Tesis doctorales de Economía


ESTRUCTURA ECONOMICA Y MIGRACION INTERNA EN AYARIT. UN ANALISIS MICROECONOMÉTRICO

Eduardo Meza Ramos
 


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2.5. Dinámica demográfica y su distribución territorial

La economía de México era calificada como cerrada, protegida oficialmente, pero a partir de 1982 el país ingresó a los órganos mundiales de comercio lo cual originó cambios significativos en la dinámica económica y demográfica. Los fenómenos observados en esas dos variables tuvieron una repercusión espacial, por lo cual se observaron paralelamente cambios en el patrón territorial de la distribución poblacional y de las actividades económicas.

En lo que se refiere a la dinámica demográfica, la población total del país fue de 66.8 millones en 1980; luego alcanzó la suma de 81.2 millones en 1990 y de 97.5 en el 2000. Estas cifras indican un crecimiento absoluto de 30.7 millones de personas en el período 1980-2000 y una tasa de crecimiento promedio anual (TCPA) de 1.97% en la década de los ochenta y de 1.84% en los noventas. Por otro lado, el grado de urbanización se incrementó de 53.2% a 63.1%, es decir una ganancia de casi diez puntos porcentuales. Sin embargo, como en términos absolutos, el incremento poblacional en las dos últimas décadas del siglo fue superado por el ocurrido entre 1960 y 1980, se tiene que el ritmo de crecimiento de la población se ha desacelerado. Visto de otra manera, de 1980 al 2000 la población incrementó su número de miembros en una cifra similar al total de mexicanos existentes en 1960 (CONAPO, 2001).

En la actualidad, el comportamiento demográfico del país se podría caracterizar por un rápido e intenso proceso de transición demográfica, que se define por un descenso en las tasas de fecundidad y natalidad y un cambio en los niveles, patrones y flujos de movimientos migratorios. Esto debido a una serie de factores entre los que destacan cambios en la dinámica económica, niveles de atención a la salud, niveles educativos e instrumentos de políticas de población (Keyfitz, 1980). Es decir, la transición demográfica significa el paso de altos a bajos niveles de fecundidad y mortalidad, como consecuencia del proceso de modernización (Benítez, 1998).

En las décadas señaladas se registraron cambios de gran importancia en el patrón de expansión urbana a nivel nacional, caracterizados por la desurbanización o desconcentración demográfica relativa de la zona metropolitana de la Ciudad de México (Corona, 1992). Estas tendencias de la dinámica urbana reciente en México tiene elementos que la asemejan a etapas específicas de la evolución urbana en países más desarrollados (Canales, 1999). Por ello se dice que la evolución demográfica y la marcha de la economía han tenido una expresión territorial que se manifiesta en cambios en la distribución regional de la población y de las actividades económicas, así como también en transformaciones de la distribución por tamaño, número y localización de las áreas urbanas. Comportamiento similar al de los países con economía de mercado abierta, los cuales tienen la característica de concentrar la población y las principales actividades económicas en pocos puntos del territorio (Garza, 1985).

Por otra parte, se afirma que el país atraviesa por una nueva etapa en el proceso de urbanización caracterizado por seis elementos principales: a) disminución del peso relativo de la zona metropolitana de la Ciudad de México frente al resto del sistema urbano nacional; b) descenso de la tasa demográfica de las cuatro zonas metropolitanas más importantes: Distrito Federal, Guadalajara, Monterrey y Puebla; c) reorientación de flujos migratorios interurbanos e interregionales; d) aumento de movimientos migratorios intrametropolitanos del tipo centro-periferia; e) crecimiento relativo más importante en ciudades de menor tamaño, y; f) redistribución de la población sobre el territorio (CONAPO, 1994).

