PROCEDIMIENTO PARA LA GESTIÓN DEL APRENDIZAJE ORGANIZACIONAL ORIENTADA AL RENDIMIENTO EMPRESARIAL

PROCEDIMIENTO PARA LA GESTIÓN DEL APRENDIZAJE ORGANIZACIONAL ORIENTADA AL RENDIMIENTO EMPRESARIAL

Alfredo González Tamayo
Universidad de Camagüey, Cuba

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I. LA GESTIÓN DEL APRENDIZAJE ORGANIZACIONAL Y SU ORIENTACIÓN AL RENDIMIENTO EMPRESARIAL
Los cambios estructurales producidos en los últimos años llevan a que se potencie el uso y asimilación de conocimientos y la tecnología como proceso activo. La mejora de los conocimientos y la tecnología y su difusión “…comprende la capacidad creadora de la empresa en la generación de conocimientos y nuevos desarrollos tecnológicos, desde ella, para su propio uso, para su sector y para el país, con sus propios esfuerzos o complementándose con elementos externos. El avance de la empresa como sistema en desarrollo, muchas veces, se expresa porque es capaz de servir de paradigma y como oferente en los procesos de transferencia de conocimientos y tecnologías."(6)
Es por ello que, en las nuevas condiciones, resulta de singular interés delimitar las perspectivas de la gestión del aprendizaje organizacional en la empresa cubana y su impacto en el desarrollo de las capacidades cognoscitivas, de comportamiento y de aprendizaje y en el uso de los recursos en función del desarrollo de esas capacidades para el logro del rendimiento empresarial.
Abordar el estudio de las concepciones actuales de la gestión del aprendizaje organizacional, presupone el análisis de las concepciones teóricas y metodológicas que lo sustentan y la delimitación de las perspectivas que son derivadas y reforzadas por los nuevos retos que ella tiene ante sí, y las que surgen de las nuevas interpretaciones sobre el Sistema de Dirección y Gestión Empresarial cubano.

