representación. Esas evidencias se descubrieron a través de los estudios e investigaciones de la “nueva mitología comparada” y de las proyecciones del inconsciente familiar y social. Especialmente, como hecho esencial, se descubrió que el significado trifuncional de los grupos de dioses de la teología de los romanos más antiguos era una concepción del mundo y de la sociedad muy cercana a la que practicaban, en el otro extremo de la expansión indoeuropea, los indios védicos y los iranios, como también entre otros pueblos indoeuropeos, en particular entre los germanos y celtas25.

 

Sobre el tema, según Bernard, “el Evangelio de San Juan nos proporciona las claves de la enseñanza íntima y superior de Jesús con el sentido y el alcance de su promesa. Volvemos a encontrar ahí aquella doctrina de la Trinidad y del Verbo divino enseñada ya, desde miles de años atrás, en los templos de Egipto y de la India, pero alentada, personificada por el príncipe de los iniciados, por el más grande de los hijos de Dios26.

 

Para Panikkar, imaginar toda la realidad en términos de tres mundos es una constante de la cultura humana, sea en una visión espacial, temporal, cosmológica o metafísica. Según un texto sagrado, entre muchos: “Se reveló como triple”. Así, afirma que existe un mundo de los Dioses, otro de los hombres y un tercero de aquéllos que han pasado por el tamiz del tiempo; el Cielo, la Tierra y el Mundo de los muertos; el firmamento, la tierra y el mundo intermedio; el pasado, el presente y el futuro; lo espiritual, lo psíquico y lo corpóreo, etc. La clásica división tripartita del hombre como cuerpo, alma y espíritu (corpus, anima, spiritus) podría ser interpretada como otra formulación de la misma intuición. Cuerpo, alma y espíritu son más bien los denominadores comunes de todo ser real, si éste mantiene conexiones vitales con la realidad en su conjunto. En síntesis, el dogma cristiano del Cuerpo Místico afirma precisamente esto: cada uno de nosotros es una parte integrante de una unidad superior y más real, el “Christus totus27.

 

A su vez, enseña Boff que la Trinidad es un hecho; sólo después es una doctrina sobre este hecho. Porque es, primeramente, un hecho que siempre estuvo presente en la vida humana. En cualquier época de su evolución, podemos hablar de emergencias de la conciencia trinitaria en la historia28.

 

Para San Agustín, todos los seres creados por el arte divino manifiestan en sí cierta unidad, belleza y orden, en una estructura ternaria esencial que corresponde a la medida, número y peso29. La medida expresa la unidad, la proporción ontológica, el modo de existencia de cada ser, porque cualquiera de ellos encierra una unidad como, por ejemplo, la naturaleza corpórea y las facultades del  alma. El número confiere la forma de existencia, y le da algún trazo de belleza, como son las formas o cualidades de los cuerpos y las ciencias o artes propias de las almas. Finalmente, el peso dispone para la estabilidad según cierto orden establecido y sus finalidades, como, por ejemplo, el peso y las posiciones de los cuerpos y los amores y los placeres del alma. Así que, por la presencia de esas tres dimensiones, se puede divisar vestigios del Creador en todas las cosas creadas. En fin, afirma San Agustín: “en la Trinidad se encuentra el origen más sublime de todas las cosas30.

 

Por otra parte, la cultura de la estructura triple de la realidad ya no es exclusividad del conocimiento intuitivo, místico, ideal, sino que participa del acervo cultural de las ciencias positivas, racionales, experimentales y tecnológicas, y mucho ha aportado a estos campos así como al conocimiento en general. Se trata efectivamente de una distinta lógica de pensamiento y actuación en el mundo, que trabaja con conceptos propios diferentes de los conceptos de la lógica tradicional. En este sentido, puntualiza Ortiz-Osés: “claro que para copensar semejante revisión conceptual se precisa otra lógica distinta a la clásica de la verdad y la falsedad” - lógica bivalente31.

