Tesis doctorales de Ciencias Sociales

EL IMPACTO DE LA GESTIÓN DEL CONOCIMIENTO Y LAS TECNOLOGÍAS DE INFORMACIÓN EN LA INNOVACIÓN: UN ESTUDIO EN LAS PYME DEL SECTOR AGROALIMENTARIO DE CATALUÑA

Gerardo Arceo Moheno




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2.2.1.3.1. EL CONOCIMIENTO EN LAS TEORÍAS ECONÓMICAS

La mayoría de las teorías económicas consideran al conocimiento, ya sea explícita o implícitamente, como un factor importante en los fenómenos económicos.

Penrose (1959) señala que los economistas siempre han reconocido, sin duda, el papel dominante que el conocimiento creciente tiene en el proceso económico, pero se han topado con que el tema del conocimiento es, sobre todo, demasiado resbalosos como para ser manejable.

Penrose (1959) consideraba que una empresa es tanto una organización administrativa como un conjunto de recursos productivos, materiales y humanos, donde solo los servicios que los recursos pueden generar proveen la fuerza necesaria para el proceso productivo, nunca los recursos en sí mismos; los servicios son una función de la experiencia y el conocimiento acumulados en el interior de la empresa, y por tanto, exclusivos de ella.

Aunque Penrose (1959) señaló la importancia de la experiencia y el conocimiento acumulados en la empresa, no desarrolló el tema del mecanismo organizacional o del proceso a través del cual los miembros de una empresa pueden acumular conocimiento.

2.2.2. DIFERENTES PERSPECTIVAS SOBRE EL CONOCIMIENTO

A pesar de las diferencias fundamentales entre racionalismo y empirismo, los filósofos occidentales generalmente concuerdan en la idea de que el conocimiento es una “creencia verdadera justificada”, un concepto introducido por Platón en su Meno, Phaedo y Theaetetus, que incrementa la capacidad de la empresa para una efectiva acción (Nonaka, 1994; Nonaka y Takeuchi, 1995). No obstante, diversos autores tienen diferentes puntos de vista al tratar al conocimiento.

- Un estado de la mente: el conocimiento ha sido definido como “el hecho de conocer”; este conocimiento es logrado a través de la experiencia o el estudio, es decir, a través de la suma de todo lo que es percibido, descubierto o aprendido (Schubert et al., 1998). Esta perspectiva del conocimiento como un estado de la mente se enfoca en las habilidades individuales para expandir el conocimiento personal y aplicarlo a las necesidades de la organización (Alavi y Leidner, 2001).

- Un objeto: la perspectiva de entender el conocimiento como un objeto es apoyada por algunos autores (Carlsson et al., 1996; McQueen, 1998; Zack, 1998) considerándolo como “una cosa” que puede ser almacenada y manipulada.

- Un proceso: el conocimiento puede ser visto como un proceso simultáneo de conocer y actuar, apoyándose dicho proceso en la aplicación de pericias, experiencias y habilidades (Alavi y Leidner, 2001). Nonaka y Takeuchi (1995) señalan que no es posible separar al conocedor de lo conocido, lo que conduce a no hablar solo del conocimiento como competencia para hacer algo, tácita y explícitamente, ya que incluye valores, habilidades y actitudes; por tanto, el conocimiento no se podrá gestionar como otros recursos; lo que se gestiona es el proceso en el que se intercambia y crea conocimiento.

En esta línea, para Nonaka y Takeuchi (1995) las compañías japonesas han sido exitosas gracias a sus habilidades y perfeccionamiento en el proceso de la “creación de conocimiento organizacional”, concepto que debe entenderse como la capacidad de una compañía para generar nuevos conocimientos, diseminarlos entre los miembros de la organización y materializarlos en productos, servicios y sistemas. La creación de conocimiento organizacional es la clave del proceso peculiar a través del cual estas firmas innovan en forma continua.

- Una condición para tener acceso a la información: de acuerdo a este punto de vista, el conocimiento organizacional debe ser organizado para facilitar el acceso y recuperación de los contenidos. Esta perspectiva puede ser considerada una extensión de la perspectiva del conocimiento como un objeto (Alavi y Leidner, 2001).

- Una capacidad o competencia: El enfoque basado en los recursos (o competencias) es un nuevo paradigma de la estrategia corporativa que ayuda a las empresas a competir mejor en el ambiente siempre cambiante y globalizador de la época actual. Este enfoque, que conceptualmente tiene su origen en la teoría de la firma de Penrose (1959), acentúa los recursos intangibles -capacidades, aptitudes, habilidades y activos estratégicos- como la fuente de ventajas competitivas sostenibles de la compañía. A partir de los 90’s surgió un interés por los activos basados en el conocimiento como propiciadores de ventajas competitivas (Drucker, 1993; Grant, 1996).

Las aportaciones mas relevantes dentro de este enfoque provienen de Prahalad y Hamel (1990) con sus competencias críticas; y de Stalk et al. (1992) sobre las competencias basadas en la capacidad. Los partidarios de este enfoque señalan que el ambiente competitivo actual está a punto de hacer que la perspectiva estructural, representada por el marco teórico de las fuerzas competitivas, propuesto por Porter (1985), se vuelva obsoleto.

La naturaleza dinámica de la estrategia también fue señalada por Teece et al. (1997), quienes desarrollaron el concepto de capacidades dinámicas o la capacidad de una organización para aprender, adaptarse, cambiar y renovarse con el transcurso del tiempo, lo que involucra la búsqueda, el descubrimiento y la solución de problemas.