    1. La economía del conocimiento. Una visión crítica

En el proceso de cambio a nivel global y dentro de las organizaciones al que se asiste hoy, adquiere una gran importancia el conocimiento como generador de riqueza en las economías, “las cuales se encuentran inmersas en un proceso de transformación que significa el paso de una economía industrial a una basada en el conocimiento, porque aumenta éste en el contenido de los productos y servicios. De ahí la conclusión esencial de que hoy día el activo fundamental de cualquier empresa es el conocimiento de sus trabajadores y directivos.” (7)
Las causas que generan el creciente papel del conocimiento en los sistemas económicos en los últimos años son el incremento en la difusión de los avances tecnológicos; el poder de la información, el aumento en la intensidad del conocimiento y la asimilación de las estrategias competitivas de las organizaciones por los competidores, provocando la necesidad de descubrir nuevas estrategias que aseguren en el tiempo el crecimiento del rendimiento empresarial. A diferencia de los modelos de producción anteriores en los que el conocimiento procedía directamente de los medios técnicos y sistemas productivos de la fábrica, ahora el conocimiento penetra más profundamente en las tareas productivas.
Hoy en día el conocimiento se ha convertido en un requisito que deben cumplir los trabajadores para poder entrar en el mercado laboral ya que la ciencia y la tecnología se emplean directamente en la producción y las organizaciones por la necesidad del incremento incesante de la productividad y de enfrentar un mercado impredecible, transitorio e incierto. Esta posición implica que hay que ver el conocimiento más allá de esfuerzos individuales, y se convierte así en una obligación de la sociedad y por lo tanto del estado.
Surgen sectores de la economía que generan productos con un alto contenido de conocimiento en el valor y en el precio (en parte por la calificación elevada de los trabajadores que los producen), en que el conocimiento es el insumo limitante y el acceso al conocimiento el determinante principal de la competitividad y donde se compite por diferenciación de productos más que por economía de escala y bajo costo. Otros sectores productivos internalizan la investigación científica, emplean una fuerza de trabajo de alta calificación y negocian sistemáticamente transacciones sobre “activos intangibles”. Por último, sectores productivos donde la apropiación exclusiva, o al menos ventajosa, del conocimiento permite imponer precios de monopolio a los productos, que se distancian enormemente de sus costos de producción.
En la llamada economía del conocimiento se produce un nuevo nivel de integración entre la ciencia, la tecnología y la producción y los servicios en cuanto a interdependencia, la cual penetra y se hace más evidente en mayor o menor medida en todos los sectores ampliando el contenido de conocimiento en ellas.
Independientemente de la óptica filosófica de análisis, la realidad es que, a partir de los años 80 del siglo XX, la economía de los países desarrollados comenzó a entrar en una etapa diferente en la que el conocimiento empezó a tener un papel económico más activo, generándose en ellas un proceso de transformación, de paso de una economía industrial a una basada en el conocimiento.
Algunos autores, según Lage (2004), identifican “economía del conocimiento” con el surgimiento y la utilización masiva de la computación, otros más ampliamente con la microelectrónica y las telecomunicaciones, adicionando algunos entre sus rasgos principales el surgimiento de nuevos conceptos sobre la generación y uso de la energía, así como nuevos materiales.
Stewart (1997) considera que la economía del conocimiento describe las bases para la creación del valor en la actual economía global. Su interés central se ubica en el crecimiento económico a partir de la innovación más que en la producción y la distribución masiva, a lo que Castro (2007), planteó que “…semejante futuro está instalado ya entre nosotros. La llamada nueva economía mueve enormes flujos de capital cada año.”(8)
Por su parte, Fernández (2000) definió la “economía basada en el conocimiento” como aquella economía basada en la producción, distribución y uso del conocimiento y de la información.
Estas definiciones sobre la nueva posición del conocimiento reflejan experiencias en el contexto de economías de mercado y, es criterio del autor, que “cosifican” el conocimiento, y lo separan de su portador, ignorando la naturaleza y diferente papel que juegan los factores humanos y materiales en los procesos productivos. Asumir estas posiciones implica limitar el papel predominante de la producción en la creación de las riquezas. De lo que se trata es que el proceso de producción adquiere una nueva cualidad. La incorporación de las habilidades a las máquinas es una tendencia constante en los sistemas productivos y hoy, cuando la división social del trabajo alcanza su nivel más alto, esa tendencia sigue vigente.
Es criterio del autor que, visto desde la óptica de la teoría económica marxista, la transformación de la economía industrial en la llamada economía del conocimiento es un proceso vinculado con el desarrollo de las fuerzas productivas que cambia su manera de producir. La concepción marxista de las fuerzas productivas relaciona el crecimiento económico con el capital, la acumulación y los cambios en la productividad del trabajo a lo largo del tiempo. Por tanto, la transformación de la economía industrial a economía del conocimiento es un proceso histórico vinculado a la necesidad de superar el decrecimiento de la productividad del trabajo. Es exactamente la dimensión financiera, empujada por la especulación y la maximización de las ganancias, la que estimula a las unidades de producción a incrementar todo lo posible la productividad mediante el incremento de las inversiones en innovaciones tecnológicas.
Considerando los elementos anteriores, economía del conocimiento significa un proceso sostenido de crecimiento de la productividad del trabajo social no sólo mediante la introducción sistemática de los avances científico - técnicos en sus organizaciones productivas sino también del desarrollo de una fuerza de trabajo capaz de adquirir, generar, difundir, aplicar y evaluar el conocimiento de forma colectiva y en función de los objetivos de la organización.
