Tesis doctorales de Ciencias Sociales

LA COMPETITIVIDAD DEL SISTEMA AGROALIMENTARIO LOCALIZADO PRODUCTOR DE QUESOS TRADICIONALES

Enrique Espinosa Ayala





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6.2. Cadenas de valor

El concepto de cadenas productiva surge por primera vez en Francia y es desarrollado por Gereffi (1999), posteriormente es retomado en el sistema de Porter (1991) en su obra La Ventaja Competitiva de las Naciones, con la finalidad de conocer las relaciones que existen entre los diferentes actores y posteriormente agruparlos para analizar la situación de cada eslabón e integrarlos en una cadena.

Gereffi (1999) define a la cadena productiva como un conjunto de actividades que involucran desde la producción primaria de bienes intermedios hasta la comercialización de un producto en específico, siendo elementos críticos de la cadena los intermediarios que se insertan entre cada eslabón. Basándose en ese concepto, Bair y Dussel-Peters (2006) mencionan que las cadenas productivas integran a las industrias desde la producción primaria hasta la comercialización, la cual puede ser local o internacional, ya que los acuerdos internacionales han sido un factor que ha fortalecido a la creación de cadenas globales en los sectores productivos de los países. En ese sentido, Giuliani et al. (2005) establecen que los efectos de la globalización con las políticas de tipo neoliberal y los avances en informática han ocasionado cambios en los sistemas productivos, en los canales de distribución y los mercados financieros, para las firmas pequeñas de los países en desarrollo la participación en las cadenas globales es una vía para obtener información sobre las necesidades y el modo para ganar acceso a nuevos mercados.

Por su parte Acosta (2006) establece que las cadenas productivas son un conjunto de actores que se relacionen en función a un producto específico, para agregar o aumentar su valor a lo largo de los diferentes eslabones, desde su etapa de producción de materias primas hasta el consumo, incluyendo la comercialización, el mercadeo y la distribución del producto terminado, por tal motivo las denomina cadenas de valor. En el mismo tenor Cilloniz y colaboradores (2003) mencionan que es una concentración de empresas con la misma actividad estrechamente relacionada vertical y horizontalmente, con importantes economías relacionadas, de aglomeración y especialización; y con la posibilidad de llevar a cabo una acción conjunta en búsqueda de eficiencia colectiva. Tal concentración en una región atrae a los clientes incrementando así el mercado, la competencia induce especialización, división del trabajo y por lo tanto la competitividad, la interacción de las empresas encadenadas ocasiona mayor aprendizaje productivo, tecnológico y comercial, facilitando la acción colectiva al interior de los eslabones y entre los eslabones de la cadena.

Por otra parte Porter (1991) menciona que las cadenas de valor son todas aquellas actividades que una organización requiere desarrollar para llevar un producto desde el productor primario hasta el comprador final en un sistema de negocios, definiendo valor como la cantidad que un comprador esta dispuesto a pagar por lo que una empresa está dispuesta a ofrecer.

Los autores citados coinciden en que las cadenas de valor comparten elementos centrales, los actores que intervienen desde la producción primaria hasta la comercialización de los productos terminados, los cuales se articulan hacia adelante, hacia atrás y entre los mismos actores de cada eslabón; teniendo como objetivo primordial el dar valor agregado a la producción de un bien específico.

Porter (1998) estudia a las cadenas de valor a través del concepto de Clusters, definido como una concentración geográfica de compañías interconectadas en un campo en particular, liga a las industrias para ser competitivas, incluye especialización, insumos, mecanización, servicios e infraestructura. Destaca que los Clusters se articulan hacia atrás y hacia delante y también lateralmente fortaleciendo la cadena de valor.

Las ventajas que presentan las Clusters son críticas para la competitividad debido a que incrementan la productividad de las empresas en un territorio determinado; manejan la dirección y el espacio de las innovaciones y por último simultáneamente favorecen la creación de nuevos negocios los cuales expanden y fortalecen al Cluster (Porter, 1998).

