Tesis doctorales de Economía


TOMA DE DECISIONES EN LA ELECCIÓN Y ADOPCIÓN DE OPCIONES PRODUCTIVAS EN UNIDADES DOMÉSTICAS DE DOS GRUPOS DE PRODUCTORES CAMPESINOS DEL MUNICIPIO DE HOCABÁ, YUCATÁN, MÉXICO

Wilian de Jesús Aguilar Cordero


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3.1.4. Economía campesina, unidad doméstica y familia, toma de decisiones en la unidad doméstica y género.

3.1.4.1. Economía campesina.

La economía campesina esta compuesta por el sector agropecuario donde el proceso productivo se desarrolla en unidades de tipo familiar, teniendo por objetivo asegurar el bien de la familia, la reproducción de sus condiciones de vida y del trabajo, en otras palabras, la explotación debe generar los medios necesarios para asegurar el sostenimiento biológico de los integrantes de la familia y la satisfacción de sus necesidades.

La economía doméstica campesina es considerada como unidad de producción, de trabajo y de consumo, constituye el espacio económico y social fundamental donde se desarrollan las estrategias de reproducción de los trabajadores (De teresa, 1992:21). Donde las estrategias agrícolas campesinas no sólo responden a presiones del medio ambiente, presiones bióticas y del proceso de cultivo, sino que también reflejan estrategias humanas de subsistencia y condiciones económicas. Factores tales como disponibilidad de mano de obra, acceso y condiciones de los créditos, subsidios, riesgos percibidos, información sobre precios, obligaciones de parentesco, tamaño de la familia y acceso a otro tipo de sustento, son a menudo críticas para la comprensión de la lógica de un sistema de agricultura manejado por la unidad doméstica campesina (Hecht, 1999:19).

3.1.4.2. Familia y unidad doméstica.

En este apartado se analiza a la unidad social básica, la familia; se discutirán algunas posiciones teóricas y analíticas sobre el concepto de familia y la unidad doméstica, pues es necesario plantear aspectos socio-históricos de la economía campesina y la relación que guardan con las estrategias de sobrevivencia de los miembros que conforman las unidades domésticas del medio rural.

La familia, de acuerdo a Schrecker (1998) es la institución que sirve de apoyo a la civilización y, en cierto modo, es apoyada por ésta; institución sancionada por la religión, protegida por la ley, aprobada por la ciencia y el sentido común, exaltada en la literatura y el arte, encargada de funciones muy concretas en todos los sistemas económicos, es incuestionablemente, un elemento intrínseco de la vida humana. Este autor añade que la función de la familia consiste en la integración del recién nacido en la cultura durante sus años de formación, es decir, en su acondicionamiento a las normas y a las pautas vigentes en la respectiva civilización; las formas específicas de la familia dependen de las pautas concretas a que han de acondicionarse los recién nacidos; en consecuencia, la familia opera, en todo tiempo y lugar, como el mejor instrumento de transmisión de las tradiciones y las convenciones a imprimir en los hijos, teniendo en cuenta que la vida y el trabajo de éstos se determinan por las normas así transmitidas; esta preparación sin un aprendizaje previo es la condición esencial de la continuidad de la civilización y la historia; por consiguiente, siempre que se intente una ruptura radical de esta continuidad o, en menor escala, siempre que se intente inculcar en las nuevas generaciones otras tradiciones, la transformación revolucionaria o reformista de las pautas familiares vigentes deberá constituir uno de los principales medios de acción.

Se puede afirmar que la familia es una organización de diversos individuos basada en un origen común y cuyo objetivo es conservar y transmitir determinados rasgos, posiciones, aptitudes y pautas de la vida física, mental y moral (Schrecker, 1998).

En este mismo contexto, Murdock (1949:1), señala que la familia es un grupo social caracterizado por residencia común, cooperación económica, y reproducción, incluye adultos de ambos sexos, al menos dos de los cuales mantienen una relación sexual socialmente aprobada, y uno o más hijos propios u adoptados, de la cohabitación sexual adulta; está dejando entrever los limites interiores y exteriores de la familia.

