LA TÉCNICA DIDÁCTICA DEL BUEN HUMOR Y SU INCIDENCIA EN LA CALIDAD DE LOS APRENDIZAJES DE LOS ESTUDIANTES DE LA UNIVERSIDAD TÉCNICA DE MANABÍ. 2015

LA TÉCNICA DIDÁCTICA DEL BUEN HUMOR Y SU INCIDENCIA EN LA CALIDAD DE LOS APRENDIZAJES DE LOS ESTUDIANTES DE LA UNIVERSIDAD TÉCNICA DE MANABÍ. 2015

Edison Ruben Zambrano Cedeño
Universidad Nacional Mayor de San Marcos, Perú

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Bases teóricas o teoría sustantiva

2.1 LA TÉCNICA DIDÁCTICA DEL BUEN HUMOR
2.1.1 Humor/Risa
Para hablar de humor se debe hablar igualmente sobre la risa, ya que estas dos emociones se interrelacionan, y se llegan a complementar, es la risa externa la que habla del humor interno, y sin la primera, el segundo no podría ser nunca descrito por las personas en el exterior.

El sentido del humor como fortaleza es la capacidad para reconocer con alegría lo incongruente, para ver la adversidad de una manera benigna y para provocar la risa en los demás o experimentarla uno mismo (Martínez, 2006, p.252).

El humor fue expuesto por primera vez en el libro “Anatomía de una enfermedad”, publicado en 1979 por el fallecido editor de revistas Norman Cousins, y en este se hacía una correlación entre el humor y la salud. El autor describe cómo se recuperó de una enfermedad de los tejidos conjuntivos, mediante terapias que incluyeron películas cómicas de los hermanos Marx (Poseck, 2006).

El humor tiene para su manifestación a la risa, es en ella donde podemos ver reflejado ese humor, y estos dos componentes son un importante pilar de la investigación en psicología positiva. Esto porque aunque la idea de que la risa y el humor fomentan la salud no es nueva, es en las últimas décadas cuando han comenzado a proliferar terapias e intervenciones clínicas basadas en esta materia (Poseck, 2006, p.6).

Es por medio de estas investigaciones que hoy podemos saber que el humor se ve reflejado en nuestros procesos de salud y enfermedad, y sobre todo en los procesos de cura en medio de una enfermedad. Una posición muy acertada acerca de la funcion del humor la mantiene el Dr. Lee Berk, mencionado en Poseck (2006), al destacar que “el humor sirve como una válvula interna de seguridad que nos permite liberar tensiones, disipar las preocupaciones, relajarnos y olvidarnos de todo”. En esta definición se puede ver que el humor es ese punto de escape que permite realizar un alto a todo lo que acontece y estresa, y poder disfrutar de lo que se está viviendo en un determinado momento.

Respecto a las características positivas que tiene el humor se puede destacar algunas que mencionan Carbelo y Jáuregui (2006, citado en Martínez, 2006), donde se relaciona el sentido del humor con el buen estado de ánimo, y un amortiguamiento del estrés, puesto que permite a la persona interpretar positivamente las situaciones amenazantes.

Al mismo tiempo las personas que tienen un buen sentido del humor se ríen más y de forma más habitual, y esto está asociado a cambios en el sistema muscular, cambios cardiovasculares, endocrinos, inmunológicos y neuronales.

También favorece las relaciones sociales y con ello proporciona un mayor apoyo social que funciona como inhibidor del estrés y estimulador de la salud. En torno al humor y la risa, en los últimos años surge la pregunta de cuánto de cada uno de ellos es universal y cuánto algo culturalmente dado, esto porque en ocasiones se pensó que estas manifestaciones eran universales, no obstante, hoy se habla de las diferentes construcciones de la realidad que aporta la cultura.

En el caso específico de las emociones, Jáuregui (2007) expresa que “las emociones son idénticas en todo el mundo, pero la manera de interpretar la realidad que provoca su desencadenamiento puede variar de un momento a otro y de una persona a otra –y mucho más de una cultura a otra” (p.51). Un ejemplo muy interesante acerca de las diferentes representaciones de la risa la expone Weston La Barre (1947), citado en Jáuregui, (2007), quien expone la risa como ejemplo de la diversidad cultural: La risa es, en un cierto sentido, una variable geográfica.

En un mapa del Sudeste del Pacífico, podrían dibujarse fronteras entre las zonas de “hilaridad papuana” y otras en las que reina una severidad cobuana y melanesia. En África, Gorer se fijó que el negro emplea la risa para expresar la sorpresa, el asombro, la vergüenza e incluso la incomodidad; no es necesariamente, o incluso frecuentemente, una señal de diversión.

El significado que se le da a la “risa negra” se debe al error de suponer que símbolos similares tienen un significado idéntico. Así es que aunque se presente el mismo comportamiento fisiológico, sus funciones culturales y emocionales pueden ser distintas. De hecho, incluso dentro de la misma cultura, la risa de chicas adolescentes y la risa de presidentes de una empresa pueden ser cosas funcionalmente distintas (p. 47).

