Tesis doctorales de Economía


MICHEL FOUCAULT Y LA VISOESPACIALIDAD, ANÁLISIS Y DERIVACIONES

Rodrigo Hugo Amuchástegui




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García Canal y el filósofo del espacio

Definiendo desde el título a Foucault como “filósofo del espacio”, María Inés García Canal presenta en su artículo “Foucault, filósofo del espacio” (1999) un recorrido muy amplio por los textos foucaultianos, centrándose obviamente en la temática propuesta. Aunque estrictamente no tematiza porqué llamar de ese modo a Foucault, ello debe quedar claro por el tipo de análisis que realiza. También tiene muy escasas referencias a otros analistas de la cuestión espacial en Foucault.

Reconociendo la crítica al tiempo que hace Foucault, pero sin acentuarla e incluso recuperándolo, a diferencia de lo que recién vimos presente en Tirado y Mora, lo ubica en la tradición de Braudel y Bloch. La amplitud de su recorrido parte ya de un texto tan primerizo como Enfermedad mental y personalidad (1954) y finalizará en “Des espaces autres”, pero en tanto texto que fue publicado en 1984, incluyendo también los dos últimos tomos de la Historia de la sexualidad, lo que permite dar cuenta temporalmente de su preocupación espacial.

Este punto de partida temprano le parece necesario para que se pueda comprender la posterior preocupación por “la estrecha e indisoluble relación entre poder y saber” (1999: 44), pues como dice Foucault: “Se me ha reprochado bastante estas obsesiones espaciales, y en efecto, me han obsesionado. Pero, a través de ellas, creo haber descubierto lo que en el fondo buscaba, las relaciones que pueden existir entre poder y saber” (1976c: 33). El vínculo espacialidad y lenguaje tiene su fuerte impronta en este trabajo, que desarrolla bastante los aspectos literarios. La espacialidad está construida ya desde el texto y de este modo no aparece solo un carácter referencial de los objetos, sino su presentación en la articulación textual. Así afirma:

“su palabra toma forma plástica y, entretejiendo las figuras que produce, plasma paisajes y escenografías; mapas y cartografías; fotos, tapices y pinturas; cuadros en los que marca sus ejes provocando un efecto de superficie, cual si quisiese delinear el contorno de la sombra que dejaron las construcciones de Occidente en el orden del lenguaje y el pensamiento y en los regímenes de conducción”. (1999: 45)

Y siguiendo con las metáforas, asocia la escritura foucaultiana con una pluma y ésta con un pincel.

Volviendo a la cuestión del tiempo, si bien lo presenta como espacializado, coincidiendo en parte con Boullant, al ser arraigado en los comportamientos humanos, o más textualmente, en los cuerpos, lo tematiza más detalladamente que los otros autores que hemos presentado. Diferencia, por lo tanto:

1. Tiempo diacrónico, tiempo de una historia discontinua, de quiebres, de saltos. La historia como pasaje de una discontinuidad a otra, como pasaje de una experiencia a otra.

2. Tiempo sincrónico, “inscrito en un espacio y acotado por los umbrales de quiebre y ruptura” (1999: 46), o sea el tiempo entre una y otra discontinuidad.

3. Diacronía en la sincronía. Con esto, la autora se refiere al juego de fuerzas, tensiones, deslizamientos que generan continuidad o ruptura. Estos tres aspectos constituyen sedimentos, “cortes topológicos”, en síntesis dan cuenta de la dimensión espacial del tiempo.

En lo que sigue, presentamos muy sintéticamente aquellos aspectos que la autora encuentra en los diferentes textos que referencia.

a. “Introduction” (1954), en Binswanger, Le Rêve et l’Existence. El espacio del sueño como paisaje, ni geométrico ni geográfico. Paisaje donde aparecen cruces, bifurcaciones, encrucijadas. En el sueño aparecen como coordenadas: “el eje horizontal de lo cercano y lo lejano, la ondulación interminable de la luminosidad y la oscuridad y el eje vertical de la ascensión y la caída. Y, como indicamos en nuestro análisis previo de este texto, y destacamos el énfasis de esta autora, dichas coordenadas podrán ser asociadas a formas literarias: épica, lírica y trágedia. La síntesis de este texto, en lo que a la problemática espacial se refiere es que aparece aquí por primera vez “su preocupación por el espacio, haciendo evidente que la existencia logra su figuración en el espacio onírico a través del cual se expresa: un paisaje figurado a tres coordenadas” (1999: 48).

b. Maladie mentale et personnalité (1954). Aquí se agrega que es el mundo del enfermo y estrictamente su espacio privado. Allí se pierden las referencias, se vive en un espacio mítico y no geográfico. Se está también en un espacio totalmente aislado, quieto. El tiempo también interesa aquí pues es un tiempo que no permite establecer continuidad con el pasado. Hay aquí el “inicio en su obra de la producción de paisajes de encierro y de clausura” (1999: 49).

