En el Tratado de Ibn Abdún queda perfectamente reflejado el vivo contraste entre el campo y la ciudad. Ésta, la ciudad de Sevilla, era un área eminentemente industriosa, donde vivían y trabajaban las personas dedicadas a las diferentes artesanías, y también residencial, en la que moraban los señores, dueños de las grandes haciendas, y los funcionarios. La actividad artesanal debía ser intensa y muy variada, según se puede deducir de la gran cantidad de normas reguladoras de los numerosos productos y oficios que nombra Ibn Abdún.
Este sector productivo se dividirá para su estudio en varias actividades, según lo que de él trata Ibn Abdún.