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INTRODUCCIÓN

 

El presente es el resultado de un trabajo de investigación bibliográfica y de campo realizado durante tres años y medio, pero con un proceso de “maduración” de otros dos años y medio más. Debido a las características de mi formación – Ingeniera Industrial en Producción- el proceso de aprendizaje fue toda una aventura que se inició con un bagaje nulo sobre la diversidad de temas que esta investigación demandaba. La trayectoria fue bastante penosa con espacios inmensos de dudas sobre la articulación de la realidad y la teoría. Los periódicos daban noticias sobre comunidades buscando su autonomía. Marcos hablaba del tema apasionadamente y su elocuencia me hacía creer fehacientemente que todos los campesinos e indígenas estaban deseosos de convertirse en entidades autónomas, sin separarse del país.

 

Por otra parte, muchos de los autores aquí citados, escriben sobre mundos para mí hasta hace poco desconocidos, realidades transparentes a mis ojos hasta antes de sumergirme en la disciplina de las Ciencias Sociales; dentro de sus documentos se describe a las sociedades tradicionales de manera muy romántica, palabras que envuelven e hicieron nacer en mí el deseo de convertirme en “hermanita de la caridad”. Actitud que tuve que dejar de lado por mi propio bien – mental y profesional - porque al cabo de un tiempo me di cuenta que las comunidades, específicamente donde realicé la investigación, no veían con buenos ojos a Marcos; pensaban que era un traidor de la patria y no buscaban su autonomía como lo estaban haciendo los indígenas de Chiapas. La realidad chiapaneca se convirtió en teoría; pero a final de cuentas, esa teoría  y la realidad no eran compatibles. Llegué a tener crisis fuertes porque afanosamente buscaba la “chispa” autonómica entre los comuneros de la Costa de Oaxaca y no la encontraba. Debo confesar que nunca la encontré, pero sí pude (re)conocer sus formas de vivir con un cierto grado de autonomía, sobre todo en Santa María Petatengo.

 

A pesar de ser una trayectoria sumamente dolorosa -llena de angustias, desvelos e incomprensión -sin dejar de contar las carencias de conocimiento sobre el área social- ha sido cautivadora, apasionante y transformadora. Los momentos que más color tienen en mi mente son los que viví confinada en la parte alta de la Costa de Oaxaca. Debo confesar que mi vida cambió sustancialmente, se enriqueció a través del proceso de aprendizaje de lo que era ese mundo ajeno y cercano; puedo decir que fui feliz conviviendo con los campesinos. Creo sinceramente que la más beneficiada del encuentro con una cultura diferente fui yo, porque los habitantes fueron generosos conmigo, siempre compartieron su tiempo, sus fiestas, sus casas, lo poco material que tenían: su pan, su comida y la majestuosidad de sus paisajes. En otras palabras, durante este proceso de formación, reconozco que mis verdaderos maestros fueron los comuneros de la parte alta de Bahías de Huatulco. Esto, no le quita el merito a cada uno de los asesores de tesis que han leído con paciencia mis borradores porque han sido una parte vital en mi formación, cuidando que no divague en mis reflexiones con comentarios oportunos y certeros. Sobretodo, señalando la ruta que debería explorar para encontrar una forma más justa que me llevara a (re)conocer el proceso de transformación que ocurriera en las tres comunidades.

 

Debo de confesar que no todo fue color de rosa, tuve experiencias que me llenaron de temor por ejemplo cuando: a) una comunidad estuvo a punto de lincharme por haber cometido una imprudencia desde el punto de vista comunal, pero correcta desde el punto de vista urbano; b) sufrí la mordida de un perro que se enfureció a mi paso; c) me percaté del robo de mi hamaca por haberla dejado a la intemperie; d) me quedé sin dinero porque mi billetera desapareció de la mesa donde la había puesto, para luego encontrarla en el monte rumbo a L’Achote, pero ya sin dinero; y e) las correas de las sandalias se me pegaron a la piel, dejando sendas heridas por caminar de Xadani a Petatengo y de Petatengo a Xadani en el mismo día. Otra historia son las largas caminatas de 13 kilómetros para llegar a las zonas cafetaleras. Todas estas experiencias no minaron mi deseo de continuar con mi “aprendizaje” sobre la vida comunal, reconocí que eran resultado y parte de un desconocimiento sobre cómo conducirme en la cultura que yo estaba “macerando”.

