Tesis doctorales de Ciencias Sociales


PERIODISMO AMBIENTAL Y ECOLOGISMO, TRATAMIENTO INFORMATIVO DEL VERTIDO DE AZNALCOLLAR EN EL PAÍS, EDICIÓN DE ANDALUCIA 1998-1999

Rogelio Fernández Reyes



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3ª Parte: CONTEXTUALIZACION DEL MOVIMIENTO ECOLOGISTA EN ANDALUCIA.

LOS ESPACIOS PROTEGIDOS ANDALUCES

Para contextualizar el ámbito que estudiamos creemos oportuno buscar las raíces desde donde arranca la institucionalización de los espacios protegidos. Por ello hemos dedicado un apartado al movimiento conservacionista-ecologista andaluz, donde nació la reivindicación de la defensa de dichos espacios. Una de las conclusiones a las que llegó el periodista ambiental Miguel Montaño en su tesis doctoral fue:

“el periodismo ambiental en Andalucía no puede entenderse sin la participación activa de denuncia del movimiento ecologista. Esta primera fuente de información se ve ampliada hoy con la irrupción del mundo científico, empresarial y administrativo que hacen posible que la información ambiental supere una fase de catastrofismo para entrar en otra donde lo primordial es aportar soluciones al problema ambiental”(Montaño, 1999: 373)

Seguidamente nos detendremos en las distintas figuras de protección ambiental para acabar centrándonos en los parques naturales y en el parque nacional de Doñana.

3.1.- El movimiento ecologista en Andalucía

3.1.1.- El movimiento ecologista

A lo largo de la historia, la civilización occidental ha contado con movimientos que abogaban por el retorno hacia la naturaleza. Esta añoranza por lo natural se ha ido incrementando por oleadas conforme la industrialización y los hábitos de vida han ido generando conflictos con el medio natural.

En nuestro tiempo, en el nuevo marco de la globalización, hay corrientes de pensamiento como la New Age (Nueva Era) que centran su mirada en la modificación de la relación con el entorno. Esta expresión traduce una nueva apuesta en la evolución de la mentalidad. Es fruto de un progreso social basado en la ciencia y la técnica, el cual ha contribuido a mejorar de manera singular las condiciones de vida de ciertos países, pero de igual manera ha producido un desequilibrio entre el hombre/mujer y la naturaleza.

Los planteamientos del movimiento ecologista, pues, apuntan hacia una alternativa ideológica en este nuevo estadío caracterizado por la mundialización o globalización del planeta.

“La ecología no trata únicamente de las cuestiones relacionadas con lo verde o las especies en extinción. La ecología supone un paradigma nuevo, es decir, una forma de organizar el conjunto de relaciones de los seres humanos entre sí, con la naturaleza y con su sentido en el universo “(Boff: 1996, 1)

Tal como recoge Benigno Varillas este movimiento social es fruto de una reacción al modelo económico desarrollista que en algunas zonas del planeta ha esquilmado o está esquilmando los recursos naturales:

“El movimiento ecologista surge como reacción de la sociedad a las agresiones que ella misma propina a la naturaleza y al entorno humano y, por tanto, crecerá en la misma medida en que lo haga el modelo desarrollista”(Varillas, 1985, 4)

Ecologismo, por tanto, se identifica con un movimiento social, mientras que ecología, con la misma raíz etimológica, se refiere, como ya nos hemos referido, a la ciencia que estudia las relaciones entre los seres vivos y el medio en que viven.

Por otro lado, en las últimas tres décadas la causa ambiental ha estado muy vinculada a los medios de comunicación.

“En los últimos años, al igual que en política y otros ámbitos, el éxito de las campañas ecologistas ha dependido más de impactos mediáticos que de la fuerza de la calle”. (Fernández: 1999, 7)

Desde sus inicios, el movimiento ecologista ha presentado una dicotomía en las tendencias ideológicas dominantes: tiene tanto de conservacionismo en sus planteamientos, de mantener el “status” de la naturaleza, como de progresismo en su lucha contra el modelo capitalista. Igualmente, sus pretensiones han sido tan pisoteadas por la avidez del desarrollismo capitalista (como sigue hoy ocurriendo en amplias zonas del Amazonas o Senegal ), como por las actuaciones de los países comunistas (en la antigua URSS se han arrasado millones de hectáreas de bosque durante su hegemonía).

En la actualidad dicho movimiento se presenta como una alternativa ideológica o como una materia horizontal con cabida en el sistema ideológico imperante. Lo que se reconoce como un hecho fehaciente es que se trata, junto con el movimiento feminista, de uno de los movimientos ideológicos más relevantes de finales del siglo XX y comienzos del XXI.

