DESIGUALDADES REGIONALES Y COSTOS DE TRANSPORTE EN ARGENTINA

Valentina Natividad Viego

Capítulo 1
Estructuras productivas regionales: hechos estilizados en Argentina

El objetivo central de este capítulo es presentar algunos rasgos estilizados del sector manufacturero a nivel regional en Argentina. Las unidades de observación de este análisis se corresponden con la delimitación política provincial. Si bien es cierto que la noción de "región" requiere cierta homogeneidad espacial en términos de estructura y orientación productiva y social, en la práctica la disponibilidad de estadísticas se publica con desagregación provincial . Por ello, la mayor parte de la literatura empírica que en Argentina es referida como regional, frecuentemente se refiere a jurisdicciones provinciales. De todos modos y dada la disponibilidad de datos, la provincia de Buenos Aires fue desdoblada en dos regiones: por un lado los 19 partidos del conurbano (con densidad de establecimientos fabriles y complejidad tecnológica mayores que el resto de la provincia) y, por otro, el resto de los partidos del interior bonaerense. Esta distinción explica por qué en la mayor parte de la exposición se hable de regiones, más que de provincias. Si bien varios autores han identificado los sectores productivos dinámicos de cada región en Argentina (especialmente los análisis exhaustivos de Rofman y Romero [1974] y Manzanal y Rofman [1989], los balances ofrecidos en Manzanal [1999] y Gatto [2003] y algunas apreciaciones centradas en regiones, sectores o períodos históricos específicos como las expuestas en Dorfman [1983], Schvarzer [1996], o Rofman [1999]), estos trabajos tienen algunas particularidades (i) algunos analizan la estructura productiva considerando únicamente la participación de los sectores primario y secundario, sin adentrarse en las actividades que componen a estos grandes sectores o, a lo sumo, ofreciendo perspectivas de algunas actividades particulares y no exhaustivas dentro de ellos, (ii) en otros casos el foco se pone en la composición y evolución del sector primario, bajo el argumento de que es el sector sobre el cual se apoya la mayor parte de las economías regionales y (iii) sólo en los casos en que se analiza al sector manufacturero, se lo hace con grandes niveles de agregación -usualmente 2 dígitos-, agrupando sectores muy heterogéneos (Volpe, 2000). Esta sección se diferencia del conjunto de los trabajos anteriores en dos aspectos: (i) profundizando el análisis de la estructura del sector industrial a nivel provincial y (ii), como medio para lo anterior, empleando estadísticas con el mayor nivel de desagregación posible. Por este motivo, en la mayor parte de los casos, el análisis se basa en la distinción entre ramas a 5 dígitos según la clasificación CIIU Revisión 3. En cuanto a las fuentes de información, cuando se analiza el comportamiento de estructuras productivas en general, se recurre a trabajos publicados previamente. Cuando el foco se asienta en el sector manufacturero, la escasez de literatura que analice el comportamiento del sector a nivel regional, lleva a apoyar las apreciaciones en estadísticas del sector recopiladas en censos industriales y económicos, a cargo del INDEC. El Capítulo se organiza esencialmente en 2 partes. La primera, de carácter introductorio, presenta los principales rasgos de la estructura demográfica y productiva regional argentina. La segunda parte se dedica a presentar los hechos estilizados del sector manufacturero regional. Al final del Capítulo se enumeran las principales conclusiones.

1.1 Atributos centrales de la estructura económica regional

Esta sección pretende ofrecer una perspectiva general de la distribución espacial del producto, su evolución temporal y la composición por grandes sectores. Como se indicó anteriormente, la exposición se basa en aportes de otros autores, evitando duplicar el esfuerzo de recopilación informativa y aprovechar ese patrimonio de conocimiento. Vale aclarar que, como el objetivo no es ofrecer un resumen exhaustivo ni una valoración del estado de la discusión de la cuestión regional en Argentina sino simplemente ofrecer un panorama introductorio general para presentar luego un listado selectivo de rasgos de la industria regional, la nómina de trabajos citados no es suficientemente abarcativa de todas las temáticas que han sido abordadas desde el plano regional en la literatura aplicadas a Argentina. Por otra parte, esta tarea ya ha sido abordada por otros autores con un resultado más justo que el aquí ofrecido (Gatto et al, 1988; Manzanal y Rofman, 1989; Cicolella, 1992).

1.1.1. Asimetrías espaciales

Antes de iniciar el listado de los hechos estilizados de la industria regional en Argentina conviene repasar otras características de la organización espacial que no se limitan al sector manufacturero a fin de otorgar un marco contextual. En primer lugar, un rasgo central de la conformación de los mercados en Argentina es su marcada concentración demográfica (Ferrer, 1963; Rofman y Romero, 1974; Donato 2007). Segundo, siguiendo el perfil de distribución territorial de la población, la riqueza generada (en términos del Producto Bruto Geográfico, en adelante PBG) también se encuentra concentrada en pocas regiones; cerca del 80% es aportada por las 5 jurisdicciones de mayor tamaño (Buenos Aires, Ciudad de Buenos Aires, Córdoba, Santa Fe y Mendoza). La Tabla 1.1 ofrece una síntesis de dichas asimetrías y su evolución en los últimos 50 años .