 

Mi falta de conocimiento sobre las técnicas metodológicas utilizadas en las Ciencias Sociales me llevó, en primera instancia, a hacer uso de mi intuición que afortunadamente no me falló. Inicié mi trabajo de campo realizando entrevistas a los fundadores, con la finalidad de conocer la historia de los tres pueblos. Más tarde continué con entrevistas con los varones jóvenes - jefes de familia – sus esposas y por último con los niños de las telesecundarias y de las primarias. De esta manera pude conocer varios aspectos de la región. Para ganarme la confianza de los comuneros fui a sus predios a desyerbar sus milpas, un trabajo que aparentaba ser muy fácil, pero que resultó muy cansado.

 

Para darle seguimiento a la propuesta del Centro de Soporte Ecológico entrevistaba a los campesinos que estaban involucrados en el programa. En sus palabras siempre encontré un dejo de orgullo al hablar de sus planes cuando ya pudieran obtener un ingreso económico sostenido: comprar un terreno grande para sembrar árboles de maderas finas para convertirlas en productos terminados; cercar un territorio comunal para la cría de venado e iguanas dentro de un corredor ambiental, donde la fauna pasara de un lado a otro, ya sea en la búsqueda de alimento o para tener sus crías.

 

Por otra parte, durante la revisión teórica y de técnicas metodológicas para el trabajo de campo se probaron varias estrategias; una de ellas fue la utilización de encuestas para censar a El Achiote, una comunidad formada por familias de Xadani y de las fincas cafetaleras. El protocolo de tesis se presentó con un índice de más de cinco capítulos lleno de ideas de lo que necesitaba conocer para conceptuar el marco teórico del trabajo final. A través de mi crecimiento como doctoranda, el índice fue cambiando cada vez que presentaba un tutorial ante el jurado hasta llegar a este documento. Sin embargo, es importante que mencione que el entendimiento del proceso de investigación tuvo un cambio radical después de mi estancia doctoral en la Universidad de Carolina del Norte en Chapel Hill al lado del Dr. Arturo Escobar. Sus pláticas, sugerencias y lecturas recomendadas sobre la manera de cómo reconocer el discurso que origina las actitudes y actividades institucionales- todas ellas usadas para transformar las sociedades de tradicionales a modernas- me dieron una cierta capacidad de análisis de la que yo carecía. Esto me permitió entender qué el CSE podría convertirse en el catalizador de un proceso político a través del fortalecimiento de las bases campesinas: “a más conocimiento de lo desconocido, más posibilidades de ejercer sus derechos dentro del ambiente ajeno”. Sin embargo, a mi regreso de los Estados Unidos, se consideró que aún no estaba lista para presentar un documento final que respondiera la hipótesis planteada en el protocolo:

 

“La transformación de la estructura productiva de la comunidad rural está definida por las distintas formas en que fluyen los proyectos hacia las zonas rurales. Estos  tienden, generalmente, a desarticular la estructura sociocultural de la comunidad; ocurre lo contrario, siempre y cuando los proyectos estén fundamentados en: 1) la participación local activa al definirse y ejecutarse los proyectos; 2) la promoción para la autogestión de los recursos y el fortalecimiento de la cierta autonomía que ejercen las comunidades; 3) el fortalecimiento de la autosuficiencia comunal; y 4) la implantación de sistemas sustentables productivos o de servicio que diversifiquen a la base productiva para el enriquecimiento de la comunidad”.

 

Contenido del documento de tesis.-

 