 

Según Gregori, en la teoría del pensamiento o de la percepción de la realidad, hubo un cambio de lo único a lo múltiple, de lo simple a lo compuesto, de lo absoluto a lo relativo, del dogmatismo al pluralismo. El pensamiento monádico o del unipensar, estructurado para agradar a emperadores e imperios, se prolongó en el positivismo científico, en el funcionalismo, en el estructuralismo, en la cibernética electrónica y en las matemáticas de las ciencias exactas conocido hoy como paradigma Bacon-cartesiano. Hace poco más de 150 años, a raíz de los avances en la teoría de la evolución y su endiosamiento de la competencia y de los más fuertes, se introdujo y creció el uso del pensamiento diádico, dialéctico o de duplipensar, lógica que se desenvuelve a partir de pares de conceptos o hechos, envolviendo mayor o menor grado de contradicción, pero ambos necesarios e insuprimibles32. Ahora, a raíz del descubrimiento de las partículas subatómicas organizadas en conjuntos de tres o “triplets” como las denominó su descubridor Murray Gell-Mann, se fundamenta y se estructura el pensamiento triádico, para uso en todos los niveles y esferas del conocimiento y áreas de la realidad33.

 

En muchos campos de investigación, principalmente en las ciencias exactas, según determinados fines, se pueden admitir y poner de manifiesto ciertos avances y triunfos logrados con base en la lógica clásica monádica, de decisiones “sí” o “no” (verdadero o falso), donde las proposiciones siempre tienen exclusivamente uno de estos valores, sin intermedios o gradaciones. Pero en otros sectores es necesario recordar sus límites de aplicación, por lo que aparecen las lógicas polivalentes, con variedad y gradación de valores, o con otros parámetros, puesto que trabajan con fórmulas que no son ni verdaderas ni falsas, como por ejemplo las lógicas modales, que no utilizan las funciones de verdad. Así, v.g., la lógica modal óntica utiliza los modificadores necesario-contingente, posible-imposible; la modal temporal: siempre, a veces, pasado, presente, futuro, etc.; la modal deóntica: permitido, prohibido, obligatorio; la modal epistémica: cree que, sabe que, etc. Mientras que, afirma Delgado, la lógica clásica se limita al discurso apofántico, descriptivo y asertórico, sin introducir el tiempo, ahora se hace una ampliación a los modos interrogativo, imperativo, subjuntivo y se estudia el discurso teórico y el práctico34.

 

Con referencia a la “tríada”, así se llama a todo grupo de tres entidades, conceptos, nombres, etc., siempre que haya entre ellos alguna relación que permita pasar del uno al otro, de tal suerte que uno suponga o envuelva a los otros. El grupo constituido por una tríada se llama triádico35.  En la lógica cuantificacional elemental, o lógica de predicados de primer orden - donde se cuantifican solamente argumentos, pero no predicados -, hay casos en los que hay sólo un argumento, y casos en los que hay más de un argumento. Los últimos pueden tener dos, tres, cuatro, cinco, seis, etc., argumentos, y, en general, “n” argumentos. Cuando se tiene sólo un argumento para el predicado este es llamado ”monádico”, y la cuantificación correspondiente es llamada “monádica”. En los casos en que un predicado afecta a dos argumentos son llamados ”diádicos”, y la cuantificación correspondiente es llamada “diádica”. Cuando son tres los argumentos para un mismo predicado, este es llamado “triádico”, y la correspondiente cuantificación ”triádica”36.

 

 Para los sistemas simples, en los que se puede conocer y controlar todos los “inputs” y “outputs”, es decir, todo el procesamiento, es perfectamente admisible la lógica clásica, monádica. Pero, con la lógica tradicional, ocurre lo mismo que ha ocurrido con la mecánica, que sólo tuvo sentido y validez en un ámbito medio37, restricto, mientras que en otros se hacen necesarias nuevas estructuras de pensamiento, o simplemente rescatar estructuras de pensamiento ya olvidadas o poco manejadas por el hombre en la actualidad. Según Delgado, la lógica clásica buscaba la máxima precisión y formalización, mientras las lógicas borrosas o difusas ofrecen modelos de razonamiento aproximado, basándose en que el pensamiento y conocimiento humanos son imprecisos38.