La distribución territorial de ambas variables, población y actividad productiva, hacen que otro conjunto amplio de fenómenos, como la inversión (pública y privada), los mercados de factores, los impactos de la política macroeconómica (especialmente cambiaria y fiscal) y de políticas específicas (promoción industrial), entre otros, tengan asimismo un comportamiento espacial no homogéneo. Es por ello que varios autores han optado por focalizar el análisis en la distribución regional del producto, al considerar que sintetiza aquellas condiciones (Gatto, 2003) . Desde el punto de vista teórico, las asimetrías en la distribución espacial de la actividad económica suelen ser consideradas como indicadoras de la existencia de una región "central" y otra "periférica". La zona central posee mayor capacidad de atracción de actividades debido a la importancia del mercado (propio o próximo). La distinción entre una región y otra puede realizarse en base al índice de centralidad propuesto por Keeble et al (1986), definido como:

donde i representa la región bajo análisis, j indica al resto de las regiones, Yi e Yj son variables que indican el tamaño de los mercados de cada aglomerado, Dij mide la menor distancia de ruta entre la región i y el resto de las regiones j, y Dii es la distancia intra-regional, definida como un tercio del radio de un círculo de igual área que la jurisdicción i. Este índice suele ser considerado como una proxy del tamaño de mercado disponible para una firma localizada en i, representado tanto por el propio mercado como el de jurisdicciones cercanas. De este modo, una región central es aquella que posee un mercado propio grande y/o una ubicación favorable en términos de acceso a otras regiones. Volpe (2000) estima este índice para el caso argentino con datos del PBG de 1993, encontrando que Ciudad de Buenos Aires, Conurbano, Santa Fe, Entre Ríos y Córdoba constituyen regiones centrales y Formosa, Salta, Chubut, Santa Cruz y Tierra del Fuego son regiones periféricas. En particular, la centralidad del área metropolitana es conseguida por el tamaño de mercado propio, mientras que en la centralidad de Santa Fe pesa más su accesibilidad al mercado metropolitano. En contrapartida, las regiones periféricas son aquellas que, además de poseer un mercado interno reducido, se encuentran alejadas de los mercados más atractivos.

Por su parte, Gatto (2003) destaca que la evolución de la distribución del producto bruto geográfico para el período 1953-2000 muestra una notable estabilidad; las 5 jurisdicciones que Volpe (2003) calificó como áreas centrales perdieron sólo 2 puntos porcentuales en el período analizado. Además, la posición relativa también se mantiene con leves variaciones porcentuales. En el otro extremo, en el conjunto de provincias de menor tamaño (en términos de PBG) se registran algunos cambios significativos de su participación relativa. Si bien la apreciación global no se modifica por ello, impactan sobre las comparaciones inter-provinciales. Algunos casos con crecimiento sustancial son Tierra del Fuego, Neuquén, San Luis, Santa Cruz y Catamarca, donde la participación en el PBI nacional aumentó a más del doble. Excepto en Catamarca, las ganancias de peso relativo ocurrieron durante los 70 y 80. De un modo más general, Gatto (2003) aprecia que todas las provincias que en los 50 tenían un peso relativo inferior a medio punto porcentual del PBI lograron crecer a una tasa considerablemente superior al promedio nacional . En contraste, varias provincias experimentaron caídas en su participación (Chaco, Corrientes, Entre Ríos, Tucumán). Los aumentos considerables en la participación en el PBI ocurrieron en general como consecuencia de cambios marcados en la estructura productiva, seguidos de inversiones en nuevos sectores y de considerable magnitud (en respuesta, a su vez, a marcos regulatorios e incentivos específicos que privilegiaron en conjunto a empresas de gran porte) que desplazaron los ejes de especialización territorial (Manzanal, 1999). Estos cambios provocaron en algunos casos modificaciones en el perfil ocupacional y en los ingresos fiscales provinciales.

1.1.2. Brechas persistentes (convergencia absoluta y condicionada)

A la marcada concentración espacial de la actividad productiva debe agregarse otro rasgo que es la falta de convergencia en los niveles de producto per capita. Los trabajos empíricos que testean la hipótesis de convergencia (basada en la metodología propuesta por Barro y Sala-i-Martin, 1995) para las regiones argentinas son escasos, aunque coinciden todos en registrar la ausencia de convergencia absoluta. Por su parte, parece registrarse convergencia condicional (referida en la literatura como convergencia-) para ciertas variables predeterminadas y períodos, aunque este resultado resulta sensible al conjunto de regresores incluidos y al rango temporal considerado, de modo que carecen de robustez empírica . Además, varios de los análisis empíricos sobre convergencia condicional regional aplicados al caso argentino citados en la Tabla 1.3 coinciden en observar que el valor de  es muy bajo, aunque aumenta a medida que se incluyen más controles. Esta última observación tiene la implicancia de destacar el rol de los factores socioeconómicos subyacentes en el proceso de crecimiento de largo plazo.

