Google

En toda la web
En eumed·net










  

 

CAPÍTULO III

LA GLOBALIZACIÓN Y EL FUTURO DEL ESTADO.

 

La confluencia de una gran variedad de acontecimientos de la economía mundial, que van desde una muy prolongada crisis, primero productiva y, en la actualidad, comercial en el seno del capitalismo maduro, a la que acompaña un severo estancamiento de las economías pobres, entre las que se cuentan aquellas que operaron, hasta el final de los 80, como satélites del poder soviético, teniendo como telón de fondo la conclusión de la guerra fría y el deterioro de las hegemonías económica y política de los Estados Unidos, dentro del sistema mundial, no hace sino expresar las dificultades del tránsito de un largo período de expansión -que inicia con la segunda posguerra mundial y comienza a mostrar un indudable agotamiento en la primera mitad de los años 70- hacia un enrarecido ambiente de competencia internacional que, con incontables restricciones, anuncia el futuro retorno a una fase expansiva del ciclo largo, marcada por el desarrollo preferente del regionalismo sobre el multilateralismo y del mercantilismo sobre el libre comercio.

          También incorpora, ya lo estamos viendo, un desarrollo preferente del autoritarismo en materia económica sobre la participación democrática de la sociedad, en el interior de las naciones, por cuanto -de nueva cuenta- se ha puesto en tensión la relación Estado-sociedad, en virtud de la nueva relación Estado-mercado que se endereza en el propósito de subordinar las acciones del primero a los requerimientos del segundo, con el preocupante añadido de un nuevo, crucial protagonista, el desarrollo tecnológico que, por la forma en la que define las características de la nueva competencia internacional, convierte en inelástica la relación entre crecimiento del empleo y aumento de la demanda efectiva, profundizando los fenómenos de la pobreza y de la pobreza extrema, incluso en sistemas económicos industrializados.[1]

          A la exaltación de la apertura económica, de la inescapabilidad de la globalización, del endiosamiento del mercado y de la convocatoria a incrementar la productividad de los factores con apoyo en el cambio tecnológico, como recetario de observancia planetaria, le faltan argumentaciones teóricas y salidas políticas, al tiempo que no existen evidencias empíricas sobre la relación entre el crecimiento de las exportaciones y el del producto total; algo similar ocurre con la recomendación de percibir al crecimiento como fruto lógico de asumir al mercado amigable, toda vez que -frente a estas exaltaciones y recomendaciones- comienzan a mostrarse los saldos adversos para quienes las han seguido al pie de la letra, mientras que las economías propiamente exitosas, las del Suroriente de Asia, disfrutan de un crecimiento administrado, con fuerte intervención estatal, ciertamente alejadas del recetario de los dos organismos multilaterales que se abrogan tanto la definición de los mecanismos de ajuste (el Fondo Monetario Internacional) cuanto de las vías ciertas del crecimiento (el Banco Mundial).[2]

          En esta parte del trabajo se intenta ilustrar el proceso histórico que se inicia con la conclusión de la guerra fría, así como realizar el balance crítico de las propuestas de nuevo orden económico internacional, contenidas en el Informe sobre el Desarrollo Mundial 1991, elaborado por el Banco Mundial, para mostrar algunos de los primeros resultados de la aventura de la globalización que incluyen el fenómeno paradójico mediante el cual, en la búsqueda declarada del libre comercio mundial, en realidad se construye -a través de los bloques económicos y comerciales de las tres regiones más importantes del planeta- un nuevo mercantilismo que, con apoyo en las reglas de origen y otros mecanismos de la negociación regional, mal ocultan las nuevas prácticas proteccionistas y alejan la posibilidad de un libre comercio pleno, sea éste benéfico o no para el bienestar de los habitantes del mundo. Por último, se intenta precisar que, mucho más allá de las tareas de privatización y desregulación propuestas por el Banco, las posibilidades del crecimiento económico incluyen una gruesa agenda de intervención del Estado que, aunque contraria al recetario multicitado, lleva rato largo desahogándose en las economías con mejor posición relativa, en el Sistema Económico Mundial.


 

[1] Resulta de gran interés, al respecto de las fragilidades de la globalización, el cuerpo de aportaciones de Alejandro Álvarez B., publicado en: El Estado nacional y el mercado: mitos y realidades de la globalización, en Investigación Económica 207, FEUNAM, México, enero-marzo de 1994, pp. 155-174.

[2] Cfr. Fanelli, José María, Frenkel, Roberto y Taylor, Lance, Informe Acerca del Desarrollo Mundial 1991. Evaluación Crítica, Trimestre Económico 243, México, julio-septiembre de 1994,pp. 397-444.