Se presenta la respuesta a la hipótesis a través de capítulos. En este sentido, el capítulo I es un análisis del discurso sustentable desde las sociedades industrializadas del Primer Mundo frente al discurso adoptado por las instancias gubernamentales de los gobiernos del Tercer Mundo como mera retórica o para salvaguardar los recursos naturales a través de Reservas Ecológicas donde los habitantes locales no tienen cabida; regularmente a estos los despojan de sus territorios, como sucedió con el bosque visitado por la Mariposa Monarca o en Santa María Huatulco, Oaxaca. Lugares donde existen reservas ecológicas en terrenos expropiados por el gobierno federal a los comuneros de la región. La versión del desarrollo sustentable alternativo es construida a través de las vivencias de teóricos, políticos y técnicos que acompañan a los marginados a reconstruir sus proyectos de vida. Esencialmente este proceso tiene como plataforma la participación activa de las bases, las que a través de la capacitación en tecnologías sustentables y la actualización de sus saberes ambientales tradicionales van definiendo y construyendo un desarrollo endógeno, catalizado por un agente externo. La expectativa es que en algún momento del proceso, los protagonistas logren apropiarse de la estrategia sustentable para que finalmente establezcan intercambios justos con el resto de la sociedad.  Como resultado de las revisiones bibliográficas y las experiencias en las tres comunidades se estructuró una propuesta teórica a la que se le denominó: Administración Integral de los Recursos Naturales (AIRN). Esta propuesta se construyó a partir de la corriente alternativa de los teóricos del Sur, complementada por el trabajo de campo. Finalmente, se puede decir que aunque esta es una sugerencia de cómo realizar el encuentro con esas culturas diferentes, no es la respuesta total, ya que cada región y cada pueblo definen sus tiempos para apropiarse y concretar la reestructuración de su proyecto de vida. En otras palabras, la sustentabilidad es un proceso que se va enlazando acorde a los ecosistemas enclavados en un territorio y a las estructuras de gobierno e instancias de autoridad internas y externas al territorio, sobre todo a la voluntad para negociar y actuar de cada uno de los actores involucrados en este proceso.

 

El capítulo II establece la metodología que se utilizó para llevar a cabo la investigación para conocer la respuesta de los comuneros de las tres comunidades ante la propuesta del Centro de Soporte Ecológico. La base de la recopilación de la información fueron las técnicas cualitativas con énfasis en la observación participante; a partir de ella se definieron las estrategias que mejor se adaptaban a las circunstancias, de hecho, aunque se estableció un plan para realizar el trabajo de campo se tuvo que ir reinventando a medida que pasaba el tiempo para evitar transgredir la intimidad de las comunidades.

 

El capítulo III versa sobre los antecedentes geográficos, sociales y ecológicos de la región Costa de Oaxaca. Aquí se incluyen mapas y un dibujo de la fauna de la región hecho por una comunera de El Achiote, artista que se inspira en los paisajes de su territorio. Una de las limitantes que se encontró, al hacer la revisión bibliográfica para la escritura de este capítulo, es la falta de información sobre la región. Se cree que los estudiosos no se han abocado a realizar investigación sobre ella por las características del territorio: lomeríos y cerros. Se puede inferir que el aprovechamiento de las maderas se torna difícil porque los árboles de la región tienen ramas retorcidas. El paisaje durante la época de secas está surcado de hermosas esculturas esbeltas y brillantes, semejando danzantes con sus brazos alzados al cielo en su afán de tocar las nubes. Sin embargo, todo cambia con las primeras gotas de agua, los árboles se llenan de hojas verdes y lo que antes parecía un lugar seco se viste de alegres colores, llenando de inmensa plenitud el horizonte.

 

El capítulo IV tiene el objetivo de hacer un análisis de las alianzas que desarrollan las comunidades a través de sus Unidades Domésticas Campesinas. El afán es resaltar esta característica socioeconómica, política y religiosa porque es la parte fundamental que hace posible que una propuesta de desarrollo sustentable logre arraigarse y sea exitosa. El capítulo V, último de este trabajo, se aboca a describir la instalación del Megaresort Bahías de Huatulco a través de la expropiación de terrenos comunales y el tipo de participación que tienen los despojados dentro del programa de desarrollo. En contraste se presenta la propuesta del Centro de Soporte Ecológico que tiene como objetivo la recuperación y conservación de cuencas y bosques de la Costa de Oaxaca a través de la participación activa de los comuneros. Dentro de este mismo capítulo se hace un análisis de la respuesta de los campesinos a la propuesta, tomando para su ejemplificación a tres comunidades: Santa María Xadani, Santa María Petatengo y El Achiote.

