Tesis doctorales de Economía


MICHEL FOUCAULT Y LA VISOESPACIALIDAD, ANÁLISIS Y DERIVACIONES

Rodrigo Hugo Amuchástegui




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Conclusiones: miradas y espacializaciones corporales

A diferencia del capítulo anterior, referido a las formas espaciales dominantes en la Historia de la locura, creemos, aunque de los ejemplos citados resulta totalmente evidente el predominio del orden puramente visual, que es necesario puntualizar lo que planteamos como construcción de la corporalidad desde la mirada clínica. Así, en la medicina de las especies, cuerpo y enfermedad están separados. Si uno tuviese que dibujar el cuerpo, éste sería virtual. Lo dibujaríamos con líneas punteadas.

En la medicina de los síntomas, por el contrario, importa la superficie del cuerpo. Es el soporte de los síntomas. Las líneas punteadas en este momento están llenas. La extensión podría ser coloreada. Pero su interior está vacío.

En la medicina anatomopatológica, centrada principalmente en los tejidos, el cuerpo adquiere profundidad. Su interior se concretiza. Es ya un volumen denso, pero por las similitudes que se presentan por la continuidad que establecen los tejidos al ser comunes a órganos diferentes, el interior podríamos pensarlo como homogéneo.

Este momento de la clínica supone una particular espacio-visibilidad. “Espacio tridimensional, pues a las dimensiones de los tejidos se agrega la profundidad que la mirada debe recorrer para unir la superficie sintomatológica de la enfermedad con su localización sobre la superficie tisular” (Redondi 1997: 46).

Por último, con la medicina fisiopatológica tenemos al cuerpo ya constituido como un volumen sólido y variado. El individuo, el cuerpo individual, se encuentra finalizado.

Destacamos finalmente que es Foucault el que acentúa el carácter de visibilidad, aunque ese uso sea en parte metafórico. Tenemos, por caso, que junto a Bichat se encuentra Laënnec, quien introduce una importantísima dimensión de “escucha”, pero que en El nacimiento de la clínica es prácticamente soslayada. Otro aspecto es lo que Morey llama la manera de ver la enfermedad. Esto da pie al concepto de visibilidad, que ya quedó claro que no es puramente un ver con el ojo corporal.

Vigilar y castigar: la visoespacialidad transformadora

Si El nacimiento de la clínica termina, en nuestro enfoque, en la producción de la corporalidad, a través del mecanismo de la mirada constituyente, Vigilar y castigar (1975 [1978]) se inicia con dicho tema, pero en una dirección totalmente diferente. El relato sobre Damiens, con cuyo suplicio comienza el texto, nos presenta un cuerpo despedazado en un sparagmós que no es continuidad de ningún ritual dionisíaco realizado por religiosas bacantes, sino justamente lo contrario. Acá, a diferencia de la suerte del rey Penteo, es el poder monárquico el que, a través de un procedimiento ritual perfectamente reglado, revitaliza su poder.

Al igual que hicimos con los dos textos anteriores, nuestra recorrida quiere ser inicialmente selectiva para destacar la variedad de elementos visoespaciales que lo constituyen y que dan cuenta, como ya indicamos, de un enfoque característico de Foucault.

Sintetizando muy rápidamente el libro, podemos decir que Foucault quiere allí trazar la génesis de la prisión como mutación en los modos de castigo que modifican una historia que se podría pensar como progresivamente humanitarista, al ir desde el suplicio y su ensañamiento corporal hasta la prisión, como forma generalizada de castigo basada en el encierro, y desprovista en principio de toda forma de sufrimiento corporal. El recorrido de esa génesis excede la historia de una institución y muestra como sociedad disciplinaria a la constituida post revolución francesa, aunque con importantes antecedentes en los siglos anteriores. La economía del funcionamiento del edificio Panóptico diseñado por Jeremy Bentham, modelo de dispositivo disciplinario, es el punto culminante para nosotros –aunque allí no termina el libro– de lo que llamamos “visoespacialidad”, y que sintetiza el interés por el espacio, destacado en los libros anteriores.

El orden visoespacial de Vigilar y castigar puede resumirse de la siguiente manera:

1. Momento del rey: el suplicio, que traza la marca sobre el cuerpo y que utiliza la ceremonia. Teatro del terror de aquel que se oponga o lo enfrente. La batalla es uno a uno, el ganador, el más fuerte: el soberano.

2. Momento de los reformadores: penas moduladas al delito, que buscan el signo asociable y emplean la representación. Teatro de la exhibición pública que quiere una asociación inmediata delito-pena. La batalla es todos contra uno, el ganador, el más numeroso: el cuerpo social.

3. Momento de la prisión: pena uniforme para todos los delitos. No hay exhibición, pero el espacio, la arquitectura y la mirada son los operadores de la transformación: se desea lograr el ejercicio adecuado. No hay batalla, la violencia es más sutil. El ganador, el más meticuloso: el aparato administrativo.


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