Tesis doctorales de Economía


TERRITORIO, ESTADO Y SOCIEDAD EN CHILE. LA DIALÉCTICA DE LA DESCENTRALIZACIÓN: ENTRE LA GEOGRAFÍA Y LA GOBERNABILIDAD

Sergio Boisier Etcheverry


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1.7.3. Aplicación a Chile

La aplicación de este tipo de criterios combinados con una visión del patrón ecológico prevaleciente en el país (zonas de colonización, zona metropolitana, zonas consolidadas) llevo a agrupar las 25 provincias en diez regiones y una Zona Metropolitana.

Las tensiones y problemas surgidos desde el inicio han sido comentados en otra parte (Boisier; 2005). La principal cuestión que surgió en este período de gobierno se originó en el fallecimiento del Senador José García (PDC) en un contexto en que el gobierno disponía en el Senado de una precaria mayoría de justamente un senador. El Senador García lo era por la antigua circunscripción electoral Bío–Bío/Malleco/Cautín, en donde fue necesario llamar a una elección complementaria que dio origen a una batalla electoral centrada casi exclusivamente en la demanda de sectores oligárquicos de Cautín por una secesión provincial de la Región Cautín/Valdivia/Osorno (¡nada nuevo bajo el sol!, se podría comentar hoy día habida cuenta de la persistente demanda de la provincia de Valdivia para una secesión de su región), cuestión que el Presidente Frei Montalva ordenó zanjar a favor de esta demanda, con la esperanza de recuperar el cupo senatorial perdido; así, nació y existió hasta 1974 la nueva región Valdivia/Osorno, que no pocos dolores de cabeza causó.

Tanto la regionalización implantada durante el gobierno de Frei Montalva como la modificación a ella realizada por el gobierno de Pinochet se muestran a continuación. Una comparación rápida del "mapa regional" pre y post 1973 probablemente abonaría la tesis de que la regionalización de la CONARA fue simplemente un ajuste de la regionalización existente, con un importante rediseño provincial.

En el cuadro anterior (tercera columna) figuran las nuevas provincias. Como puede apreciarse, en principio, las modificaciones a la regionalización vigente a 1973 serían pocas: separación de la Provincia de Coquimbo para dar origen a la CUARTA REGION, incorporación del Departamento de San Antonio a la Provincia de Valparaíso y a la región respectiva, separación de la Provincia de Malleco de su antigua región para conformar con Cautín la actual NOVENA REGION, la agrupación de las Provincias de Valdivia y de Osorno con Llanquihue, Chiloé y (posteriormente) Palena, para configurar la actual DECIMA REGION, la transformación de la Provincia de Aysén en la DECIMA PRIMERA REGION y, como obvio y ya implícito, la secesión del Departamento de San Antonio de la REGION METROPOLITANA. Pero una lectura como esa sería incompleta. Más que un mero ajuste, la CONARA formuló, aunque parcialmente, un nuevo ordenamiento territorial del país. Lo que la teoría de la modernización social había recomendado, por boca de los regionalistas de los años sesenta, es decir, un nuevo ordenamiento territorial para acelerar la integración nacional, a fin de hacer más rápido el proceso de modernización (detenido por muchas ataduras, entre ellas, una arcaica división político–administrativa, según se decía), fue ejecutado por los militares, aprovechando un contexto en el cual pedir y considerar la opinión ajena no contaba mucho. En realidad, todavía sigue siendo, este período, el único con respecto al cual se puede hablar de la existencia de una política de ordenamiento territorial, uno de los vectores que configura una moderna política regional.

¿Hubo una racionalidad detrás de este intento de reordenamiento territorial? Sin duda; se aplicaron determinados criterios como requisitos para configurar las regiones y se incorporó el importante concepto de microregión a nivel provincial. Según se establece en la documentación pertinente, los requisitos de una región fueron los siguientes: 1] Cada unidad regional debería con una dotación de recursos naturales que avalara una perspectiva de desarrollo económico de amplia base, compatible con el ritmo de crecimiento que se desea imprimir al país; 2] Debía poseer una estructura urbano–rural que garantizara un nivel de servicios básicos a la población regional y, además, contar con un lugar central que actuara como núcleo de las actividades económicas y sociales para orientar la dinámica de crecimiento; 3] Es necesario, diríase imprescindible, que exista una base poblacional suficiente para impulsar el desarrollo, actuando como fuerza de trabajo y mercado de consumo; 4] Además es indispensable que su delimitación geográfica contemple los objetivos de la seguridad nacional en armonía con las metas de desarrollo regional y nacional; 5]] Y finalmente, el tamaño de las regiones debe ser tal, que facilite la eficiencia desde el punto de vista de la administración territorial y el manejo de recursos; 6] Pero estos criterios técnicos deben también acompañarse con un conjunto de medidas y normas que permitan su adecuada administración y gobierno. Por eso es que conjuntamente con la nueva división territorial se han resuelto profundas modificaciones al régimen de Gobierno y Administración Interior; 7] En cada región se establece una nueva institucionalidad homogénea y equivalente, basada en el principio de la desconcentración del poder y la descentralización administrativa, debidamente integrada al sistema nacional de planificación y al proceso de toma de decisiones (CONARA; 1976, 12).

La definición de las nuevas provincias, sobre la base de las veinticinco antiguas y del nivel departamental (ahora suprimido) se ajustó al concepto de microregión, definido como: "un ámbito geográfico con un destino productivo característico y predominante, dentro del cual existe una estructuración de entidades de población jerarquizadas e intercomunicadas con su Centro Urbano principal, mediante un sistema vial concurrente a éste, sistema vial que funciona dentro de un óptimo de distancia–tiempo, en consideración de la frecuencia de las actividades habituales de la población y, particularmente, en relación con el equipamiento urbano".

Así, entre región y microregión no hay, por tanto, una simple diferencia de tamaño, es decir, no se trata del mismo elemento territorial visto en dos escalas. Las diferencias entre ambas son básicas y de sus respectivos contenidos se deduce que: la microregión debe desarrollarse intensificando su producción típica; en cambio la región lo hará sobre la base de integrar diversos sectores de la producción, representados por las microregiones.

En todo caso, en los albores del Siglo XXI la región, como categoría mental y también como categoría instrumental, parece recuperar fuerzas. Hoy la literatura no muestra mucha discusión en torno a la definición precisa de qué es una región; mas bien lo que se discute tiene que ver con las características y las funciones regionales: regiones “inteligentes”, regiones que “aprenden”, regiones “asociativas”, regiones “virtuales” son conceptos que dan cuenta de la importancia actual de la regiones. Richard Florida (1995) sostiene que: “La nueva era del capitalismo requiere una clase de región […] Las regiones deben adoptar los principios de la creación de conocimiento y aprendizaje continuo: deben ser de hecho, <learning regions>”.

Toda la discusión actual en torno a conceptos como “desarrollo endógeno”, “desarrollo local”, “medios innovadores”, distritos industriales”, “clusters”, se basa en conceptos, a veces implícitos, de región.

Allen J. Scott pone un punto final “…Además, con el masivo resurgimiento de los sistemas de producción localizados, las economías nacionales comienzan a parecerse más y más a confederaciones liberadas de economías regionales” (Scott; 2001).


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