Pero en la actualidad el conocimiento no sólo se adquiere a través de la calificación propiamente académica; este se adquiere en la actividad práctica a través del conocimiento del mercado y sus actores, del proceso de producción y de la información de que dispone sobre el comportamiento de la organización.
Entonces, el costo del conocimiento ha dejado de ser un elemento de "externalidad" libremente accesible, las empresas tienen que pagar por él, ya sea por adquirirlo (marcas, patentes, transferencia de tecnologías, etc.) o por generarlo y este valor se transfiere al costo y al precio de los productos. Al mismo tiempo, el incremento de las capacidades del obrero, de su productividad, provoca un incremento del valor creado en el proceso productivo. Como señaló Marx (1867) en el tomo I de “El Capital”, este conocimiento incorporado es la fuente del valor por ser materialización de trabajo abstracto (ya sea pretérito o presente) que incluye todo trabajo científico, todo conocimiento, todo invento.
Pero el valor se expresa por el tiempo de trabajo socialmente necesario para su producción y no por el tiempo de trabajo individual. Este tiempo de trabajo socialmente necesario se reduce como resultado de la adquisición e introducción de nuevos conocimientos en el proceso de producción y de circulación de la mercancía que no encuentra su reflejo en una reducción de los precios, abriendo un abismo cada vez mayor entre el valor y el precio como su expresión metamorfoseada. Esta situación está determinada por la acción de la ley de la oferta y la demanda en las condiciones de dominio de la propiedad privada sobre los medios de producción, la cual genera la producción de productos de alto valor añadido, en el que el precio se distancia muy por encima del costo de los componentes materiales que lo integran.
En la medida que el conocimiento se transforma en un componente directo de la cadena de valor, se establecen más transacciones comerciales en torno al mismo, surgen nuevas y se exacerban y adquieren nuevas dimensiones las contradicciones de la sociedad capitalista como resultado de la socialización del conocimiento y su apropiación individual. El conocimiento se ha independizado de sus “portadores naturales” para convertirse en una “mercancía supraespecial” como nueva manifestación del fetichismo de las relaciones capitalista de producción.
Fernández (2000) planteó que, según la teoría económica, los dos principales factores productivos son el capital y el trabajo pero que desde hace algunos años se empieza a reconocer un tercer factor de producción - el conocimiento - como generador de riqueza en las economías reconociendo que, como elemento exógeno al proceso productivo, el conocimiento ha estado siempre presente y ha posibilitado el desarrollo económico.
Es criterio del autor que, en última instancia, la tierra, el trabajo y el capital son factores indispensables en cualquier proceso de producción, pero el elemento activo, creador y generador de la riqueza, es el trabajo, el cual adquiere una nueva cualidad al incorporar nuevos conocimientos que generan un incremento de su productividad. Lo que sucede es que, ante el nuevo paradigma de la economía del conocimiento, adquiere dimensión especial la integración de tres elementos sustantivos del proceso de trabajo: quien ejecuta el trabajo (las personas), como se ejecuta (nivel de conocimientos) y donde éste se ejecuta (la organización).
El acortamiento de las conexiones entre la generación de conocimiento y la producción de bienes y servicios, es un proceso objetivo, consecuencia del desarrollo de las fuerzas productivas. Enfrentarse a esa tendencia sería no enfrentarse al verdadero problema y principal, el de la apropiación. La cuestión es a quién pertenece lo que se produce, y a quién pertenecen los medios de producción.
En la medida que los sectores en la economía del conocimiento se vayan expandiendo hasta ocupar una parte mayor de las economías y el comercio, se hará más aguda la contradicción fundamental del capitalismo entre el carácter social de la producción y el carácter privado de la apropiación; y la propia “economía de mercado”, hoy tan alabada, continuará siendo un freno al desarrollo de las fuerzas productivas, tal como lo anticipó Marx (1867).
En el contexto de la economía del conocimiento, el éxito de las organizaciones depende, en gran medida, de su capacidad para potenciar la fuerza de trabajo de que disponen, de su motivación, adiestramiento y comunicación. Hoy, son las personas las primeras responsables de ir dando un paso tras otro en su propia formación. Las organizaciones, por su parte, han de potenciar el desarrollo de las habilidades del personal y de su mejora continua mediante una gestión de aprendizaje organizacional que favorezca la disposición de sus empleados a mostrar una postura abierta y positiva ante los nuevos retos a los que se enfrente dentro de la empresa, a saber rectificar y reconocer errores, y en definitiva, a romper con las barreras que bloquean el aprendizaje y limitan las posibilidades de crecimiento de la organización y de sus miembros.
La organización “que aprende” hace al trabajador partícipe de sus metas y objetivos, es capaz de crear e identificar futuros líderes, contribuye al enriquecimiento del grupo facilitando el flujo de conocimientos y alimenta la autoestima, el compromiso y la responsabilidad de los que lo comparten. Capacita al trabajador para la toma de decisiones fundamentadas y la aplicación de sistemas basados en las personas y en la participación y gestión de las propias competencias, poniendo al alcance de este, múltiples herramientas que garanticen la asimilación de los conocimientos existentes y necesarios para el desempeño de su labor y que le sirvan de base para la búsqueda de otros nuevos.
Además, permite desarrollar programas de supervisión y políticas de recursos humanos que garanticen que los procedimientos que se llevan a cabo fomenten las comunidades de prácticas o espacios de aprendizaje que identifiquen lagunas de conocimiento, actitudes de resistencia al cambio y barreras personales, grupales u organizacionales que dificultan el flujo de la información en la organización, fomentar actitudes de colaboración y trabajo compartido y entender que el equipo es el medio fundamental para el aprendizaje y que el valor de la organización se fundamenta hoy sobre ideas, habilidades y conocimientos.