La familia como una entidad empírica también ha sido estudiada por la psicología social explicando su comportamiento a través de la estructura emocional que expresa, pues, de manera dinámica la función de la familia. El estudio de la interacción de los procesos emocionales dentro de la familia pone de relieve las formas y modos en que la familia crea las condiciones para que la personalidad humana pase gradualmente del estado de dependencia difusa, infantil, al de individuo adulto, provisto de conciencia y de capacidad de autodeterminación, es decir, al del individuo requerido por nuestra cultura. Es necesario, sin embargo, exponer las vicisitudes de estos procesos y revelar los peligros inherentes al mismo dinamismo, peligros que pueden provocar su fracaso (Benedek, 1988:174).

En la literatura teórica y de investigación empírica la familia es vista no sólo como un conjunto de relaciones de parentesco sino como un ámbito donde se crean y recrean relaciones sociales de producción y reproducción, de autoridad, solidaridad y conflicto, de intercambio y de poder (Oliveira, 1991:19).

Para González De la Rocha (1999:127), los grupos familiares y domésticos constituyen unidades diversas y dinámicas que no pueden ser analizadas a través de las herramientas conceptuales rígidas y estáticas; y que hablar de la familia en México dejó de tener utilidad, incluso cuando los análisis se sitúan en una categoría social relativamente homogénea, dada la gran variabilidad de formas y tipos que es posible encontrar, y dada la fuerte carga ideológica que el término familia conlleva. Además de la diversidad de formas familiares y domésticas en México, que nos impiden hablar de familia en singular y de forma unívoca, es necesario poner énfasis en la importancia de la dinámica familiar y doméstica para entender los cambios que se genera en estas unidades. En otros estudios como el De Teresa (1992) se ha planteado la necesidad de analizar al hogar en un sentido procesal y diacrónico para lograr ver los cambios en la estructura, composición, capacidad de trabajo y niveles de ingreso que se dan a lo largo de las historias domésticas y en distintos momentos históricos.

Es claro que la unidad social básica de las sociedades humanas, es la familia, aunque esta se ha transformado, evolucionado, en el devenir histórico, no sólo en cuanto a su organización, relaciones sociales y culturales, sino también en cuanto a su definición teórica. De hecho, existen diversas definiciones de lo que es la familia, desde conceptos que explican a la familia, en términos de las relaciones de parentesco y consanguinidad hasta las económicas (Pellotier, 1992; Chayanov, 1974). En este trabajo, por cuestiones teórico-metodológicas, interesa conocer y explicar el concepto de unidad doméstica , el cual ha sido definido también de varias formas (cuadro 1)

Autores (as) Definiciones de unidad doméstica.

De Oliveira (1989) Es una organización estructurada a partir de redes de relaciones sociales establecidas entre individuos, unidos o no por lazos de parentesco, que comparten una residencia y organizan en común la reproducción cotidiana

Hammel (1984: 52) Es una colección de personas que trabajan juntos procurando un cuidado mutuo, incluyendo la provisión de alimentos, abrigo, ropa y salud, así como la socialización de los niños. Aunque también, cada unidad doméstica podría ser definida como la unidad social orientada al trabajo, y a los patrones de asignación de tareas distintas

Netting, Wilk y Arnould (1984) Es una unidad social fundamental y son más que grupos de parejas dinámicas, tienen un carácter emergente que toma de ellos más que la suma de sus partes. Son la arena primaria para la expresión de roles sexuales y edad, parentesco, socialización y cooperación económica donde cada producto de la cultura es mediado y transformado dentro de la acción misma. La unidad doméstica es la más grande “cosa” dentro del mapa social después de lo individual y también es considerado el más pequeño grupo social, con la máxima función corporativa

Además de estas definiciones, es relevante señalar que la unidad doméstica también ha sido abordada desde los estudios de género, donde se han dada amplios debates en la literatura. La definición más común, que integra las antes señaladas en el cuadro 1 y utilizada en censos y encuestas, según Velázquez (2003) es aquella que se refiere a dicha unidad como el grupo de personas que viven bajo el mismo techo y comparten los alimentos y un presupuesto común. Sin embargo esta definición presenta varios problemas. Primero porque, en muchos casos, considera a la unidad doméstica como una entidad homogénea y armoniosa, como una unidad corporativa. De tal manera, si bien se reconoce que las unidades domésticas están compuestas por un número diferente de personas, de diferentes edades y sexos, al definirla como un todo homogéneo no se permite observar los procesos de negociación y de toma de decisiones que se dan hacia el interior de la misma.

