6.3.- PRIVATIZACIONES EN ERITREA

Antes de 1975, Eritrea tenía un sector industrial floreciente que alcanzaba el 40% de la producción en Ethiopía. En 1975 el Gobierno de Ehtiopía nacionalizó las grandes empresas manufactureras. Entre 1971 y 1991, se descuidaron las fábricas y se agotaron sus recursos. Cuando en 1991 Eritrea se convirtió en Estado independiente, adoptó el sistema de economía de mercado.

Una de las opciones para escapar de la trampa de la pobreza y desarrollar los países podría ser la privatización. La privatización puede tener múltiples razones, y es publicitada cuando las condiciones económicas son malas, la deuda externa es alta, hay dependencia respecto a las agencias internacionales y los déficit públicos prevalecen. No obstante, el éxito de la privatización es muy limitado cuando la estructura reguladora es débil, el sector privado es ineficiente, los ingresos domésticos son bajos y hay ausencia de un mercado de valores y de capitales,.

En Eritrea el ambiente mencionado y el conflicto de intereses entre los potenciales compradores y el Gobierno demoraron el proceso de privatización, tanto para las empresas públicas rentables como para las no rentables.

El Gobierno vendió las tiendas a pequeños copropietarios y devolvió casas y edificios nacionalizados a sus antiguos propietarios. En 1995 anunció el programa de privatización de empresas públicas, dando a conocer el nombre de 39 empresas a privatizar a finales de 1996, en orden a revitalizar la productividad y competitividad. Hasta 1999, se habían vendido las empresas más pequeñas hasta un total de 18.

Hailemariam, et al. (2002), estudian los efectos del anuncio de privatización en Eritrea, siendo esto posible debido a lo dilatado del proceso de privatización. Comparando el rendimiento dos años antes (1995 y 1996) y dos años después de la privatización (1997 y 1998), demuestran que las empresas privatizadas obtienen mejores resultados.

e Otro descubrimiento de los autores de la investigación es que, tras el anuncio de privatización, disminuyen las ventas de las empresas a privatizar en todos los sectores estudiados, también disminuyen las ganancias y aumenta la deuda. Por otro lado, las entrevistas con los gerentes, revelan que el proceso de privatización está impidiendo la inversión y la formación de personal, e influyendo negativamente en el gobierno de las empresas; y de forma asombrosa, los gerentes no se quejan de que su empresa fuese a ser privatizada, al contrario, apoyan la idea.

La conclusión final es que cuando las empresas no son fácilmente privatizables se alarga el proceso de privatización y disminuye el valor de la compañía, lo que a su vez desanima la privatización, pudiendo convertir el proceso en la “trampa de la privatización”.