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III. POLÍTICA ECONÓMICA: ECONOMÍA DE GUERRA Y SITUACIÓN DE ESCASEZ. CONTEXTO HISTÓRICO, SOCIAL Y POLÍTICO DE LA POSGUERRA ESPAÑOLA

III. 2 POLÍTICA AGRARIA

LOS RESULTADOS NO ANUNCIADOS: EL ESTRAPERLO

Salvando las diferencias (en las que se podrá profundizar más adelante), entre consumidores en general y agricultores, ámbitos rural y urbano, pequeños y grandes propietarios; los controles ejercidos por el Estado y la política de intervenciones con precios y tasas establecidos, perseguían asegurar ese mínimo en la distribución.

Pero se produjo un decremento en la producción final de los productos, que eran más controlados. A ello habría que añadir que no se contabilizaba lo que se acaparaba ( a pesar del minucioso registro de las infracciones, que nunca fueron todas), ya que las estimaciones en ese sentido fueron siempre menores a lo que en realidad representaban.

La intervención provocó también una desviación de la producción hacia el mercado no oficial, al fijarse los precios de tasa por debajo de sus niveles. Como la demanda seguía en aumento, el mercado se desequilibró. Las instituciones reguladoras se siguieron centrando en el control y no en la corrección de las causas que habían producido este desequilibrio; lo cual convirtió el sistema de la producción en una espiral que conducía siempre al desvío hacia el mercado no oficial.

Hablando de la economía y el racionamiento, autores como Paris Eguilaz24 defienden que la economía de guerra se limita la función del dinero y que el racionamiento no es el aprovisionamiento total. En sus propias palabras: “El racionamiento alimenticio debe ser el conjunto de alimentos necesarios para el mantenimiento normal de la vida humana.”

En el mismo libro y desde ese punto de vista, se determina el racionamiento teniendo en cuenta factores como:

- 1) La capacidad energética

- 2) la composición de principios inmediatos y sales

- 3) el aporte del equilibrio ácido –básico

- 4) el aporte de vitaminas

Así, se estima, que dependiendo de diversas condiciones, que variarían la dieta exigida, las cifras medias por individuo y día serían25:

50 gramos de proteínas, 500 gramos de hidratos de carbono, 75 gramos de grasa y además 4 gramos de ácido fosfórico, 5 de potasio, 3,5 de calcio, 4 de cloro; y otras cantidades de socio, magnesio, hierro y elementos minerales.

En los años cuarenta la dieta se componía de:  

 

El análisis efectuado médico de dieta26 era claramente deficiente.

Siguiendo el estudio médico, la ración alimentaria no contenía ni carne ni sus derivados. Los alimentos proporcionaban principalmente un aporte en calorías, pero las cantidades que se repartían eran claramente insuficientes.

La dieta estaba formada sobre todo por hidratos de carbono.

Desde el punto de vista médico, se puede sustituir las grasas por hidratos de carbono, ya que este cambio no influye en gran medida en la capacidad energética, pero todo organismo necesita un aporte de proteínas y sales para que tenga un funcionamiento normal.

Mientras tanto, en el año 1942 el Comisario de Recursos de la Tercera Zona,27 comenta en Cosas de Abastos que “existen muchos tópicos, que proceden de censuras de murmuradores respecto a que no pueden vivir con los racionamientos”, y que ello parece disculpar las transgresiones. Su artículo defiende que la cartilla no está para asegurar la total y satisfactoria alimentación de sus poseedores, y que se puede satisfacer las necesidades básicas recurriendo a artículos no racionados. El estraperlo no se debería mirar con “benevolente complacencia” o “como una argucia ingeniosa”.

En cuanto a las cantidades medias anuales establecidas y distribuidas por habitante en el racionamiento, el trabajo de Molinero C. e Ysàs P. (2001) aporta cifras clarificadoras, que se muestran en los cuadros 1 y 2.

En el estudio de la diferencia entre estas cantidades se observa que las cifras de las cantidades fueron inferiores a las comprometidas por el gobierno, que ya de por sí eran escasas. No obstante existieron diferencias en la aportación final por Zonas de Abastecimiento.

El mínimo vital (estimado en cada cartilla de racionamiento) era claramente insuficiente y condicionaba la vida cotidiana de la población, pues como señala Alburquerque, F. (1981) proporcionaba un excelente método de control de la población, entre la cual todo lo más elemental escaseaba.

Siguiendo al mismo autor, las cartillas terminaron convirtiéndose en una excusa del régimen para el agradecimiento servil de una población, que a efectos de la contienda, estimaba no tener derecho a nada.

