"MODELO SISTÉMICO BASADO EN COMPETENCIAS PARA INSTITUCIONES EDUCATIVAS PÚBLICAS"

Leticia Sesento García

1.5.3 COMPETENCIAS PROFESIONALES EN LOS DIRECTIVOS DE LAS INSTITUCIONES EDUCATIVAS

En los últimos años ha despertado gran interés y preocupación el diseño, la ejecución y evaluación de programas de formación, capacitación y actualización del personal encargado de la conducción y dirección de las instituciones educativas. La mayor parte de las críticas hacia el ejercicio de la actividad directiva no pone en tela de juicio su legitimidad, pero sí la falta de procesos de selección, contratación, formación y evaluación que garanticen la eficacia de su quehacer cotidiano.

En este marco se desarrolla la reflexión sobre el tema. Las instituciones oficiales han manejado desde hace muchos años que las reglas de reclutamiento y selección determinan que los directivos de escuelas puedan proceder del cuerpo docente. A este cambio de actividad profesional la mayoría de las veces no le antecede una preparación en el campo de la administración, generalmente considerada como campo disciplinario o multidisciplinario en las universidades (Regent ,1999). El tránsito entre la enseñanza y la dirección de escuelas se lleva a cabo sin transición alguna; no existe, por lo general, ninguna función intermedia que permita a un candidato adquirir una serie de conocimientos y experiencias inmediatas a la gestión.

En semejante contexto, el aprendizaje de las funciones a realizar en la dirección de una escuela constituye obra fundamental del paso gradual de un esquema representativo pedagógico a un esquema representativo educativo-administrativo. Este proceso es realizado a través de las práctica misma, generalmente por la observación y la incorporación contextual de la práctica de los otros (Regent, 1999).

Con frecuencia, y por razones institucionales, no se aplican evaluaciones en el ámbito académico y administrativo que permitan a quien llega a ocupar el cargo directivo contar con los escenarios reales para iniciar su gestión pedagógico-administrativa. Ante esta problemática, los nuevos directivos generan altos niveles de ansiedad y estrés al propiciar serios conflictos organizacionales.

El debate de si el directivo debe ser seleccionado a través de y por su experiencia en la educación o por su formación administrativa, está en vigor desde hace muchos años. La primera opción que se presenta analiza si la pertinencia de contar sólo con el compromiso docente y con la experiencia profesional sin poseer la práctica administrativa escolar es suficiente para el éxito de la gestión. La segunda se refiere a si basta la formación de competencias administrativas, más orientadas a las ciencias administrativas gerenciales o empresariales para ocupar un cargo de dirección escolar.

La investigadora argentina Alicia del Valle (citada por Regent 1999), en su libro La búsqueda de los perfiles directivos, refiere que en los países latinoamericanos la designación de los cargos directivos escolares, sobre todo en los niveles básicos, no obedece a un proceso científico de planeación, selección, contratación e inducción. La mayoría de las veces, éstos son designados por compromisos políticos y compadrazgos que, lejos de eficientizar la gestión escolar, convierten las designaciones en procesos de práctica–error.

Así, el directivo tendrá que aprender de los errores cometidos en su gestión para que, a través del tiempo, sus capacidades directivas se vayan afinando. Una de las principales demandas de los directivos escolares está orientada a la educación continua en la formación de sus habilidades para el desarrollo de sus competencias. En el terreno de su práctica concreta, se abre un abanico de necesidades de formación:

A)  Conocimiento de la política educativa a nivel local, estatal y federal.

B)  En el marco jurídico, conocimiento de la normatividad reglamentación y procedimientos de acuerdo al nivel educativo en que realice su ejercicio directivo.

C)  Formación académica sólida en el campo de la pedagogía, psicología, sociología y derecho.

D)  Desarrollo de su personalidad; carácter, manejo de emociones, valores éticos y morales, perspectivas, conocimiento de sus limitaciones, aptitudes y actitudes.

E)  Conocimientos en la administración educativa, sobre todo en el desarrollo organizacional.

F)  Identificación con la visión, misión, filosofía, metas y objetivos de la institución que dirige.

G) Conocimientos de la investigación educativa para la toma de decisiones.

Estas exigencias de formación no sólo abarcan aspectos técnicos, también conducen a la formación de un perfil directivo que sustente el saber y el quehacer cotidiano (Guerra, 1999).

La importancia del desarrollo de las competencias directivas está también relacionada con el desarrollo de las competencias de los diferentes actores de las instituciones educativas (subdirectores, directores académicos, directores de investigación, coordinadores de las diferentes áreas; personal docente, administrativo y de apoyo general, así como los alumnos que reciben el servicio educativo) debido a que una dirección eficiente sólo tendrá éxito en conformación con un equipo honesto y competente que coadyuve para lograr los objetivos y las metas organizacionales. Cuando esto no ocurre, el entorno de la dirección se vuelve más complejo; no sólo aumentan el número y la diversidad de los interlocutores y los conflictos, sino que se modifican las relaciones con los integrantes de la organización educativa (Scallon, 2004).

La vida de las organizaciones se vuelve cada vez más compleja y el directivo escolar enfrenta el reto de acuerdo a sus competencias directivas y personales. Su formación le brindará los referentes para abordar la problemática de la institución en las reglas implícitas, tradicionales, valores, símbolos, representaciones sociales, complicidades y oposiciones. El desarrollo de las habilidades directivas debe sustentarse en la experiencia, pero también en una sólida formación académica y de educación continua que le permita incorporar nuevas tecnologías, estrategias, políticas, normas y procedimientos organizacionales. Es necesario señalar que una parte enriquecedora de todo programa es la evaluación; por tal motivo, a continuación se señalan aspectos esenciales de la evaluación de los aprendizajes en el marco de las competencias.

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