 

En la perspectiva de fundamentos a una percepción triádica en el campo de la neurofisiología, se debe a P. MacLean una concepción filogenética según la cual el encéfalo, la masa que queda dentro de la caja del cráneo, representa, en suma, la superposición de tres cerebros: neocórtex, sistema límbico y sistema reptílico39.

Cada parte tiene, por así decirlo, su inteligencia, su subjetividad, su sentido de espacio y tiempo, entre otras funciones. Una puede reaccionar independientemente de las otras en ciertas circunstancias, pero deben vivir en armonía. Es la hipótesis del cerebro triuno.

 

También corroboró para ésta teoría A. R. Luria, para quién el cerebro es un todo dinámico, un sistema formado de tres bloques que desempeñan papeles especiales en la actividad psíquica, pero integrados40.

 

En este sentido, el funcionamiento del cerebro está directamente relacionado con el funcionamiento de las células nerviosas, que son las unidades básicas de la estructura cerebral. Así que, una neurona típica, de las que pueblan el cerebro, ejerce como función principal el procesamiento de información, es decir, recibe, procesa y reenvía señales bajo la forma de pulso eléctrico - espiga - a través de su cable - axón41.

 

Dado esto, una neurona responde a muchas fuentes de impulsos eléctricos que inciden en su cuerpo celular y en sus ramificaciones de tres maneras. Así, las descargas las excitan, las inhiben o modulan su comportamiento; como sucede también en la actividad político-legislativa, donde el legislador se ve constantemente bombardeado por informaciones de los que desean que vote a favor, en contra o tome otra actitud con relación a determinada materia, a las que deben considerarse cuando emita su voto42.

 

En el campo de la física, se creyó durante mucho tiempo que el átomo era la partícula elemental de la materia. Pero, con el avance del conocimiento, se sabe que está formado por un núcleo con electrones en su entorno. El núcleo, a su vez,  está formado por protones y neutrones. Y ya se sabe que los protones y neutrones están constituidos por quarks. Son seis los tipos de quarks, así denominados por Gell-Mann: “up, down, strange, charmed, bottom y top”, es decir, “arriba, abajo, extraño, encanto, fondo y cima43.  Y están ligados entre sí por una fuerza que surge del intercambio de otros cuantos: los gluones (del inglés glue, pegar).

 

Para Gell-Mann, “la receta para elaborar un neutrón o un protón a partir de quarks es, más o menos, mezclar tres quarks. El protón está compuesto de dos quarks u [up, arriba] y un quark d [down, abajo], mientras que el neutrón lo componen dos quarks d y un quark u. Los quarks u y d poseen diferente carga eléctrica”44. Así, una tríada es lo que constituye un protón o un neutrón45. Además, cientos de partículas nucleares diferentes han sido descubiertas y todas ellas han sido explicadas como combinaciones de quarks, antiquarks y gluones. Según Delgado, parece que en la mecánica cuántica no se cumple la ley distributiva y la dualidad entre conjunción y disyunción, lo que supone una lógica nueva, una lógica cuántica46.

 

Para Hawking, con estas ideas, puestas en fórmula matemática, es sencillo calcular las órbitas permitidas de átomos complejos e incluso de moléculas, que son conjuntos de átomos unidos por electrones en órbitas que giran alrededor de más de un núcleo. Considerando que la estructura de las moléculas, y las reacciones entre ellas, son el fundamento de toda la química y la biología, la mecánica cuántica permite, en principio, predecir casi todos los fenómenos del universo, dentro de los límites impuestos por el principio de incertidumbre47.

 

En el campo jurídico, ya en la Grecia antigua hubo una experiencia que se acerca al paradigma triádico. En las reformas constitucionales emprendidas por Solón, para instaurar el orden en la ciudad de la antigua Grecia, el kosmos, en el marco de una historia caracterizada por la lucha de fuerzas y por el enfrentamiento de grupos, estableciendo un equilibrio entre los extremos de la minoría de los ricos que querían conservarlo todo y la multitud de los desposeídos que querían tenerlo todo, se introduce en la ciudad la acción moderadora de la clase media, que según el ideal de la sõphrosyne constituye un hecho de templanza, de proporción, de justa medida, de justo término medio48. Se trata de un orden político y jurídico que impone un equilibrio a las tres fuerzas rivales. “La justa medida, para restablecer el orden y la nésykhía, debe, pues, al mismo tiempo quebrar la arrogancia de los ricos y hacer que cese la esclavitud del démos, sin transigir, no obstante, con la subversión49.