Sobre la aparición de dicho movimiento hay autores que lo centran en los años 60, como el periodista ambiental Miguel Montaño:

“El movimiento ecologista surge en la década de los años 60 en Estados Unidos en el seno de las universidades en un ámbito pacifista, de libertad sexual y de acercamiento a la naturaleza”.(Montaño: 1999, 93)

Otros miran más atrás:

“La consideración del ecologismo como uno de los muchos ismos fraguados supuestamente en los mitificados, falseados y turbulentos años 60, ha contribuido a afianzarnos en la idea de que somos los primeros, de que todo acaba de empezar. Pero no, la expresión sociopolítica que el ecologismo ha adquirido en el último cuarto de siglo, especialmente en los países más ricos como consecuencia del desarrollo industrial y la mejor calidad de vida, no debiera eclipsar a todos cuantos nos antecedieron”. (Fernández y Pradas: 1996, 20)

Se puede hablar, por tanto, de movimiento conservacionista hasta finales de los años 60 y movimiento ecologista a partir de entonces.

En España, Varillas señala como primeros e involuntarios conservacionistas de la naturaleza a los señores feudales y religiosos, quienes evitaron que espacios declarados hoy parques naturales y nacionales se libraran de la quema. Sin embargo Varillas apunta a que nacía viciada la causa de la conservación de los ecosistemas:

“Estos señores feudales que no dudaban en cortar la cabeza a quien cazara un venado que no cazaran ellos, eran los mismos que arrasaban bosques enteros para impedir las emboscadas”(Varillas: 1985, 4)

En la segunda mitad del siglo XIX y principios del XX son los grandes terratenientes y los ingenieros de montes quienes guardan el patrimonio ecológico. Estos últimos, luchan por salvar y recuperar la naturaleza española ya desde un interés más filantrópico que los primeros. El Estado, por su parte, promulgó en 1877 la Ley de Repoblación Forestal, con la que se salvaban de la desamortización seis millones de hectáreas de bosque al incluirse en el Catálogo de Montes de Utilidad Pública.

A finales del siglo XIX, el exterminio de varias especies, la roturación de millones de hectáreas vírgenes y la contaminación de las ciudades industriales europeas originó la creación de las primeras agrupaciones defensoras de la naturaleza. Tal como recoge Varillas:

“surgen de la mano de las clases acomodadas, con mayor formación cultural (...) también las clases humildes supieron levantarse en protesta cuando las condiciones de vida se hacían imposibles, como lo prueban las manifestaciones obreras de Río Tinto, en Huelva”.(Varillas: 1985, 6)

Nos encontramos, pues, ante la primera movilización andaluza y española. Ocurrió en la localidad onubense de Rio Tinto en 1888, conocido como el año de los tiros:

“Fue una manifestación de centenares de personas contra la lluvia ácida que se producía por la quema de minerales que arrasaban sus cosechas. Tras un enfrentamiento con la Guardia Civil, se produjeron numerosos muertos (...) Por este motivo Huelva pidió ser sede de la Cumbre de la Tierra...” (Fernández Sánchez en Montaño, 1999: 84)

Según Casado de Otaola, los padres fundadores del pensamiento ecológico español eran zoólogos, botánicos, geógrafos y naturalistas:

“Destacan Odón de Buen, darwinista convencido y fundador del Instituto español de Oceanografía; Celso Arévalo, interesado en la ecología de las aguas continentales y fundador del Laboratorio Español de Hidrobiología; Emilio Huguet del Villar, autor de Geobotánica, un texto de considerable valía, y Eduardo Hernández Pacheco, impulsor de la primera red de espacio protegidos en los años veinte”

Como referentes históricos del conservacionismo español, Fernández y Pradas apuntan:

“no pueden olvidarse las aportaciones de los regeneracionistas, del krausismo y hasta de la masonería que, según el profesor González Bernáldez, <<inspiraron numerosas iniciativas cívicas de la élite gobernante, entre ellas una interesante legislación de carácter pedagógico-ecológico>>; y, por supuesto, de la prestigiosa Institución Libre de Enseñanza por su papel renovador de los métodos pedagógicos o por la introducción o puesta en práctica de algunas ideas más respetuosas con la Naturaleza que empezaban a cuestionar el grosero antropocentrismo de etapas anteriores, así como otras insólitas y enriquecedoras experiencias del anarquismo anterior a la Guerra Civil”.(Fernández y Pradas: 1996, 21)

En España, se fundó en Madrid la Real Sociedad de Historia Natural en 1871. En 1895 se creó una sección de dicha sociedad en Sevilla. En 1947 se creó la Sociedad de Ciencias Naturales Aranzadi. La tercera agrupación que se constituyó fue la Sociedad Española de Ornitología, en 1954.