En tanto que el crecimiento económico de México, de 1982 a 1987 se caracterizó como la etapa de la crisis de la deuda y el “crack” petrolero, en este período tuvo gran importancia la inflación, que alcanzó un índice promedio de 94.6%, en tanto que el crecimiento promedio del PIB fue de cero por ciento (Ortiz, 1999). Fue en esos años cuando se implementó un severo ajuste fiscal, se dio la apertura comercial y se privatizan empresas denominadas paraestatales. Precisamente la crisis de la deuda de 1982 fue la coyuntura para instrumentar el modelo económico apegado a la lógica de la política económica neoliberal (Labra, 1997). En el período de 1988-1994; conocido como de “los pactos”, la inflación y el crecimiento se ubicaron en 21.8% y el 3.5%, respectivamente.

Posteriormente, la política económica se ha orientado a realizar ajustes macroeconómicos, disminuir el financiamiento externo, refinanciar la deuda externa (que se ha tornado impagable), mantener la solvencia del sector bancario, accionar algunas políticas sociales, pero en general la política económica instrumentada en México desde 1982 se ha mantenido en la misma línea hasta la fecha, salvo con algún matiz, dependiendo del gobierno, que incluso poco ha variado ahora que ha habido alternancia de partido político en el Poder Ejecutivo.

Por estas razones, se reconoce que el proceso de transformación económica ha concentrado sus beneficios en un número reducido de grandes empresas nacionales, transnacionales y otros sectores asociados a los sectores modernos y dinámicos. Si bien es cierto que las políticas macroeconómicas implementadas han tenido éxito en el combate a la inflación, sus consecuencias en términos de inversión, empleo y deterioro del bienestar social son una de las duras realidades que hoy vive nuestro país (Mungaray y Ocegueda, 2001).

Ahora bien de los 2,429 municipios existentes en México en el 2000, Nayarit tiene 20, es decir sólo el 0.82% de las municipalidades totales. La superficie promedio de los municipios es de 1,373 km2 frente a 819 del contexto nacional, lo cual significa que los municipios de Nayarit tienen un menor grado de fragmentación político-administrativa con respecto al país. Por su superficie, sobresale El Nayar con 5,264.31 km2, superficie ligeramente menor al estado de Colima (5,455 km2), así como el municipio de Xalisco con una extensión de 290 km2.

Por regiones, los municipios de Nayarit se caracterizan por cierta similitud entre ellos, lo que habla de una conformación regional delimitada por cuestiones de homogeneidad socioeconómica. La comparación de densidad de población y la superficie promedio municipal permite ratificar la conclusión anterior: existe una diversidad en la densidad de la población, teniendo en los extremos a Tepic (que cuenta con la mejor infraestructura urbana), con 154 habitantes por kilómetro cuadrado y a Huajicori con solo 4, lo cual significa que el municipio de Tepic tiene una concentración relativa 38 veces mayor que la de Huajicori, donde se disfruta de atractivos naturales por ser uno de los municipios de la sierra (véase la gráfica 2.8).

El ritmo de crecimiento demográfico anual nacional fue de 1.97% en el período 1980-1990 y de 1.84% en el período 1990-2000. Durante el primer período, Nayarit registró una tasa de crecimiento anual de 1.2%, para bajar en el segundo al 1.1%, lo cual demuestra que el estado mostró un menor dinamismo demográfico respecto al país en su conjunto.

La dinámica demográfica diferencial por municipio, propició que cuatro de ellos incrementaran la participación demográfica al interior del Estado. En 1980 destaca Tepic que era el municipio más poblado, pues concentraba al 24.3% de la población estatal, seguido por Santiago Ixcuintla, con 13.6%. Para el año 2000, el municipio de Tepic se mantuvo como el más poblado, concentrando al 33.2% de la población del estado, es decir con nueve puntos porcentuales más; Xalisco, que de albergar al 2.7% de la población, la incrementó al 4.1%; El Nayar de 2.76% pasó a absorber el 2.9% y Compostela, el cual se fraccionó para crear el municipio de Bahía de Banderas, los cuales en conjunto pasaron del 11.9 al 13.7% de la población estatal.

Así, durante los veinte años considerados ocurrió una concentración demográfica, lo que permite concluir, en primera instancia, la propensión a una mayor concentración poblacional hacia Tepic y Bahía de Banderas. Este último, sólo en la década de 1990-2000 incrementó su participación en el estado de 4.8% al 6.5%. En cambio, los otros quince municipios vieron disminuida su participación en el contexto estatal (véase la gráfica 2.9 y el cuadro 2.12).