 

Se trata, pues, de una formulación que, en realidad, propone la igualdad geométrica, que de hecho es la reglamentación de las relaciones sociales en todos los dominios en conformidad con los principios de la igualdad proporcional. Así, la ley que se promulgaba era la expresión de esa voluntad media proporcional que daba a la ciudad su punto de equilibrio, sustituyendo las relaciones de fuerza y poder de las tres facciones por las relaciones de moderación e igualdad proporcional. En este contexto, por ejemplo, se sitúa la institución de la moneda por el Estado, en la sociedad griega, en sus comienzos, como patrón social de valor, artificio que permitía establecer entre realidades diferentes una medida de valor común de bienes y servicios; y también una tentativa, en cierto modo, de igualar fortunas mediante distribución del numerario o modificación de las tasas de valor50.

 

A la luz de esto, considerando especialmente la complejidad del fenómeno jurídico, que no se agota en la racionalidad, sino que también anda por los senderos de lo irrazonable y de la experiencia práctica, y que, además, son aspectos reciprocamente necesarios, cumple dedicarse a definir y estructurar una razón dialéctico-triádica aplicable al Derecho51, que sea especialmente capaz de relacionar todos los elementos y factores de la realidad jurídica.

 

4.1  Conclusiones

 

Establecido que la realidad de las cosas se manifiesta al hombre a través de la dialéctica triádica, y que las cosas se definen, en el escenario del tiempo y del espacio como relación de partes y sistemas unitriádicos, por la disposición de sus constituyentes en un orden dado destinado a un fin, se reconoce que el Derecho es un orden dialéctico triádico de los factores de la realidad social, destinado al equilibrio y proporcionalidad de las fuerzas e intereses personales, de grupos, sociales y universales en un determinado contexto.


 

1 Panikkar, ante la realidad, que en su opinión no es ni una ni múltiple, pero armonía, polaridad, relación constitutiva entre todo, aunque admita también la desarmonía y la asfixia o explotación de un polo por alguno de los otros que constituyen la trinidad radical, propone el reto de pensar todos los fragmentos del mundo actual para reunirlos en un conjunto no monolítico pero sí armónico, para la superación del monismo, que por un lado es explosivo, y del pluralismo, que por otro es inestable. El desafío instiga una propuesta para superación del dilema que se puede interpretar a varios niveles. Como problema metafísico, está relacionado con la reconciliación de lo Uno y lo Múltiple en el orden supremo del Ser. Como cuestión epistemológica, se centra en la identidad y la diferencia. Como planteamiento científico, busca la unidad y la coordinación de las ciencias. Como sociología, busca llegar a modelos de conocimiento. Como política, trata de encontrar formas prácticas de organizar la vida humana  (Panikkar, R. La intuición cosmoteándrica, Madrid 1999, Editorial Trotta, ps. 20/26-33).

 

2 Según Merani, la vida en sociedad resulta de la interatracción de seres vivos y de la interacción individual y en masa de los mismos con el circuito externo. En las sociedades humanas actuales, la atracción recíproca está asentada en el desarrollo de la afectividad y la inteligencia. En este proceso, el individuo ajusta su conducta a otras conductas, y estas como conjunto se adecuan a circunstancias biofóricas cambiadas por la acción del grupo sobre el medio ambiente. Así, el género humano realiza su adaptación en el plano histórico, y sus transformaciones no son para adecuarse a las condiciones naturales o sociales, sino para transformarlas, superarlas o anularlas. La adaptación del hombre se cumple dentro de circunstancias histórico-sociales y, por consiguiente, el nivel de integración cambia por la misma base (Merani, A.L. De la praxis a la Razón, Barcelona 1975, Ediciones Grijaldo, ps. 135/136).

