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El gobierno corporativo y las decisiones de crecimiento empresarial

Dra. María Gracia García Soto

 

 CAPÍTULO 2

DISEÑO DE LA INVESTIGACIÓN Y METODOLOGÍA

2.1.4. La estrategia de diversificación de la cajas de ahorros

Los profundos cambios que se han producido en el marco económico y financiero internacional, que se han traducido en un fuerte incremento de la competencia y en una reducción de los márgenes de intermediación, junto a la tendencia a la baja de los tipos de interés, han producido que el sector bancario se encuentre en una fase de poco crecimiento; en consecuencia, las entidades de depósito españolas están adaptando sus estrategias a estos nuevos condicionantes del entorno, abriendo cada vez más su ámbito de actuación interviniendo en nuevas operaciones como las participaciones industriales o la expansión hacia otras zonas geográficas, con el fin de, con esta última, canalizar la liquidez sobrante y encontrar nuevas fuentes de ingresos que sustituyan a las derivadas de la pura intermediación financiera (Liso et al., 1999). Esta situación no es muy distinta de lo que ya ha sucedido también en otros países desarrollados (Saéz y Martín, 2000). En este sentido, los cambios han afectado también a las cajas de ahorros, entidades que desde que el Real Decreto 2.290/1977, de 27 de agosto, homologase su actividad a la de sus competidores, los bancos, y el Real Decreto 1.582/1988, de 29 de diciembre, autorizase su libre expansión geográfica, no han dejado de crecer y de adquirir una mayor relevancia dentro del mercado (Belso y Sogorb, 1999).

En cuanto al desarrollo de productos, las inmovilizaciones permanentes en inversiones en empresas industriales con vocación de control o de influencia notable en la gestión representarán compromisos a largo plazo con responsabilidades adicionales, aspecto que desde el punto de vista de la normativa de regulación de las mismas recomienda una acción moderada debido a que si dicha inversión sobrepasa determinados límites o alcanza proporciones relativas importantes en el balance, pueden ser extrañas a su naturaleza y objetivos (Saéz y Martín, 2000). Tal y como señala Cuervo (1991b), las razones que explican la participación activa de la banca en la empresa son:

(a) la asimetría de información y explotación de las potenciales externalidades que surgen de la relación entre el banco y la empresa; dada la incompleta información unidad a las operaciones de préstamo, participar en el capital posibilita la participación en una fuente de información complementaria a la actividad crediticia y, por tanto, hace posible una más correcta evaluación del riesgo -en la misma línea destacar a los autores Sharpe (1990) o Gorton y Schmid (2000)-;

(b) la función del banco como accionista activo, puesto que reduce los efectos negativos de la discrecionalidad de los directivos, evitando la posibilidad de que los directivos apliquen políticas de alto riesgo -en la misma línea destacar a Kang y Shivdasani (1999)-;

(c) el apoyo al negocio bancario, es decir, a la creación de un mercado, en parte, cautivo para el banco -es decir, la entidad financiera puede extraer rentas y beneficios privados aprovechando su posición como gran accionista (Barclay y Holderness, 1989)-; o

(d) el apoyo profesional a las empresas por parte de la banca. Además, la adquisición de participaciones industriales puede contemplarse dentro de una estrategia de diversificación de riesgos de la entidad de crédito, que permite estabilizar beneficios por medio de la diversificación de activos (Nieto y Serna, 2001).

