Tesis doctorales de Ciencias Sociales

EL IMPACTO DE LA GESTIÓN DEL CONOCIMIENTO Y LAS TECNOLOGÍAS DE INFORMACIÓN EN LA INNOVACIÓN: UN ESTUDIO EN LAS PYME DEL SECTOR AGROALIMENTARIO DE CATALUÑA

Gerardo Arceo Moheno




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4.8.1. LA POLÍTICA EN LAS INVERSIONES

Hay diferentes tipos de inversiones en TI, y no se debe esperar que todas ellas muestren un rendimiento inmediato, cuantificable. Dado este hecho, los directivos tienen que considerar una variedad de indicadores y factores al tomar una decisión sobre inversiones en TI.

Uno de los factores hace énfasis en la política; la política de información es lo que determina cuán exitosamente la compañía aplica las TI. Davenport et al. (1992) desarrollaron el modelo político que describe los ambientes que se pueden dar en la organización:

- En el utopismo tecnocrático existe fascinación por la tecnología y se supone que resolverá todos los problemas; se carece de una visión de como se utilizará toda esta tecnología para fomentar el logro de los objetivos.

- En la anarquía no se ve la obsesión por la tecnología, aunque tampoco es administrada.

- En el modelo feudal poderosos ejecutivos controlan la tecnología dentro de sus divisiones y departamentos.

- En la monarquía el ejecutivo de principal información se convierte en el zar de la información.

- En el modelo federal se trata de llegar a un consenso sobre que decisiones de TI pertenecen a cada nivel y como se debe compartir la información. El énfasis recae en que políticas tienen el mayor sentido para la corporación en su conjunto, no solo para un departamento o división específica. La alta dirección reconoce que las divisiones locales necesitan cierta autonomía, y los gerentes locales reconocen que la información pertenece a la compañía y suele ser de gran valor estratégico. Es posible que en la economía actual, sea este modelo el más apropiado.

4.9. RELACIONANDO ASIMILACIÓN E INVERSION: LA PARADOJA DE LA PRODUCTIVIDAD

Las cifras macroeconómicas de productividad sugieren que las empresas no han hecho un empleo intensivo de las TI para hacer cambios significativos, a pesar de las mejoras radicales que ofrece. Arboníes (2006) menciona que la falta de medición de la productividad de los ordenadores implica la creencia que no hay ahorro en tiempo y coste. Davenport (1996) señala que a pesar del despliegue y la penetración de las TI, éstas no han cumplido su promesa de efectuar una transformación en los negocios. Loveman (1994), en su estudio sobre el efecto de la TI en la productividad de fabricación, no encontró ningún impacto significativo de las inversiones de TI sobre la productividad.

El uso más corriente del ordenador en la empresa es el procesador de textos, lo que difícilmente puede incidir en la mejora o innovación de algún proceso de la organización. La otra principal aplicación es la hoja de cálculo que conduce a la generación de más análisis del tipo “¿y si?”, pero su efecto sobre la productividad, probablemente ha sido, como mucho, marginal (Davenport, 1996).

En este análisis de la relación TI - Productividad es conveniente mirar a las empresas niponas, donde la inversión y el nivel de uso de la TI es relativamente bajo, especialmente en entornos de oficina, donde el alfabeto kanji ha impedido la implantación de los procesadores de texto durante muchos años (Shimada, 1991).

Parte de este problema de productividad e innovación lo ocasionan las empresas de tecnología que se concentran más en el desarrollo de equipos que en el de aplicaciones y nuevos procesos. Las organizaciones, en general, adaptan los paquetes de aplicaciones a las prácticas de trabajo existentes, provocando que la mayoría de las aplicaciones tengan una orientación funcional: los sistemas de marketing resuelven problemas de marketing, los de fabricación, problemas de fabricación. Estos sistemas “encajonados” aprisionan la información dentro de las funciones, de manera que los diseños de productos nuevos no pueden transmitirse a ingeniería, los datos de ventas no se pueden transmitir a fabricación y no se pueden identificar los clientes de un producto que podrían serlo de otros.

Para Davenport (1996), el fracaso de las TI en la mejora de productividad se debe a la falta de aprovechamiento de la capacidad de éstas para cambiar la forma de trabajar. La innovación y la mejora de procesos constituyen la mejor manera para obtener valor de los gastos en TI, por lo que es necesario centrarse en el cambio de los procesos de trabajo como intermediario entre las iniciativas e inversiones de TI y el resultado económico (Davenport, 1996), es decir, no es suficiente disponer de TI, sino que lo realmente medular es cambiar los procesos de trabajo para aprovechar mejor las ventajas de las TI: si no cambia nada en la forma de trabajar y el papel de la TI se limita a automatizar un proceso ya existente, los beneficios serán mínimos.

En teoría, se deben diseñar los procesos antes de investigar la tecnología o lo sistemas que los puedan hacer posibles, sin embargo, de manera contraria, en la práctica, incluso aquellos que defienden una relación fuerte entre procesos de trabajo y sistemas de información (como los que proponen la ingeniería de la información), se centran típicamente en sistemas y tecnologías que ayudan a implantar el proceso, en vez de posibilitarlo. Las TI proporcionan oportunidades y restricciones en el diseño de un proceso: las oportunidades suponen usar la tecnología de una nueva forma consiguiendo la innovación, mientras que las restricciones son aquellos aspectos de la infraestructura tecnológica existente que limitan las posibilidades de innovación y que, por la razón que sea, no se pueden cambiar en el plazo de tiempo correspondiente.

Por tanto, la obtención de resultados está vinculada con un cambio en la forma de trabajar, lo que lleva su tiempo. Yates (1989) señala que aunque mucha tecnología se aplica a las necesidades empresariales, los modos de trabajar no se alteran de forma inmediata. En varios estudios sobre la forma en la que las empresas habían adoptado estas tecnologías, Yates (1989) encontró desfases de décadas entre la primera adaptación de la tecnología y el momento en que ésta producía cambios significativos en los “sistemas” o procesos de la empresa.


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