CONCEPCIONES ACERCA DE LA REGIÓN EN LA PROBLEMÁTICA ACTUAL DE LA INTEGRACIÓN LATINOAMERICANA

CONCEPCIONES ACERCA DE LA REGIÓN EN LA PROBLEMÁTICA ACTUAL DE LA INTEGRACIÓN LATINOAMERICANA

Leonid Elsido Hernández Sánchez (CV)

CAPÍTULO 2

LAS VISIONES  DE LA REGIÓN EN EL PENSAMIENTO OCCIDENTAL

2.1)- La región como concepción  en el pensamiento europeo y norteamericano.

2.1.1 La aparición del concepto de región natural en el siglo XVIII y su implicación en la visión del mundo de los naturalistas.

Entrado el siglo XVIII, queda prácticamente concebido el estado-nación europeo con la desarticulación del estatus feudal de los territorios continentales. Solo Alemania por la fuerza económica de los principados y el intercambio bien habido entre los mismos, Italia por la influencia de la Iglesia Católica en sus diferentes regiones, y los principados de Europa central y oriental colindantes con el imperio ruso y turco otomano, observan el fraccionamiento político heredados por los siglos de predominio del señorío feudal.

Las estructuras administrativas de gobierno se fortalecen en Europa occidental aumentando el nivel de concentración de la producción manufacturera en los núcleos  urbanos más importantes a la vez que el comercio se hace más activo entre las diferentes áreas de predominio político y económico. La burguesía se consolida como clase social protagonista de los procesos históricos y reafirma su papel como constructora de las estructuras del estado nación. El siglo XVIII culmina así con la Revolución Burguesa Francesa luego de ser sacudido el continente europeo por la oleada de revoluciones a favor de una nueva forma económica de la sociedad.

Las diferencias entre los gobiernos europeos no se originan ya en el núcleo territorial de los mismos por diferencias fronterizas, aunque estas perviven en la actualidad, sino por la competencia a favor de alcanzar el predominio  en el ámbito de la dominación colonial. Las estructuras del estado nación burgués no solo  pujan por mantener la cohesión territorial interna sino también por expandirse más allá de las fronteras continentales a la busca de nuevos espacios.
 
Es en este siglo que culmina el proceso de colonización americana y por efecto del mismo se originan los conflictos bélicos más enconados entre las tres potencias más importantes de la Europa del momento: España, Francia e Inglaterra.  

Las guerras por el dominio colonial ejercen además el efecto cohesionador de las clases bajas en los diferentes estados nacionales al desviar la mirada de sí mismas y su entorno hacia el enemigo común externo y la necesidad de combatirlo, todo lo cual hace más accesible el camino a la burguesía por la consolidación del estatus nacional del estado moderno.

Sin embargo, el proceso de transformaciones a nivel macro espacial que se origina en la Europa de este siglo XVIII, el espacio de la cotidianeidad interior y sobre todo rural  prácticamente permanece inamovible. Si desde el punto de vista político y económico los centros nodales del poder cada vez son más visibles, en la periferia se mantiene el contacto directo con las estructuras culturales de la tradición más antigua.

En la medida en que las ciudades más importantes se dejan permear por una nueva tendencia a la metropolización; a la vida rápida en función del acontecer político, a la velocidad enajenante de los tiempos nuevos del capitalismo premonopolista, en función del fortalecimiento de una cultura sobre la base de la producción mercantil y no agraria; en el campo y en las villas de interior se focalizan los elementos costumbristas producidos por siglos de tradición de la producción agraria, y, aunque los adelantos de la modernidad no dejan de introducirse en el modus vivendis de la sociedad interior, esta mantiene el respeto a los paradigmas tradicionales de la cultura.

El hecho de que la historiografía positivista1 recoja los sucesos de la época focalizados en las grandes urbes como París, Londres, Madrid, San Petersburgo, La Habana, Ámsterdam, entre otras, es en parte muestra de la intensión de la burguesía de no recoger los hechos del interior aunque estos hallan sido influenciados o no desde las grandes ciudades, obviando lógicamente lo que sucede a nivel microterritorial en pos de dejar informe posterior a escala macroterritorial, suponiendo que la gran urbe recoge en su interior el extracto del acontecer de todo un estado nacional. Es por eso que el legado a la posteridad en estudios sobre el nacimiento de los estados nacionales europeos posee un marcado carácter urbecentrista y solo sería hasta el siglo XX que las diferentes escuelas historiográficas europeas  dedicarían tiempo a analizar lo acontecido en el marco de lo interior y lo rural en los pasados tres siglos.

En el siglo XVIII también se observa un pronunciado avance en el desarrollo de las ciencias en general, tendientes a la ilustración y el enciclopedismo, con el afán de abarcar la mayor cantidad de datos acerca del mundo en el más reducido espacio. Es en este siglo que se definen los estudios acerca de la relación existente entre el hombre y la naturaleza, y por tanto se presta mayor atención a la observación  de la misma y sus interacciones, diferencias e influencias en el acontecer humano.
 