En este contexto, el papel desarrollado en la actividad industrial por las entidades de crédito en España ha sido y es muy activo (Nieto y Serna, 2001); efectivamente, una manifestación de este destacado papel es la participación accionarial en el capital de las empresas tanto por parte de los bancos como por las cajas de ahorros, siendo la participación de estas últimas un fenómeno más reciente surgido desde los primeros años noventa hasta la actualidad (Cals, 1998). Según Analistas Financieros Internacionales (2003), en España, se ha producido un extraordinario crecimiento de los valores en circulación, particularmente de obligaciones y títulos de renta variables, y una mayor participación de las empresas bancarias en los mercados de capitales, con un fuerte crecimiento en sus carteras de acciones y participaciones en empresas no financieras; en este sentido, el comportamiento de las cajas de ahorros, tradicionalmente muy presentes en los mercados de deuda pública, ha sido más dinámico que los bancos en los mercados de acciones y participaciones en los últimos años. El mayor crecimiento relativo de la cartera de renta variable en las cajas se produce tanto en las acciones (aumenta su peso en el balance en un punto porcentual de 1992 a 1999) como, en mayor medida, en las participaciones (aumento de 1,7 puntos), destacando dentro de estas últimas el epígrafe de «Otras participaciones» que corresponde principalmente a participaciones en empresas no financieras. En cambio, los bancos han incrementado más la cartera de participaciones en entidades de crédito (véase cuadro 2.10).

Cuadro 2.10 Distribución de la cartera de valores de los bancos y cajas de ahorros

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En cuanto al tipo de sectores, si bien las participaciones empresariales de los bancos se han salido de sectores maduros y tradicionales -alimentación y autopistas- a la vez que han impulsado sectores de alta tecnología -telefonía móvil, cable e informática-, las cajas también han estado atentas a estas nuevas empresas y han consolidado su posición en el sector de la construcción e inmobiliarias; por otro lado, tanto unos como otras han entrado con fuerza en empresas procedentes del sector público y con fuerte potencial de crecimiento aprovechando las excelentes oportunidades de negocio presentadas (Sáez y Martín, 2000). En esta línea, hay que tener en cuenta que algunas de las tomas de participación de las cajas son impulsadas por los gobiernos regionales con el fin de asegurar la presencia de los intereses regionales en determinados proyectos o de asegurar la financiación de iniciativas que se consideran interesantes para el desarrollo de la región (Analistas Financieros Internacionales, 2003).

En cuanto al proceso de diversificación geográfica o territorial es de destacar que mientras que los bancos tienen plena libertad de establecimiento desde 1974, como ya se ha comentado, las cajas de ahorros han visto limitada su actuación a un área normalmente provincial o, en el mejor de los casos, regional; en este sentido, una vez eliminada las restricciones que hasta 1989 les impedían desarrollar su actividad fuera de su mercado tradicional de operación, muchas de ellas han encontrado una importante oportunidad de crecimiento por esta vía. Por tanto, once años después el número medio de provincias en las que está presente una entidad asciende a siete (Fuentelsaz y Gómez, 2001). En el cuadro 2.11 se puede observar el número de oficinas operativas de bancos, cajas de ahorros y cooperativas de crédito en España por provincias, donde destaca que las cajas de ahorros poseen un porcentaje superior al 30% en todas las provincias, llegando a copar el 71% en la provincia de Tarragona.

Por otra parte, la diversificación geográfica es un fenómeno que afecta a todo tipo de industrias y, de manera especial, al sector financiero, donde los bancos españoles han sido muy activos en el establecimiento de una presencia significativa en el exterior. Dentro del conjunto de grupos financieros mundiales con activos superiores a 200.000 millones de dólares, los dos mayores grupos financieros españoles ocupaban en el año 2002 las posiciones 11 y 15 en términos de la proporción de sus activos en el exterior (Hernanzanz y Sebastián, 2001).

Según el Banco de España (2002), en 2001 las entidades de depósito españolas tenían 81 sucursales operativas y 134 oficinas de representación fuera del territorio nacional, siendo esta cifra muy reducida en comparación con las 38.926 oficinas que componían, a esa misma fecha, la red de las entidades de crédito españolas; además, la tendencia en el número de oficinas en el exterior es descendente: desde finales de 1993 el número de oficinas operativas y de representación en el extranjero han caído un 61 por ciento y un 36 por ciento, respectivamente.

Concretamente, en cuanto a la expansión internacional de las cajas de ahorros, según datos recogidos en el Anuario Estadístico de las Cajas de Ahorros (2001), a 31 de diciembre de 2001, estas entidades cuentan con 19 oficinas operativas y 32 de representación en el extranjero, aspecto que refleja que las operaciones bancarias transfronterizas son aún escasas.

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