 

 

3 Enseña Morin que el hombre no puede verse reducido a su aspecto técnico de homo faber, ni a su aspecto racionalístico de homo sapiens. Hay que ver en él múltiple faz, como del mito, la fiesta, la danza, el canto, el éxtasis, el amor, la muerte, la desmesura, la guerra. Tampoco deben-se despreciar la afectividad, el desorden, la neurosis, la aleatoriedad, etc. (Morin, E. El paradigma perdido: el paraíso olvidado. Ensayo de bioantropología., Barcelona 1974, Kairós, p.227-235).

4 En la lección de Bertalanffy, conforme a la teoría general de los sistemas, un sistema se define como un conjunto de componentes en estado de interacción, aunque puede definirse con enunciados parecidos. Tal teoría trata de desarrollar los principios aplicables a los sistemas en general, prescindiendo de la naturaleza de éstos, de sus partes componentes y de las relaciones de fuerzas entre ellas. Las partes componentes del sistema no son necesariamente materiales, como por ejemplo en el análisis del sistema de una empresa comercial, del que forman parte otros componentes, tal como edificios, máquinas, dinero y clientela (Bertalanffy L. Robots, hombres y mentes, Guadarrama, Madrid 1974, p. 96).

5 “La teoría general de los sistemas es una ciencia general de la “totalidad”, concepto tenido hasta hace poco por vago, nebuloso e semimetafísico. En forma elaborada sería una disciplina lógico-matemática, puramente formal en sí misma pero aplicable a las varias ciencias empíricas. Para las ciencias que se ocupan de todos organizados, tendrá significación análoga a la que disfrutó la de la probabilidad para las ciencias que se las ven con acontecimientos aleatorios” (Bertalanffy, L. Teoría General de los sistemas, México 1976, FCE, p. 37).

6 Cassirer, E. Filosofía de las formas simbólicas - I Lenguaje, México 1998, Fondo de Cultura Económica, 2ª Ed., p. 214.

7 Conforme señala Dufour, el sistema que se forma por medio del conjunto del “yo”, “tu” y  “él” funciona, de cierta manera, como un dispositivo en el interior de la lengua. Se trata de algo como se fuera una lengua previa - una lengua para acceso a la lengua, una lengua en la lengua (Dufour, D. R. Os mistérios da Trindade, Rio de Janeiro 2002, Editora Campanhia de Freud, p. 69).

8 Cassirer, E. Filosofía de las formas simbólicas - I Lenguaje,  o.c. 215.

9 Cassirer, E. Filosofía de las formas simbólicas - I Lenguaje, o.c. p. 220.

10 En todo el universo del lenguaje, sólo hay tres pronombres personales sujetos. Cuando no existen los pronombres en una lengua dada, esta posee flexiones verbales con las que se enmarcan las distinciones de personas. En síntesis, la diversidad de pronombres o flexiones de todas las lenguas pueden, en última instancia, reducirse a tres (Dufour, D. R. Os mistérios da Trindade, o.c. p. 71).

11 Cassirer, E. Filosofía de las formas simbólicas - I Lenguaje, o.c., ps. 165-241;

Boff, L. A Trindade, a Sociedade e a Libertação, Petrópolis-RJ 1986, Editorial Vozes, 2ª Ed., p. 148;

Hornung, E. El uno y los Múltiples: Concepciones egipcias de la divinidad, Madrid 1999, Editorial Trotta, p.  202;

Panikkar, r. La Trinidad: una experiencia humana primordial, Madrid 1998, Ediciones Siruela, 2ª edición, p. 26.

