LA DESILUSIÓN SEXENAL

Óscar Antonio Jiménez Morales

Industria eléctrica

En México se impulsa la participación de los capitales privados en la industria petroeléctrica, en tanto que, después de 32 años de la primera experiencia de apertura de mercados en este sector, países como Bolivia, Venezuela, Argentina, y Rusia han iniciado la recuperación para el Estado de sus empresas energéticas por considerarlas estratégicas en términos económicos y de seguridad nacional. El 80 por ciento de la energía eléctrica que utiliza el país proviene de termoeléctricas, hidroeléctricas y carboeléctricas, mientras que el parque vehicular se mueve con base en hidrocarburos. Una apertura mayor al sector privado en esta industria provocaría la voracidad de las transnacionales petroleras como actualmente se ha demostrado.
Sharon Beder1 , investigadora y profesora de ciencia, tecnología y sociedad en la Universidad de Wallongong, Australia, establece que ningún país en el que se haya privatizado el sector eléctrico ha tenido los beneficios esperados. Por el contrario, se ha experimentado falta de inversión, incremento en tarifas y un servicio cada vez más deficiente.  La privatización puede ser considerada una estafa perpetrada para despojar a la sociedad de su legítimo control sobre un servicio público esencial. Es un truco concebido y ejecutado por grupos de poder que buscan beneficiarse del control privado.
La industria eléctrica en Brasil, establece Beder, tenía un sistema muy eficaz y confiable, principalmente hidroeléctricas administradas por el gobierno, ésta fue privatizada por la presión del Banco Mundial (BM) y del FMI. El resultado fue que las compañías extranjeras compraron el sistema eléctrico, pero no invirtieron en una nueva infraestructura y el suministro se tornó tan precario que tuvo que ser racionado en las ciudades y las tarifas se elevaron por encima de los precios prevalecientes en países desarrollados.
Otro caso fallido fue el de la India, en que también por presión del BM se decidió crear la figura de productores independientes de electricidad (PIE), figura similar a la existente en México. Bajo este esquema se llegó a un acuerdo con la empresa estatal para construir una central, pero lo que sucedió fue que la electricidad era tan cara que la mayoría de la población no pudo pagarla. El Estado tuvo que comprar el energético a precios muy elevados y en cantidades superiores a las necesarias hasta que llegó una etapa de insolvencia para adquirir el suministro eléctrico y la planta terminó cerrándose. El consorcio que la construyó demandó al Estado por el dinero que dejó de percibir.
Ahora bien, las transnacionales del sector eléctrico en México obtuvieron ingresos superiores a los 40 mil millones de pesos en el 2006, además lograron una autorización del gobierno federal para que en los horarios de mayor consumo sea utilizada la energía que produce ese sector privado, y no la de la Comisión Federal de Electricidad (CFE) o de Luz y Fuerza del Centro (LFC).
Ésta es la situación de Pemex y la industria eléctrica del país.
Ahora bien, ¿cuál fue y es la situación de las finanzas públicas de México? Y en ¿qué consiste la vulnerabilidad financiera del país? Entremos a la discusión:


1 Beder, Sharon, Energía y poder: la lucha por el control de la electricidad en el mundo, México, D.F., FCE, 2005.

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