Por otra parte, es interesante analizar el sistema urbano regional que se ha formado a partir de considerar las localidades por el número de sus habitantes. Ello permite conocer las características de la organización demográfica territorial y la conformación de subsistemas de ciudades. En el año 2000 vivían en México 97.5 millones de personas en 199,369 localidades. La población rural, 38.06 millones, vivía en 198,800 localidades, con población de menos de 15 mil habitantes cada una; en tanto que 59.4 millones de personas vivían en 513 localidades urbanas, en las cuales habitaban más de 15 mil seres humanos en cada una. En el decenio 1990-2000, la población rural registró una tasa de crecimiento anual del 0.97%, mientras la población urbana creció a una tasa de 2.44%, registrándose una relación inversa, pues mientras se incrementaba el número de localidades, disminuía la población. Por otra parte, la población urbana se incrementó en una tasa de crecimiento promedio anual (TCPA) de 2.44, pero el número de localidades sólo se incrementó en una TCPA de 2.12% (véase la gráfica 2.10 y los cuadros 2.13 y 2.14).

a: Tasa de crecimiento promedio anual.

En lo que se refiere a Nayarit, en el año 1990 se censaron 1,908 localidades y en el 2000 se contabilizaron 2,611, la inmensa mayoría de las cuales albergaban de 1 a 99 habitantes. En esta categoría se registró un crecimiento anual del 4.1%. La población que vivía en esas localidades en el año 1990 fue de 28,544, y en el 2000 de 33,216 habitantes, con una tasa de crecimiento de 1.53%. Aquí se observa un rezago entre el crecimiento de localidades y el de población, pues mientras las primeras se incrementaron en 4.1%, la segunda lo hizo al 1.53% anual. La persistencia de este tipo de localidades se explica por la necesidad de la población del campo por acercarse a las tierras de labor, al tiempo que, dados los sistemas tradicionales de cultivo, las tierras de labor están cada vez más alejadas del lugar original de residencia. En vista de ello, se podría concluir que al seguir a las nuevas tierras de cultivo, los habitantes crean nuevos micro-asentamientos. Este fenómeno de incremento en el número de poblaciones pequeñas tiene efectos importantes sobre la biodiversidad que es necesario analizar con profundidad, ya que un gran número de estas localidades se censaron en los municipios de la Zona Sierra.

En el año de 1990, las localidades que agrupaban de 1 a 99 personas, estaban distribuidas en los municipios de la Zona Sierra, donde se registra la mayor dispersión de población: El Nayar contaba con 306 localidades, La Yesca con 269 y Huajicori con 149; en tanto que Tuxpan sólo contaba con seis, Xalisco con diez y San Pedro Lagunillas con 12. En ese tipo de localidades, en El Nayar vivían 8,183 personas, en La Yesca 4,197 y en Huajicori 3,778 pobladores. En Tuxpan vivían 98 personas, en Xalisco 101 y en San Pedro sólo 92. Diez años después, en el año 2000, este tipo de localidades sumaron 2,611 en el estado, de las cuales al municipio de El Nayar le correspondieron 484 (donde vivían 9,191 personas), lo que representó una TCPA de 1.17%; en La Yesca se registraron 348 (donde vivían 4,886 gentes), con una TCPA de 1.53% y; Huajicori llegó a 200 localidades que albergaban a 4,232 personas (véase el cuadro 2.15). Entre los municipios donde se registraron cambios en el número de estas pequeñas localidades en el año 2000, están Ixtlán del Río (en el cual se redujeron de 671 en 1990 a 462 en el 2000), con una TCPA negativa de -3.66%; Ahuacatlán con similar tendencia ya que de 446 bajó a 340 poblaciones, con una TCPA negativa de -2.68%; así como Tuxpan, el cual de 98 disminuyó a 81 de estas localidades.