12 - En el lenguaje matemático, la razón es la resultante de la comparación entre dos magnitudes, o dos números concretos que la miden, con respecto a la misma unidad. La equivalencia o proporcionalidad entre las magnitudes relacionadas es resultante de la comparación entre sus razones, lo que permite un juicio sobre las mismas. De suerte que, la razón  a/b es la medida de la magnitud “a” si se toma la magnitud “b” como unidad. La comparación de la razón a/b con la razón c/d, u otras razones, permite la percepción exacta de las relaciones entre esas magnitudes, y se representa por la ecuación de proporción: a/b = c/d. La relación de magnitudes más sencilla ocurre cuando los dos mayores intermediarios “b” y “c” son iguales, donde se obtiene la proporción a/b = b/c (la razón entre el primer término y el término medio es igual a la razón entre este y el término extremo: b=Öac. Ex.: 2, 4, 8). Es esta la llamada proporción continua.  Si se parte solamente de dos magnitudes (a y b), su suma (a + b) será la tercera, que será representada por la siguiente proporción: a+b/a = a/b. Esta es la proporción continua por excelencia, la que está basada en la razón de la “sección áurea”.  Aplicada a las longitudes que dividen un segmento  AC  en dos partes  AB  y  BC  por un punto  B, de tal modo que  AC/AB = AB/BC, corresponde a lo que Euclides llama “división de una longitud en media y extrema razón”. El valor numérico de la media y extrema razón es 1+Ö5/2 =1,618. Esta es la expresión aritmética  de la sección áurea o número de oro, la razón por la cual se establece la «divina proporción», la función estética, armónica, rítmica, simétrica, etc. entre los términos relacionados (Ghika, M. C. El Número de Oro I: Los Ritmos, Barcelona 1968, Poseidón, p. 29).

13 Secuencia Fibonacci: 1,1,2,3,5,8,13,21,34,55,89,144..., donde un número dado de la secuencia será la suma de los dos anteriores (Ghika, M.C., ibid).

14 Gregori, W. Construçao familiar-escolar dos 3 cerebros, Belo Horizonte 2000, Editora Luz, p. 165.

15 Gregori, W. Ibid.

16 Ghika, M. C. Estética de las proporciones en la naturaleza y en las artes, Barcelona 1983, Poseidón,3ª Ed., p. 16.

17 Bayard, J. P. El secreto de las Catedrales, Girona 1995, Tikal Editorial, p. 230.

 

18 Apud. Hornung, E. El uno y los Múltiples: Concepciones egipcias de la divinidad, o.c., p. 203.

19 Hornung, E. El uno y los Múltiples: Concepciones egipcias de la divinidad, p. 203.

20 Schuré, E. Los Grandes Iniciados: Rama, Krishna, Ermes, Moisés, Orfeo,  Pitágoras, Platón, Jesús, Zoroastro, Buda, Jesús y los Esenios,  o.c.,  p. 73.

21 Schuré, E. Los Grandes Iniciados: Rama, Krishna, Ermes, Moisés, Orfeo,  Pitágoras, Platón, Jesús, Zoroastro, Buda, Jesús y los Esenios,  o.c.,  p. 85.

22 Schuré, E. Los Grandes Iniciados: Rama, Krishna, Ermes, Moisés, Orfeo,  Pitágoras, Platón, Jesús, Zoroastro, Buda, Jesús y los Esenios, o.c.,  p. 170.

23 Bancroft, A. As origens do sagrado: viagem espiritual à tradição ocidental, Lisboa 1990, Editorial Estampa, p. 113.

24 Schuré, E. Los Grandes Iniciados: Rama, Krishna, Ermes, Moisés, Orfeo,  Pitágoras, Platón, Jesús, Zoroastro, Buda, Jesús y los Esenios, o.c.,  p. 39.

 

25 Dumézil, G. Los dioses soberanos de los indoeuropeos, Barcelona 1999, Herder, p. 13.

26 Bernard, C. Introducción sobre la Doctrina Esotérica, en  Schuré, E. Los Grandes Iniciados: Rama, Krishna, Ermes, Moisés, Orfeo,  Pitágoras, Platón, Jesús, Zoroastro, Buda, Jesús y los Esenios,  o.c.,  p.11.

 

27 Panikkar, R. La intuición cosmoteándrica, Madrid 1999, Editorial Trotta, p. 77.

28 Boff, L. A Trindade, a Sociedade e a Libertação, Petrópolis-RJ 1986, Editorial Vozes, 2ª Ed., p. 41.

29 Sagrada Biblia, (Sb. 11.21) Madrid 1958, Biblioteca de Autores Cristianos, 8ª ed., p. 739; Agostinho, S.  A Trindade, São Paulo 1994, Editora Paulus, 2ª ed., p. 262.