Un segundo problema aparece dada la confusión que generalmente existe entre los conceptos de unidad doméstica y familia, donde la primera se refiere a la unidad residencial y la segunda a una unidad social basada en el parentesco, el matrimonio y la paternidad. Consecuentemente, se asume que las relaciones intradomésticas son relaciones de colaboración y mutuo cuidado y que las relaciones familiares y maritales son siempre igualitarias. Sin embargo, como señala Velázquez (2003), esto no siempre ocurre y, por lo general, las relaciones domésticas y familiares implican obligaciones diferentes e inequitativas y derechos diferenciales en cuanto a poder y control.

En este contexto teórico, el estudio de las unidades domésticas y el análisis de las relaciones que se establecen hacia su interior, permite entender y aprehender algunos elementos centrales de la vida cotidiana que en ocasiones no son considerados en el estudio sobre las causas, las consecuencias y las posibles formas de manejo de los cambios ambientales relacionados con la toma de decisiones dentro del ámbito doméstico y que influyen también al momento de decidir la adopción de tecnologías agrícolas y en la participación de proyectos de desarrollo rural.

En síntesis el concepto operativo de unidad doméstica al cual se suscribirá esta investigación, se define como el grupo social mínimo con el máximo número de actividades intersectadas, superpuestas y que podría verse como “el más grande objeto en el mapa de lo social después del individuo”, también como “el más pequeño grupo social, pero no en el sentido de la pasividad, homogeneidad y armonía, sino más bien como la unidad de residencia, producción y consumo organizada en torno a la reproducción cotidiana y generacional; se encuentra conformada por familiares y no familiares, y que dentro de ella tiene lugar un variado tipo de relaciones intradomésticas, tanto de colaboración como de conflicto, a través de los cuales los miembros de las unidades domésticas toman decisiones y asignan tareas, con base en criterios de edad y sexo (Wilk y Netting, 1984; Hammel, 1984;Sánchez, 1991; Netting, 1993;Velázquez, 2003).

Ahora bien, el principal objetivo de la unidad domestica campesina es la satisfacción de las necesidades colectivas (mantenimiento de la vivienda en buenas condiciones), esta se organiza con base a la dependencia reciproca que existe entre sus miembros y esta sujeción cambia de acuerdo a la edad, sexo, y relación de parentesco que existe entre ellos. Los miembros de las unidades domésticas ofrecen una respuesta a los requerimientos de maximización de los recursos escasos y apoyan la organización de las actividades fuera del hogar (renta de mano de obra) como opción para generar los recursos que requieren para cubrir sus necesidades.

En las unidades domésticas campesinas el patriarcado se refleja en las relaciones de la división sexual del trabajo que divide las tareas, los jóvenes se van al campo y las niñas ayudan a la mamá en las labores del hogar. En efecto la familia constituye un eje fundamental de reflexión sobre la socialización y los problemas de las relaciones intrafamiliares aquí es el patriarcado que representa, el poder por el poder en la toma de decisión que se tiene en asuntos relacionados con la familia (Sales, 1991).

Para contrarrestar la marginación a la que siempre han sido sometidas las unidades domésticas campesinas estas han adoptado estrategia de sobrevivencia como son intensificar el trabajo familiar, diversificación de labores, enviar fuerza de trabajo fuera del predio. La organización de la familia campesinas, esta marcada por los requerimientos de la producción (autoconsumo y para la venta en el mercado) necesaria para sobrevivir, según las posibilidades determinadas socialmente de acceso a ciertos recursos como son la tierra y el agua indispensables para la agricultura.