El estudio de las cadenas de valor se puede ver también a través de complejos productivos, los cuales son una concentración sectorial y/o geográfica de empresas de la misma actividad, favoreciendo las economías de aglomeración, gracias a que comparten los recursos del territorio, la infraestructura, las comunicaciones y los transportes entre otros. Los complejos productivos favorecen la creación de las condiciones necesarias para incrementar la competitividad del complejo e incrementar la productividad. El concepto de complejos productivos deriva de los Clusters, la teoría de localización, economía espacial, teoría de ubicación y teoría de encadenamientos, al tomar los encadenamientos se eslabona con industrias relacionadas hacia delante y hacia atrás; por lo cual los complejos productivos incrementan la productividad de empresas o industrias, mejoran la capacidad de innovar y estimulan la formación de nuevas empresas que apoyan a la innovación y ampliación del mismo. Los factores por los cuales se incrementa la competitividad son acceso a insumos y empleados especializados y a la información, cercanía de empresas complementarias, acceso a instituciones y bienes públicos, incentivos y medición de desempeño, incentivos para la innovación generada e incentivos para la formación de nuevas empresas (Chavarría et al., 2000).

Cabe destacar que si bien los conceptos antes mencionados se aplican principalmente a los sectores industriales, se adaptan bien a la AIR, tal y como lo menciona Porter (1998) sobre el Cluster de la industria vinícola en California y Dirven (2001b) del Cluster de la lechería en Latino América.

Actualmente debido a los efectos de la globalización en la economía ya no se ve a la agricultura como una simple proveedora de alimentos, sino más bien como un sistema alimentario que tiende a formar cadenas de valor que van desde la producción de insumos, transformación y distribución, hasta el consumidor final tomando las nuevas tendencias de consumo, cultura y calidad (Jackson et al., 2006). Al utilizar el nuevo enfoque para estudiar a la agricultura Acosta (2006) desarrolla el concepto de agrocadenas de valor, las cuales contribuyen y mejoran la distribución del ingreso en áreas rurales, facilitan la inserción al mercado, reducen los costos de transacción, aumentan el intercambio de información, mejoran la transferencia de tecnología, y facilitan la adopción de tecnología, aumentando los niveles de competitividad de actores y eslabones de la cadena.

Las agrocadenas de valor presentan las siguientes ventajas (Acosta, 2006): resaltan la distribución y el mercado como un componente del costo, facilitan la identificación y análisis del flujo de información a lo largo de la cadena, identifican problemas y puntos críticos a lo largo de la cadena, facilitando el desarrollo de soluciones de manera conjunta, permiten analizar de manera independiente e interrelacionada las actividades del proceso de producción, procesamiento y distribución, mejorando así los eslabones, y permiten realizar un análisis de los costos de transacción de la cadena.

Además de las ventajas antes citadas, las agrocadenas de valor favorecen a la innovación que es una respuesta a las externalidades como los efectos de los gobiernos en la calidad de los productos, normas, reglas de seguridad e inocuidad (Humphrey y Schmitz, 2001).

Chavarría y colaboradores (2000) al igual que Acosta (2006) y Piña (2005) establecen que un sistema agroalimentario fuerte está formado por agrocadenas de valor, las cuales inician en la unidad de producción primaria y terminan en la mesa del consumidor, cada eslabón se ubica en un espacio geográfico y la competitividad de cada eslabón fortalece la competitividad de toda la cadena y del sistema; al aumentar la competitividad de la cadena se crean economías de escala, mejoras tecnológicas e innovación, disminuyen los costos de transacción y los procesos se innovación se difunden rápidamente.

La integración de cadenas de valor en los sistemas agroalimentarios es un elemento que crea ventajas competitivas, favorecen a las AIR e incrementan la participación en los mercados alimentarios (Macias, 2000; Porter, 1998), donde la acción colectiva y la eficiencia colectiva son factores importantes (Giuliani et al., 2005).


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