“Hasta los años sesenta, las asociaciones de estudio y defensa de las aves fueron las que más destacaron en el contexto internacional, hay que precisar que su actividad conservacionista era escasa y que se centraban principalmente en la observación y el anillamiento de los pájaros”(Varillas: 1985, 8).

En 1947 se fundó la Unión Internacional Provisional para la Protección de la Naturaleza, una iniciativa internacional que se había puesto en marcha en dos ocasiones y que no llegó a cuajar por sendas guerras mundiales. En los años 50 la UICN estudia crear un fondo mundial que recabe recursos financieros para la conservación de la naturaleza. En escena aparece Doñana y un naturalista llamado José Antonio Valverde:

“En 1961, las llamadas de socorro de Valverde y la oferta de ayuda de Stolen, deciden a una serie de naturalistas a crear el Fondo Mundial para la Vida Salvaje (WWF) (...) Al poco tiempo estaba reunido el dinero para comprar la finca de Doñana que Valverde proponía como reserva Biológica”.(Varillas:1985, 11)

Más adelante ampliamos detalladamente este acontecimiento de repercusión internacional.

El panorama español en los años sesenta se presentó agresivo con la naturaleza: los polos de desarrollo en las marismas del Odiel (Huelva), en las rías gallegas, o en la bahía de Algeciras; los planes turísticos en las costas; la apertura de la central nuclear de Zorita en Guadalajara y el anuncio de la construcción de una veintena más; el Plan Nacional de Autopistas; el Plan Nacional de Desecación que acabó con las lagunas de La Janda, las Tablas de Daimiel, las marismas del Guadalquivir, el delta del Ebro y otras zonas húmedas. (Varillas: 1985, 14).

En ese decenio apareció en televisión Felix Rodríguez de la Fuente, un aficionado a la cetrería que se convertiría en un gran divulgador de la fauna salvaje, llegando a ostentar los mayores niveles de audiencia en TVE. Sus programas despertaron sensibilidad hacia la naturaleza e influyeron en la creación de agrupaciones locales de amigos del mundo natural.

La preocupación por los efectos de las agresiones a la naturaleza motivó la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Medio Humano celebrada en Estocolmo en 1972. Previamente, la UNESCO organizó una Conferencia Internacional sobre la Biosfera en París (1968) donde propuso la idea de que la ONU promoviera dicha Conferencia de Estocolmo. Por primera vez altos mandatarios de todos los países acordaron reunirse para firmar una declaración de principios atendiendo al medio ambiente. 20 años más tarde, en Río de Janeiro, los jefes de Estado ratifican la necesidad de contemplar el medio ambiente como un asunto entre los prioritarios. Reflejo de ello es la creación de ministerios de esta materia en muchas naciones.

En España, con la instauración de la democracia se crearon multitud de asociaciones en defensa de la naturaleza y comienza una etapa de mayor actividad con una mayor participación social. Es cuando se pasa del conservacionismo al ecologismo. Ya no se trata tan sólo de proteger espacios y especies, sino que se amplía el espectro de problemas ambientales, se moviliza una mayor masa social y se denuncia con una visión más crítica.

En 1999 la mayoría de las asociaciones ecologistas andaluzas, integradas en la Coordinadora de Organizaciones de Defensa Ambiental (Coda), la principal a nivel del Estado, participaron en un proceso de unificación de todas las asociaciones ecologistas en Ecologistas en Acción. En los siguientes apartados estudiamos más detenidamente cómo se vivieron estos decenios dentro de la comunidad andaluza.

3.1.2.- Relación del movimiento ecologista andaluz con el nacional e internacional

En cuanto a la influencia del movimiento ecologista internacional o nacional en el andaluz, varios autores defienden que surgió independientemente, aunque se conocían referencias de otros lugares.

Según el periodista ambiental José María Montero , el movimiento andaluz nace de aquí, pero hay muchos referentes de fuera:

“Valverde, de hecho, contacta con asociaciones, que si no son puramente ecologistas, sí llevan tiempo funcionando en Europa vinculados a lo que es la conservación de espacios y especies. Son asociaciones vinculadas al mundo científico con inquietud por conservar. De hecho, de Doñana nace la SEO (Sociedad Española de Ornitología), que es una asociación de mucho peso dentro del conservacionismo español, muy vinculada al mundo científico pero también con mucha proyección hacia el exterior”.

Francisco Casero , protagonista de las primeras movilizaciones recuerda que los primeros ecologistas andaluces tuvieron contactos con otras regiones o con la CODA, pero “la organización ha nacido por sí misma”. Finaliza el autor considerando a CEPA (Confederación Ecologista Pacifista Andaluza) como la mejor organización nacional.

