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La construcción del Sistema Nacional de Coordinación Fiscal: Poder y toma de decisiones en una esfera institucional

Dr. Rigoberto Soria Romo

 

 

PARTE I LA VÍA DE LOS ESTUDIOS ORGANIZACIONALES HACIA LA ESFERA INSTITUCIONAL

EL APORTE DEL NUEVO INSTITUCIONALISMO ECONÓMICO


En el capítulo anterior se definió la categoría esfera institucional como concepto clave para el estudio del SNCF. Esta categoría se plantea como el marco o continente de dicho sistema. La dinámica de una esfera institucional es provista por diversos elementos del NIE, entre los que destacan las reglas formales o informales, denominadas por estos autores como instituciones, el Estado, la ideología, el tiempo, la cultura, los procesos de aprendizaje y el cambio institucional y sus fuentes. Estos autores enfatizan la importancia de un buen diseño institucional, que impulse la eficiencia, la eficacia, la equidad y la justicia como sus valores. Para lo anterior se hace una breve revisión de las ideas institucionalistas de principios del siglo XX para después plantear los desarrollos de North, Prats, Dove y el IIG que los extienden y complementan.
El institucionalismo es una corriente de pensamiento que surge a finales del siglo XIX y principios del XX en los campos de la economía y la ciencia política, permaneciendo al margen de sus principales corrientes de pensamiento. A partir de los años setenta del siglo pasado resurge con fuerza en la economía y la teoría política, la sociología y la historia, entre otras áreas, con nuevos argumentos, renovadas perspectivas y metodologías de análisis y otra denominación: nuevo institucionalismo.
Este resurgimiento se asocia, entre otras causas, al colapso de los países de Europa del este y la demanda de su pronta reorganización y reforma institucional (Toboso, 1997: 176), así como a la reconstrucción y mejora institucional de los países del llamado tercer mundo. También ha recibido un fuerte impulso por parte de los estudiosos de la Comunidad Europea, que encuentran una rica veta en este enfoque (Føllesdal, 2001).