El conocimiento, y en particular el conocimiento tácito, genera ventajas competitivas duraderas debido a que es difícil de imitar (Winter, 1987; Reed y DeFilippi, 1990). En esta línea, Spender (1996) señala que la ventaja competitiva surgirá del conocimiento específico de la empresa que permitirá añadir valor a los factores productivos de un modo relativamente único. Bueno (2000) menciona que la creación de competencias se logra mediante el acoplamiento del conocimiento externo al conocimiento creado internamente, los cuales se incorporan a las rutinas organizativas o procesos de acción. Todas estas incorporaciones son flujos que se transforman en conocimiento creado a través del aprendizaje, que se define como “la capacidad de la organización a nivel individual o grupal de asimilar nuevos saberes y competencias en las personas y en los procedimientos que desarrollan y aplican”. Por tanto, las diferencias en los resultados empresariales son consecuencia de la posesión de diferentes bases de conocimiento y diferentes capacidades en cuanto a desarrollo y aplicación del conocimiento. La GC se considera la más importante de las capacidades dinámicas de la empresa y la base fundamental para el desarrollo de cualquier otra capacidad (Lei et al., 1996).

De acuerdo a lo anterior, Bueno (2000) señala acertadamente que se ha hablado indistintamente de conocimiento, capital intelectual, aprendizaje, competencias, etc., creándose una terminología difusa. Una empresa se preocupa por crear conocimiento “esencial” o competencias esenciales que la diferencien de los competidores, pudiendo ser competencias personales, tecnológicas y/u organizativas.

Asimismo, el conocimiento puede considerarse una capacidad con el potencial para influenciar acciones futuras (Carlsson et al., 1996). Watson (1999) señala que el conocimiento no es tanto una capacidad para una acción específica, aunque la capacidad de usar la información aprendida y la experiencia resultan en una habilidad para determinar qué información es necesaria en una correcta toma de decisiones.

Como conclusión para este punto, se puede decir que las diferentes perspectivas sobre el conocimiento determinan diferentes percepciones en la gestión del mismo (Carlsson et al., 1996). Así, si el conocimiento es visto como un objeto o como una condición para tener acceso a la información, la GC debe enfocarse en la construcción y gestión de stocks de conocimiento. Si el conocimiento se considera un proceso, cabe esperar que la gestión adecuada se enfoque en los flujos de conocimiento y los procesos de crearlo, compartirlo y distribuirlo. La consideración del conocimiento como una capacidad, sugiere que la gestión del mismo se centre en la construcción de competencias esenciales (core competences), comprendiendo la ventaja estratégica del know-how y la creación del capital intelectual.

Cabe destacar que las dos perspectivas que han recibido más atención por los investigadores son el conocimiento como proceso y el conocimiento como capacidad; sin embargo, es muy común confundir competencia con conocimiento, no obstante que la destreza es solo una parte del conocimiento (Nonaka y Takeuchi, 1995).

Nonaka y Takeuchi (1995) mencionan que la teoría de creación de conocimiento (conocimiento como proceso) se asemeja al enfoque estratégico basado en los recursos (conocimiento como competencia) al centrarse en:

- como se da la innovación

- como las empresas (japonesas) han adquirido ventajas competitivas

- Las habilidades de la organización más que en las individuales

- el papel de los altos directivos de alto rango como participantes clave

- lo que sucede en el interior de la compañía

Sin embargo, se diferencian en la manera de tratar el conocimiento, ya que la teoría de la creación del conocimiento lo aborda de manera explícita y sistemática; además, los autores de la corriente del enfoque de los recursos no ilustran la manera en que las empresas han generado sus competencias o capacidades críticas.

La mayor implicación de estas concepciones del conocimiento es que cada una de ellas sugiere una estrategia diferente de gestión y una perspectiva distinta del rol de las TI en el apoyo prestado a tal gestión (Alavi y Leidner, 2001).

2.2.3. TAXONOMÍA DEL CONOCIMIENTO

Una cuestión importante es la consideración de los diferentes tipos de conocimiento. La distinción más importante hace referencia al conocimiento explícito o codificado y al conocimiento implícito o tácito (Polanyi, 1967). Esta distinción fue introducida en la literatura sobre Dirección Estratégica por Nelson y Winter (1982) en su Teoría Evolucionista de la Empresa, haciendo referencia a las rutinas organizativas como el material genético de la empresa, parte explícito en las reglas burocráticas y parte implícito en la cultura organizacional.

Leonard y Sensiper (1998) proponen un continuo del conocimiento donde en un extremo se encuentra el conocimiento tácito por completo –conocimiento semiinconsciente o inconsciente- y en el extremo opuesto se encuentra el conocimiento explícito –conocimiento codificado, estructurado y accesible a personas distintas de las que lo han generado. Para estos autores, la mayoría del conocimiento se encuentra entre estos dos extremos.

Para Nonaka y Takeuchi (1995) la interacción entre el conocimiento tácito y explícito constituye la clave de su Teoría de Creación de Conocimiento, puntualizando la excesiva atención prestada por los empresarios occidentales al conocimiento explícito (consecuencia de la influencia de la Administración Científica), y marginando, de alguna forma, al conocimiento tácito, y concibiendo a la empresa como una máquina para procesar información.


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