Tesis doctorales de Ciencias Sociales


ANÁLISIS DE LAS DIFICULTADES FINANCIERAS DE LAS EMPRESAS EN UNA ECONOMÍA EMERGENTE: LAS BASES DE DATOS Y LAS VARIABLES INDEPENDIENTES EN EL SECTOR HOTELERO DE LA BOLSA MEXICANA DE VALORES

Alberto Ibarra Mares



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3.1.4. EL EFECTO WINDOW DRESSING TRADUCIDO A CONTABILIDAD CREATIVA Y CONTABILIDAD DE FRAUDE

Primero es importante considerar que el efecto window dressing da origen a dos tipos de contabilidades dentro de la dinámica empresarial que son: 1) la denominada contabilidad creativa, y 2) la que jurídicamente se sanciona en las leyes como contabilidad del fraude. Ambos tipos de contabilidades se producen actualmente más por un deseo malintencionado que por la falta de una estructura normativa y conceptual, que ya existe para la mayoría de las cuentas incluidas en los estados financieros. Aunque es importante reconocer que en no pocos casos dicha normativa y estructura es aún deficiente.

La contabilidad creativa es un sistema legal que aprovecha las deficiencias del sistema contable y está designado para necesidades a corto plazo y de uso transitorio para alcanzar diversos objetivos como los que se muestran en el Cuadro No. 3.4. Respecto a la contabilidad fraudulenta, la podemos definir como aquella que se sale de los márgenes normativos y jurídicos permitidos por la ley y comúnmente al aplicarla se lleva doble juego de libros (“los verdaderos” y “los falsos”) a través de un enlace de partidas de ajuste para fines o efectos de presentación a terceros.

Este último tipo de contabilidad es un sistema que se implanta con o sin necesidades financieras y puede tener un alcance a corto, mediano o largo plazo. Sus fines pueden ser los mismos que busca la contabilidad creativa, aunque el aspecto fiscal se presenta como uno de los objetivos centrales.

Amat (1996: p.20) ha hecho una observación interesante sobre las similitudes y diferencias entre la contabilidad creativa y la contabilidad del fraude. Primero afirma que en ambos casos existe la intención de engaño y una necesidad real de dar respuesta a dificultades financieras en una determinada empresa. La diferencia radica en que la contabilidad creativa no es ilegal en sí misma. Sin embargo, si presenta una deficiente calidad profesional y ética que no cumple con el principio de “máximo esfuerzo”, puede ser la “antesala” hacia la contabilidad del fraude.

Sobre si la contabilidad creativa es o no sinónimo de fraude, podemos decir que la realidad empresarial nos condiciona a dar una respuesta ambigua si consideramos que el fraude es cuando se incurre en interpretaciones erróneas, mal intencionadas y con falta de argumentos sólidos para sostener cada uno de los criterios adoptados en la contabilización de las transacciones, y sobre todo de aquellas de gran impacto económico y financiero negativo. En cambio la contabilidad creativa, aunque puede incurrir en los elementos antes mencionados, en ocasiones se diseña precisamente para evitar esos impactos negativos, ya sea por un vacío normativo o alguna ley mal elaborada.

Al respecto Amat (1996: p.1) considera que la contabilidad creativa consiste en manipular la información contable para aprovecharse de los vacíos existentes en la normatividad y de las posibles elecciones entre diferentes prácticas de valoración que ésta ofrece. Este tipo de contabilidad transforma las cuentas anuales partiendo de lo que se tiene hacia lo que se quiere que sea una empresa modelo. Es decir, es un sistema de contabilidad moldeado por y para las necesidades a corto plazo de la empresa, produciéndole un efecto positivo a través de la distorsión de sus resultados y su posición financiera real.

Stevens (1982, p.87) ha definido este fenómeno a través de la siguiente analogía: “...al igual que un bastidor para un cuadro, los contables inventaron hace muchos siglos este breve, casi místico conjunto de números, siempre exacto en los totales, sin tener en cuenta cuanto dinero hace la compañía: el balance, una ecuación que siempre pierde al lego a pesar de que su teoría es muy sencilla, dice que los bienes del activo siempre deberán igualar a las deudas contraídas más el capital y los beneficios”.

Griffiths (1986: p.11) por su parte considera que la contabilidad creativa es en realidad un “fraude completamente legítimo” , ya que las empresas normalmente manipulan los beneficios y en la práctica ningún contable desconoce este campo exigido por la realidad empresarial.

En un análisis conceptual sobre la contabilidad creativa, Amat (op.cit.,p.12) encuentra dos importantes elementos en común para definirla y son:

* La práctica de la contabilidad creativa es un hecho generalizado.

* La contabilidad creativa es una práctica engañosa e indeseable.

Por su parte Griffiths considera que dentro del campo de la contabilidad creativa, la manipulación de las clasificaciones y cifras de los estados financieros tiene los siguientes elementos centrales:

* La flexibilidad que dan los principios de contabilidad generalmente aceptados.

* La imprecisión o “lagunas” de las reglas contables.

* La falta de homologación de las normas y procedimientos de auditoría generalmente aceptados.

* La falta de reglamentación y leyes más específicas para la preparación y presentación de los estados financieros (exceptuando al sistema financiero en donde se nota un gran avance al respecto).

Para algunos analistas y expertos contables, el window dressing no tiene en realidad efectos muy importantes o negativos, pues consideran que cuando las bolsas de valores están en fases a la alza, las plusvalías y pagos de dividendos están al alcance de todos los inversores que en muchas ocasiones ni siquiera consultan los estados financieros sino el dividendo repartido. Así, si dichos dividendos son altos y la empresa los paga, poco efecto tiene sobre ellos la contabilidad creativa.