En este contexto se desarrollan los naturalistas, los cuales, a la luz del siglo XXI no se pueden definir como hombres dedicados por entero al desarrollo de una ciencia en específico sino con un pensamiento científico general, en su quehacer despuntan estudiosos de la talla de Alejandro de Humboldt y Carl Ritter. Una de las ramas de las ciencias  más estudiadas por estos fue la Geografía.

Los estudios geográficos en esta etapa dan un vuelco tomando en consideración lo que hasta el momento se consideraba como mera descripción de la  de la Tierra y la definición de fronteras, mares, continentes y accidentes del relieve. Por lo general a este quehacer se dedicaban astrónomos, cartógrafos, navegantes y cronistas.

Los naturalistas orientaron el estudio de la geografía hacia la detección de las interacciones del medio natural: la flora, la fauna, los suelos, el clima, las corrientes marinas y atmosféricas, etc.; dirigieron el objeto de los estudios geográficos hacia los vínculos existentes entre todos  los componentes de la naturaleza y por tanto, también, en menor medida hacia la acción del hombre en la trasformación de la misma.

En función de estructurar orgánicamente los estudios geográficos, los naturalistas se proyectaron clasificar el medio natural atendiendo al carácter homogéneo de sus componentes y las relaciones naturales, sobre todo simbióticas, que se originan en el paisaje natural.

El primero de ellos que clasifica el medio geográfico atendiendo a los límites regionales naturales  es el alemán Alejandro de Humboldt.

Humboldt considera que las regiones naturales se expanden más allá de los límites hidrográficos hacia las formaciones homogéneas de la flora,  el relieve y la composición geológica.

Las cadenas de montañas dividen la superficie terrestre en grandes cuencas, en vales angostos y profundos, y en valles circulares, que encajonados por lo común como entre murallas, individualizan los climas locales…Esta configuración ha ejercido en todo tiempo una poderosa influencia sobre las producciones del suelo, la elección de los cultivos, costumbres, formas de gobierno, y aun sobre las enemistades de las razas vecinas.”2

En este caso el Barón de Humboldt integra varios elementos del espacio en la definición de la región  natural, y, aunque no supone la interacción de los núcleos de población dentro de la misma, si toma en cuenta que cómo existen conglomerados homogéneos en el medio natural, existen estos en el medio social a nivel territorial que interactúan desde sí.3

Humboldt no fue capaz de integrar los elementos naturales con los sociales, y medir el grado en que los primeros eran trasformados por los segundos en términos de desarrollo ascendente  y totalmente auténtico.4 No estableció los entrecruzamientos entre ambos elementos, al contrario, los escindió con el fin de, a juicio del investigador, hacer más factible la tarea de elaborar una descripción detallada del contexto a observar. Como encumbrado naturalista, Humboldt diseccionó las partes del todo utilizando una metodología que parte del reconocimiento del entorno natural hacia la mera descripción de la sociedad y finalmente de la economía, vista ya no como sistema sino como secuencia de procesos independientes. El aporte de Humboldt en torno a los estudios sobre lo regional esta en función de las disecciones que logra hacer sobre el territorio tomando en consideración los elementos homogéneos del entorno natural considerando que cada una de estas partes constituye un organismo con vida propia, que establece relaciones con los adyacentes pero que se particulariza en el espacio por las condiciones originales que le atañen. “…si es cierto que el verdadero carácter de cada región depende a la vez de todos los detalles exteriores; si los contornos de las montañas, la fisonomía de las plantas y los animales, el azul del cielo, la figura de las nubes, la transparencia de la atmósfera, concurren a producir lo que puede llamarse la impresión total, es preciso reconocer también que el adorno vegetal de que se cubre el suelo es la determinante principal de esta impresión.”5  

 Humboldt no hace uso del concepto de región en su obra, el mismo queda  implícito en la medida en que el naturalista se adentra en las relaciones que establece entre una construcción natural y otra, en las divisiones a la hora de describir la sociedad de la isla de Cuba, del reino de la Nueva España o los alrededores de Bogotá. No establece un término para definir el espacio que estudia como un todo coherente, pero parte del conjunto de relaciones de un medio particular que se establece más allá de los localismos y por debajo de las fronteras de lo insular, lo medianamente extenso en términos espaciales y lo nacional. 6

Otro de los connotados investigadores regionales fue el también alemán Carl Ritter 7, el cual acuña el término de región natural en la literatura de los naturalistas estableciendo una nueva metodología para su estudio. Parte, al igual que Humboldt, de las condiciones naturales del medio y la disección del mismo tomando en consideración el grado de dependencia e interrelación de los diferentes sus componentes “…es bastante frecuente que los diversos tipos de un mismo género se reagrupen en los mismos lugares terrestres…Resulta de ello innumerables combinaciones de fenómenos en las regiones naturales de nuestro planeta…” 8 
           
