Llamadohakim, en árabe, fue un cargo instituido para ayudar al cadí en la resolución de los múltiples pleitos que, con el tiempo, se fueron generando, y también debido a la acumulación de cometidos que iban recayendo en el cadí, como la administración del tesoro de las fundaciones pías, la de las herencias vacantes y la de los bienes de manos muertas. Estos magistrados secundarios resolvían en nombre del cadí los litigios menos importantes, entendiendo por tales los que correspondían a la plebe. Según Lévi-Provençal (1957, p. 74) la existencia de estos jueces secundarios “aparece atestiguada en ciudades importantes, como Córdoba, Sevilla o Toledo”, e incluso dice que podía haber uno por barrio y que otros jueces de competencia limitada iban por los pueblos para resolver litigios de poca monta.