c. Histoire de la folie á l’age classique (1961-1964). Allí Foucault trabaja con la idea de ‘experiencia’, que “implica espacio y tiempo, es la forma en que los fenómenos son pensados, sentidos, vividos, actuados por sujetos arraigados a un suelo, en un momento histórico dado”. La idea de experiencia límite de autores como Bataille y Blanchot es destacada, así como la unidad ‘espacio y experiencia’. Es decir, el recorte de la autora se sitúa sobre el gesto de exclusión de Occidente con respecto a la locura, en primer lugar, y en su instauración espacial concreta en el hospital, en segundo (1999: 50).

d. Naissance de la Clinique (1963). La relación cuerpo –entendido como objeto espacial– y mirada es el tema de la medicina moderna que aquí se tematiza: “La medicina moderna retiene el cuerpo con su mirada, lo hace objeto, lo convierte en un espacio a recorrer, rodear, penetrar, lo ilumina con la fuerza de su visibilidad” (1999: 51). La mirada clínica busca develar oscuridades, eliminar sombras, mostrar objetos “descarnados”. Aunque la idea de espectáculo es más importante en el texto anterior –aunque también está presente en éste– le sirve a la autora para dar cuenta del modo de ejercicio de la clínica: “La clínica teje el espacio al darle forma de espectáculo, produce una escena teatral e implanta una escenografía que facilita el encuentro entre médico y paciente donde se articula la interrogación y el examen” (1999: 52). Aquí la palabra no preservará su autonomía, sino que se engarzará con la visión, la mirada y la luz. Y si esa mirada clínica no puede ir más allá de la superficie corporal, es con Bichat y su “¡abrid algunos cadáveres!” que podrá exteriorizar el interior corporal. En síntesis, “la mirada clínica hace del espacio lugar de observación, integra a los ejes topológicos la dimensión de la luz; exige la palabra que adquiere un nuevo tono, más visual, cuasi espacial” (1999: 53). Y encuentra que aquí se están anticipando problemáticas que harán su manifestación en textos posteriores al presentar esta dominación de los cuerpos, al construirlos en imágenes, es decir, en objetos para una mirada, en cuerpos calculables, o dicho con palabras de la autora: “la noción de espacio elaborada por Foucault va adquiriendo, con la mirada clínica, un nuevo espesor, logrando una consistencia que presagia la emergencia de las relaciones de poder que, inmersas y actuantes en él, lo convertirán en máquina, en dispositivo” (1999: 54).

e. “Langage et littérature” (1964c). Apoyándose en este texto que no aparece editado en Dits et écrits y que corresponde a una conferencia que dio Foucault en Saint Louis, Bélgica, la autora presenta afirmaciones foucaultianas que defienden la constitución espacial del lenguaje, basándose, por ejemplo, en que cada elemento lingüístico tiene sentido en relación a una red sincrónica y que “el orden de las palabras obedece a exigencias arquitectónicas espaciales (y además que) lo que permite a un signo ser un signo no es el tiempo sino el espacio” (1999: 54). Mientras otros autores encuentran la cuestión del lenguaje en el texto específico, de ese mismo año, “Le langage de l’espace”.

f. Les Mots et les Choses (1966). Contraponiendo al anterior orden del lenguaje, un orden del pensamiento, encuentra en este libro que el espacio está presente bajo la forma de la episteme. Hay un espacio del pensamiento –la autora no lo dice, pero podría plantearse como espacio lógico– que es necesario para que el pensamiento pueda “llevar a cabo un ordenamiento de los seres, una repartición en clases, un agrupamiento nominal por el cual se designan sus semejanzas y sus diferencias allí donde, desde el fondo de los tiempos, el lenguaje se entrecruza con el espacio”, cita la autora a Foucault (1999: 57). La episteme aparece como un territorio, como un campo, un espacio de saber. Esta idea de red, de cruzamiento condicional y a priori histórico a través del cual “se mirán las cosas y también son enunciadas” está presentada como categoría espacial.

g. L’archéologie du savoir (1969). En línea con lo anterior, la Arqueología aporta la noción de ‘archivo’. Éste es un sistema de organización de enunciados finitos, que cumplan con regularidades y establezcan conexiones entre sí. “Con el archivo el espacio se hace magnitud, se extiende o se contrae, toma dimensiones disímiles según la trama que construyen los enunciados en su producción constante” (1999: 58).