 

Por otra parte, esta tesis es una propuesta basada en el discurso de la Administración Integral de los Recursos Naturales; es una reflexión sobre los pensamientos de los teóricos comprometidos en la sustentabilidad. La esencia es permitir que las realidades locales vayan tomando fuerza a partir de la reconstrucción, conservación y aprovechamiento sustentable de sus ecosistemas; para que, finalmente, formen coaliciones que les ayuden a articularse al resto de la sociedad de manera justa y equitativa. En estos tiempos, un número de comunidades indígenas y rurales se encuentran construyendo sus procesos autonómicos con base en la resistencia de la depredación ecológica de sus recursos naturales, promovida y llevada acabo por empresas transnacionales  y nacionales. Estas intervenciones son una nueva forma de colonialismo en las que a los habitantes de los pueblos se les denomina depredadores de los últimos reductos naturales argumentando que sus formas tradicionales de apropiarse de la biodiversidad - roza, tumba y quema, caza de especies en peligro de extinción – son las fuentes principales de destrucción de los ecosistemas. En condiciones más benéficas para los campesinos e indígenas (sic), se les relega el rol de guardianes del bosque e informantes de los servicios ecológicos que proporciona su territorio.

 

La idea común es que los campesinos son los principales infractores de las leyes de la naturaleza, a través de sus sistemas productivos tradicionales - usados para sobrevivir – lo que no deja de tener un cierto sentido de realidad. Sin embargo, no todos lo hacen a escala pequeña pues entre ellos mismos hay grupos dominantes que toman sin consideración los recursos naturales para lucrar y subordinar a una gran mayoría, que vive en la precariedad. Es decir, intrínsicamente se vive una replica del colonialismo interno que vive la nación, a través de líderes, regularmente apoyados por los integrantes del resto de la sociedad. En esta dirección y a través del trabajo de campo – realizado por la que escribe - se encontró que existe una lucha política por el control del territorio y todo de lo que dentro de éste se encuentre, espiritual y materialmente hablando. En este sentido, se puede decir que existen diferentes tipos de liderazgos que van desde lo religioso y económico hasta lo político. El primero está conformado por la llegada de las diferentes religiones a las comunidades; el segundo está representado por los personajes tradicionales: finqueros, intermediarios que comercializan la producción local con los acaparadores nacionales; y el tercero, formado por los representantes de los partidos políticos y de las organizaciones gubernamentales y no gubernamentales que siempre se quedan, para sí mismos, con la mejor parte de los programas de apoyo. De tal manera que, la división interna tiene espacios nucleares que lo integran los diferentes líderes que ahogan el proyecto colectivo, imponiendo sus proyectos individualistas, excluyentes, discrepantes; pero al fin y al cabo integrados a la corriente “perversa” de la globalización.

 

A pesar de que las propuestas del Centro fueron diseñadas para articularse al conocimiento tradicional y a las innovaciones cotidianas que sugieren los habitantes que participan en él, las inclemencias naturales no permitieron su consolidación entre los grupos de campesinos que habían accedido a ser parte de la propuesta. El Centro de Soporte Ecológico dejó la región y migró al Istmo de Tehuantepec en busca de espacios sociales y ecológicos que permitieran ser acompañados para diseñar y poner en marcha la restauración de su diversidad[1]. Los campesinos eligieron buscar otras opciones económicas en el “Norte”, convirtiéndose en mojados para enviar remesas de dinero a los que se quedaban atrás. Los comuneros participantes a través de esta experiencia pudieron apropiarse de un conocimiento que estuvo sustentado dentro de los confines cosmogónicos, ecológicos, sociales, políticos y culturales de la comunidad. Además, trascendieron sus formas de solucionar sus problemas demostrando capacidad para exigir ante las instancias de justicia detener el robo y expropiación de sus tierras, es decir se han transformado en seres útiles para sí mismos.

 

La apropiación de este conocimiento, sin embargo, no ha sido del todo fácil, específicamente por: a) la divergencia de proyectos de vida entre los habitantes de las comunidades, patentizados en los debates que se forman en las asambleas comunales cuando hay que tomar una decisión que beneficie a los que menos tienen; b) la lentitud en emitir permisos para el aprovechamiento de la fauna y el bosque; y c) la tardanza en la entrega del soporte financiero para consolidar la transformación de los recursos naturales en productos comerciables. A estos tres aspectos se suma la espera del ciclo de recreación de la naturaleza, que se considera el menos controlable y con pocas posibilidades de manejarse sustentablemente, pero sí químicamente a través de fertilizantes como algunos campesinos lo hacen cotidianamente. El retraso de los aspectos burocráticos impactó de sobremanera en la credibilidad de las propuestas por no tener un flujo económico constante, provocando entradas y salidas de participantes en los programas planteados por el Centro de Soporte Ecológico, hasta que llegó al estado de pausa en el que ahora se encuentra.