Finalmente quisiéramos terminar la descripción del humor, destacando lo que nos dice Abad (2009), “el humor es un paraguas para los malos tiempos, un pararrayos potentísimo, por eso ha sido perseguido y censurado en épocas de guerras y totalitarismos" (p. 68).

El humor es esa fuerza que nos da la vitalidad para seguir viviendo, para seguir luchando y es por eso, precisamente, y tal como lo expone Abad (2009) que se encuentra constantemente bombardeado en tiempos de conflicto, pues se sabe que el ser humano sin tener esa energía que da el humor está acabado. (Sustentado por Alpízar Harlen, Salas Deilin, 2010)

Origen y primeros modelos
La palabra humor significó originariamente humedad y designó cada una de las cuatro sustancias líquidas o semilíquidas de diferente densidad que los griegos describieron en el cuerpo humano; su equilibrio, afirmaron, era la base de la salud: sangre, pituita o flema, bilis amarilla (cólera) y bilis negra (melancolía). Se creía que los cuatro humores estaban en correspondencia con los cuatro elementos, tierra, agua, aire y fuego y, asimismo, con cuatro cualidades fundamentales: frío, húmedo, seco y caliente. La teoría de los cuatro Estudio del sentido del humor 18 humores interesó en disciplinas como la farmacología, la gnoseología, la semiología y las doctrinas vitalistas que se desarrollaron durante los siglos XVII y XVIII.

Esta doctrina de los cuatro humores fue explicada, en gran medida, por Hipócrates (460-377 a.C.), pocos siglos más tarde fue desarrollada por Galeno (131-210), que relacionó el equilibrio o desequilibrio humoral con la salud y la enfermedad. Para este autor, de la justa mezcla de estos cuatro elementos surge el equilibrio de toda personalidad o salud, el buen humor, índole o temperamento; por el contrario, si la mezcla se altera aparece un estado emotivo que explica la enfermedad, y al enfermo se le designa como melancólico, flemático, sanguíneo o colérico, o enfermo del humor (Mooney, 2010).

La armonía proporcionada por la distribución de los humores se corresponde con expresiones de índole emotiva, propensión a sentimientos equilibrados o estados de ánimo que regulan la visión de la realidad; la armonía se pierde en los momentos y circunstancias adversas de la vida y cuando la persona ha de analizar sus errores. La teoría de los cuatro humores dominó el pensamiento médico durante casi dos mil años y superó la Edad Media con las aportaciones de médicos árabes, que la relacionan con las concepciones del universo, o macrocosmos, y con las del individuo o microcosmos. Algunas de estas ideas están presentes en trabajos actuales, en los que se piensa que cuando el individuo reflexiona acerca de sus posibilidades y limitaciones, amplía su autoconocimiento y su autocrítica, aprende a reconocer sus barreras e inevitables debilidades y ve las cosas en su relatividad. Los filósofos griegos tuvieron su más relevante aportación en cómo se enfrentaron a la tragicomedia de la vida, mezcla de dolor y de gozo, y en sus obras nos revelan la armonía y la perturbación del estado de ánimo.

La visión del humor a partir de la filosofía griega, es la del hombre que afronta equilibradamente su realidad vital, tanto si ésta se inclina a Aproximación histórica al constructo ‘humor’ 19 lo trágico como hacia posturas más optimistas.

La comedia y la tragedia tienen su propia dinámica, su fuerza y su función; son un reflejo de la vida. Lo trágico y lo cómico pueden relacionarse con situaciones donde el ser humano no acierta a responder con sentido. Sin embargo, mientras en lo trágico no se puede dominar la situación, en lo cómico se busca un sentido a lo que parecía no tener una respuesta adecuada; la persona, no se deja arrastrar al abismo, no sucumbe y parece como si el humor cómico se proyectase como una capacidad de ser más compresivo, con mayor apertura mental, más flexible y más tolerante. Por eso encontramos en muchos textos referencia a que la comprensión humorística no es compulsiva, es más un estado emocional que surge paralelo al hecho de dominar la situación. Sócrates puso un ejemplo refiriéndose a sí mismo, cuando acepta con humor su injusta condena a muerte y afirma con un alto grado de humildad, comprensión y flexibilidad: sólo sé que no sé nada o parezco un poco más sabio que los demás porque lo que no sé, creo también no saberlo (Fenelon, 1933, citado por Gilson p.p. 255).

Es conocido que desde la filosofía y la literatura se ha prestado atención al humor y al sentido del humor, sin embargo, a pesar de que -por ejemplo- en el año 1907 la revista American Journal of Psychology editara un artículo titulado The psychology of humor (Kline, 1907), la Psicología ha tardado más de 80 años en tener en cuenta el fenómeno, y en relacionarlo con una emoción básica como es la alegría.