Fuera del mercado oficial y en condiciones de escasez generalizada, cualquier producto podía ser vendido, independientemente del aspecto que presentase. Las mercancías solían estar en mal estado, mezcladas, adulteradas y la escasa calidad repercutía negativamente en la alimentación, que ya de por sí era penosa, de la población.

La leche mezclada con agua, el vino rebajado, … de los mayores viene la práctica de separar y seleccionar las mercancías, sobre todo las legumbres, y ese hábito se generó precisamente, dada la baja calidad de los consumos alimentarios de aquellos momentos. Pero esto tuvo efectos sobre los usos de la propia población, incorporándose una extrema humildad y sencillez a la forma de vida y usos de los más pobres.  

Como el dinero extra que se conseguía por vía no oficial, era muy importante en esa época de escasez, los productores28 y también los estraperlistas de pequeña monta (autorizados o no autorizados a la venta), veían en este sector un negocio rentable, y desviaban por tanto todo lo posible hacia el mercado negro aunque ello estuviese sancionado, esperando que podrían burlar los cauces de control y que serían sancionados en poco más de lo que conseguían reunir por las vías no oficiales.

En realidad los mecanismos de intervención hacían posible la acumulación y en ello se consentía, al conseguir una plusvalía, que por otro lado no podría procurarse cualquier productor y también una alternativa para conseguir un mínimo en un contexto de pérdidas de poder adquisitivo de los salarios.29

El franquismo supuso un empeoramiento de las condiciones de vida cotidiana de los asalariados, en lo que respecta a las condiciones laborales (jornada de 48 horas y la anulación de las mejoras que habían conseguido los asalariados en la época republicana. La jornada mínima era de 8 horas) y la disminución del poder adquisitivo en un marco de escasez generalizada. En estas condiciones los trabajadores tenían pocas posibilidades para otros trabajos extras. Otras personas, (y no los obreros) eran las que podrían hacer tareas complementarias para mejorar las condiciones de vida diarias.

Muchos han sido los intentos de estimación respecto a los niveles económicos de la población durante la posguerra. De obligada referencia son los análisis que realiza Carreras, A. (1989: 3 y ss.), intentando ajustar las mediciones a un patrón homogéneo en las valoraciones de la renta nacional y comparando cálculos de otros investigadores. A propósito de las cifras, las siguientes estimaciones realizadas en 1980 por Fontana, J. y Nadal J. son de interés para observar la variación de los salarios desde 1930 a 195430.

Un informe elaborado en septiembre de 1940 por Higinio Paris Eguilaz31, desde el Consejo Económico Nacional, sobre los fallos de la política económica, indicaba que el nivel de vida de los obreros, empleados, funcionarios y asalariados en general era menor a 70 y que podía considerarse como optimista la cifra de 50 o 60, siendo 100 la alcanzada anteriormente al movimiento. Dichos sectores conformaban el 80 % de la población. Sin embargo el 20 % restante, estaba formado por industriales, propietarios agrícolas, financieros y negociantes. Se declaraba que los propietarios no habían sido afectados por la disminución del nivel de vida y que era la mejor época para éstos, exceptuando algún otro periodo como el de la Guerra Europea de 1914

Para retener precios se inicia la creación de organismos del gobierno como el de la Junta Superior de Precios. En un artículo publicado en diciembre del 194132 se indica, que el nivel de vida ha llegado en el último mes de 1941 a 137%; para el vestido la subida el del 161% y para el calzado la subida es del 172% sobre los precios de 1936. Los datos pertenecen a la Dirección de Estadística.

Una cuestión de interés sobre la que reflexionar, tras los datos y la aportación de informaciones de personas que vivieron en los hechos y que se muestran en la presente investigación, muestra indicios sobre una posible reestructuración de clases a raíz de las actividades al margen del mercado oficial. No obstante de dicho cambio no serían conscientes ni las autoridades ni el propio Franco.


24 PARIS EGUILAZ, H., en Economía de Guerra ( 1942: 44 y ss.)  

25 Op. de cit. p. 51 y ss.  

26 En ABC Coleccionable, estudios posteriores realizados por el Dtor. Federico Hawking, especialista en endocrinología del Gregorio Marañón.

27 CORAZÓN, MANUEL (1942: 6).  

28 SALGADO –ARAUJO ,(1976: 37), hace referencia en sus conversaciones con Martínez Fusset de casos de contrabando y estraperlo ¨protagonizados por personas que ocupan cargos, o tienen influencias oficiales, que amparándose en su condición, hacen negocios”. Cuando Fusset habla de ello a Franco, éste parece ignorar lo que le cuenta.  

29 Ibidem BARCIELA, C. ( 1987)  

31 Publicado en el diario “Ya”, con motivo del pasado 1º de octubre con el título: “Problemas fundamentales de la economía española"

32 “La difícil siembra” diciembre 1941