 

Se anexan cuatro apéndices cuyo objetivo es dar una visión más amplia del territorio. En el apéndice I se le brinda la palabra a Don Julio Hernández quien conforma una historia de vida que se va entrelazando con una descripción etnográfica; de tal manera que el lector perciba la realidad donde se llevo a cabo el trabajo de campo. En el apéndice II se desglosa la información recopilada a través del censo hecho por medio de cuestionarios a El Achiote para que dé una referencia de la situación material en la que viven los comuneros de la región, que aunque no es generalizable hacia las otras comunidades, sí es representativa de las formas de vivir de la mayoría de los pueblos de la Costa de Oaxaca. El apéndice III describe una de las costumbres que se celebran en los pueblos: el duelo por la muerte de un integrante, al mismo tiempo la intención es hacer énfasis en la reinvención de la cruz de ceniza que se colocaba de ceniza en el lugar donde estuvo el féretro; en su lugar, las comunidades contratan a artesanos para que esculpan la imagen a la que era devoto el finado. El apéndice IV presenta los formatos de los cuestionarios que se aplicaron a la comunidad de El Achiote.

 

La revisión bibliográfica y las vivencias en campo me hicieron reflexionar acerca del título de la tesis. En la primera versión se establecía como una verdad que los campesinos salvarían al planeta de la crisis ambiental, pensamiento que se puede observar en el título alegre y rosa: “Las comunidades rurales protagonistas de su propio Desarrollo Regional Sustentable”. Afirmación que más que realidad fue creada a partir de los acontecimientos históricos del momento como fueron los eventos que se llevaban a cabo en Chiapas y la denominada Marcha del Color de la Tierra realizada por el EZLN (Ejercito Zapatista de Liberación Nacional). No puedo dejar de mencionar que la lectura de los libros de Héctor Díaz-Polanco y de Enrique Leff, influyeron para que mi pensamiento creyera a pie juntillas que son la única opción para recuperar la salud del planeta. Estoy de acuerdo con ellos y sigo creyendo que si lo son; pero considero que antes de su participación en esa empresa tan inmensa, deben rescatar sus sociedades, no sin el acompañar respetuoso de los “fueranos” que deseen incursionar en ello. Cada uno de los autores antes mencionados, introduce el tema de una manera contundente, sin tomar en cuenta la posibilidad de rechazo por parte de los campesinos por razones de despojo histórico, situación que ha provocado una profunda desconfianza. Este aspecto me hizo pasar horas de incertidumbre cuando estuve frente a la realidad, los campesinos no ven a los técnicos e intelectuales como los salvadores de su maltrecho proyecto de vida, contrariamente ven a cada extraño como a un posible invasor de sus territorios.

 