En cuanto a las estrategias de producción antes señaladas en el caso de los campesinos milperos de Yucatán, Baños (1989: 169) señala que la milpa juega un papel todavía muy importante en las formas de reproducción de la fuerza de trabajo rural, en el sentido de que existe una ideología muy fuerte, entre los jefes de la familia maduros, por las formas de vida alrededor de la tierra. Pero que no hay una identificación del productor con sus medios de producción o una compulsión que los obligue a producir antes que cualquier cosa para asegurar su supervivencia, que parecen ser los atributos más consustanciales de la práctica del campesinado. En este mismo sentido, Quesnel y Lerner (1983:50) señala que en la zona henequenera:

…los grupos domésticos residenciales presentan un patrón predominante de familia extendida, que se caracteriza fundamentalmente por el núcleo central completo (el jefe del grupo, su cónyuge y sus hijos solteros) y por otros núcleos compuestos de familias nucleares o miembros aislados de descendencia. Hecho que obedece al predominio de GD [grupo doméstico] cuyos jefes están en un ciclo demográfico avanzado y que permitiría cuestionar uno de los supuestos en la literatura que señalan que es la familia nuclear en desintegración, sea por disolución de la pareja o salida de los hijos, la que estaría en condiciones más favorables de reincorporar o mantener en su seno a otros núcleos, conformando así el GDE [grupos doméstico extendido].

Confirmando lo comentado por Quesnel y Lerner (1983), Baños (1989: 176) que afirman que lo sucedido en Yucatán con los grupos domésticos, es interesante, porque ocurre lo contrario en el norte de Mexico, donde las familias con mayores recursos son las que tienden a constituirse en familias extensas, de hecho sucede lo contrario en el contexto de la ex zona henequenera, en Yucatán, donde la necesidad de una mayor mano de obra familiar a partir de los núcleos de descendencia conlleva a la conformación de grupos domésticos extendidos. Esto se debe a que la familia extendida es una estrategia para hacer una economía de escala que permita afrontar la precariedad e inestabilidad del ingreso de sus miembros. De hecho, de todas las formas de organización del grupo doméstico, las familias extensas suelen ser la más factibles y resistentes a los funestos efectos de la variación del ingreso y de las enfermedades. Cuando en el grupo doméstico hay varios productores que trabajan, el ingreso de unos puede aumentar en forma temporal para compensar la transitoria forma de trabajo de los otros. No obstante su aparente viabilidad, la fase de familia extensa es más breve en el ciclo del grupo doméstico. Esto se debe al parecer a que la naturaleza transitoria de la familia extensa depende de la jerarquía interna de las familias nucleares dentro del grupo.

Para el caso de la zona milpera en el sur del Estado de Yucatán la composición familiar es diferente, existe un predominio de la familia nuclear y no de la extensa, debido a que se observa una clara separación entre la producción y consumo, es decir, las familias mayas rurales no se organizan para producir con sus propios medios sino para consumir los productos que provienen del sector industrial. De hecho, la subsistencia del grupo doméstico campesino hace tiempo dejó de gravitar solamente en la agricultura y más reciente de las actividades agropecuarias. En esta transición los adultos siguen aportando especialmente bienes de subsistencia, es decir, el producto de la milpa y algún dinero que ganan mediante jornales. Los hijos e hijas aportan dinero en efectivo para comprar los productos industrializados que ganan terreno en el cuadro de consumo (Baños, 2001).

Esta distinción entre los que aportan productos y dinero no resulta nada clara para ellos mismos. De hecho, una familia campesina clásica organiza los tiempos y ritmos de su vida cotidiana en función de la producción, que le brinda el soporte para su subsistencia (Baños, 1996a: 196).

El mismo Baños (1996a) señala que tanto las mujeres como los jóvenes han ganado presencia en la aportación monetaria para complementar el mínimo de supervivencia, y consecuentemente, también han ganado espacios en la esfera de las decisiones del consumo familiar. Son los jóvenes quiénes se encargan de comprar y pagar las grabadoras, equipos modulares, televisores y videocaseteras que entran en la casa. Son los portadores de la modernidad, agentes activos del consumismo urbano.


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