Tesis doctorales de Economía


MICHEL FOUCAULT Y LA VISOESPACIALIDAD, ANÁLISIS Y DERIVACIONES

Rodrigo Hugo Amuchástegui




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La teología de la luz y la catedral. La interpretación de Suger

Si la catedral de Saint Denis fue el intento de Suger por transcribir, mediante la piedra y el vidrio, escritos filosóficos de orientación neoplatónica y cristiana, éstos fueron el guión de una obra cuya puesta en escena le correspondió a él. Von Simson afirma:

“Soy de la opinión de que en el caso de este monumento (Saint Denis) puede demostrarse, por una vez, cómo un sistema metafísico concreto inspiró el diseño artístico, de modo que una experiencia intelectual informó el proceso creativo que tiene lugar en la mente del artista”. (von Simson 1956 [1995: 119])

Es cierto, sin embargo, que el texto inicial para estas transformaciones está en la Biblia con la descripción de la Ciudad Celestial por San Juan (Apocalipsis, 21) y había sido tema representado pictóricamente en las iglesias románicas (von Simson 1956 [1995: 31]). Se debe destacar también que la atracción por la luz formaba parte del horizonte de las preocupaciones medievales anteriores a Suger (Eco 1987 [1997: 62]), pero el abad de Saint Denis muestra una vocación especial por ella, en la medida en que puede encarnarla en su iglesia. Como ya indicamos, la fuente intelectual son los escritos del Pseudo Dionisio, quien unifica la filosofía de la luz que Plotino desarrolla a partir de Platón y la concepción de San Juan, donde Dios es la luz verdadera que crea, ilumina y sostiene el mundo.

Es decir, “la luz se concibe como la forma que todas las cosas tienen en común, el principio de simplicidad que imparte unidad a todo” (von Simson 1956 [1995: 73]). ¿Cómo influyó esta teología en Suger? El Pseudo Dionisio sostiene que es posible elevarse de lo material, que también es luz, a la divinidad y es esto también lo que Suger defenderá y que recibe el nombre de enfoque “anagógico”. Así, pues, afirma:

“Cuando por causa del amor por la belleza de la casa de Dios, el encanto de las piedras de múltiples colores me distrae de preocupaciones externas y una meditación apropiada me induce a reflexionar, trasladándome de lo que es material a lo que es inmaterial, sobre la diversidad de virtudes sagradas, creo encontrarme en cierta manera en alguna extraña región del universo que no existe en absoluto, ni en la faz de la tierra, ni en la pureza del cielo, y creo poder, por la gracia de Dios, ser transportado de este mundo inferior a ese mundo superior de un modo anagógico”. (Yarza 1982: 39)

Y esta función no sólo la entiende sobre sí, sino sobre los fieles, pues la catedral presenta un doble juego pedagógico, ya que funciona como Biblia para el pueblo, en tanto narra las historias que hay que aprender, y también, por su efecto anagógico, actúa como iluminación espiritual.


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