3.1 Institucionalismo económico: ‘viejo’ y ‘nuevo’


El institucionalismo económico tiene profundas raíces. Según el Instituto Internacional de Gobernabilidad (IIG, 1998: 3-7) esta corriente tiene sus antecedentes en el historicismo alemán de fines del siglo XIX y comienzos del XX y en el institucionalismo norteamericano de las primeras décadas del siglo pasado.
La escuela histórica alemana de economía tuvo como principal representante a Gustav von Schmoller (1838-1917), autor del Compendio de teoría económica general, texto de economía y de historia económica más influyente en la Alemania de Bizmark, cuando este país se consolida como Estado nacional y fortalece su economía industrial sobre la base de un mercado unificado. Desde un punto de vista teórico, en el historicismo se fundían la tradición positivista y el método inductivo, con el nacionalismo germano que recurría a la historia, para dar fuerza política a su proyecto social.
Para esta escuela el foco de interés de la historia estaba en la ‘nación’, representación abstracta de los intereses colectivos, más allá del individualismo neoclásico que se mueve por el interés personal y de la división de clases, postulada por Marx, que debilita al Estado-nación. El comportamiento económico de las personas aparece impulsado no por el interés personal por acumular, sino que reconocen la existencia de multitud de factores que impulsan el comportamiento económico de los individuos, introduciendo los elementos políticos en la economía, que no se explica por si misma, sino en función de los intereses colectivos representados por la nación.
Su vena institucional se refleja sobretodo en su interés por el Estado concebido como la institución intermediaria indispensable entre los individuos y la nación. Muchos de sus estudios de historia económica tenían como tema de análisis la política económica y sus consecuencias sobre la prosperidad de Alemania. El legado del historicismo alemán, visto en perspectiva, se puede resumir en la importancia que le atribuyen a las peculiaridades de cada pueblo y a sus cambiantes costumbres económicas, destacando que no se pueden comprender correctamente las instituciones económicas de un país sin recurrir a su historia y al nivel de progreso económico y social alcanzado. De esta escuela los institucionalistas heredan la perspectiva holística y sistémica de la economía.
Al otro lado del Atlántico, a principios del siglo XX, en Estados Unidos se consolida una tendencia institucionalista que, aunque recoge algunas herencias del historicismo económico alemán, no es su continuadora. El institucionalismo norteamericano es un movimiento análogo y, al menos durante algunas décadas, contemporáneo al historicismo alemán. Sus principales figuras fueron Thorstein Veblen, Wesley C. Mitchel y John R. Commons.
Thorstein Veblen (1898, 1904, 1971) tuvo amplia influencia en Estados Unidos durante los años veinte y treinta, sobre todo después de la crisis económica de 1929. Compartía con la escuela histórica su rechazo a la abstracción teórica de los neoclásicos, también sentía especial atracción por la historia económica y entendía la economía como un aspecto de la cultura humana. Para los institucionalistas norteamericanos, la economía es la “ciencia del aprovisionamiento social”, y en esa medida se aleja del enfoque individualista neoclásico. También se distancia del historicismo alemán, de carácter conservador, desarrollando un talante progresista, con simpatías hacia el liberalismo, el marxismo y el laborismo.
A los neoclásicos les critica su concepto de ‘equilibrio general’ y la exclusión de las otras ciencias sociales en el análisis económico. En contraste propone una concepción más dinámica, donde el proceso histórico adquiere importancia, y el enfoque interdisciplinario permite considerar argumentos políticos y antropológicos, por lo que es más cercana a la economía real. De esta manera descubren la relevancia económica de los hábitos, las costumbres y las leyes, que conforman el marco institucional en que se producen los hechos económicos y los condicionan.
A Wesley C. Mitchell (1927 y Mitchel y Burns, 1946), se deben los primeros esfuerzos por construir series económicas históricas de largo plazo. Se trata de rescatar la información básica para el análisis económico retrospectivo, y de allí el interés por el estudio de los ciclos, el cambio en las pautas de crecimiento, las tendencias de largo plazo y los factores estructurales que condicionan las trayectorias divergentes de los países en materia de desempeño económico. Por su parte, John R. Commons (1931, 1934) propuso a la transacción como unidad de análisis de la economía, no la mercancía del marxismo ni la utilidad neoclásica. Este concepto fue retomado por Coase (1960, 1996) en una de las versiones modernas del NIE.
Los historicistas alemanes y los institucionalistas norteamericanos vigorizaron la historia y la teoría económica. Aunque el institucionalismo no alcanzó el grado de formalización teórica del análisis neoclásico, sus preguntas seguirían siendo un problema sobre la mesa de trabajo de muchos economistas y científicos sociales. En su formulación moderna, el NIE tiene dos vertientes: la primera originada en los trabajos de Ronald Coase (1960 y 1996) ya señalados y una segunda corriente que tiene su fuente en los trabajos de Douglass C. North (1993, 1994 y 1998), ampliados por diversos autores como Prats (2001), el IIG (1998) y Dove (2000, 2001) entre otros. En este apartado se sostiene que el NIE en la versión de North es un marco flexible para el análisis político y social en general y específicamente organizacional además de su motivación económica primaria que es el estudio de los costos de transacción, la tecnología y los costos de producción.
Cabe señalar que entre las ideas del viejo y el NIE no existe una evolución nítida. Las afinidades entre estas líneas de pensamiento pueden ser bastante tenues, a pesar de lo cual parece indudable que existe una herencia entre ambas corrientes. El análisis de North y el NIE evoluciona del campo meramente económico al estudio de lo político y lo social, pasando por lo organizacional. También se aleja de las generalizaciones neoclásicas al propugnar la profundización en el estudio de las especificidades de cada caso concreto, tomando en cuenta los factores políticos, económicos y sociales.       
 


 

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