Por su parte, Garrido et al (2002) encuentran que la tasa a la cual cada región converge a la del estado estacionario no es constante; la velocidad a la cual una provincia se aproxima a su estado estable es variable y puede estar influida por el contexto nacional e internacional. El trabajo de Madariaga et al (2005) se diferencia del resto tanto por aplicar técnicas econométricas que controlan la posible autocorrelación espacial y endogeneidad entre las variables del modelo (utilizando un estimador GMM en 2 etapas) como por considerar el rol de la aglomeración en la dinámica del producto. Estos autores encuentran que la significatividad que exhibe la variable indicadora de aglomeración (cocientes de localización) destaca el rol de la cercanía al mercado y, en última instancia, la importancia de las actividades orientadas al mercado (en contraposición a las orientadas hacia las materias primas) en la generación del ingreso regional . La existencia de convergencia condicional parece entonces verificarse una vez controladas ciertas variables socioeconómicas y especialmente si se considera el producto por ocupado y no per cápita como variable dependiente. Como las variables predeterminadas difieren considerablemente entre regiones en Argentina, en ausencia de un proceso que aproxime a estas variables a niveles similares (también observada por Porto, 2004: 39) explica por qué los estados estacionarios de cada región difieren entre sí en términos absolutos . Por otra parte, y más allá de los resultados empíricos obtenidos con técnicas econométricas, se debe tener en cuenta la crítica de Quah (1993) sobre la propia noción de convergencia implícita en este tipo de estimaciones, al demostrar que las mayores tasas de crecimiento a menudo observadas en economías pobres respecto de las ricas no necesariamente implica que vayan a converger con el paso del tiempo; ocurre que la significatividad estadística del parámetro que acompaña al nivel inicial de producto en la regresiones requiere solamente que las economías más ricas crezcan sólo en promedio más lento que las más atrasadas.

Por ello los tests nunca podrían detectar si en realidad sólo algunas economías convergen y otras no. Es a partir de esta conjetura que Quah (1996, 1997) plantea y verifica la existencia de clubes de convergencia, noción a la que también han adherido otros trabajos como el de Bernard y Durlauf (1996). Las estimaciones de convergencia condicional suelen ser complementados con análisis de la tendencia de las brechas de ingreso entre economías . Se registra menos acuerdo en este segundo aspecto a nivel regional en Argentina. Por un lado, el análisis de Gatto (2003) para el período 1953-2000 muestra un aumento de las disparidades territoriales del PBG per capita . Por otro, Utrera y Koroch (1998) no registran una tendencia determinada en la dispersión del producto bruto provincial para el período 1953-1994. A una conclusión similar arriban Figueras et al (2004) al registrar convergencia  en algunos sectores de la economía con guarismos provinciales, pero cierta persistencia de la desigualdad si se consideran solamente las actividades más idiosincrásicas. Por su parte, los cálculos de Russo y Delgado (2000) para el período 1970-1995 revelan que la convergencia  parece estable en tramos temporales pero experimenta "saltos" que conducen a un nuevo piso más elevado de desigualdad. Quah (1997) argumenta que tampoco el análisis de la desviación estándar de la distribución de productos per cápita resulta suficiente para el análisis de convergencia debido a que (i) el descenso de  puede tener un límite inferior positivo, de modo que caídas monótonas del desvío estándar no implican necesariamente que  pueda aproximarse efectivamente a cero, es decir, que las brechas puedan desaparecer, (ii) puede encontrarse que el desvío estándar es estable mientras ocurre un reaconomodamiento interno en la distribución del ingreso per cápita, no captado por variaciones de , y (iii) reducciones en el desvío estándar pueden ser compatibles con procesos de estratificación donde las economías analizadas convergen a dos grupos distintos.

El trabajo de Willington (1998) constituye tal vez uno de los análisis más exhaustivos de convergencia aplicados al caso regional argentino, al analizar la existencia de convergencia  (basada en la metodología de Barro y Sala-i-Martin), convergencia , testeando la presencia de raíz unitaria en las diferencias del producto per cápita de las provincias respecto del de Capital Federal y aplicando la metodología propuesta por Canova y Marcet (1995) que admite diferencias tanto en los estados estacionarios de distintas economías como en las velocidades de convergencia. Un balance de todas las pruebas realizadas por Willington indica que las provincias se encontrarían en niveles de producto de estado estable, significativamente distintos entre sí y que entre los factores subyacentes en la determinación de dicho estado estacionario el nivel de producto inicial resulta la variable central mientras que el stock de capital humano contribuiría sólo marginalmente. Este resultado, robusto a la técnica y rango muestral considerados, implica que hay diferencias estructurales entre regiones que impedirían, aún consiguiendo aproximar las variables de control, la convergencia.

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