30 Agostinho, S.  A Trindade, o.c., p. 230 .

31 Ortiz-Osés, “Visiones del Mundo (historia hermenéutica del sentido)”, en Diccionario interdisciplinar de Hermenéutica, Bilbao 1997, Universidad de Deusto, p. 822.

32 Gregori, W. Cibernética Social I, São Paulo 1984, Editora Cortez, p. 45).

33 Gregori, W. Cibernética Social I, Ibid.

 

34 Delgado, V. M. “Lógica”,  en  Diccionario interdisciplinar de Hermenéutica, Bilbao 1997, Universidad de Deusto, p. 483.

35 Ferrater Mora, J. F. Diccionario de Filosofía, Madrid 1997, Alianza Editorial, p. 3321.

36 Ferrater Mora, J. F. Diccionario de Filosofía, o. c. p. 2618.

 

37 Hornung, E. El uno y los Múltiples: Concepciones egipcias de la divinidad, o.c., p. 222.

38 Delgado, V. M. “Lógica”,  en  Diccionario interdisciplinar de Hermenéutica, o.c., p. 484.

39 Conforme a Gil, “las estructuras filogeneticamente más antiguas del encéfalo están constituidas esencialmente por una gran parte del tronco encefálico y, en particular, por la formación reticular implicada en la vigilancia, así como por los núcleos grises centrales implicados en la motricidad: estas estructuras corresponden, en la concepción tripartita de Maclean, al encéfalo de losráptiles. Este encéfalo, el más arcaico, rico en receptores epiáceos y en dopamina, controla los comportamientos necesarios para responder a las nececidades básicas y a la supervivencia de la especie como el acto de alimentarse y la defesa de su territorio. El sistema límbico o paleoencéfalo (primitivo) rodea como un ´anillo` (un limbo) al precedente en la cara interna de los hemiferios cerebrales. (...) El sistema límbico interviene en la regulación de los comportamientos instintivos y emocionales, así como en la memória. Por encima de los encéfalos de los ráptiles y límbico se despliegan los hemisferios cerebrales recubiertos de una capa o cortex cerebral y que constituyen el neoencéfalo de los mamíferos, que gestiona las informaciones que provienen del contexto, adapta las acciones y permite el despliegue de las funciones cognoscitivas, en cuya cima se encuentra el lenguaje. Las capacidades de planificación y de anticipación se atribuyen al lóbulo frontal, en el que culmina la humanización del encéfalo. Esta concepción, tripartita, ciertamente esquemática, no puede imaginarse sin las conexiones que unen esas tres estructuras” (Gil, R. Neuropsicología, Barcelona 2002, Masson, p. 4-5).

 

40 Castilla del Pino, C. Teoría de los Sentimientos, Barcelona 2000, Tusquets Editores, p. 244-246; Sanvito, L. O Cerebro e suas vertentes, São Paulo 1982, Editora Panamed, p. 38.

41 Crick, F. La Búsqueda Científica del Alma, Madrid 2000, Debate, p. 113.

 

42 Crick, F. La Búsqueda Científica del Alma, o.c., p. 114.

43 Hawking, S. W. Historia del Tiempo, Barcelona 1999, Editorial Drakontos, p. 96;

44 Gell-Mann, M. El Quark y el Jaguar, Barcelona 1998, Editorial Tusquets, p. 199.

45 Hawking, S. W. Historia del Tiempo, o.c., p. 105.

46 Delgado, V.M. “Lógica”,  en  Diccionario interdisciplinar de Hermenéutica, o.c., p. 484.

47 Hawking, S. W. Historia del Tiempo, o.c., p. 90.

48 Vernant, J. Los orígenes del pensamiento griego, Barcelona 1992, Editorial Paidós, p. 97.

49 Vernant, J. Los orígenes del pensamiento griego, o.c., p. 99.

50 Vernant, J. Los orígenes del pensamiento griego, o.c., pp. 106-107.

51 Dialéctico en el sentido que habla Villey, de la confrontación y del diálogo, que constuye un orden a partir de las controversias o posiciones antagónicas, que al final son reducibles a algunas pocas principales (Villey, M. Philosophie du Droit. Definitions et fins du droit, Paris 1982, Dalloz, 3ª ed., p. 43).

 


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