Sin embargo, este argumento es considerado muy débil por otros analistas financieros, pues parten de la idea de que la contabilidad creativa no se limita sólo a mantener contentos a los actuales inversores, sino que busca constantemente atraer a nuevos accionistas y acreedores para diversificar el riesgo empresarial, y esta captación de nuevos socios es posible normalmente a través de hacerles llegar información contable. Además, cuando las bolsas se comportan a la baja, las cotizaciones también tienden a bajar y el panorama se torna diferente ya que las exigencias de liquidez aumentan en un mercado al desplome y entonces la contabilidad representa un fundamento muy importante para la toma de decisiones.

Sin embargo, otra importante limitación que le encuentran a la contabilidad creativa para que no sea un problema grave es la que se refiere al tiempo, pues se dice que no es posible mantener indefinidamente resultados positivos en una empresa que de forma permanente tiene dificultades económicas. Sin embargo, para descubrir una crisis empresarial pueden pasar muchos años si quien “maquilla” la contabilidad logra, dentro de los períodos de tiempo del ciclo de explotación de la empresa, aplicar los métodos y técnicas más potentes del efecto window dressing para que no se noten los síntomas de crisis. Esto lleva a que el daño causado a terceros sea regularmente significativo, pues como se comentó anteriormente, la contabilidad creativa sólo sirve para retrasar y suavizar la evidencia de las malas marchas del negocio pero no garantiza su eliminación, y a largo plazo puede llevar a las empresas con altas cotizaciones en sus acciones a estrepitosos desplomes en sus precios.

Es aquí donde las cifras producidas por el efecto window dressing cobran una mayor relevancia, al tener el inversor y acreedor que tomar decisiones más acertadas ante unas cifras que no son un fiel reflejo de la empresa. Por otra parte, la auditoría externa tampoco ha sido el elemento capaz de garantizar la fiabilidad de las cifras e informes financieros, y tal es así, que actualmente auditores de grandes corporaciones han popularizado la práctica de contratar seguros de indemnización para protegerse de reclamaciones sobre el riesgo de sus auditorías, pues aún queda sin resolverse el alcance de la responsabilidad o “irresponsabilidad” limitada del auditor externo.

La contabilidad creativa en realidad no puede ser totalmente descubierta, pues la ley permite una serie de transacciones económicas y financieras que pueden estar registradas fuera de balance. Los importes de estas operaciones en ocasiones son muy significativos y hasta más altos en comparación con las partidas que componen el balance general. Esto provoca que los niveles de deuda real puedan ser peligrosamente significativos y prácticamente incuantificables a través del análisis financiero que lleva a cabo el auditor externo. Lo anterior a llevado en repetidas ocasiones a que los analistas tengan una total falta de credibilidad en las cuentas anuales de algunas empresas o sectores económicos que producen información financiera.

También es importante recordar que en ciertos países con grandes problemas económicos, se ha fomentado y permitido ciertas prácticas de contabilidad creativa entre las empresas foráneas a través de especies de “paraísos fiscales” para resolver otro tipo de problemas, tales como la escasa oferta de empleo o la falta de inversiones productivas en el país. Así, la mayor flexibilidad de ciertos criterios contables parece ser que se convierte en un elemento antagónico respecto a la razonabilidad y fiabilidad de la información financiera. Griffiths (1986: p.18) dice que en este caso, lo único que se exige a las cuentas de las empresas es que sean más que nada un fiel reflejo de la realidad, pero sin embargo añade que “nadie a llegado a definir del todo lo que esto significa”.

La anterior situación en gran parte se debe a la evolución del pensamiento contable de principios de siglo encaminado sólo a mostrar el historial económico de la empresa. En nuestros días, el extraordinario cambio tecnológico y los nuevos enfoques de la actividad económica, y en específico de la técnica contable, se dirigen fundamentalmente a lograr maximizar el valor de la empresa. Dicho objetivo se puede alcanzar en muchas ocasiones a través de la información financiera que es la que afecta directamente al valor de las acciones. Esta situación ha venido ha ejercer una extraordinaria presión profesional en el especialista contable y en el auditor para mostrar los mejores resultados de la empresa, cumpliendo al mismo tiempo con los criterios contables que son susceptibles de varias interpretaciones.

Así, los usuarios de la información financiera sienten cada vez más la necesidad de saber “nadar” en un mundo de cifras y clasificaciones más inestables y ambiguas en su interpretación. Por ejemplo, actualmente es bien conocido que presentar beneficios con altibajos significativos a través de los años crea nerviosismo entre los inversores. En cambio el presentar beneficios moderados y constantes crea más confianza. En este caso normalmente el contable intenta hasta donde los principios y leyes contables lo permiten, aplicar el efecto window dressing para “quitar” o “agregar” algunas cifras en determinadas partidas claves durante el actual ejercicio económico para posteriormente llevar a cabo la operación inversa y obtener cifras más homogéneas a través del tiempo, eliminando significativas fluctuaciones a lo largo de los futuros años.

Algunos sectores opinan que actualmente al contable se le ha “asignado” el papel de “encargado” para satisfacer a los diversos actores que están interrelacionados externamente con la marcha de la empresa, y que exigen comportamientos de crecimiento regular en lugar de rendimientos oscilantes. Un ejemplo de estos actores típicos son las casas de corretaje cuya actividad principal es el pronóstico de los beneficios en las grandes empresas. Aquí, lograr homogeneizar los beneficios para el cliente de la casa de corretaje, representa ni más ni menos que uno de los principales productos vendibles para convencer a posibles accionistas potenciales y dueños de empresas que quieran llevar a cabo operaciones de fusión, asociación, participación o venta de empresas con las mayores ventajas competitivas.


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