Al enfrentarme con la realidad, las comunidades fueron cuestionadas sobre su deseo de ser autónomas, cuando en realidad no tenían en su pensamiento la palabra porque es un paradigma creado en otra estructura sociocultural, ajena a ellas; pero lo que más me causaba asombro era la resistencia de los campesinos por aceptar ciegamente la propuesta del Centro de Soporte Ecológico. Esta revoltura mental me hizo tomar la postura de la incredulidad, decidí cambiar el título de la tesis: “Las Comunidades Rurales ¿Protagonistas de su propio Desarrollo Regional Sustentable?” El título sugiere el quebranto de mis pensamientos románticos y la angustia empezó a invadirme porque la teoría no armonizaba con la realidad. En verdad, según mi estructura mental en ese momento y los resultados de la investigación, consideraba que los campesinos no estaban ansiosos por participar en las propuestas externas. Entonces, comprendí que no lo harían, no, si no tenían a cambio recursos económicos y materiales gratis, como parte de un proceso de apoyo que les debía la sociedad dominante porque ellos son pobres y la gente de la ciudad es rica – pensamiento generalizado entre los que están dentro de los programas asistencialistas que el gobierno promueve. Pasó un año y medio para que entendiera que sólo una parte de las comunidades aceptaba participar, aunque de esta parte un número de ellos, lo hacía por razones de sobrevivencia. Es decir, ven a los programas de rescate y preservación de los ecosistemas como una fuente de empleo temporal que les permite obtener medios de consumo y producción por cierto tiempo. Eran los campesinos sin tierra, los que tenían una mayor disposición a participar, los que las comunidades de la Costa de Oaxaca llaman: avecindados, los nuevos jefes de las Unidades Domésticas Campesinas, gente que no puede pensar en cuidar a los ecosistemas porque si lo hace no puede darle continuidad a su estirpe. Ellos piensan que los ecosistemas están para que ellos puedan vivir – en sus palabras expresan que Dios así lo dijo y así es. En consecuencia los depredan y trafican para obtener medios de consumo y producción. Finalmente, a través de la escritura de artículos y pláticas con personas que están interesadas en el mismo tema, encontré que lo importante para concretar un proyecto sustentable es la voluntad por participar en él, pero está voluntad tiene sus requisitos que van desde la entrega oportuna y completa de la “ayuda” para preservar el ecosistema de su territorio – si es un habitante asentado en el lugar y si es persona que puede hacer uso de los bienes comunales, si no ve el beneficio de cuidar algo que no es suyo. Mi pensamiento se volcó hacia la idea de indagar más sobre la participación local, me preguntaba quiénes sí se apropiaban de las propuestas y quiénes no, por qué lo hacían o por qué se salían y entraban del proyecto. En este sentido, pude observar que los campesinos trabajaban en redes conformadas por familias, pero lo interesante era que había una familia líder; dentro de esta familia el varón de más de sesenta años ejercía su autoridad para definir como se organizaba la red de Unidades Domésticas Campesinas para tener a su alcance medios de consumo y de producción. Es decir, los campesinos participan en un proyecto sustentable sí este proyecto ayuda a preservar la continuidad y la unión familiar, sobre todo si permite mantener el patrimonio más importante: la tierra. Estas reflexiones me llevaron a cambiar una vez más el título de mi tesis: “La Participación Local en Procesos Productivos Sustentables: Estudio de caso en tres comunidades de la Costa de Oaxaca”. Este es finalmente el que he decidido debe ostentar este trabajo de investigación; porque no todos los habitantes de una localidad están en la disposición de apropiarse de una propuesta diferente a la que ellos practican para mantener la cohesión familiar, a menos que les permita reconstruir su proyecto de vida. En palabras coloquiales se podría decir que: “la panza es primero” - participo si como, si no como no participo.

 

La base de la participación activa de los comuneros está supeditada a la armonización de los tiempos de las instancias financieras para entregar el dinero al “intermediario” o armonizador de culturas – ver capítulo V – y del otorgamiento de permisos para hacer uso de los recursos naturales para transformarlos en productos terminados. Si una parte de la comunidad ya tiene la voluntad de participar y no le llega a tiempo el intercambio económico por su trabajo, empiezan a perder la fe en el proyecto y se vuelven detractores del mismo, en lugar de ser los promotores. En consecuencia, la época de recreación de la naturaleza pasa porque Natura no espera a que los seres humanos tomen decisiones “razonables y económicamente viables”; por lo tanto la regeneración de los ecosistemas tiene que detenerse; a su vez, los campesinos buscan otras opciones para sobrevivir. En una palabra, la sustentabilidad sólo puede ser exitosa, si las sociedades – tradicional y moderna – establecen alianzas para diseñar estrategias de reconstrucción de la diversidad ecológica. Sin embargo, existe un eslabón roto que impide la conformación de estas alianzas. Ese eslabón abierto es la realidad de la sociedad tradicional: sobrevivir día a día. La búsqueda de estrategias de resistencia no le permite realizar maniobras para rescatar a Natura; contrariamente se apropia de ella para no extinguirse. Acompañarlas a reconstruir su sociedad es también parte de las acciones a tomar; sólo así se podrá alcanzar una sustentabilidad basada en la realidad.


 


[1] Este trabajo fue terminado antes de que el CSE dejara la región. El contacto se ha interrumpido con las comunidades, así mismo con la ONG debido a la distancia y a las características propias del Director del Centro. El es una persona muy cuidadosa de su vida personal y profesional.