LA ÉTICA PROFESIONAL DE LOS INVESTIGADORES EN TECNOLOGÍA DE LA INFORMACIÓN

Virginia Morales Sánchez

2.2.4. Formas de búsqueda de los valores


En el análisis de las teorías que hemos revisado sobre los valores y las normas, es posible en­contrar las pistas que necesitamos aplicar en la búsqueda de los valores en una comunidad científica, lo cual es punto medular para la presente investigación. Recapitulemos entonces los elementos que retomaremos para tal fin.
El primer elemento a recuperar es la noción de sistema de valores, que indica al conjunto de valores de distintos tipos que guían la acción humana, ya sea individualmente, ya sea de un grupo. La comunidad científica, como hemos visto, ha ido conformando su propio sistema de valores y lo que es importante saber al respecto es cuáles son los tipos de valores de los que está integrado ese sistema. En este punto entra el concepto de valor, recordemos que lo definimos como aquello que hace estimable o deseable algo, por lo que, dependiendo del objeto de estima, es la clasificación donde se inserta al valor.
Por lo tanto, estamos en posibilidades de vislumbrar dos tareas a realizar que son, por una parte identificar cuáles son los objetos de estima dentro de la ciencia, esto es, saber cuáles son las actividades, procesos, acciones, objetos o sujetos que son de significativa valía para la acti­vidad científica y luego ubicarlos dentro de algún orden de organización. El proceso mismo de identificación permitirá ubicar su clasificación e ir dibujando todo el esquema del sistema.
El problema por salvar es, ¿cómo vamos a identificar los valores, en la comunidad científica? En la teoría revisada se hallan elementos para realizar esta tarea.
Para hacer posible la identificación de los valores es menester recordar cuáles son sus formas de objetivación, saber cómo se manifiestan y como son percibidos. Al respecto son de gran utilidad las aportaciones de Kluckhohn, cuando señala que los valores son ideas que implican un compromiso de comportamiento, pensamiento que coincide con el de Leclercq, quien los califica de construcciones interiores, imperativas expresadas en preceptos. Ambos hacen refe­rencia, aunque de manera distinta, a la unidad básica del pensamiento humano: las ideas.
Las ideas poseen la característica de poder ser expresadas y, por tanto, de ser trasmitidas y percibidas por los otros, es decir, es posible su traslado del plano abstracto al plano de la percepción. Por tanto, si la forma de expresión de las ideas es el lenguaje, entonces nuestra búsqueda de los valores no puede hacerse en otro plano que el del lenguaje.
En este sentido, y como los valores son ideas que expresan un compromiso de comportamien­to con base en lo estimado y lo esperado, pero también son concepciones de lo deseable, se configuran como sistemas de creencias y de pensamientos, pero también como patrones de conducta esperada. Ahora bien, sabemos que las normas se insertan en el plano de los patrones de conducta y las creencias en el de los sistemas de pensamiento por lo que son en estas dos dimensiones en las que debemos de incursionar para identificar los valores.
Para ello, es importante recuperar los conceptos de norma y de creencias. Parsons, define a las normas como descripciones verbales o escritas del curso concreto de la acción considerado como deseable y añade que tras toda norma hay un valor.
Entonces es lógico interpretar que las normas son expresiones discursivas sobre un valor, ex­presadas en forma de enunciados prescriptivos, descriptivos o determinísticos, de acuerdo con la clasificación de Wright, y que pueden hallarse en leyes, reglamentos, legislaciones, manuales técnicos, instructivos y códigos de conducta.
Lo antes dicho, hace asequible la búsqueda de los valores en su modalidad de patrones de conducta que definen lo deseable y lo estimable. Sin embargo, queda pendiente la búsqueda de valores en su expresión como sistemas de pensamiento, para lo cual recurrimos a la noción de creencia.

Las creencias como definiciones normativas yacen inconscientes en los sujetos, pueden ser identificadas como tendencias sobre un tema, pues se reflejan en la expresión de una comuni­dad como un consenso generalizado sobre ese tema. Es posible investigarlas, si preguntamos sobre las creencias de algún tema, luego buscamos la tendencia de opinión, que dejará a la vista la creencia, sobre dicho tema y con ello las conductas que se consideran patrones estimados y esperados.
Es evidente que el camino más indicado para la búsqueda de los valores de la comunidad, es a través de su propia estructura, ya que como vimos, las normas son voluntad de una autoridad normativa, y representan las conductas esperadas en la comunidad por parte de esa autoridad; mientras que las creencias son el resultado de un proceso formativo en esas normas, en las que son sometidos los miembros de la comunidad y de las que no pueden prescindir, si es que quieren ser miembros de esa comunidad.
Los puntos de intersección entre la estructura social de la comunidad científica, sus normas y sus creencias, están relacionadas con los ámbitos propios de la estructura que poseen autoridad para regular la acción y las relaciones de sus miembros. Estos puntos de encuentro son los que nos ocupan a continuación.

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