En este intercambio de experiencias, Andalucía aportó un hito relevante a la historia del ecologismo internacional: la estrecha vinculación de Doñana con la creación del Fondo Mundial para la Naturaleza.

Pero, en definitiva el movimiento ecologista de Andalucía tiene la misma evolución a nivel autonómico que a nivel nacional. Un elemento diferenciador de cualquier movimiento social o asociativo tanto regional como nacional con respecto a otros países de Europa o del mundo es la escasa tradición de asociacionismo. Aunque en los últimos años ha evolucionado, tal como lo muestra la participación en las ONGs, cualquier asociación de defensa de la naturaleza en los países europeos tiene miles de socios. En el territorio español si una asociación tiene quinientos o seiscientos ya es de peso.

En cuanto a los objetivos, las estrategias y las formas, no se perciben excesivas diferencias. En Andalucía el movimiento ecologista se ha desarrollado con cierto retraso, menos asociaciones, pero más o menos coincide en el tiempo.

Juan Clavero , histórico ecologista, atribuye al retraso económico y social, el motivo de la dificultad de desarrollo del movimiento ecologista andaluz:

“Vivimos en un país con una escasa tradición participativa, y dentro de él Andalucía, a causa de su subdesarrollo y dependencia secular, presenta aún una mayor desarticulación asociativa. Los problemas sociales y económicos existentes –sindicatos, asociaciones de vecinos, grupos juveniles, etc.- han tenido generalizada la idea de que los problemas ambientales eran problemas secundarios, ya que en Andalucía existían otros temas prioritarios a los que prestar atención. El atraso económico y social ha propiciado además mentalidades desarrollistas, que han calado fuertemente en todos los estratos sociales. Un sector de la población creía -y en parte sigue creyendo- que lo importante es crear puestos de trabajo a costa de lo que sea, que después -como han hecho otros países desarrollados-, ya tendremos tiempo y dinero para corregir los impactos ambientales causados. Las asociaciones ecologistas han sido los elementos más activos en la defensa del medio ambiente en Andalucía. A pesar de su escasa entidad organizativa, han demostrado tener un importante activismo, sistemas de actuación innovadores, y una capacidad de difusión de sus propuestas que ha logrado calar en buena parte de la sociedad, y de la propia Administración”.

Otro líder ecologista, Saturnino Moreno , afirma que en cuanto al movimiento ecologista nacional, la relación ha ido intensificándose por el proceso de unificación y coordinación. Otros elementos de interés son atribuidos a la influencia de la capital del Estado donde residen un buen número de administraciones públicas cuyas actuaciones afectan a Andalucía y por la repercusión de los medios de comunicación desde Madrid.

Por un lado destaca la existencia del Consejo Ibérico para la Defensa de la Naturaleza (CIDN), que aglutina a importantes y veteranas organizaciones de la Península Ibérica desde 1986. Entre ellas están Silvema y Andalus en Andalucía junto a Adenex de Extremadura, Depana de Cataluña, Gob de Baleares, Gurelur de Navarra, Fapas y Liga de Portugal, y Gohns de Gibraltar. Su secretaría española está en Madrid.

Otras organizaciones de ámbito estatal giran en torno a la Coda, donde estaban, entre otras, Cepa, Silvema, Agaden, Gem, Taller de Ecología,... de Andalucía, pero con una estructura coordinada desde Madrid. Aedenat tiene en Andalucía una serie de delegaciones configuradas como organizaciones con personalidad jurídica propia dependientes de la estructura central de Madrid. La entidad A.T. (Amigos de la Tierra), también con sede en Madrid, aglutina a algunos colectivos.

Las relaciones con organizaciones de ámbito internacional tienen distintas características. Por un lado el CIDN tiene el estatuto de organización internacional, reconocido por la UICN (Unión Mundial para la Naturaleza) con sede en Gland (Suiza). Silvema y Andalus son miembros de UICN y del Comité Español recientemente reconocido por la Asamblea General de esta veterana organización fundada en 1948, que aglutina a Administraciones Públicas y ONGs.

Algunas organizaciones tienen relaciones puntuales con asociaciones de otros países para la financiación de programas concretos como el caso de Andalus y el programa de protección del buitre negro en Huelva con la Sociedad Zoológica de Suiza. Otro programa fue el que Silvema, en 1984, realizó en la Serranía de Ronda para el estudio de la incidencia de los venenos en la fauna silvestre financiado por la organización IFAW de U.S.A.

Según Saturnino Moreno ,

“las relaciones con Greenpeace como organización internacional son fluidas y frecuentes para afrontar problemas como la pesca de inmaduros en colaboración con Agaden y Silvema, contra la central térmica de Carboneras en Almería junto a Gem, así como la campaña contra la extracción de coral rojo en Alborán, etc”.


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