h. Surveiller et punir (1975). La sociedad disciplinaria y el dispositivo son los dos elementos que aparecen como exponentes de la relación con el espacio que tiene este texto clave. Más allá de lo que ya hemos expuesto, García Canal metaforiza el texto al plantear que éste “más que narrar, construye fotografías, pinturas, grabados, produce el paisaje disciplinario de la modernidad, va mostrando el encierro como el espacio disciplinario de la modernidad” (1999: 59). El Panóptico aparece aquí como el aparato de vigilar de la sociedad moderna, con su distribución de luces y sombras, de transparencia y opacidad. No es novedad que se reconozca este texto por la inclusión de las relaciones de poder como tampoco lo es que se advierta las condiciones históricas de su aparición. Por otra parte, el dispositivo –que también fuera extensamente desarrollado por nosotros en el inicio de este trabajo– es considerado como ‘red’ que liga elementos diversos y por lo tanto “cubre un suelo, un espacio, un territorio; da vida y movimiento con sus relaciones y tensiones constantes a una espacialidad” (1999: 61).

i. “(Sans titre)” [Postace à Flaubert] (1964a). Basándose en este texto, además del ya citado “Langage et littérature”, se incorpora al tema del espacio, la biblioteca. También se cita “La peinture de Manet” (1989a), en referencia al museo. El objetivo es incorporar el arte, la literatura y la pintura a la cuestión del espacio, aunque la literatura ya había sido valorada al respecto. No es sin embargo una cuestión propiamente arquitectónica, sino que la biblioteca interesa como continuidad de la literatura, la biblioteca mantiene vivo el “murmullo” de la literatura, es la “cuna de la imaginación y resguardo del imaginario”. Flaubert es quien representa esta escritura de biblioteca en tanto “escribe en relación a lo ya escrito” (1999: 63). Manet, por su parte, es el inventor del cuadro para el museo, en tanto pintor que pinta en relación a lo pintado.

j. Histoire de la sexualité 2: L’usage des plaisirs (1984). Los últimos textos de Foucault, que dan cuenta del interés de su interés por la ética antigua también son incorporados en este amplio recorrido por las proyecciones espaciales. Allí se configura el espacio del placer y el de la amistad. El centro de este análisis, y teniendo en cuenta el modelo disciplinario, es justamente el concepto de resistencia (al poder) y de libertad consecuente. La resistencia aquí es entendida como posibilidad del sujeto, pues éste no solo es “capaz … de ser afectado sino también de afectar el espacio que lo circunda” (1999: 64). La relación del sujeto consigo mismo, relación también de transformación, se proyecta en el espacio social. “La fuente de la creación se halla en esa capacidad actuante de los sujetos en resistir en todos los campos, que hace de los espacios zonas de guerra y también de creación” (1999: 65), y es en ese juego que entran la amistad y el sexo. Si la relación con el espacio -que no es propiamente ni la geográfica ni la arquitectónica- debe quedar clara, entonces hay que aceptar un fuerte dominio metafórico -aunque al incorporar el cuerpo como tal, éste encierre su obvia espacialidad material. Así se dice: “inventar.. espacios donde el placer pueda desarrollar todas sus posibilidades, en que el cuerpo sea utilizado como fuente posible de una multitud de placeres … abrir espacios de placer, en todos los campos, en todos los frentes… abrir, también el espacio de la amistad para transformarlo en un modo de vida” (1999: 66).

k. “Des espaces autres” (1984b-1967). De este texto, que ya fue ampliamente trabajado por nosotros y que más adelante mostrará las variantes de análisis que ha generado, la autora realiza un enfoque peculiar, vinculado en buena parte a su anterior recuperación de los espacios del sexo y la amistad. Solo se encuentran aspectos positivos en los espacios heterotópicos como “el placer, la amistad, el arte, la estética” y también los temas de el doble y el espejo (1999: 68). El aspecto lírico interpretativo final está claramente expuesto: “La producción de heterotopías se insinúa como tarea política urgente, inscrita en la impaciencia de una libertad que no puede cederse y en la obstinación de una voluntad que impertinentemente busca el movimiento, la transformación, la metamorfosis” (1999: 68).

Es cierto que no es fácil saber los motivos por los que Foucault autorizó la publicación de este artículo al final de su vida. De todos modos, aunque sus últimos escritos pueden indicar una marcada preocupación ética -en este caso explícita- no puede sin embargo reducirse -desde nuestra propia valoración- a estos espacios otros, diferentes, heterotópicos a una valoración simplemente positiva, resultado de la “impaciencia de una libertad”. Nuestra síntesis inicial, al recuperar la totalidad de los aspectos de dicho texto, sirve para perturbar conclusiones como la precedente. Pero, además, refuerza la idea de ‘dispersión’ del espacio como de la problemática visoespacial que está presente tanto en los propios escritos de Foucault como en los de los diferentes analistas de los mismos.


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