Sin embargo, Ritter además considera que  existen dos áreas a tomar en consideración a la hora de analizar el medio natural: la esfera de expansión “…la esfera descrita por el espacio que ella (la región natural) ocupa desde su centro hasta sus extremos; allí donde ella se esfuma, llegan sus límites y desaparece completamente…” 9 ; y la esfera de la cultura: “…Se logra así que la historia y el rol que han jugado estos productos (los que provienen de la región natural) en la civilización de los países y de los pueblos (que habitan la región natural) se esclarezcan de forma sorprendente…” 10  

La esfera de expansión se refiere a la incidencia del organismo regional sobre su entorno y la influencia del mismo sobre otras construcciones en función  del dominio sobre el espacio. Ritter parte de la premisa que siempre un espacio natural prevalece sobre otros porque es el que más aporta en elementos que contribuyen a la construcción de los adyacentes o porque es el que más espacio ocupa y por lo tanto más incide en la naturaleza de  los que le rodean. Así, una región natural en su evolución  puede absorber a otra u otras y, a su vez, esta ser absorbida. Ritter plantea el hecho que una región natural no constituye un organismo cuyas fronteras  estén delimitadas con claridad, sino que las mismas evolucionan en dependencia del grado de interacción con las áreas adyacentes y sus elementos homogéneos, no se circunscriben estas a cuencas hidrográficas o paisajes con flora homogénea sino a el conjunto de intercambios que se ponen de manifiesto en la naturaleza más allá del espacio cerrado de lo idéntico o lo parecido.

La esfera de la cultura esta en función de el conjunto elementos que se incorporan a la región natural en el acontecer histórico de la misma e incluye el grupo de trasformaciones que los hombres, en su quehacer cotidiano, realizan al medio natural. Ritter observa la esfera de la cultura como complemento subordinado a la esfera de expansión. Constituye el término cultura un paralelo al término historia, para Ritter prácticamente no existen diferencias entre uno y otro.

Sin embargo, lo que el naturalista define como esfera de la cultura de manera acabada no es más que los elementos que quedan en el medio natural luego de ser trasformado y los intercambios del mismo con otros espacios. No toma en su total consideración el papel del hombre como trasformador del medio y parte del mismo, sino como un elemento más que habita por necesidad en el entorno natural. El factor social no es tenido en cuenta por Ritter, lo cual resta impacto a su teoría acerca del espacio regional, pero el hecho de subdividir el mismo incluyendo los elementos de transformación del  hombre como parte del medio natural ya de por sí constituye un paso de avance en la definición de lo regional.


1 Sobre el particular consultar: Chaunu, Pierre. Historia, Ciencia Social. La duración, el espacio y el hombre en la época moderna. Ediciones Encuentro. Madrid. 1985

2 de Humboldt, Alejandro. Cosmos. Ensayo de una descripción física del mundo. Imprenta Gaspar y Roig, Editores. Madrid. 1874. Pp. 312-313 

3 Sobre el particular ver en: de Humboldt, Alejandro . Ensayo político sobre la Isla de Cuba. Talleres de Cultural, S.A.-PI y Margall, 135. Habana. 1930. Tomos I y II. y específicamente en Tomo I: Extensión. Clima. Estado de las Costas. División Territorial. Pp. 37-101 y Población. Pp. 101-171

4 de Humboldt, Alejandro. Ensayo Político sobre el Reino de la Nueva España. Editorial Pedro Robredo. México, D.F. 1941. Tomos II y III y específicamente en: Tomo II. Libro tercero. Capítulo VIII. De la división política del Territorio mexicano y de la relación de la población de la Intendencias con su extensión territorial. Ciudades principales. Pp. 161-176

5 de Humboldt, Alejandro. Cosmos. Ensayo de una descripción física del mundo. Imprenta Gaspar y Roig, Editores. Madrid. 1874. Pág. 331

6 Sobre el particular ver las descripciones del naturalista en: de Humboldt, Alejandro. Ensayo político sobre la Isla de Cuba. Talleres de Cultural, S.A.-PI y Margall, 135. Habana. 1930. Tomos II. Viaje al Valle de Güines, al Batabanó, Puerto de la Trinidad y Jardines y Jardinillos. Pp. 87-135 y Análisis raciocinado del mapa de la Isla de Cuba. Pp. 141-173

7 Ver en: Espejo Marín, Cayetano. Anotaciones en Torno al Concepto de Región. Revista Nimbus. Número 11-12. Universidad de Murcia. España. 2003. ISSN 1139-7136. pp. 67-87. Específicamente sobre el caso de Ritter consultar la página 70.

8 Ritter, Carl. Introduction a la geographie generale comparée. Annales Litteraires de l¨Université. Edit. les Belles Letters. París. 1974. Pág. 162.

9 Ritter, Carl. Introduction a la geographie generale comparée. Annales Litteraires de l¨Université. Edit. les Belles Letters. París. 1974. Pág. 162.

10 Ritter, Carl. Introduction a la geographie generale comparée. Annales Litteraires de l¨Université. Edit. les Belles Letters. París. 1974. Pág. 163.