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Capítulo I.- Desarrollo sustentable y participación local

Introducción.-



La crisis ambiental es producto de la irracionalidad en la apropiación de los recursos naturales. Obedece a dos tipos de necesidades: a) urgencia de las culturas dominantes por adueñarse de un mayor número de recursos naturales para transformarlos en mercancías, provocando con su apropiación y producción inconmensurables problemas ambientales; y b) sobrevivencia de los habitantes de las zonas marginadas, pertenecientes mayormente a los países del tercer mundo. Desde este punto de vista, la problemática ambiental es un problema social y cultural que se presenta según los fines que muevan la depredación. En otras palabras, mientras unos pocos depredan con fines de lucro, una porción mayor de individuos depreda para sobrevivir; es decir, la crisis ambiental es el resultado de una progresiva crisis espiritual de las culturas occidentales u occidentalizadas y una acelerada crisis material de las culturas tradicionales.

Uno de los aspectos más sobresalientes de la crisis de la modernización es la escasez de agua en los centros urbanos, industriales, así como en las zonas rurales, causada por la creciente demanda demográfica. El mal uso del líquido en la producción; las descargas industriales y domésticas a los afluentes; la tala inmoderada de árboles y la introducción de la ganadería y la agricultura tecnificada en las zonas rurales, sin exigir una mínima de responsabilidad por sus impactos. Tanto la escasez de agua como el sobrecalentamiento de la tierra y demás fenómenos ecológicos son problemas cada vez más visibles, que han motivado tanto a académicos, intelectuales, científicos y políticos a involucrarse en la búsqueda de soluciones que mitiguen la crisis. Sin embargo, algunos de ellos lo hacen sin dejar de tener como punto central la racionalidad económica mercantil (Leff, 1998) lo que ha dado como resultado la continuidad de la estrategia desarrollista a través de un discurso liberal del desarrollo (Crush, 1998; Escobar, 1995; Esteva, 1999; Rist, 1999; Sachs, 1999; Santiago, 2001), que maquillado de verde está dando el afianzamiento del “popular” desarrollo sustentable diseñado por la comisión Bruntland (WCED, 1987). Este tiene tintes biocolonizantes en donde los habitantes de las megadiversidades no tienen cabida; si no es como informantes ecológicos; además, de ser definidos como rescatables para que no se pierdan los datos sobre los ecosistemas.

Aunque este discurso sustentable – promovido, mayormente, por las instancias burocráticas internacionales y algunas ONGs de los países industrializados - es solo un camuflaje de la racionalidad capitalista; ha sido inspirador de otras concepciones alternativas, fincadas en la apropiación, localización y reorientación de la configuración dominante. Estos discursos y perspectivas alternativas han sido cultivados mayormente en los países del Sur, en parte por teóricos, intelectuales o técnicos que están trabajando en las localidades y en contacto con procesos sociales que articulan sus demandas en términos de defensa del territorio, desarrollo alternativo, autonomía, sustentabilidad y autosuficiencia. Normalmente, estas propuestas están diseñadas desde un punto de vista local, donde los habitantes ubicados en las reservas ecológicas son los protagonistas de la recuperación y preservación de sus recursos.

La intención de este capítulo es hacer un análisis crítico del discurso sustentable y la forma en que ha sido cuestionado desde las perspectivas de los teóricos del Sur. Se presentan dos versiones interrelacionadas de la sustentabilidad. En su versión dominante, la sustentabilidad se ve como un instrumento para armonizar los fines económicos del desarrollo con la naturaleza. Sin embargo, para las concepciones alternativas son las comunidades y culturas locales en su diversidad las que deben definir o marcar pauta para tener una visón de la sustentabilidad más acorde con el entorno social, cultural y ambiental, más allá de los fines puramente económicos. A partir de la revisión bibliográfica, se presenta una propuesta emanada de la revisión de los trabajos de los teóricos del Sur a la que se le ha llamado Administración Integral de los Recursos Naturales. Es importante aclarar que esta propuesta tiene el objetivo de explorar una posibilidad para aterrizar el discurso de la sustentabilidad.