Si se consideran las categorías de población rural y urbana de acuerdo al número de habitantes en 1990, se clasificaron como municipios rurales trece de los veinte que forman el estado: Ahuacatlán, Amatlán de Cañas, Huajicori, Jala, Xalisco, El Nayar, Rosamorada, Ruiz, San Blas, San Pedro Lagunillas, Santa María del Oro, La Yesca y Bahía de Banderas, que en conjunto albergaban al 61.53% de la población del estado, y siete municipios catalogados como urbanos: Acaponeta, Compostela, Ixtlán del Río, Santiago Ixcuintla, Tecuala, Tepic y Tuxpan en los cuales residía el 38.47% de la población.

Para el año 2000 se observaron dos cambios importantes. Por una parte Xalisco se convirtió en municipio urbano, mientras Tecuala perdió esa categoría, por lo que a nivel general se mantuvieron 13 municipios clasificados como rurales y siete como urbanos. Otra cuestión interesante es la tasa de crecimiento anual que registró la población. Así tenemos que a nivel rural, en el estado la tasa fue de solo 0.54%, en cambio la población urbana creció al 1.95%.

Si se analizan los resultados a nivel de ciudades capitales de municipios, en el decenio 1990-2000, se puede apreciar que la población mayoritaria de Ixtlán del Río, Xalisco, Tepic y Tuxpan es urbana. En la primera vive el 83.3%; en la segunda el 62.9%; en Tepic vive el 87.1% y; en Tuxpan el 71.3% de la población municipal respectivamente (véase la gráfica 2.11 y el cuadro 2.17).

Cabe señalar que el comportamiento demográfico está estrechamente relacionado con su crecimiento físico. En los períodos analizados, se manifestó el fenómeno de la metropolización en seis municipios al extenderse la población entre sus respectivos territorios: Tepic y Xalisco; Tuxpan y Rosamorada, y; Bahía de Banderas y Puerto Vallarta; lo cual hace el funcionamiento administrativo económico y social más complejo en estos municipios.

En lo que se refiere a la zona metropolitana de Tepic y Xalisco, se ha originado un uso permanente de la infraestructura comercial y de servicios instalados en la capital por parte de los residentes del municipio conurbado, dando origen al surgimiento de la denominada “población flotante”. Este proceso de metropolización entre Tepic y Xalisco, originó que mientras en 1990 concentraban conjuntamente al 32.5% de la población estatal, en el 2000 aumentó al 37.2%. En esta área la población registró una TCPA de 2.49%.

En cuanto a la zona metropolitana de Tuxpan, en la cabecera municipal del mismo nombre (con 22,481 habitantes en 1995) y San Vicente, municipio de Rosamorada (con 4,556 habitantes), las dos poblaciones están separadas por el Río San Pedro, pero unidas por un puente sobre ese río que permite la interrelación entre las dos poblaciones.

Por último, la zona metropolitana que se está conformando entre los municipios de Bahía de Banderas, Nayarit y Puerto Vallarta, Jalisco (con preeminencia de esta última), reviste características especiales que es preciso analizar más detenidamente, pero los dos municipios coinciden en atraer una inmigración creciente. La metropolización de Bahía de Banderas y Puerto Vallarta, en 1990 concentró a 151,288 habitantes y en el 2000 a 244,536 pobladores, con una tasa de crecimiento promedio anual del 4.92%, una de las tasas más dinámicas en la región. El proceso de metropolización es resultado del crecimiento demográfico de la ciudad central, así como de la fragmentación espacial del territorio en municipios (Sosa, 2000).

En general se sabe que el crecimiento económico de una región se encuentra estrechamente relacionado con sus ciudades. Esta relación permite un tipo particular de organización en el sistema urbano a tres niveles: a) sistema nacional, dominado por metrópolis y caracterizado por una organización rango-tamaño de tipo jerárquica y con un número mayor de zonas urbanas conforme decrece el tamaño de población del rango en cuestión; b) subsistemas regionales, con una organización jerárquica menos clara y organizados alrededor de un centro metropolitano y localidades de menor rango, y; c) sistemas urbanos, que representan el espacio de vida de los residentes urbanos a través de los flujos cotidianos que se realizan en el centro y los suburbios (Bourne, 1975).


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